viernes, 18 de diciembre de 2009

¡Ya vámonos!

De un momento a otro parece que el ajetreo laboral se detuvo, así, de tajo. Son los últimos días laborales antes de vacaciones: la gente llega cada vez más tarde a la oficina, sus atuendos son más ‘casuales’ y sinceramente se piensa en todo menos en los asuntos del trabajo.

Todos estamos al día de las ventas especiales a meses sin intereses (qué buenas son!!), nos damos tiempo de reenviar los mensajes electrónicos que no habíamos podido y, aquí ‘entre nos’, confiamos que en el entorno laboral no organicen más comidas, brindis e intercambios que mermen nuestros bien ganados dineritos de fin de año.

Ya no hay recato para esconder sitios electrónicos de tiendas, recetas de cocina o eventos personales cuando alguien pasa cerca de la computadora, ni se corre para contestar el teléfono cuando se recibe una llamada de chamba.

Algunos hablan en el pasillo por su celular (si lo haces adentro se oye toooodo, y la verdad qué les importa tu plática) para ponerse de acuerdo sobre cómo o dónde celebrar, los que vienen de otros estados pasan el día entero comparando precios de una aerolínea a otra, y unos más – como yo – hacemos a diario la cuenta regresiva para saber qué tan cerca se está de la libertad vacacional.

Los más negativos – esos típicos malos elementos a los que les llueve permanentemente sobre la cabeza – especulan sobre el establecimiento de guardias para no dejar sola la oficina (y, por supuesto, si se decide tal cosa, es a ellos a quienes toca hacerlas). Los rebeldes – como yo, que me incluyo en esta categoría – recomiendan no preguntar, imprimir el documento oficial en el que se establece el periodo vacacional y así ampararse en caso necesario.

A ratos se recuerda lo que han sido los festejos de oficina de años anteriores, y hay cada anécdota…: que si una vez pidieron entre 750 y 1,200 pesos por no más de cinco micro antojitos mexicanos en el Hotel Fiesta Americana (al cual por supuesto no fui ni di un clavo porque no estoy de acuerdo con esos desfalcos) o que si antes daban una flor de nochebuena por persona y ahora ni las gracias por el trabajo de todo el año (y eso no es austeridad sino pura codería de los personajes, porque esos regalitos no salían del erario público sino de su bienintencionado bolsillo, jaja).

Por todo lo anterior, es evidente que ya no tenemos NADA que hacer en la oficina y que este changarro debe cerrarse hasta el próximo año. Es así como levanto la voz: ¡YA VÁMONOS! ¡¡¡¡Jajajajaja!!!!

Ahora, a disfrutar las vacaciones y a relajarse en serio para darle la mejor cara al 2010, ¡FELICES FIESTAS!

viernes, 11 de diciembre de 2009

Las bondades del cine de arte

Llega noviembre y con él la Muestra Internacional de Cine, que es el evento por excelencia para los amantes del llamado ‘cine de arte’. Ahí uno puede encontrar pelis de todo el mundo, incluyendo óperas primas y lo más nuevo de directores consagrados.

César y yo consultamos previamente las sinopsis de los filmes a exhibirse, anotando cuáles no nos podemos perder – por temática o por director – y cuáles de plano pintan para mugrero (como el cine francés, que tiende a ser tedioso e incomprensible, el cine de oriente – chino, japonés, taiwanés, etc… que no nos resulta atractivo, o esas pelis ‘corta-venas’, de una crudeza que no hay necesidad...).

Este año, después de varias Muestras de mediana calidad, la selección fue simplemente sensacional: abrió con ‘Los abrazos rotos’ de Pedro Almodóvar (me encanta el cine de Almodóvar, incluyendo su etapa estridente repleta de psicodelia, situaciones inverosímiles y transexuales, excepto ‘Qué he hecho yo para merecer esto’, que es una bazofia…) y se pudieron ver largometrajes como ‘Nueva York, te amo’ y ‘Un hombre serio’.

Nueva York, te amo’ forma parte del ciclo ‘ciudades de amor’, en las cuales una decena de directores exponen un corto de lo que para ellos es emblemático, importante o bizarro de la cotidianidad de esas urbes. En la cinta neoyorkina, es paradójico ver que, a pesar del tamaño de la ciudad, finalmente todo puede estar relacionado. La primera película de la serie fue ‘París, te amo’ y también es muy buena (lo que César y yo nos preguntamos es, ¿qué otras ciudades icono del romance mundial estarán considerando para el ciclo?).

Por su parte, ‘Un hombre serio’ es una clásica película de los hermanos Ethan y Joel Coen, esos maestros del cine que han sabido satirizar con lo mejor del humor negro los excesos religiosos (como esta peli, donde se mofan de las hipocresías al interior del judaísmo), la frivolidad (como los matrimonios por conveniencia de ‘El amor cuesta caro’), la violencia extrema (como se pudo ver en ‘Sin lugar para los débiles’, que les hizo acreedores al Premio Óscar a la mejor película en 2007) y las organizaciones delictivas de corte mafioso (no se pueden perder ‘El quinteto de la muerte’, buenisisísima!!).

Denle una oportunidad al cine de arte – que eso no significa abandonar o despreciar al cine comercial –, porque encima de que pueden encontrar muy buenos filmes, ofrece al espectador ventajas únicas. Ustedes dirán:

- Prácticamente siempre hay boletos. Ya sea que uno quiera ir en la mañana o en la tarde, el cine de arte es garantía de encontrar entradas para el horario que uno desee.

- Uno elige el asiento. Siempre hay buenos lugares porque el cine nunca se llena, así que aun llegando con el tiempo justo puede elegir las mejores butacas de la sala.

- No te patean el asiento. La gente que gusta del cine de arte tiende a ser más consciente y por ello respeta los derechos del prójimo, así que procura no patear el asiento delantero.

- No huele a comida. El olor a palomitas puede considerarse tradicional en un cine, no así el queso y los chiles jalapeños de los nachos, los ‘jochos’ calientes o los antojitos que ahora se estilan en las pelis más socorridas. Quienes van al cine de arte sólo van a ver la película, no a desayunar, comer o cenar mientras se encuentran en la sala.

¿Qué les parece, tentador…? Espero que sí, verán que les gustará!!

viernes, 4 de diciembre de 2009

La UNAM, un espíritu que habla por su raza

Hace unas semanas, la UNAM recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2009, por ser un semillero natural de científicos y artistas de México e Iberoamérica, además de haber tendido la mano a los intelectuales del exilio español durante la Guerra Civil de ese país.

Como ustedes saben, tuve la fortuna de estudiar ahí durante tres años y verdaderamente celebro el reconocimiento hecho a la Máxima Casa de Estudios – que aunque en el mercado laboral está subvaluada siempre será la más grande por su corazón humanista – porque el legado a los estudiantes no sólo es académico, sino de vida.

Algo que me gustaba mucho de la Universidad era el respeto a la diferencia: uno pasó el kínder, la primaria, secundaria y prepa con personas del mismo espectro socio económico, así que las pláticas, los gustos y las experiencias de vida eran similares. Llegar a la UNAM fue descubrir los múltiples Méxicos de los que se compone esta sociedad.

Había compañeros de clase que seguían hablando de marxismo cuando hacía años había caído el bloque socialista, había hijos de político que por las mañanas iban a la Ibero u otros institutos y por la tarde se daban su baño de pueblo en la facultad, y había otros que llegaban a faltar un día a la escuela porque no habían tenido recursos para tomar el transporte público y llegar a clase… Y todos convivíamos en santa paz (eso sí, hasta que llegó la huelga y se rompió el encanto).

En la UNAM aprendí lo que es el cine de arte, a disfrutar de una buena lectura tumbada en los prados, a reírme ante escenas tan surrealistas como ver un perro callejero husmeando en las aulas sin que nadie lo saque, a lidiar con la médula de la burocracia nacional, a ver vendedores en los andadores de la facultad y a deleitarme con las visitas a la biblioteca.

También aprendí a transitar hasta con los ojos cerrados por todo el campus, a disfrutar de las deliciosas ensaladas que vendían en Diseño Gráfico, a utilizar internet y a reconocer la ubicación y autoría de buena parte de los murales de Ciudad Universitaria, magna obra, también reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2007.

A pesar de que tuve que cambiar de escuela, de la UNAM me llevé unas excelentes clases de historia del siglo XX, la crítica social, una de las mejores empapadas de mi vida, las clases de francés donde aprendí y me divertí mucho, los paseos por el jardín botánico y el bioterio, las idas al cinito del Centro Cultural Universitario con Lita y un sinnúmero de momentos y lugares que siempre tendrán un lugar especial en mi memoria.

Pero lo mejor, lo mejor, lo mejor que me dio la UNAM, fue la bendición de conocer a César hace 11 años, 1 mes, 17 días. Simplemente por eso valió la pena y con creces haber estado ahí.

viernes, 27 de noviembre de 2009

La ‘gira artística’ de las momias de Guanajuato

Desde tiempos ancestrales, el hombre ha velado por que sus muertos descansen en paz, quedando constancia de ello en los incontables vestigios de entierros, tumbas y sepulturas que la arqueología ha descubierto en épocas recientes.

Les interesaba que los que se iban pudieran cruzar el camino al ‘otro mundo’, muchas veces acompañados por perros, otras con sus objetos de valor como joyas o utensilios de la vida diaria. En ciertas culturas, también era importante que la persona ‘se conservara intacta’ para llegar a su destino final. Fue así como se inició la tradición de momificar los cuerpos, aunque, en ocasiones, algunos cadáveres se llegan a conservar de manera fortuita por las condiciones de su entierro.

Así sucedió en algunos casos en el Panteón de Santa Paula, en Guanajuato, lo que llevó a la creación de un museo que al día de hoy posee una de las colecciones más importantes de momias a nivel mundial, incluyendo cuerpos de hombres, mujeres y niños exhumados entre 1865 y 1989.

El pasado mes de septiembre, anunciaron que 24 de las 111 momias que alberga el museo comenzarían una ‘gira artística’, que tendría como primera parada la Ciudad de México. César y yo pensamos que sería bueno ir en noviembre. Curiosamente, aunque él ha estado varias veces en Guanajuato porque un tío allegado vive allá, nunca ha visitado el museo, y en mi caso, las dos veces que he ido a esa ciudad también ha sido ‘de pisa y corre’ y de momias sólo conozco las del Ex Convento del Carmen, en San Ángel.

Pasó septiembre, luego octubre y cuando finalmente se acercaba la fecha que habíamos establecido para visitarlas, nos enteramos que las momias se habían ido para ser expuestas en Detroit. ¿Qué pasó, por qué no tuvo éxito la exhibición de las momias, por qué no hubo suficiente público? Sospecho que pudo haber sido por respeto a las personas que habitaron alguna vez esos cuerpos o simplemente porque la gente se estremece al pensar en cadáveres, y peor aun si se trata de hacer un plan para verlos.

Todo esto me hizo pensar en que los pobres muertos también han experimentado en carne propia – o mejor dicho, en hueso propio, jaja – las prácticas culturales de la modernidad, en las que doblemente ha importado un soberano cacahuate su descanso eterno: primero porque profanaron sus tumbas para extraerlas y luego porque vuelven a trasladarlas, de un lado a otro, para mostrarlas al mundo.

¿Realmente le interesa a alguien que esos cadáveres descansen en paz? Probablemente no, aunque tal vez ya se acostumbraron al movimiento, a los visitantes y al ajetreo del museo. O qué tal si es cierto lo que dice la canción de Mecano, No es serio este cementerio, cuya letra bien podría aplicarse al caso de las momias de Guanajuato:

Y los muertos aquí lo pasamos muy bien
Entre flores de colores
Y los viernes y tal, si en la fosa no hay plan
Nos vestimos y salimos
Para dar una vuelta, oh oh oh
Sin pasar de la puerta, eso sí
Que los muertos aquí es donde tienen que estar
Y el cielo por mi se puede esperar.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Nuevos impuestos: en completo desamparo (epílogo)

Era de esperarse: hace unas semanas, diputados federales y senadores aprobaron la ley de ingresos 2010, que aunque no incluyó el mentado 2% generalizado al consumo, si agrega un punto porcentual al IVA y otros dos al ISR, además de otras ‘estocadas’ como los impuestos a la telefonía celular. Estos, los más ‘novedosos’ porque no fueron tan cacareados en los medios, también indignan porque lejos de contribuir al desarrollo del país, lo hacen retroceder.

Y es que un buen porcentaje de la población utiliza la telefonía celular e incluso hay quienes no tienen línea fija pero sí cuentan con un número celular por ser menos costoso y más práctico y accesible. Así sucede con las personas del servicio de limpia, los repartidores de garrafones de agua, las trabajadoras domésticas y los cerrajeros, entre muchísimos otros, y lo utilizan tanto para lo laboral como para lo personal.

En la medida que ese tipo de servicios tengan mayor costo, menores serán las posibilidades de esas personas de acceder a las telecomunicaciones. ¿No que en el gobierno estaban muy preocupados por beneficiar a los pobres? Pues con ese impuesto afectan directamente a ese grupo.

Y con los otros grandes ‘atorones fiscales’, de plano quedamos en completo desamparo porque se cobran ‘a lo chino’, ya que no es lo mismo decidir si contrato o no televisión por cable y asumo el aumento de 3% a ese servicio, sino que el recibo de nómina vendrá 2% más rasurado a partir del 1 de enero del próximo año por aquello del ISR. Ni qué decir del IVA… aunque al menos agradezco que no lo hayan hecho extensivo para alimentos y medicinas, que ya sería el colmísimo.

¿Por qué estos infelices legisladores actúan de esa manera, por qué no mejor trabajan todo el año para formular una propuesta de ingresos seria, digna, progresiva, en lugar de esas improvisaciones que no aportan nada bueno a la población?

Para evitar ese comportamiento debería existir la reelección legislativa. Ustedes dirán, ‘esta de plano ha enloquecido’, pero lo cierto es que quienes ocupen los cargos de diputado o senador deberían ser personas con interés de hacer carrera en el plano legislativo, más allá de los intereses de partido.

Y es que los legisladores de este país le deben todo a este último, pues de ellos depende su carrera pública. De esa manera, su acción legislativa obedece cien por ciento a lo que sus partidos ordenen, a pesar de contravenir al bienestar de la mayoría – y si no, qué tal el ‘verdul’ que armaron PRI y PAN al interior de sus bancadas por la pura grilla de quién queda bien con quién al votar a favor o en contra de la propuesta fiscal. Y sus distritos o entidades representadas… bien, gracias –.

En cambio, en países como Estados Unidos, la reelección legislativa promueve que los legisladores trabajen a favor de la ciudadanía, pues esta tiene el poder de ratificarlos en el cargo al momento de las elecciones. Así, los diputados tienen incentivos para trabajar por las personas porque son éstas quienes les dan la oportunidad de legislar al votar por ellos – aquí eso no aplica y por eso voté en blanco el verano pasado, pues por quien votes no se vuelve a parar en la zona hasta otros comicios, buscando el voto de quienes desconoce porque nunca trabajó para ellos, sino para su padrino, digo, partido –.

Epílogo: esto de la miscelánea fiscal sólo cambiará cuando los legisladores representen a la población, no a los partidos. Mientras tanto, sigamos soportando el voluntarismo de estos miserables.

viernes, 13 de noviembre de 2009

A veinte años de la caída del Muro

¡Qué días de rebumbio internacional! Era un frío noviembre de 1989 cuando pasó lo impensable: el Muro de Berlín, que fuera construido en 1961 para dividir la capital alemana y evitar que las ideologías occidentales penetraran Europa oriental, caía a pedazos ante la mirada atónita del mundo entero.

Y no sólo eso: cayendo el muro también se venía abajo el bloque socialista, poniendo fin a décadas de Guerra Fría, donde la amenaza de conflicto nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética era pan de todos los días.

Fue un momento histórico de grandes nombres y grandes hombres; Mijail Gorvachov con la perestroika, Helmut Kohl al frente de la República Federal Alemana y George Bush padre como cabeza del triunfante bloque capitalista, quienes hicieron posible el proceso de reunificación alemana.

Además, estuvieron Lech Walesa y su movimiento Solidaridad, el Papa Juan Pablo II y su abierto repudio al comunismo, Margaret Thatcher y su actuar de hierro, François Miterrand y su oposición a la caída del Muro, Felipe González que además de sacar a España adelante se declaró a favor de una sola Alemania, y el desmoronamiento de las dictaduras en Rumania, Bulgaria y Checoslovaquia.

¿Y el gran protagonista? El pueblo alemán, por supuesto, al recobrar el derecho a transitar libremente, a expresarse como quisiera y a ver de nuevo a sus seres queridos que habían sido ocultados por el hormigón y las alambradas del muro.

Todo pintaba para ser lo que el fotógrafo Oliverio Toscani plasmaba en sus imágenes publicitarias para Benetton: un planeta donde podían convivir razas, credos, preferencias sexuales y edades.

Recuerdo haber visto todo eso en los noticiarios de la época, cuando estaba en la primaria, y era tal el ambiente de esperanza en el porvenir, tan interesante, rico en negociaciones y voluntades y tan tan fascinante en sí mismo, que de ahí me quedó la semilla para dedicarme a las relaciones internacionales, porque sí podía existir un mundo mejor.

Desgraciadamente, lo que no se vio en ese momento fue que, de forma paralela a la caída del Muro de Berlín, otros muros se erigieron o salieron a la luz: el de la xenofobia, que generó la guerra en la ex Yugoslavia; el de los fundamentalismos religiosos, que condujo a los enfrentamientos armados en Afganistán; el del terrorismo, que desembocó en los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, el del consumismo, que ha provocado el colapso climático del planeta, y el del individualismo global, que al paso de los años ha promovido la decadencia generalizada en la sociedad mundial.

viernes, 6 de noviembre de 2009

El caso Mixquic: otra cara del Día de Muertos

Siguiendo en la tónica del Día de Muertos, viendo que las madrugadas de 1 y 2 de noviembre caerían en domingo y lunes respectivamente, empecé a alborotarme para que fuéramos a ver las ofrendas en Mixquic, en la delegación Tláhuac, aun cuando siempre he sido de la idea que no hay que invadir ese tipo de manifestaciones culturales para evitar que se pierdan, porque lejos de preservarse, el turismo masivo llega a contaminarlas.

Pero bueno, había que sondear el panorama, por lo que ni tarda ni perezosa entré a internet para buscar información. Cuál va siendo mi sorpresa al encontrar un sitio electrónico exclusivo de las celebraciones en Mixquic: no de la UNESCO, ni de México Desconocido, ni del gobierno local, sino una onda súper comercial donde había la posibilidad de comprar playeras y postales alusivas a las tradiciones de muertos de Mixquic.

Mi segundo trago amargo fue ver la galería de fotos: para mí, un cementerio es un lugar sagrado, donde se va de manera ritual. Sin embargo, las imágenes, a pesar de mostrar el camposanto iluminado, incluían los andadores con ríos de gente; no locales, sino turistas que más allá de sentir suya esa tradición van porque ‘hay que ir’, o porque ‘lo recomendaba la guía turística’, o argumentos fáciles para justificar una presencia hueca en el lugar.

Por último, venía el apartado ‘Programa 2009’: para el 31 de octubre contemplaba un taller de elaboración de globos de Cantoya, la obra de teatro ‘Juanito y el castillo embrujado’ y Mario Iván Martínez haciéndola de ‘cuenta cuentos’. Para el 1 de noviembre, estarían el Grupo Performance de Mujeres de Tláhuac, la obra de teatro ‘La calaca pirulina’ y Óscar Chávez. Para el 2 de noviembre, el ballet folklórico Tloque Nahuake y Susana Harp con una sinfónica.

No dudo que los lugareños sigan teniendo bien firmes sus convicciones en torno a la muerte. Pero por lo que los oportunistas han hecho con Mixquic, con la preocupación de dónde estacionar el coche si íbamos y en clara abstención de contaminar aun más las tradiciones que nos han dado reconocimiento internacional, decidimos pasar la noche de muertos en la tranquilidad de nuestro hogar, con nuestra propia ofrenda y nuestros seres queridos que en realidad nunca se han ido.

Cómo me recordó todo esto a Cumbre Tajín, una bazofia disfrazada de festival cultural que inventaron algunos vivales – como la mafiosa Sari Bermúdez y sus secuaces – con la falsa promesa de preservar la cultura del Totonacapan (es decir, la zona norte de Veracruz, donde se estableció la ciudad totonaca de Tajín).

Pero lejos de contar con artesanos, danzantes y voladores de la región, el circo ese vende lectura de caracoles, temazcales y conciertos de agrupaciones e individuos como Botellita de Jerez, Willie Colón, Los Tigres del Norte, Fito Páez, Celso Piña y Moderatto, es decir, pura charlatanería esotérica aderezada con una mezcolanza musical.

viernes, 30 de octubre de 2009

Patrimonio cultural inmaterial de México para el mundo

Este será un fin de semana largo, perfecto para descansar y, coincidiendo con las fechas, disfrutar de un delicioso pan de muerto con chocolate (en casa tenemos unas tablillas de Chiapas que le regalaron a César, buenísimo, con fuerte sabor a canela, mmm). También se presenta la oportunidad de visitar alguna ofrenda de Día de Muertos.

Es curioso cómo para los mexicanos es algo tan normal lo de estas fechas: poner o visitar un altar dedicado a los seres queridos que han fallecido, colocar sus fotos, la comida que les gustaba, velas para iluminar su camino de regreso a casa, flores, papel picado de colores y un sinnúmero de particularidades dependiendo los usos y costumbres de cada familia (refrescos, cigarros, tequila, juguetes, música, etc…).

Y digo que es curioso porque para el resto del mundo, la cosa de la muerte es intocable, de luto riguroso, algo para irse con tiento y respeto absoluto. Hay extranjeros radicando desde hace añísimos en nuestro país que siguen sin asimilar una calavera de azúcar con su nombre en la frente. O hay otros que encuentran tenebroso comer ‘pan de muerto’ y pedir una rebanada ‘con huesitos’.

Tan especial es la forma como celebramos y veneramos a la muerte, que en 2003 la UNESCO proclamó a la Festividad Indígena de Día de Muertos en México como Obra Maestra del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y en 2008 fue incorporada a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Este reconocimiento se otorga a aquellas manifestaciones culturales que continúan hasta nuestros días y que han sido transmitidas de generación en generación, formando parte de la identidad de un grupo, reflejando su cosmovisión.

Nosotros nos enteramos que este año se cumple el 15º aniversario de las ofrendas de Día de Muertos en el Museo Dolores Olmedo, un lugar que en sí mismo es hermoso, con sus pavorreales, sus bugambilias y unos xoloitzcuintles que están simpatiquísimos. Las fiestas ‘de muertos’ del lugar tienen fama y por eso queremos ir.

Este año, las ofrendas serán para doña Lola y su mamá, Diego Rivera, Frida Kahlo, José Guadalupe Posada (nuestro artista por excelencia del Día de Muertos) y Fernando Gamboa (un gestor cultural de los grandes, considerado Padre de la Museografía en México).

Lo único que me brincó fue que las ofrendas del Dolores Olmedo estarán del 28 de octubre al 3 de enero. Es cuando viene el dilema cultural de la globalidad: ¿qué tanto las tradiciones deben conservarse puras o qué tanto deben adaptarse a los flujos masivos de visitantes y al consumo cultural de la población?

Después de reflexionarlo, de pensar que es un exceso dejar los altares dos meses cuando la celebración es de dos días y de afirmar que sólo extendiendo el plazo se pueden distribuir las cargas de visitantes para que todos los disfruten, he llegado a la conclusión de que se puede permitir ese plazo, siempre y cuando se preserve la esencia de la manifestación cultural.

Lo mismo sucede con la Ceremonia Ritual de los Voladores – conste que se utiliza el nombre genérico, porque aunque los de Papantla son los más conocidos, existen otros poblados donde la tradición de los voladores está muy arraigada, como en Puebla –, a quienes hace unas semanas la UNESCO también incorporó a la misma Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Uno puede ver su rito a las afueras del Museo Nacional de Antropología casi hora tras hora, ante lo cual muchos cuestionan la legitimidad de la tradición. Yo pienso que es tan válido como las ofrendas, siempre y cuando los voladores porten su vestimenta típica, que transmitan ‘el vuelo’ de padres a hijos y que sientan suya la tradición, más allá de hacerlo como un negocio.

viernes, 23 de octubre de 2009

El griego que está de visita en la ciudad

Hace unos meses, el Museo de Bellas Artes anunció que su próxima exposición sería de la obra de Doménikos Theotokópoulos, mejor conocido como El Greco. Si bien es cierto ya se habían visto uno o dos cuadros suyos en México, nunca se había presentado una magna muestra del pintor griego que se hiciera famoso en España.

Yo permanecí expectante desde ese día, así que inaugurada la muestra, ni tardos ni perezosos programamos la ida al museo hace unos fines de semana, y cómo no hacerlo, si El Greco es uno de mis pintores favoritos, si no es que el más, porque fue él quien me adentró en el maravilloso mundo del arte.

Y es que desde mi infancia, mi mamá y yo siempre hemos ido a los museos, incluyendo los de ciencias naturales, historia y cosas chuscas, entre otros. Pero fue hasta 1989 que me enganché con los grandes artistas gracias a una visita que hicimos al desaparecido Centro Cultural de Arte Contemporáneo (de las pocas iniciativas de Televisa que han valido la pena) y fue a una exposición de El Greco.

Recuerdo que entraba uno a la sala y lo primero con lo que se encontraba, sin preámbulo alguno, era El caballero de la mano en el pecho, un retrato magnífico, impresionante, con un hombre ataviado a la usanza del siglo XVI, con saco negro y golilla, con la mirada fija en el espectador sin importar hacia dónde se moviera

(A la fecha pienso en ese cuadro y me estremezco, y gracias a Dios he tenido la fortuna de estar nuevamente frente a ese caballero en dos ocasiones más, en el Museo del Prado, y qué emoción más grande la que provoca, como si fuéramos dos viejos conocidos).

En esta ocasión me dio gusto ver que vamos avanzando en la logística de los museos, porque a diferencia de otras exposiciones masivas donde no tienen mayor control del número de visitantes, aquí iban formando grupos para dosificar la carga de gente que ingresaría a las salas con la finalidad de que se puedan apreciar las obras.

También han prohibido que los estudiantes ingresen a la exposición a tomar notas y hagan mosca al prójimo, pero como apoyo han puesto una mesa especial con libros, fichas y demás materiales informativos, hecho que celebro pues la pseudo didáctica que gusta de copiar los datos y no apreciar el arte en vivo y en directo me parece una pérdida de tiempo que no rinde fruto alguno para crear el gusto por el arte.

Adentro, la museografía es excelente, con paredes azules y la luz mínima para la conservación de los materiales. Así, San Sebastián, San Pedro, la Verónica y la Sagrada Familia reciben al público con toda su magnificencia, finos, lánguidos, haciendo gala de sus tonos rojo y azul tan particulares que al verlos no pueden ser más que de El Greco. Mención especial merece la última sala, con la serie del Apostolado, donde fueron expuestos de manera extraordinaria los retratos de Jesús y los Doce Apóstoles.

En serio que aplaudo la iniciativa y el esfuerzo de la directora de ese museo para traer a México las obras, y también aplaudo que la fila para ingresar a la exposición haya sido larga – larguísima para cuando ya estábamos fuera –, donde la mayoría se ve que iba por gusto y no porque lo mandaran de la escuela, porque todo eso manifiesta un reconocimiento a la maestría de El Greco, quien dominó la técnica, la perspectiva, las luces y sombras, el paisaje y todos los elementos implícitos en una pintura.

Así que, mientras este griego esté en esta ciudad, yo los invito a conocerlo, y si ya lo conocen, deléitense de nuevo con ese maestro entre los maestros del arte universal.

viernes, 16 de octubre de 2009

Hasta que se hizo justicia: Luz y Fuerza del Centro de patitas a la calle!!

El pasado fin de semana sucedió lo inesperado (tanto o más insólito como el retiro de los fishers de Reforma): por decreto, se liquidó a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (LFC), ese nido de haraganes que no hacían más que engrosar las filas de malos servidores públicos del país, una verdadera vergüenza regional.

Y lo digo con conocimiento de causa, como una usuaria agradecida ante el acto de justicia finalmente registrado, porque varias veces nos tocó padecer los abusos, la prepotencia, el ‘vale gorrismo’ y los cobros indebidos de tan poco redituable negocio.

Uno se veía en la penosa necesidad de interactuar con esa mafia cuando no llegaba el estado de cuenta a tiempo. Eso implicaba que el pago debía hacerse en las oficinas de LFC, ya no en los bancos. Ah, y sólo en el local cercano al domicilio, porque no importaba que uno tuviera una oficina de Luz y Fuerza de camino a la oficina: su cerrazón era tal y sus bases de datos – si es que existían – tan deficientes que no aceptaban el pago si no correspondía zona; así de burocrático era el procedimiento.

Ahí iba uno a hacer fila desde las 7 o 7.15 hrs., aun cuando la apertura de los locales es a las 8. La fila crecía y crecía, y cuando daba la hora y uno pesaba que todo se iba a agilizar, nada, porque abrían alrededor de 15 minutos después.

La puerta se abría, uno entraba en orden, subía las escaleras y volvía a pensar que pronto saldría del trámite… pero nada, aunque ya estaba al interior de la oficina no había quien atendiera, porque los fulanetes iban llegando a las 8.30.

Aparecían al fin, uno volvía a hacerse ilusiones de pronto pago, veía que se acomodan en su respectiva caja y… oh sorpresa, después de ‘checar tarjeta’ y saludar a los cuates, se salían a desayunar, ya fuera salir y comprar algo o de plano darse a la fuga otra media hora. Total que de 6 u 8 cajas no funcionan más de una o dos.

Cuando llegaba el turno, en lugar del ‘buenos días’, los personajes lo recibían a uno con la típica actitud prepotente, amargada y resentida que sólo respalda un sindicato, esa que no conoce los conceptos ‘calidad’, ‘eficiencia’ y ‘atención al cliente’ porque sabe que su permanencia laboral es intocable.

Eso suponiendo que uno iba por lo del pago, pero si era por algo ‘más complicado’ como cambio de domicilio y necesitaba ir a casa y regresar con otro documento, más valía haber llegado a más tardar a las 7.30 o mejor regresar otro día, porque como en concreto lo venían atendiendo a uno alrededor de las 9, 9.30 de la mañana, la vuelta podría ser infructuosa porque cerraban a las 14 hrs. el changarro.

Y a pesar de todo, ellos tenían el trabajo asegurado (igual que los profes, pues tal parece que una plaza de esas es vitalicia e incluso heredable a los descendientes. Y uno preocupándose por hacer su trabajo lo mejor posible para conservarlo…), con jubilaciones del 180% del salario a los 50 años de edad o menos (y uno tiene que esperarse a cumplir 60 y chutarse 30 de servicio…) y no pagan por el suministro de luz en su domicilio, cuántos colmos juntos!!

Por todo eso, qué bueno que el gobierno supo mover las piezas: lo hizo en sábado, con la noticia de la Selección de Futbol habiendo calificado para el Mundial y todo mundo festejando. Seguro hasta el domingo o incluso hasta el lunes que llegaron a las 8.30 a su lugar de trabajo, se enteraron esos parásitos de que su reinado había terminado.

Anden, malditos, ahora a padecer. Y que si no fue la forma adecuada para tomar las instalaciones, que si el gobierno hubiera negociado con los electricistas, etc… etc… nada cuenta: lo importante es que nos quitamos a esa lacra de encima, que ahora tiene el descaro de pedir el respaldo de la ciudadanía: sufran, infelices, y que el mismo sistema que los fabricó los haga pasar malos ratos como lo hicieron con nosotros, los usuarios.

Y que los demás sindicatos tomen nota, porque un día les llegará ‘su San Martín’: puñado de holgazanes…

viernes, 9 de octubre de 2009

La nueva era de los Juegos Olímpicos

En 1896 nacieron los Juegos Olímpicos modernos por iniciativa del francés Pierre de Coubertin, con los cuales se rescató la tradición griega de la competencia deportiva a gran escala. Casi cien años después, en Barcelona ’92, una nueva era en el olimpismo parecía anunciarse: la de las grandes ganancias, las magnas inauguraciones, los constantes escándalos por dopaje y la rapiña por obtener la sede olímpica.

En el caso de ‘los dineros’, se ha confirmado la máxima de que ‘con dinero baila el perro’, siendo Atenas el caso más claro; por obvias razones, se pensaba que sería la sede natural para albergar los Juegos Olímpicos del centenario. Pero entre que Grecia es un país atrasadón, que no contaban con la infraestructura necesaria (ni tiempo ni recursos para construirlos) y que Estados Unidos hizo sus gestiones políticas al más alto nivel en el Comité Olímpico Internacional (COI), Atlanta albergó los juegos de 1996.

Le siguieron Sidney 2000 (que por su ubicación geográfica ‘nos condenó’ a vivir de las repeticiones televisivas), Atenas 2004 (una sede otorgada ‘de perdis’, cuando concluyeron los trabajos iniciados para 1996) y, los más recientes, Beijing 2008 (sin comentarios, lo chino no es lo mío).

En cuanto a las sedes olímpicas, la cosa se ha convertido en verdadero asunto de Estado, tal como lo pudimos ver la semana pasada cuando Tokio, Chicago, Rio de Janeiro y Madrid contendían por la sede de 2016.

En Copenhague, a la espera del anuncio, estaban atletas de la talla de Michael Jordan y Pelé, sumados a personalidades como los Reyes de España, Zapatero, Lula da Silva y el mismísimo Obama, cada uno con ‘su santo’ (aunque creo que eso no debería contar del todo porque lo que se requiere son instalaciones deportivas y una gran capacidad logística, más allá de ‘los pesos pesados’ que intentan intimidar, perdón, convencer a los jueces que dan el visto bueno).

Yo soy partidaria de la planeación (incluso me declaro ‘planeadora extrema’) y creo que el lanzamiento anticipado de candidaturas para albergar los Juegos Olímpicos obedece a que así se puede tener todo listo a tiempo. Pero aun así, pienso que ir en avanzada dos ediciones es un exceso, y más si tomamos en cuenta que las que se postulan son ciudades ‘pudientillas’, o sea que no parten de cero.

En la sesión del viernes pasado, la ciudad ganadora fue Río, donde un factor decisivo fue el hecho de que hace décadas no se celebra una Olimpiada en América Latina, aunado a que Madrid quedaba fuera casi en automático porque la sede previa es Londres y tradicionalmente no hay ‘sedes consecutivas’ en el mismo continente, que Tokio estuvo un poco ‘apagadito’, y que Chicago no tuvo un arranque espectacular aunque los Obama quisieron hacer el sprint final.

(Nota al margen: no sé en qué momento Brasil ‘nos rebasó’ hasta en los deportes; tienen mejores combustibles, ya superaron la crisis, tienen una política exterior de miedo, etc… etc… etc… La respuesta es fácil: simplemente un caso de ‘querer es poder’…)

viernes, 2 de octubre de 2009

Nuevos impuestos: que se los pague su abuela

Con la propuesta económica 2010, no cabe duda que las autoridades ya abusaron: siempre somos los cautivos de los que se quieren colgar para sacar los recursos que les faltan. Y por cautivos me refiero a los asalariados, a los consumidores de bienes y servicios y a quienes generan estos últimos.

Concretamente haré referencia al impuesto de 2% generalizado al consumo que pretenden implantar, que para mi no es más que un IVA disfrazado que va a llegar para quedarse.

¿Se acuerdan que en la crisis derivada del llamado ‘error de diciembre’ de Ernesto Zedillo aumentaron el IVA del 10 al 15% como medida ‘temporal’ para aumentar la recaudación y con ello acelerar la salida del bache? 13 años después seguimos pagando el mismo 15%.

O el caso de la tenencia vehicular, que nació para generar recursos que financiaran los Juegos Olímpicos de 1968; 41 años después, año con año nos llega sin falta el requerimiento para hacer el pago correspondiente (y, curiosamente, aunque día a día el valor del auto se deprecia, la tenencia es cada vez más costosa…).

Y un ejemplo más: el del predial, que fue creado como medida provisional para que el gobierno renovara la flota pesquera del país… y ni se renovó nada ni se eliminó el impuesto.

Ante esos escenarios fiscales yo me pregunto, ¿porqué tenemos que pagar doble por lo que tenemos, porqué si ya pagamos un auto además debemos aportar una especie de renta anual, lo mismo que por tener un bien inmueble? Ahora qué, ¿también tenemos que pagar 2% como pago de un derecho a comprar o qué les pasa?

Si el gobierno federal necesita dinero, yo les propongo algunas medidas elementales para recortar gastos y así contribuir con la economía nacional:

- Suspender la construcción de edificios públicos. No es posible que en estos tiempos difíciles se continúe con la edificación de inmuebles como el del Senado, al cual veo crecer diariamente a pasos agigantados, sin detenerse por falta de presupuesto, como si actualmente no tuvieran las sedes de Xicoténcatl y El Caballito.

- Eliminar privilegios de mandos superiores. ¿Por qué las altas jerarquías del gobierno van a tener gasolina, comidas de lujo ‘todo pagado’, celular, vehículo oficial, chofer, etc… etc… además de un salario privilegiado? Dijeran los economistas que eso es ‘regresivo’, pues quienes deberían tener prestaciones para transporte y despensa son los que menos ganan. Como dijera una chica del trabajo, ‘Al momento de contratarte, ¿apoco te preguntaron cómo ibas a llegar a la oficina?’ Por supuesto que no!! Así que cada quien que pague lo elemental.

- Suspender la remodelación de edificios públicos. Tampoco concibo que contemplen partidas millonarias para continuar remodelando oficinas gubernamentales. Tal es el caso de SEDESOL, donde a pesar de que se necesita una ‘manita de gato’, se puede aguantar con lo que se tiene; en estas circunstancias, las remodelaciones son un lujo del que se puede (y se debe) prescindir.

- Homologar salarios entre funcionarios públicos. No sé si ustedes sepan, pero existen diversos tabuladores en el gobierno federal. Cada puesto tiene una clave (O para jefes de departamento, N para subdirectores, M para directores, L para directores generales adjuntos, etc…) y dentro de éstas las clasificaciones 1, 2, 3 y A, B, C. Es decir, los A1 son ‘los básicos’ dentro de la estructura y los C3 los más altos. Pero, ¿por qué las diferencias, por qué no respetar la máxima de ‘a trabajo igual, condiciones iguales’, por qué catalogar a los funcionarios como de primera, segunda, quinta y hasta de novena (de acuerdo a las combinaciones alfanuméricas) si cumplimos las mismas funciones aunque sea en distintas dependencias? Que dejen a todos con A1 para ahorrar.

- Suspender la renovación de plantas vehiculares institucionales. No veo la razón por la que el presupuesto deba incluir un monto para comprar vehículos nuevos: ¿qué pasa si un alto funcionario es trasladado en un auto del 2007 y no del 2009, qué diferencia existe entre hacer trabajo de campo en una camioneta del 2006 y no del 2010? No pasa absolutamente nada.

No conozco el texto íntegro de la propuesta económica (ni pienso hacer corajes adicionales leyéndolo), pero el documento no es más que una salida fácil al problema financiero que atraviesa nuestro país desde hace unos meses, una especie de ‘peor es nada’ económico que no parece aportar gran cosa a la nación.

‘Mangos’ con eso de que es para los pobres: será para ellos, sí, pero como una caridad y no como un instrumento para crearles mejores condiciones reales de vida, como un empleo digno que les permita superar su condición de pobreza. En pocas palabras, dejemos a un lado las limosnas de pescado y mejor enseñemos a pescar a esas personas.

Y si con nuevos impuestos pretenden salir adelante – o mejor dicho, no caer más profundo, porque lo que quieren no es terminar con el problema sino administrarlo a su conveniencia –, yo les digo con toda la cortesía del mundo: ‘Señores, que se los pague su abuela’.

viernes, 25 de septiembre de 2009

No más 'fishers' en Reforma

Nota: para mí, fisher es una expresión propia que alude al pesero, aquellos camiones que cobraban la tarifa de un peso, y he utilizado el término desde que estaba en secundaria (hace casi 20 años, uuuhh… jajaja). Pero jugando con el lenguaje, como en inglés fish significa pez, entonces fisher sería pesero, jajaja.

El primer paso fue Insurgentes, donde se dio lo que parecía imposible: de la noche a la mañana dejaron de circular por esa vía los cientos de microbuses que provocaban buena parte del caos (sumados a los valet parking y a los ‘vale-gorrín’ que de plano se paraban en el carril de extrema derecha sin límite de tiempo, emulando el ejemplo de los microbuses).

Qué maravilla, qué hazaña la de haber desalojado esa linda calle – la más larga de la ciudad – de tan infame plaga. Esa medida, aunada a la prohibición de quedarse en doble fila y con la introducción del metrobús como un servicio de transporte público decente (con todo y el ensardinamiento de las horas pico), mejoró para los usuarios de a pie y de auto el traslado de un extremo a otro de la ciudad.

Ante los resultados y tomando en cuenta su importancia y vistosidad, escogieron Reforma para continuar con la renovación vial. ‘Qué bueno’, dijimos, ‘no más fishers en Reforma’, con su música de mal gusto a todo volumen, parándose en cada esquina, frenando como si llevaran ganado, con una altura interior de 1.60-1.65 en la cual con trabajos quepo parada (ya se imaginarán cuando el pobre César los tiene que utilizar…), más las modificaciones que hacen para que entre toda una tropa, dejando unos asientitos de miniatura en los cuales de plano no cabe uno (y eso también es literal).

Adiós, malditos pes-cerdos, nunca más los tendremos que padecer por estos lares, qué bueno, por fin los van a borrar de la avenida, del mapa, ya no más virulencia vial, qué bueno!! Porque a mi juicio, ellos son los responsables de que la circulación en la ciudad se volviera un desorden, pues como nadie les aplicaba la ley, la ciudadanía se contagió de los mismos vicios: pasarse el alto, no dejar pasar a quien pone la direccional y dar ‘cerrones’, entre los más comunes.

Durante mi convalecencia, vimos por televisión las imágenes de la puesta en marcha de los nuevos autobuses: modernísimos, menos contaminantes, algunos con aire acondicionado, con la consigna de sólo detenerse en las paradas establecidas. ‘Qué bien va a estar eso’, afirmamos.

Inocentes nosotros: el primer día de oficina luego de la operación empecé a padecer el nuevo azote. Al salir del trabajo, me dirigí a la parada de autobuses, feliz de iniciarme en tan civilizada medida. Cual fue mi sorpresa que, al ver venir uno con todo y su letrero electrónico de primer mundo (que no les ha durado ni el mes porque ya les están poniendo los cartones con letras fluorescentes que usaban los desvencijados microbuses) y disponerme a subir, este se siguió, abarrotado de gente por todas partes. Y así otro, y otro, y otro, y otro más.

No menos de 10 minutos esperé para subirme a uno, y con el coraje adicional de que en las paradas la gente no hace fila, sino que es de ‘a ver quién gana’ y el apeñusque se puede poner rudo.

Ay, fishercito, cómo te extraño… (imagínense el grado de desbarajuste: ya para que les llore y les hable con cariño…): cuando circulabas por estos lares laborales me daba el lujo de escoger en cuál me quería subir, si tenía prisa llegaba en dos segundos y por un costo 66% menor al que pago ahorita por una chafez de servicio…

viernes, 18 de septiembre de 2009

Cerco gubernamental

Mi optimismo inicial ante esta crisis va decreciendo, y más ante la propuesta económica presentada por las autoridades fiscales de este país que, con tal de subsanar el déficit existente de 300,000 millones de pesos en las arcas públicas, han ideado una serie de sogas colectivas para exprimirnos hasta el tuétano.

Que si vamos a pagar 30% de ISR, que si habrá un impuesto de 2% generalizado al consumo, que si habrá una tasa para gravar el uso de celulares y de nuevo ronda el fantasma de extender el IVA a alimentos y medicinas.

Peor aun: como funcionarios públicos del gobierno federal, el palazo es mayor, porque pagamos las medidas generales además de las específicas, como si uno no fuera un ciudadano cualquiera, como si verdaderamente tuviéramos una condición extraordinaria (al menos no en el nivel donde estamos ubicados, que no tenemos ni vehículo oficial, ni nos pagan la gasolina, ni tenemos chofer, ni nada de eso).

Por ejemplo, eso de congelar los salarios a mandos medios y superiores, lo cual no es nada nuevo, pues desde los dos últimos años de la administración Zedillo no han subido un peso a los empleados federales, y en ese tiempo – más de 10 años –, esos sueldos han perdido 40% de su poder adquisitivo (en contraposición a las empresas privadas, donde al menos les otorgan aumentos salariales por el equivalente a la tasa inflacionaria).

Y ahora ‘con el Jesús en la boca’, porque entre las politiquerías y la miopía institucional, están proponiendo desaparecer Secretarías como cualquier cosa, con un simple plumazo. Voy de acuerdo en que Reforma Agraria dejó de funcionar hace décadas, porque cuántas veces no se ha repartido el equivalente a todo el territorio nacional, pero Turismo, Turismo…

Reducidos los ingresos petroleros y la recepción de remesas, el turismo es la tercera fuente de ingresos para México, y veo en la desaparición de SECTUR el mayor desprecio gubernamental de los últimos años.

El turismo planificado es una verdadera panacea: genera empleos directos e indirectos, contribuye a preservar la cultura, promueve el desarrollo sustentable y genera buenos montos de ingresos, entre otras bondades.

Pero qué les importa, qué más da turismo que cultura, deporte o la manga del muerto por igual, porque en serio que ni siquiera saben y de un día para otro borran todo un sector de vital importancia para nuestro país (y si el turismo no es importante, que le pregunten a Francia, España o Estados Unidos, que reciben millones de millones en divisas por esa vía).

Con propuestas como la de desaparecer SECTUR me han hecho dudar aun más respecto a la posibilidad de que se concrete aquella contundente y maravillosa frase de Don Samuel Ramos, nuestro filósofo mexicano de principios del siglo XX: ‘Creo en la salvación de este país’.

La descubrí en su libro El perfil del hombre y la cultura en México – altamente recomendable, de donde pienso que Octavio Paz se pirateó ideas para su famoso El laberinto de la soledad –. La utilicé como epígrafe de la introducción de mi tesis, con la firme convicción de que el turismo cultural puede ser la mejor estrategia para impulsar el desarrollo y el crecimiento de México. Ahora, con todo esto, en serio que veo difícil lo que está por venir.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Antes del 9/11

Justo hoy se cumplen 8 años de los atentados terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York, esas moles de corazón de acero y piel de hormigón que parecían inalterables. Y no dejo de recordar cada año que tres meses antes de tan terribles acontecimientos, mi mamá y yo estábamos en Manhattan festejando de lo lindo su cumpleaños.

Les voy a platicar la experiencia, al tiempo que pasan por mi mente todas y cada una de las escenas de ese increíble viaje:

Luego de tomar el barco que nos llevó a la Isla de la Libertad, donde se encuentra la famosa estatua con antorcha y corona, decidimos caminar hasta el World Trade Center, donde tenían toda una sección habilitada para que cientos (o miles) de personas conocieran diariamente las Torres.

Hicimos fila, pagamos los 13.50 dólares que cobraban por persona (sí, carito, bastante carito el asunto…) y en la banda de seguridad por la que uno pasaba sus pertenencias para evitar que alguien introdujera armas o algún utensilio prohibido (irónico, ni una bomba ni una pistola fueron el problema posterior), me dijo el guardia de seguridad, un señor negro corpulento, al encontrar a Chiqui, nuestra ardilla de peluche:

El ñor, en tono súper serio: ¿Quién es?
Yo: Mi ardilla.
El ñor: No puede subir… bueno, sólo cerciórate que no muerda a nadie arriba.
(Qué pasó, si somos gente civilizada, jajaja)

Sonrió, reímos ante la puntada y pasamos al área de elevadores, donde decenas de personas nos dirigiríamos al piso 107, sólo tres niveles debajo de la azotea.

Qué cosa más impresionante, qué experiencia tan particular la de haber estado allá arriba. Todas las ‘paredes’ que daban a la calle eran cristales de piso a techo, así que si te acercabas a ellos sentías que te ibas por la borda. Incluso había algunas bancas para observar hacia abajo, pero la altura era tal que ni siquiera conseguía uno ver el fin del edificio, sino que este parecía hundirse en sí mismo, como orillando al observador a un precipicio…

Vértigo, fascinación, escalofrío… Mejor nos paramos de ahí, pero en serio que qué impresión, con la Gran Manzana a nuestros pies, casi al nivel de las nubes, admirando lo que la ingeniería y la arquitectura (supongo que fue obra de ambas disciplinas) pueden crear: un edificio al que nada podía pasarle, una especie de faro urbano que se erigió como uno de los íconos de la ciudad, que observaba y era observado, que interactuaba con propios y extraños, que tejió un sinnúmero de relaciones laborales, personales, turísticas y de vida.

Seguimos rodeando el piso, donde se contaba la historia de la construcción del inmueble, visitamos la tiendita y posteriormente nos dispusimos a descender los pisos, y pisos, y pisos hasta llegar a nivel de calle para ir a la librería Borders, en la zona comercial del mismo complejo urbanístico, donde compramos dos o tres libros de cocina.

Al poco tiempo, tal pareciera que este relato no fue más que la fantasía de un viajero con imaginación. Pero ahí están las fotos, los dos tickets por 13.50 dólares cada uno, la nota de Borders y excelentes recuerdos de aquel viaje.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Son mentadas

(Con la libertad de expresión que me confieren los artículos 1, 6 y 7 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos)

Varios meses han pasado desde que las autoridades de nuestro país reconocieron que México había entrado en recesión económica. Pero lejos de presentar la más mínima mejoría, esto sigue cayendo en picada, sin visos de revertir la tendencia negativa. Es más: organismos como el Fondo Monetario Internacional afirman que México es el país más afectado por la crisis de toda América Latina.

Y la situación no sólo se presenta grave para las miles de personas que diariamente pierden su empleo y con ello ven mermada su calidad de vida, sino también para las finanzas públicas, que con la caída en la recepción de remesas y la reducción en los precios del petróleo han tenido que contraerse varios miles de millones de pesos.

Fue entonces cuando por primera vez en los tres años que van de esta administración que se sustituyó ‘combate a la delincuencia’ por ‘¿y ahora qué hacemos?’, porque verdaderamente la contingencia económica está muy rebasada.

Y que sacan su varita mágica, ‘tríiiiin’ (sonido del momento en que salen las hadas en los cuentos, jaja), y en escena, o mejor dicho en el discurso, que aparece con letras de salvación la palabra austeridad. Calderón pidió a la nación ‘ajustarse el cinturón’, hacer un esfuerzo colectivo para salir del bache (o del abismo, dijeran los más perjudicados…).

La ciudadanía entera apechugamos a fortiori, porque no nos queda más que pagar pesos adicionales por los mismos bienes y servicios que consumimos. No así ha respondido el sector público, donde la doble lectura de un mismo texto es la vergonzante realidad.

O qué tal el call center habilitado para ‘difundir los logros’ del gobierno federal, o el magno evento montado en Palacio Nacional para que ‘sólo los elegidos’ tuvieran la fortuna de aplaudir tan loables acciones y no respondieran con críticas a la inoperancia generalizada.

O qué les parece una austeridad tan plausible que los altos funcionarios ya no viajan en primera clase (pero, parafraseando el libro de Verne, siguen dando la vuelta al mundo en menos de 80 días) y ahora sólo tienen un vehículo oficial (del cual no pagan ni la gasolina ni el salario del conductor que lo opera y muchas veces lo utilizan para fines estrictamente personales).

Cómo ven que por ley los servidores públicos no pueden ganar más que el presidente (pero siguen embolsándose decenas de miles de pesos a la quincena por ‘hacer que hacen’ calentando el asiento 12 horas al día) y que en las reuniones sólo ‘amenizan’ con galletas Gamesa y ya no con costosas pastitas de más de 100 pesos por unos cuantos gramos (pero se compran decenas y decenas de cajas de galletas ‘surtido rico’).

Y como tienen la camiseta bien puesta, en lugar de utilizar jarras de cristal con agua, mandan hacer botellitas de plástico con los logos del gobierno federal, bien coloridas, con todas las tintas posibles, porque ahí sí, qué importa lo que se gaste con tal de hacer una buena campaña de comunicación social.

¿Austeridad…? Son mentadas.

viernes, 28 de agosto de 2009

Bullying o la pesadilla escolar

Llegó el regreso a clases, y con él, para algunos, también vuelve a aparecer el temido bullying. El término parece no decirnos nada. Sin embargo, sí conocemos lo que hay detrás de él y no es más que maltrato e intimidación escolar. Seguramente todos vimos en nuestros años de escuela al típico niño (porque curiosamente tiende a ser del género masculino) que se aferraba a los defectos físicos de los demás para molestar hasta grados sanguinarios.

Que si es gordo, mantecas; que si tiene piernas flacas, popotitos; que si tiene lentes, cuatro-ojos; que si es moreno, negro cambujo; que si es chaparrito, tapón… y así por el estilo, siempre procurando denigrar al prójimo.

Podría verse como una niñería, pero lo cierto es que el bullying puede afectar para siempre la personalidad de las personas por llevarse a cabo a tan temprana edad; los niños están en formación y conductas agresivas de otros pueden repercutir en su autoestima.

Ya en retrospectiva, uno se da cuenta que los niños que molestaban a otros en la escuela tienden a ser los típicos que tienen la vida ‘patas-arriba’: su familia no les hace caso, los agreden física o verbalmente en su casa, sus papás tienen una mala relación o cualquier situación parecida que los lleva a exigir atención de una manera equivocada.

Así, se convierten en niños insoportables, el azote de su salón, a quienes muchos temen y a quienes todos huyen. Y hacen de ‘los molestados’ unos pobres miserables que pueden quedar marcados de por vida (a mi me constaron varios casos entre la primaria y la secundaria).

¿Qué se puede hacer en esos casos? Yo creo que los padres no deben confrontar al bully, a menos que la situación pase a mayores. Lo que pueden hacer, y no sólo frente a esos casos de acoso escolar, es fomentar la autoestima de los niños; en la medida que los pequeños estén seguros de sí, que sepan que su valor radica en ellos mismos como seres únicos y especiales sin importar sus características físicas, podrán hacer frente al acomplejadillo ese que les hace la vida pesada ‘de gratis’.

El bullying es un fenómeno que siempre ha existido y probablemente siempre existirá, pero definitivamente hay que inculcar a los niños que no tengan miedo ni huyan de quien los molesta, sino que lo enfrenten con argumentos, que no se dejen amedrentar, porque queramos o no, desde ahí nacen prácticas discriminatorias que difícilmente se pueden erradicar en la edad adulta.

viernes, 21 de agosto de 2009

Afrentas institucionales

Como comentaba hace poco, no cabe duda que vivimos en un país paradójico: contamos con avances de primer mundo en ciertos ámbitos, pero no terminamos de dejar el subdesarrollo en otros. Mi experiencia más reciente fue en el sector médico, cuando tuve que solicitar mi incapacidad en el ISSSTE debido a la operación de vesícula.

Todo empezó con la cita médica, que me pareció un gran cambio al hacerse vía telefónica. Quien atendió mi llamada sabía por el sistema que era la primera vez que iba a la clínica de medicina familiar que me corresponde y en ese momento me asignó número de consultorio, me dio el nombre del médico que me atendería y una clave de confirmación. ‘Qué moderno’, pensé.

Tal como fue indicado, mi mamá y yo nos presentamos 15 minutos antes de la cita (bueno, de hecho 30 para sacar el carnet, un cartón obsoleto que todavía rotulan con máquina de escribir mecánica…). Con carnet en mano nos dirigimos al archivo clínico para que me abrieran un expediente, para lo cual no había que hacer fila, pero tampoco había quien atendiera, a pesar de que faltaban 5 minutos para que iniciaran las consultas.

Una típica burócrata de ventanilla llegó, me tomó el nombre y me dijo que era la primera cita del consultorio 8 (y la clave de confirmación que me dieron en el teléfono y el carnet, bien gracias…), sin margen a preguntas, con nula vocación para atender al público.

Y vino una gran anomalía: los consultorios se encuentran en el primer piso, así que adultos mayores, discapacitados, mujeres embarazadas y personas recién operadas importan un cacahuate, porque no hay elevador y forzosamente hay que tomar la escalera.

El siguiente paso fue pasar al módulo donde toman la presión, peso y estatura. Ahí tienen a dos fulanitos con bata médica (sabrá Dios si realmente sean enfermeros o algo por el estilo), haciéndole un poco al tonto porque peso y estatura salen automáticamente en un papelito, y lo único que tiene que hacer uno de ellos es cortarlo y dárselo al paciente en turno.

Ya era la hora de la consulta más cinco minutos, y a pesar de la lentitud en el archivo, de la subida de escalera y el registro personal, aun no me llamaban… ni me llamarían en los próximos 40 minutos, pues el médico llegó a las quinientas.

No es que uno juzgue por las apariencias, pero basta ver a esos personajes para darse cuenta que no tienen un ápice de compromiso ni con la institución ni con los pacientes. Y al tratarlos sólo se corrobora el diagnóstico…

Pasé cuando me llamó el doctor, y al explicarle que me habían operado y que necesitaba una licencia médica, ni tardo ni perezoso llenó el formato, fue por una firma y me la dio, sin siquiera decirme ‘¿Me permite ver si sus heridas están en orden, está tomando algún medicamento, qué alimentos está consumiendo?’… Nada.

A los ocho días volvimos por la segunda incapacidad, porque cada una sólo cubre una semana. Se repitió el numerito de la ventanilla, de la escalinata y del registro en el módulo. También estaba la típica gente que da instrucciones a los demás en el supuesto que ‘dominan’ el funcionamiento de la clínica.

Lo que cambió fue el médico, pues el primero que me atendió no daría consulta ese día. Qué tipo más terrible, qué consultorio más deprimente, al grado que no sé qué era peor: si el médico, con cara de loco, la camisa abierta a medio pecho y una súper cadena de oro, o el lugar en sí, carente de ventanas, con muebles de metal que tienen las orillas oxidadas y al menos tres etiquetas de inventario (como si a alguien le interesara llevar a su casa un mobiliario tan bello y funcional…).

Y cuando por cortesía y para hacer más llevadero el rato en que llenaba la hoja para darme la incapacidad mi mamá le preguntó ‘¿Cuánto tiempo tarda el cuerpo en recuperarse de esa operación?’, el fulano respondió de forma absurda ‘Es que lo hicieron en hospital privado, lo hicieron en hospital privado…’.

¿Y eso qué tiene que ver? Un verdadero médico sabe perfectamente las generalidades de su profesión, y estas no cambian de una institución pública a una privada. Hasta me hizo pensar en cuántos de ellos realmente estudiarían medicina...

Afortunadamente concluyeron las visitas a la clínica y con ello la afrenta de ver que hay instituciones que se están cayendo a pedazos…

viernes, 14 de agosto de 2009

Concursos de primer mundo

En países como el nuestro, los concursos de televisión, radio u otro tipo de convocante consisten por lo general en llegar corriendo a alguna esquina de la ciudad para decir la frase ganadora, mandar un mensaje con tales características y, ahora con menor frecuencia, mostrar resistencia física.

Ya ni siquiera organizan concursos de conocimientos, al menos no muy serios, en los que el participante demostraba su sapiencia al tiempo que el público se quedaba con ‘algo más’ de la competencia.

Tal parece que la gente no tiene tiempo para cultivar algún talento o para realizar hazañas más laboriosas, y que la educación y la cultura generales son tan precarias que ‘no dan’ para ponerse a prueba. Menos aun para desarrollar otro tipo de aptitudes.

Sin embargo, en el primer mundo, con mayor dedicación al ocio y otras monerías, se preparan para actividades como las que a continuación les voy a describir:

- La mayor duración en el sauna: este se celebra cada año desde 1999 en Finlandia. El ganador es aquel que resista mayor tiempo adentro de un sauna a 110° C. Hay categoría masculina y femenina y el tiempo promedio que duran en el interior de la cabina es de 11 minutos.

- El silbido más melódico: es un concurso que organizan en Japón, donde unos 70 silbantes vestidos de gala asisten para entonar el más armonioso de los sonidos. Hasta parecen pájaros los infelices, pero entonando rolitas completas!!... El ganador 2007, de nacionalidad japonesa, confesó silbar 3 horas diarias para no perder práctica (y de qué vivirá el muy tipo?...).

- El ‘come-jochos’: en Estados Unidos hay una competencia anual donde triunfa quien coma el mayor número de hot dogs en 10 minutos. La condición es no vomitar y engullir, aunque sea por separado, los panes que acompañan a las salchichas (y aquí, millones de personas no tienen más que un pan duro para comer…).

Lo más bizarro es que no sólo son ociosos los concursantes, sino los espectadores que asisten para presenciar esas competencias, las cuales incluso tienen patrocinadores que otorgan miles de dólares en premios.

Y mientras al mundo en desarrollo nos llegan los patrocinios y un excedente mayor de tiempo libre, tendremos que seguir preocupándonos por conservar la chamba, mantener la salud y pagar cuentas con nuestro propio dinero. Pero eso también ‘sabe’, apoco no!!

viernes, 7 de agosto de 2009

Zelaya y el ‘bananerismo’ centroamericano

Qué tal todo el rollo este del golpe de Estado en Honduras: no cabe duda que es una de las situaciones más bizarras, atípicas y retrógradas que se han registrado en lo poco que va de este siglo, pues el término ‘golpe de Estado’ remite a las dictaduras militares que azotaron Centro y Sudamérica de los años cincuenta hasta los años noventa del siglo pasado, regímenes prepotentes y bananeros que hicieron historia.

Pero ahora, en la llevada y traída era de las democracias y con el civismo y el diálogo como banderas mundiales, no sólo suena raro sino absurdo un golpe de Estado a estas alturas, y más absurda es la forma como han sucedido los eventos en el caso hondureño. Hagamos el recuento para ver la tragicómica situación:

Todo empezó cuando las fuerzas militares de Honduras, apoyadas por los poderes legislativo y judicial así como la derecha y los empresarios, tomaron la casa presidencial para capturar al presidente Manuel Zelaya y conducirlo a Costa Rica, con el argumento de que había violado la Constitución, motivo por el cual sería sustituido por Roberto Micheletti (y de eso hay que tomar nota adicional para dormir siempre con buena piyama, como dijera Lita, porque uno nunca sabe un temblor, incendio o contingencia… todos fuimos testigo del lamentable estado en que Zelaya fue sacado de su cama, con una triste camiseta usada, todo desarrapado…).

Indignación absoluta, repudio total: por unanimidad, la comunidad internacional se manifestó en contra del gobierno de facto, del régimen golpista que no tenía motivo alguno para remover a quien fuera electo por voto popular. No importa si es un remedo de Fox, si pretendía consultar a la población para reelegirse o si era un mal bicho (sólo los hondureños lo saben); lo cierto es que hasta que terminara su mandato, como lo dicta su Carta Magna, no podían removerlo de la presidencia.

En foros y reuniones multilaterales, tanto organizaciones financieras como países de la magnitud económica de Estados Unidos y los que forman la Unión Europea, amenazaron a Honduras con cortarle el flujo económico y comercial por atentar contra el estado de derecho. La protesta internacional a favor del orden y el respeto a la ley, siempre como pronunciamiento y nunca atentando contra la soberanía del Estado hondureño, fue la constante. Todo bien hasta entonces…

Sin embargo, quien no supo estar a la altura fue el propio Zelaya, pues en lugar de hacer una campaña digna desde el exterior, con declaraciones inteligentes y actuando como el presidente que sigue siendo – aunque sea en el exilio –, se envalentonó y tomó una actitud tan patética como pretender entrar a Honduras a como diera lugar: primero con el incivil de Hugo Chávez y la mafiosa argentina Cristina Kirchner, luego por la frontera nicaragüense, con el respaldo de Daniel Ortega, otro resabio del pasado guerrillero de la región centroamericana.

También se dice que está azuzando a la población para que lo apoye ‘desde adentro’ enfrentándose a los militares hondureños (y yo me pregunto, ¿y quién los va a apoyar a ellos, acaso pagando con su vida van a lograr algo? Yo creo que no, y si bien es plausible que la gente ‘ya no se deje’ y exija sus derechos, lo cierto es que el pueblo tiende a ser usado para fines personales de los políticos de esas contiendas).

Lo más reciente fue la visita oficial de Zelaya a nuestro país, la cual era importantísima para él porque México es para Centroamérica lo que EU es para nosotros, es decir, un gigante del que dependen económica, social y hasta políticamente, así que el espaldarazo que diera el Estado mexicano a la causa zelayense era fundamental.

Pero ni eso supo manejar, pues lejos de conformarse con tener foro federal (Calderón lo recibió con los honores de su investidura) y local (Ebrard hasta le dio las llaves de la ciudad) para exponer su causa, Zelaya se vio convenenciero y habló de unos con otros para quedar bien según el caso (y por eso salió ‘por patas’, con la ley mordaza aplicándosele en pleno aeropuerto).

Que Zelaya dé gracias a Dios de que los golpistas no lo mataron y que deje de hacer el ridículo, dejando a su país en el más bananero y tercermundista de los papeles.

miércoles, 29 de julio de 2009

Hagan caso a su cuerpo

Todo empezó en marzo de este año como un inofensivo dolor de espalda. ‘Debí hacer mal un ejercicio’, pensé, al haber incorporado un nuevo movimiento a la rutina que he realizado los últimos 18 años. Pensé que pronto se quitaría, seguro era muscular.

Siguió al día siguiente, y al tercer día, y al otro, y así, sin que la cosa mejorara. César me puso pomada de esas que generan frío-calor, alternando con compresas de agua caliente. Pero nada, la molestia seguía ahí.

Pensé que podrían ser los riñones, porque en esos días también empecé a ir por las noches al baño, así que fuimos con un urólogo, quien al ver los análisis y hacerme un ultrasonido dijo ‘Sus riñones están perfectamente’. Pero por si las moscas, fuimos por una segunda opinión, también urológica, que coincidió con la primera: todo en orden.

La molestia, que si bien era algo soportable, continuaba ‘bajita la mano’, por lo que decidimos ir con el ortopedista, el mismo que operó a mi mamá del codo y a mi de una tendonitis en la muñeca. Él seguro tendría la respuesta a mi dolencia. Cuando vio las radiografías que me indicó sacar, resultó que la columna vertebral está bien, aunque me mandó desinflamatorios por cualquier cosa.

Los tomé y la condenada pesadez en la espalda seguía inamovible. ¿Otra opción? El gastroenterólogo, pues me acordé que las dos últimas ocasiones que fui con la Dra. Bety, nuestra ginecóloga de cabecera, me dijo que debía consultar a un especialista porque mi intestino estaba tan inflamado que no podía ver gran cosa en el ultrasonido. ¿Qué tiene que ver eso con la espalda? Que cuando el intestino se inflama intensamente, el dolor puede reflejarse en la parte posterior, ¡esa podría ser la solución!

Por fin fuimos con el Dr. Ibarrola, quien operó a mi mamá de hernia hiatal y vesícula el año pasado, quien no sólo le cambió la vida porque su proceso digestivo volvió a la normalidad, sino porque perdió 12 kilos con el cambio de hábitos. Me hizo las preguntas correspondientes, me revisó con estetoscopio en mano y dijo ‘Hay algo: no es nada serio, pero qué bueno que vino a tiempo’.

Me mandó hacer una panendoscopía, una colonoscopía, análisis de sangre y un gamagrama hepatobiliar. ¿Resultado? Discinesia vesicular, es decir, que la vesícula sólo vacía 26% del 100% que debería (ah, y adicionalmente me detectó gastritis grado dos y una severa colitis amibiana. Háganme favor, con todo lo que me cuido en cuanto a alimentación, lugares donde como, etc… etc… ahora estoy verdaderamente paranoica cuando tengo que comer fuera de casa…).

Si bien dijo que la cirugía era ‘en frío’ porque no tengo dolor que la haga inminente, decidí operarme a la brevedad, o sea mañana, un mes después del diagnóstico (y no fue antes por los trámites del seguro), porque quiero estar bien.

Moraleja: recuerden que el cuerpo es una máquina perfecta que siempre nos manda señales cuando algo no funciona como debiera. Por eso, lejos de decir ‘Ya se me quitará’, SIEMPRE háganle caso, porque una dolencia cualquiera puede ser antesala de un mal mayor. Si sienten que algo ha cambiado, no duden en acudir al médico, no se acostumbren a ‘vivir mal’.

Sólo espero que ahora sí, con la operación de la vesícula, termine mi malestar en la espalda…).

viernes, 24 de julio de 2009

Como hace muuuchos años

El pasado 20 de julio se cumplieron 40 años de la llegada del hombre a la luna. Me pareció emotivo ver a Armstrong, Aldrin y Collins con el presidente Obama, recordando aquel episodio y sugiriendo Marte como siguiente parada de las expediciones al espacio.

Parafraseando a los astronautas, no dudo que lo de la luna haya sido ‘un gran paso para la humanidad’. Sin embargo, habiendo tantísimas necesidades en la Tierra, no creo que sea siquiera ético que le sigan invirtiendo los millones a los viajes espaciales.

Esas reflexiones coincidieron con mi lectura de ‘Salinas. Los dilemas de la modernidad’, un libro que me prestó mi querido tío Héctor con la finalidad de identificar el origen de los programas sociales que actualmente se implementan en México.

El texto data de 1993 y es básicamente una biografía apologética del ex presidente. Pero en medio de sus tesis profesionales, su matrimonio y su desempeño como funcionario público, se esbozan los episodios nacionales de aquel entonces.

Por ejemplo, hablan de la relación entre narcotraficantes y políticos en el estado de Michoacán, de la necesidad de transparentar el uso de recursos públicos por parte de los partidos y de otorgar a éstos los mismos espacios y tiempos en medios de comunicación.

¿Les parece familiar? Por supuesto que sí, pues justo el 5 de julio pasado, día de la elección intermedia, tanto analistas como candidatos desahogaban los mismos puntos en el discurso. ¿Y por qué siguen hablando de eso luego de 16 años? Porque falta voluntad para hacer que las cosas sigan avanzando.

El libro me hizo recordar otro caso: cuando yo trabajaba en Grupo Monitor y el noticiario iba a cumplir 30 años, realicé una investigación hemerográfica para contextualizar aquel 1974, año en que nació el programa. Me encontré con que ya se manejaba la necesidad de construir un tren suburbano en la zona metropolitana y que el agua era un recurso escaso en la capital del país que amenazaba con provocar una contingencia local.

¿Igualmente les suena conocido? En serio que en ocasiones parecía que estaba abriendo cualquier periódico de nuestros días, porque los problemas eran los mismos, el discurso era el mismo y la falta de interés por resolverlos era el mismo.

Qué paradójico: tenemos un Instituto de Medicina Genómica y potencialmente una Agencia Espacial Mexicana, pero seguimos padeciendo la violencia de grupos ilícitos, la destrucción del medio ambiente, el desbarajuste político-electoral y registramos índices de pobreza inaceptables para un país que se presume moderno, vanguardista. Como hace muuuchos años…

viernes, 17 de julio de 2009

Visas para Canadá

Hacía apenas unos días que los medios lanzaban la advertencia: es probable que las autoridades canadienses comiencen a pedir visa a los mexicanos que pretendan entrar en su territorio. Pero no pasó ni una semana cuando la noticia se oficializó: de un día para otro, con la pena pero no entras sin el mentado documento.

La verdad no culpo al indio, sino al que lo hace compadre, y es que con la fama – tristemente bien ganada – de narcos y tracaleros que han hecho los mexicanos, no es raro pensar que se haya perdido la confianza en las personas que ostenten esa nacionalidad.

El requerimiento de visa es decisión soberana de cada país y eso no se cuestiona. El problema es que los canadienses se vieron completamente rebasados al imponer el procedimiento de manera repentina: no puedo creer que teniendo una cultura de organización y planeación desconocieran el número de turistas, hombres de negocios y estudiantes que viajan anualmente a Canadá, porque de eso dependía el flujo de solicitantes

(Nota: la Secretaría de Relaciones Exteriores afirmó que unos 270 mil mexicanos viajan anualmente a ese país, en tanto que un millón 300 mil canadienses vienen al nuestro en el mismo lapso de tiempo).

La Embajada de Canadá en México mostró que no tiene ni la estructura, ni la capacidad, ni los recursos materiales, ni el personal especializado, ni se pusieron de acuerdo con los consulados al interior del país, ni con los de Estados Unidos, para dar servicio a los cientos de mexicanos que viajarían el mes siguiente, o la semana siguiente, o a las 48 horas de entrada en vigor la medida, justo cuando vencía el plazo para entrar sin visa.

Hubiera sido correcto decir: ‘A partir de (un mes o dos meses después), el gobierno canadiense exigirá una visa para ingresar a su territorio’, y no hubiera sido tan desastroso porque la gente hubiera tenido tiempo para hacer lo que tenía que hacer.

Y con esto surge un nuevo peregrinar de visas, porque a un día de impuesto el trámite, ya había ‘coyotes’ vendiendo lugares de la fila, malos tratos por parte de los funcionarios de la Embajada, gente acampando en las inmediaciones de la sede diplomática y los típicos tumultos que se prestan al pleito placero.

Ah, y cabe señalar que el tiempo estimado en la fila es de 7 a 8 horas, sin garantía de que la autoricen y con la incertidumbre de que el proceso puede tardar hasta 30 días…

viernes, 10 de julio de 2009

El trágico desenlace de los ídolos

¿Por qué será que todos los ídolos terminan trágicamente? Sean de la política, las artes, el espectáculo o cualquier otro ámbito en que destaquen hasta obtener la fama, buena parte de los personajes públicos que trascienden tienen vidas tormentosas y finales inexplicables.

Ahí tenemos a Elvis Presley, muerto por sobredosis en su casa de Graceland, y a John Lennon, asesinado por un fanático a la entrada del edificio de departamentos donde vivía en Nueva York. Ambos reinventaron la música, creando nuevas formas y espacios para la armonía, el ritmo y la imaginación. Ambos tuvieron episodios escandalosos, momentos de gloria y sombras que terminaron con su vida.

El ejemplo más reciente es el de Michael Jackson, de quien nadie esperó un desenlace tan temprano.

Es cierto que el día de su muerte le antecedió Farrah Fawcett, quien llevaba dos años padeciendo un agresivo cáncer. Ella fue un ‘ángel de Charlie’, de figura esbelta, cabellera rubia cortada en capas, definiendo a la mujer de los años setenta. Sin embargo, el ‘rey del pop’, por su moonwalk, su música, sus coreografías, sus escándalos económicos, su juicio por pederastia, su caprichosa propiedad llamada Neverland y sus cambios físicos, fue ídolo indiscutible de los años ochenta.

La noticia de su muerte se esparció como pólvora por todo el mundo, siendo el encabezado de buena parte de los diarios al día siguiente. Sus seguidores salieron a las calles a llorarle y recordarle con guante blanco en mano (no faltaron los pobres diablos – ustedes disculparán – que se reunieron en el Ángel de la Independencia a prenderle veladoras).

En vida, que si su papá lo explotaba como ‘niño estrella’, cuántas cirugías llevaba, cómo se había cambiado el color de piel, a quién se le ocurría casarse con él, cómo había estado eso de que tuvo hijos, si había abusado del niño que lo demandó ante tribunales estadounidenses.

Ya muerto, que si había sido por sobredosis, que igual fue un suicidio, que ya estaba enfermo, que probablemente se le pasó la mano a su médico con los medicamentos y toda clase de revelaciones de sus últimos días.

Y más allá de la muerte, ahora dicen que su espíritu ya ronda Neverland (y no duden que luego lo van a ver hasta en la nata de la leche, así se hacen los mitos…).

Luego de muchas versiones, el funeral de Jackson fue un tributo en el Staples Center de Los Angeles: acudieron sus padres, hermanos, hijos y amigos. Lejos de ser únicamente el negocio del año por la cantidad de personas que lo verían a nivel mundial, el evento fue muy emotivo, con sus canciones, fotos de diferentes etapas de su vida, muchas flores y lágrimas detrás y delante del televisor.

Cabe destacar que el tributo estuvo colmado de personas de raza negra cuando Jackson parecía estar tan apesadumbrado por no ser blanco.

Independientemente de que nos guste o no su música, Michael Jackson era un ícono, figura que marcó una época y estableció todo un estilo. Su disco Thriller ha sido el más vendido en la historia, sus innovadoras coreografías son únicas y sus videos hicieron época (a la fecha, confieso que me da miedo el de Thriller, jajaja).

En lo personal, el caso de Jackson me parece tan paradójico como el de otros ídolos: tuvo fama, fortuna, viajes, excentricidades y todo el tiempo estuvo rodeado de multitudes, pero en el fondo me parece que fue un ser profundamente solo, inconforme consigo mismo.

(Curioso: al contar quién fue Michael Jackson a las nuevas generaciones, será de lo más extraño decir ‘Era un artista negro, ídolo en los años ochenta’, cuando ellos, al ver las fotos, verán un personaje blanco, extraño, que se dudaría que perteneciera a este mundo por la fisonomía que le quedó luego de tanta cirugía).

viernes, 3 de julio de 2009

Rescatando libros

Por tercera ocasión, el gobierno de la Ciudad de México organizó una Feria del Libro en la explanada del Auditorio Nacional. La particularidad es que se le denominó ‘Remate de Libros, ¡salva un libro!’, y es que las editoriales, lejos de tener incentivos para continuar con su labor, padecen un sinnúmero de trabas que motivarían a cualquiera a tirar la toalla.

Por ejemplo, hay libros que ya pasaron por la venta habitual de librería, por la temporada de ofertas y siguen ahí, lo que los lleva a ser almacenados. Pero eso no es negocio porque genera un cargo al ser activos fiscales, y si las editoriales quieren regalarlos o donarlos a una escuela, biblioteca o fundación para que sean aprovechados, eso también les lleva a pagar impuestos – y yo me pregunto, ¿dónde queda la política de fomento a la lectura, existe tal? –.

Lo que hacen con esos libros, según dicen – que para mi es impensable – es triturarlos por el lastre en que se convierten. Sí, como lo oyen, desaparecen, no existen más.

Para evitar ese crimen es que se creó el ‘Remate’, donde salen ganando las editoriales y también los lectores, pues probablemente paguen la mitad o una tercera parte del precio inicial de venta de esos libros.

Nunca habíamos ido, pero palabra que fue una experiencia que valdrá la pena repetir año con año. La primera vuelta fue el viernes pasado, cuando mi mamá y yo nos quedamos asombradas de todo lo que había ahí, tan diverso como el propio mundo de la lectura: se podían encontrar revistas, libros de texto, infantiles, de cocina, literatura, temáticos, guías de viaje, ciencia ficción, investigaciones, arte, reflexiones, educativos, enciclopédicos, atlas, diccionarios, etc… etc… etc…

Y lo que también nos dejó muy buena impresión fue la cantidad de personas que ahí se dieron cita, rondando los módulos de las casas editoriales, dejándose seducir por el perfume de las letras. ¡Porque qué deliciosa es la lectura!

La segunda visita fue ayer, último día del evento, a donde regresamos porque en serio que había tentaciones inimaginables. Fuimos con mi querida tía Rose y comimos unos ricos ‘jochos’ y palomitas, y a pesar de que el tiempo se pasa como un auténtico suspiro, ‘salvamos’ varios libros: saramagos, goyas, renoirs, libros de pastas, muffins, panes, vegetales y mitología, entre otros.

Por eso, siempre que puedan, ¡a salvar se ha dicho! Salven un libro, salven un árbol, salven al planeta y salven a la reina (jaja, simplemente me fui de gorra parafraseando a los británicos, jajaja).

A propósito, les voy a contar una anécdota de ‘salvación’: cuando mi mamá y yo fuimos a festejar su cumpleaños a Nueva York en 2001 y paseábamos por la zona comercial subterránea del World Trade Center, entramos a Hallmark, y yo feliz viendo tarjetas de felicitación, envolturas de regalos y muñecos de peluche. Entre estos había un mapachito de nombre Óscar, según constaba en su etiqueta. A pesar de que estaba lindo decidí no comprarlo porque pensé que era consumismo, porque ya tengo muchos peluchines. Sin embargo, tres meses después, cuando el atentado a las Torres Gemelas, no pude evitar pensar en Óscar, a quien pude haber salvado de los escombros (me consuela medianamente la posibilidad de que alguien pudiera haberlo comprado en ese lapso).

Si de por sí es especial comprar libros, salvar uno, dos o los que se pueda a partir del interés en ellos hace que uno se sienta doblemente bien!!!!

viernes, 26 de junio de 2009

Años transcurri-dos

Como les comenté en su momento, María Amelia, la veterana mundial de los blogs, falleció en su natal Muxía, Murcia, a los 97 años. Los dos últimos disfrutó el regalo más sui generis que alguien pudo darle: un blog, en el cual, con la ayuda de su nieto, contó sus historias, pensamientos, ideas y reflexiones y habló de cosas tan del día como el clima.

Su entusiasmo me hace pensar en Lita, a quien le hubiera leído religiosamente mi tutti frutti todos los viernes, y discutiríamos los contenidos, la temática y todo. Si bien eso no le tocó, de lo que estaba gratamente sorprendida era de internet y toda esta comunicación instantánea.

Así estoy el día de hoy, asombrada, al cumplir dos años compartiendo con ustedes opiniones, recuerdos y todo lo que conforma esta mezcla multi sabor llamada tutti frutti.

En efecto, ya son dos los años transcurri-dos, con algunos temas pulveriza-dos, otros malhabi-dos (que en la vida se debe criticar siempre la cosa chueca) y los más, dulcemente disfruta-dos.

Dos años en los que, cibernéticamente reuni-dos, hemos hablado en distintos mo-dos, hemos criticado como los más ru-dos y por ello estamos más que coludi-dos. Pero no se me agobien, que también somos muy creyentes y devo-tos (aunque sea con ‘tos’ y no con ‘dos’, eso de la devoción es muy cierto, jiji!!), por eso estamos bien salva-dos.

Estos dos años para mi han sido muy diverti-dos y espero que sigan concurri-dos. Por eso, agradezco siempre la atenta lectura de to-dos, jajajaja!!!!!!!!!!!!!!!!

viernes, 19 de junio de 2009

Discriminación de metro

En serio que la discriminación está tremenda en todos lados. Uno pensaría ‘Pobres los pobres porque los hacen menos’, ‘Pobres los negros porque les hacen el feo’, o ‘Pobres las mujeres porque las ningunean’, pero en realidad los grupos vulnerables ya no son los de siempre y la discriminación se extiende a nuevos segmentos de población. Verán por qué lo digo:

Hace unos días, César esperaba el metro en la estación Allende. Como marca la norma, aguardaba su turno para entrar al vagón mientras la gente desalojaba. Cuál fue su sorpresa cuando un fulano, por no querer esperar, se aventó y se le plantó en frente para ingresar salvajemente.

César le hizo notar su falta de civismo, a lo que el tipo primero guardó silencio (que es lo mejor que podía hacer), pero luego, envalentonado por la compañía de un amigo, decía en voz alta: ‘Yo me siento mucho porque tengo mi casa con alberca’, y tonterías por el estilo, aludiendo a que como César vestía traje, seguro era un pudientillo que, desde su miope óptica, nada tenía que hacer en el metro.

En otra ocasión me pasó algo similar: viajaba también en metro, el vagón iba llenísimo y yo estaba parada en la zona ‘entre asientos’ para no hacer mosca. De repente sentí un súbito empujón, volteé de reojo y me percaté que acababa de subir una micro ñora albondiguesca que se situó a mi espalda. Y empujaba, y empujaba, y empujaba, y yo ya estaba harta de tenerla incrustada, harta en serio, al grado que con toda la fuerza del lomo, le metí un empujón que le hizo reaccionar gritando indignadamente ‘Qué te pasa’, yo ‘Qué te pasa a ti, deja de empujar’.

Total que acabó lanzándome comentarios, disfrazados de plática con su amiga que sí iba sentada, tales como ‘Sí, esta gente no quiere que le toques la ropa que compra en Liverpool, o hasta en Palacio…’.

No lo puede uno creer… en serio que la discriminación se da hasta por lo que se come, por la música que escucha, por la forma de caminar, por el peinado, el color de piel, los ejercicios que practica, etcétera, etcétera.

Siendo sinceros, pienso que la discriminación siempre ha existido y tristemente existirá, pero está en uno no dejarse y hacer frente a los discriminadores, porque cada grupo al que hacen menos tiene suficientes armas para encararlos. Adicionalmente, esos últimos tienden a ser la gente más acomplejada, insegura y nefasta, que discrimina para que los demás no se percaten de lo que a ellos les hace sentir menos. Son blancos fáciles a combatir, así que no hay que hacerles mayor caso.

Y ahí les va otra, y esta es de tiempo atrás: cuando la huelga de la UNAM, dos fulanas se subieron al vagón para dormir a la gente con sus pseudo argumentos pro-paro. Uno es capaz de tolerar eso una o dos estaciones. Pero pasaban y pasaban las paradas y nada que se bajaban. Con la pena, que me sale el lado más ‘rebel’ y que les lanzo una: ‘Liberen a la Universidad’, y lo que empezó como un debate ideológico terminó en que ellas me dijeran ‘Tú, burguesa, vete a la Ibero’, y como no me dejé, de plano me vi claridosa y les dije ‘Y ustedes báñense, piojosas’, jajajaja. Eso sí, al día siguiente temía que las muy violentas me estuvieran esperando en el andén…).

viernes, 12 de junio de 2009

Basta de simulaciones

Qué tragedia la de la guardería en Hermosillo, qué auténtica tragedia que al día de hoy ha cobrado la vida de 44 pequeñitos. Qué cosa más horrible para las madres que la mañana del 5 de junio dejaron ahí a sus hijos para ir al trabajo, regresar y encontrarlos sin vida.

Y la bolita va y la bolita viene y nadie se hace responsable, porque si bien pudo tratarse de un accidente, las condiciones que presentaba la guardería y que han ido saliendo a la luz señalan que esto pudo evitarse. Basta ver las imágenes del bodegón que la alojaba para despertar sospechas.

Las investigaciones han denunciado rutas de evacuación mal diseñadas, salidas de emergencia obstruidas y un techo forrado de poliuretano que, en llamas, generó un gas venenoso que costó la vida a los niños. Incluso dijeron que el portón de la fachada no funciona como tal, sino que está cancelado por dentro, y fue por eso que con la ayuda de una camioneta se tuvieron que abrir sendos agujeros en las paredes para crear una salida de emergencia al momento del siniestro.

Con todo eso, no es posible que el IMSS afirme haber verificado el inmueble hace apenas quince días sin clausurarlo, y es ahí donde digo categóricamente ¡basta de simulaciones! Porque el pseudo inspector simuló haber recorrido la guardería, simuló que todo estaba en orden, las personas que ahí trabajaban simularon quedarse muy tranquilas y lo único no simulado fue la irreparable pérdida que registran decenas de familias luego de la muerte de sus hijos.

Qué daño ha hecho a este país esa actitud simuladora: hago que no me percaté que se malmetieron en la fila, hago que no vi que tiraron basura en la calle, hago que no vi que dieron una mordida, etc… etc… etc… siendo que cada simulación tiene consecuencias de suma importancia.

Hacerse de la vista gorda no nos deja nada. Si no lo creen, como muestra basta el ‘botón’ de Sonora.

viernes, 5 de junio de 2009

Días de futbol

Cómo pasa uno tantas épocas en la vida: escuela, trabajo, descanso... Y en el ‘inter’, una infinidad de etapas, gustos y deliciosas rutinas marcan nuestra existencia. Esto viene a colación porque con la final de futbol Pumas-Pachuca, caracterizada por su animosidad, ascuas, mentadas y buen ambiente, me transporté a los días en que íbamos Abuelín, Lita, mi mamá y yo con los Díaz Duarte al Estadio Olímpico a ver jugar a Ricky en el mismísimo equipo azul y oro.

Recuerdo que nos sentábamos con las familias de los demás jugadores. Había mucha plática, porras, cerveza y coca cola, banderas, cacahuates enchilados y huevos cocidos en las canastas de los vendedores.

Se decía que de preferencia no había que ir al baño porque estaba sucio y se tenía precaución en los túneles luego de aquel incidente donde la reventa de boletos provocó la muerte de varios aficionados. Saliendo de ahí nos dirigíamos a casa de mis tíos Héctor y Silvia, donde los pollos rostizados y los pays de limón de Río eran la delicia de la concurrencia.

Los artículos promocionales sólo se conseguían directamente en la llamada ‘Casa de los Pumas’, ubicada en Avenida Revolución, y era básico ver las repeticiones del partido en un programa deportivo dominical llamado Acción.

En la actualidad, no sé bien cuánto ha cambiado la dinámica futbolera: ahora hay patrocinadores para todo, venden pizzas personales en los estadios, hay que ponerse bloqueador para pasar dos horas en la tribuna y desconozco las condiciones de los baños (jaja). Las playeras y demás parafernalia se han convertido en elementos de culto a coleccionar cada temporada y hasta la Tienda Pumas ya tiene sucursales y página de internet.

Lo chusco es ver que generaciones van y vienen y esos ‘días de futbol’ se renuevan. Para muestra basta un botón: ahí están nuestros pequeños Valenz y los Miguelitos con su playera oficial coreando ‘goyas’, con suficiente sangre Puma en las venas para entonar el himno del equipo antes de cada partido, con el potencial para apasionarse como mi querido ahijado Ricky que ya es un aficionado hecho y derecho.

viernes, 29 de mayo de 2009

Voto de confianza

No crean que voy a promover la votación del próximo verano o hablar de politiquerías; ya traté el punto hace dos semanas y con eso es más que suficiente, pues no pienso invertir más tiempo en seguirme indignando con esos infelices que creen que por poner su cara, retocada con photoshop, en cada poste, contaminando toda la ciudad, uno sufragará por ellos (y si no vean a Ana Guevara, hasta le quitaron lo machín, jaja).

Lo que efectivamente quiero es lanzar una campaña, pero a favor de nuestro país, para que hagamos lo que esté a nuestro alcance para salir pronto de esta crisis de perros que está dando al traste con todo: primero por el embate financiero mundial y luego por la llevada y traída influenza, porque en serio que qué daño ha hecho ese ingrato virus.

Si bien es algo real, de lo que hay que cuidarse y contra lo cual hay que tomar medidas preventivas, lo cierto es que los medios de comunicación y la alarma popular no ayudaron gran cosa para calmar la situación.

Se ha informado que son decenas de vuelos internacionales los que diariamente se han cancelado porque los turistas extranjeros no quieren volar a destinos mexicanos para no contagiarse. En Cancún, por ejemplo, esa ha sido la constante y ni siquiera han registrado un solo caso de gripe porcina… Pero los daños son reales, la gente está perdiendo sus empleos y como consecuencia peligran su futuro y el de su familia.

Qué impotencia, en serio que qué impotencia… Pero, ¿qué podemos hacer? Dar nuestro voto de confianza. ¿Cómo? Acelerando el regreso a la normalidad, saliendo de nuevo a la calle, demostrando al mundo que la influenza y cualquier virus son cosa de todos los días – se dice que cada temporada, la influenza estacional, la neumonía y otros males respiratorios cobran la vida de decenas de miles de personas tan solo en México, y de eso no se habla –.

Que los hombres vuelvan a usar corbata, que quienes tenían actividades fuera de casa no tarden en retomarlas, que los tapabocas se reserven para una nueva contingencia (eso sí, reforzando buenos hábitos como el uso de gel bactericida) y que quienes comían en restaurantes o cocinas económicas vuelvan a hacerlo.

Que si se antoja un tamal de los que hace añísimos hemos comido y dejamos de consumir por miedo, hay que comerlo; que si teníamos planeada una ida al cine pero la pospusimos por el temorcillo a la virulencia, vayamos al cinito; que si se tenían planeadas las vacaciones con anticipación pero quién sabe cómo esté todo para ese entonces, hay que viajar y ya está.

En la medida que demos nuestro voto de confianza al consumo de bienes y servicios todo se irá normalizando, las ventas no se irán a pique y las cosas podrán mejorar. Es ahí donde radica la importancia de los ‘granitos de arena’, porque como diría la Madre Teresa, aislados parecen diminutos, pero sumados forman una playa.

Claro está, si lo anterior tampoco merma nuestra propia economía, es decir, si el consumo se trataba de un hábito, un hecho planeado o simplemente un gustito a nuestro alcance. De lo que se trata es de mandar el mensaje: esto está vivo y nada lo va a detener.

viernes, 22 de mayo de 2009

AH1N1: fases ‘coloquiales’ de la epidemia

Etapa 1: el diagnóstico formal

Primero se reportó un caso, luego otro y al poco rato uno más. En menos de lo que canta un gallo la nota daba la vuelta al mundo: un nuevo virus se cernía sobre la humanidad, empezando el azote desde México y expandiéndose a todos los rincones del orbe a través de la gente que estuvo en el Distrito Federal.

La Secretaría de Salud lanzó las primeras alertas sanitarias: se trataba de una nueva variedad de virus de influenza, el cual se diferencia de una gripe común por generar mayor grado de fiebre, dolor muscular, de cabeza y debilidad.

Se transmite mediante saliva expulsada al hablar, toser o estornudar, o al tocar superficies y telas contaminadas, incluyendo manijas de puertas y barandales. El virus sobrevive entre 48 y 72 horas, por lo que se recomienda a la población lavarse frecuentemente las manos, no saludar de mano ni de beso, cubrirse la boca al estornudar, evitar aglomeraciones y utilizar tapabocas.

Etapa 2: el pánico

¡¡¡¡Horror, parálisis, hecatombe absoluta!!!! La gente se desbordó en busca de gel antibacterial, cloro, toallas con desinfectante, guantes desechables y por supuesto cubrebocas. En poco tiempo ni la farmacia más ‘piojito’ contaba con alguno de estos artículos.

Se suspendieron clases y poco a poco las actividades cotidianas se fueron diluyendo: no había cines, ni jornada laboral, ni museos, ni restaurantes, ni espacios públicos que parecieran libres de sospecha. Todos a su casa, a guardarse se ha dicho, enciérrense por si las ‘flies’.

Ya en casa la suspicacia se desataba: ¿y si la contingencia se extiende, qué tal si pasan las semanas y no es posible salir por comida? La multitud se volcó a vaciar congeladores y estanterías de supermercados en busca de alimentos que pudieran hacer llevadero un potencial encierro. Así se terminaron el pollo, las verduras, el atún enlatado y hasta el helado (en serio, a mi mamá le consta!!).

Etapa 3: la desconfianza

Las escuelas reiniciaron sus actividades, los decesos comenzaron a espaciarse, lo mismo que los casos reportados. El letargo empezó a sacudírsele a la ciudad. Pero, ¿no se estaría ocultando la gravedad de la situación? No ha faltado quien diga que todo es un invento de año electoral, ‘business’ de alguien o una artimaña para vender Pemex (¿¿¿¿????).

Había que regresar al trabajo, de nuevo tomar el metro y andar en la calle. Muchos todavía con el tapabocas bien puesto (más vale prevenir), observándose unos a otros con cierta sospecha: cualquiera podría ser portador del virus. En medio del silencio del trayecto o de la espera que ahora impera en la oficina por aquello de que estamos en área internacional y nadie vendrá en un buen rato, un estornudo y ¡¡el diablo en bicicleta, todos a correr!! ¿Y si el infeliz no se tapó la boca, y si el germen se mete por un costado del cubrebocas o me cae en un ojo?

Y la misma preocupación al momento de abrir una puerta, cortar una toalla de papel para secarse las manos en el baño, apretar los botones en el elevador, usar el teléfono en las oficinas, pagar en el autobús, etc… Algunos describirían la situación como ‘enrarecida’.

Etapa 4: la ‘pena chusca’

La población, en general, ha procurado aplicar las medidas sugeridas por la autoridad sanitaria para prevenir el contagio de influenza, principalmente lavarse las manos constantemente, aplicarse gel desinfectante y utilizar cubrebocas.

Este último ha sido la variedad de los últimos días, porque más que por prevención, se tiende a simular su uso ‘para que no se diga que no se cumple’. Por ejemplo, para muchos, el tapabocas sirve de corbata de moño o mascada para traerlo sudando en el cuello, generando un microclima propio (con todo y sus bacterias…), no para tapar nariz y boca con la finalidad de evitar contagios.

También es absurdo que la gente, habiéndose subido a un vagón saturado del metro, apenas ahí se ponga el cubrebocas entre la multitud, o lo haga luego de terminar el helado que venían comiendo desde la calle (doblemente equivocado porque en este contexto está contraindicado comer en el transporte público).

Y qué decir de los ‘polis’ que reparten tapabocas en la calle o en oficinas públicas: algunos ni siquiera traen guantes, sino que los dan con la mano pelona, contaminando con antelación el utensilio. O la medida aplicada en las panaderías donde se exige que pongan cortinillas para que los productos no se contaminen, pero al llegar al mostrador para que lo pongan en bolsa, la persona que atiende lo envuelve en hojas de plástico que toca directamente con las manos, no dejando exento al pan de microbios.

Y qué tal aquellos que toman un tapabocas, este cae al piso, luego lo recogen y se lo ponen, sin importar qué lado estuvo en contacto con el suelo; como darle un sorbo a las aguas negras, ajt…

También es curiosa la aplicación de gel desinfectante, porque en la mañana ve uno muchos módulos que con ese fin se colocan en el metro, pero a las 2 de la tarde, hora súper pico en el transporte público con el agravante de las altas temperaturas y que la gente no está recién bañada, no hay un solo fulano con botecito de gel en la mano.

Etapa 5: la moraleja en curso


Todo esto de la influenza ha desatado la locura colectiva al tiempo que ha puesto al descubierto severas deficiencias, tanto del plano privado como del público. Por una parte los hábitos de higiene, pues tal parece que la gente no necesariamente se lava las manos cuando debiera, tampoco acostumbra taparse la boca para toser o estornudar y la mayoría no utiliza correctamente el tapabocas.

Por otro lado, en los planteles educativos públicos han surgido anomalías inaceptables, como aquello de aumentar de forma emergente los recursos para garantizar que todas las escuelas tengan agua y jabón; ¿Cómo que una medida extraordinaria? Agua y jabón deben ser pan de cada día en esos lugares!!!!

Pero mientras se decide si son peras o manzanas, sigamos aplicando medidas preventivas y ocupémonos en lugar de preocuparnos para no caer en paranoia, porque eso sí, esto aun no se acaba.