viernes, 19 de diciembre de 2008

La odisea de los intercambios navideños

No sé por qué, pero en todo intercambio de escuela o de oficina siempre hay una persona indeseable a quien nadie quiere dar regalo, otra a la que se le olvida el evento y una más que da una porquería.

En el primer caso, es típico que si alguien saca el papelito con el nombre del excluido dice ‘Me toqué yo, denme otro papel’. Si la estrategia falla al no poder comprobar la afirmación, la persona intentará a toda costa cambiar o donar el papelito a algún incauto. Por ejemplo, dárselo ‘cachirul’ a aquel que no estuvo en la rifa de nombres y le encarga a alguien que saque el papel en su lugar (así que cuidadito con esos encargos en futuros intercambios, jaja).

En el segundo caso, no falla el infeliz que antes de salir de su casa o ya estando en el trabajo dice ‘Ups, ¿es hoy el intercambio?...’ y obviamente no compró nada, así que deja sin regalo al prójimo, que siente hacer un papelazo al ser el único que queda con las manos vacías, fingiendo que no hay problema con la negligencia del olvidadizo. O peor aún: da un objeto usado.

Un día, en quinto de primaria, hubo un intercambio de discos (de acetato, por supuesto) y casetes. Yo quedé muy feliz con mi Descanso dominical de Mecano, y así buena parte de los niños del salón. Sin embargo, hubo a quien le dieron una lotería usada y un yoyo ya raspadón, convirtiendo el evento en la tragicomedia de la temporada – tragedia para la niña que padeció la afrenta y comedia para el resto, porque la verdad, a la fecha me da risa al acordarme, jajaja –.

Esto último también viene a colación con el tercer caso, cuando por olvido o por molestar se obsequia una cuchada. Así le pasó a mi amiga Marianiux, a quien le dieron unas naranjas y unos chicles – sin envolver, naturalmente, para hacer patente la mala leche – al finalizar una dinámica escolar de ‘amigo secreto’ – pero recuerden, como dice el dicho ‘a cada cerdo le llega su San Martín’, así que la vida le ha de ver cobrado cara la naranjiza al muy tipo –.

Pero existe una cuarta opción: cuando de plano ni te contemplaron en el intercambio, y lo peor es que me pasó a mí. Verán: a ese intercambio entraron varias personas, incluidas mi mamá y yo. Al parecer, los organizadores, sin hacer distinción, pusieron ‘Lety’ y ‘Lety’, así que mi mamá tuvo dos regalos y yo me quedé chiflando en la loma, buh… y ni perdón dijeron…

Este año, en la chamba se organizó un intercambio de tazas y termos, idea que me pareció original y simbólica. Afortunadamente a mi me tocó una linda taza de fondo blanco y motivos ‘chocolateros’ de colores, con su linda caja que tenía el mismo estampado – no sé si Nelly, del área de Prospectiva, me sabe algo o me la dio al tanteo, jajaja –.

Eso sí, no faltaron las categorías antes mencionadas a las que se sumaron las compras de última hora, los regalos sin envolver, el que compró lo primero que encontró con tal de salir del paso, el codito, el que se avergüenza del pulguero que va a obsequiar y la ‘pena ajena’, entre los más notorios, jajaja.

Pero la verdad fue un buen ejercicio de convivencia, al tiempo que cada vez nos acercamos más a la Navidad, muchas felicidades!!!!!!!!!!!!!!

viernes, 12 de diciembre de 2008

Somos afortunados

Hace poco, por circunstancias del trabajo, en una misma semana visité un Centro Cultural para Adultos Mayores, que depende del INAPAM – antes INSEN –, así como tres Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras. Ambas iniciativas han sido instrumentadas desde la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), es decir, desde la institución donde trabajo. Ambas experiencias fueron verdaderamente enriquecedoras.

En el primer caso, el objetivo es contar con espacios donde los adultos mayores tomen diversas clases al tiempo que se interrelacionan. Ahí estaba la gente tocando guitarra, pintando, tejiendo, haciendo repujado, vitromosaico, tai chi y aprendiendo a usar las computadoras e internet. También tenían una exposición de textiles que habían elaborado en el taller de bordado.

En el segundo, el gobierno federal promueve la creación de guarderías a cargo de la ciudadanía, con la finalidad de proporcionar a las madres trabajadoras y padres solos un lugar donde sus hijos estén cuidados y seguros mientras laboran.

Vistos así, ambos programas suenan a mera institucionalidad, a fotos con caritas felices. Pero conocer las historias de la gente que asiste a esos lugares, verlos y saberlos de carne y hueso, hace la diferencia. Por ejemplo, la directora del INAPAM dijo que también cuentan con albergues, y que conocerlos es muy duro porque hay infinidad de casos en los cuales los familiares abandonan a los adultos mayores y se desentienden para siempre de ellos.

En cuanto a los niños de las estancias, uno ve a decenas de pequeñitos jugando, sonriendo, muy contentos de permanecer 6 o hasta 8 horas en ese lugar, donde cantan, reciben tres alimentos al día y aprenden buenos hábitos, cuando su origen son familias disfuncionales que presentan violencia intrafamiliar, sus padres o madres padecen adicciones, alguno de ellos está en prisión o no dudan en llevar a los menores al supermercado para regalarlos.

El abandono, la soledad y el maltrato son el alimento diario de miles de personas, y las condiciones en que se desarrollan no siempre son las mejores. Y no necesita uno ir al centro para adultos mayores o a la guardería para darse cuenta de ello.

Por ejemplo, en mi oficina hay una señora de más de ochenta años que está seis días de la semana hasta las nueve de la noche lavando los baños, de rodillas, así de frágil como está. Y hay otra viejecita en el metro C.U. que vende chicles desde que abre la estación, como a las 5:30 o 6:00 hrs., así llueva, truene, haga frío, cierren la avenida o suceda cualquier eventualidad en los alrededores.

O los niños: sale uno y en el puesto de periódicos de la acera contraria a SEDESOL hay un bebé al que tienen en una caja de cartón, con un trapito por cobija para protegerlo del viento, o los chiquitos a los que llevan en el transporte público a las 7 u 8 de la mañana, entre empujones, corrientes de aire y el gentío de hora pico a pie.

Todo lo anterior me llevó a pensar que somos muy afortunados por tener lo que tenemos, porque ninguno escoge dónde nace. Así, hay que dar gracias a Dios porque nuestros niños y adultos mayores comen todos los días, porque pueden ir al médico, toman leche caliente, se bañan a diario, tienen una infinidad de bienes materiales y duermen arropados en una rica y mullida cama. Y eso por mencionar únicamente las necesidades básicas, porque definitivamente, qué afortunados somos.

viernes, 5 de diciembre de 2008

La víspera navideña en la Ciudad de México

El gobierno del Distrito Federal se inspiró y la víspera navideña se instaló en las inmediaciones del Centro Histórico. Por segundo año consecutivo hay una pista de hielo en el Zócalo, con sus respectivas gradas a los lados para que la gente pueda observar a los patinadores.

La novedad es que pusieron un árbol de Navidad enorme, con más de doscientas mil luces y adornos anaranjados, toboganes y, al parecer, una villa donde la gente puede jugar con nieve natural.

En los noticiarios pasaban algunas escenas de lo que fue la inauguración por parte de autoridades y patrocinadores y lo cierto es que lució muchísimo: el árbol a todo lo que daba, los edificios históricos de los alrededores con esa maravillosa iluminación que le ponen cada año con nochebuenas, estrellas y campanas en luces de colores, y la pista enmarcada por fuegos artificiales.

Dejando a un lado si el evento inaugural de la pista fue un montaje televiso de pacotilla o si el hecho de colocar todo eso es mero populismo, lo cierto es que hay que darse una vuelta por esos lares para ver lo contenta que está la gente con esas instalaciones. El año pasado César y yo pasamos por ahí algunas veces y el ambiente era festivo, cordial, 100% familiar, sin el acelere de costumbre.

Sí son varios millones los que se invierten, pero hay que recordar que parte de la función del gobierno es procurar el bienestar de la población y ese bienestar incluye el entretenimiento.

Es muy probable que buena parte de las personas que van a patinar al Zócalo no puedan pagar los 65 pesos que cuesta una hora en una pista privada, y menos sumarle 45 pesos por contar con la asesoría de un profesor de patinaje, y menos si va toda la familia porque los 110 pesos se multiplican por 3, 4 o 5. En el Zócalo tienen todo eso y la posibilidad de ir diariamente o incluso varias veces en un mismo día sin costo alguno.

Si no fuera por la pista de hielo y la villa instalados en el Centro Histórico, sería muy difícil que esa gente conociera el patinaje y la nieve. Lo mismo pasó con las playas públicas: suena medio folclórico y todo que las pongan, pero la verdad es que mucha gente no conocería siquiera la arena si no fuera por esos sitios (con todo y el chapopote que pusieron para ‘impermeabilizar’ el interior de las albercas…).

Contar con esa gama de actividades inverno-navideñas en el Zócalo genera mayor convivencia familiar y un sano esparcimiento, lo que tiende a fomentar una mejor ciudadanía – aunque eso sea temporal…–, al tiempo que se rescata el espacio público. Y no dudo que uno que otro vaguillo se entretenga en patinar en lugar de hacer maldades.

Y los que no nos cansamos de admirar el Centro Histórico de la Ciudad de México, podemos aprovechar para darnos una vuelta por ahí, disfrutar la iluminación y luego tomar un buen chocolate con churros en El Moro, o un capuchino con pastel en Los Azulejos, mmm!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

sábado, 29 de noviembre de 2008

Marcas que se vuelven nombres

Es curioso que haya algunos productos cuya marca es la que determina la forma de nombrarlos. Llevan tantos años en el mercado, en el gusto del público y en las alacenas de los hogares, que parece que tuvieran una identidad propia. Sí, eso, una presencia por sí mismos, al grado que el objeto recibe ahora el nombre de esa marca como si fuera al genérico.

Me refiero a lo siguiente:

- Leche condensada: lechera

- Pañuelo desechable: kleenex

- Leche evaporada: leche clavel

- Cinta adhesiva: diurex

- Refresco de cola: coca cola

- Pastilla contra el dolor de cabeza: aspirina

- Agua mineral: tehuacán

- Lápiz adhesivo: pritt

- Fécula de maíz: maicena

- Chocolate en polvo: choco milk

- Pan de caja: pan bimbo
¿Y eso a qué viene a colación? Nada, simplemente una observación curiosa, jaja.

viernes, 21 de noviembre de 2008

La mediocridad declarada de la selección nacional

Sinceramente nunca pensé escribir nada en relación a la selección nacional de futbol soccer de nuestro país (y me refiero a ella en minúscula porque literalmente no está a la altura). Me parece que es perder el tiempo, que no vale la pena hacerlo. Sin embargo, luego de la vergonzosa afrenta del miércoles, perdiendo 1-0 por autogol contra Honduras - ¡para colmo Honduras, por Dios, eso ya fue un exceso…! –, en las eliminatorias rumbo al Mundial de Sudáfrica 2010, no podía pasar por alto la mediocridad que han demostrado.

Entrenadores van y entrenadores vienen. Que Lavolpe era un vividor fanático del feng shui… fuera!! Que Hugo no dio el ancho… fuera!! Y ahora el sueco, de nombre casi impronunciable y que muy a tono ni siquiera habla español, a quien yo ya hubiera despachado después de hacer papelazo tras papelazo en partidos oficiales, amistosos y donde se pare.

En cuanto a los jugadores, que si Cuauhtémoc Blanco ya no está para la selección, que si deben entrar los nacionalizados, que hay que darle oportunidad a las jóvenes ‘promesas’, que hay que renovar al equipo técnico de tajo porque está viciado… y nada funciona!!

Mucho se precian de que este o aquel juegan en la liga alemana, española, británica u holandesa. En teoría eso sucede porque su nivel es de primera y por eso llama la atención su trabajo en la cancha. Lo cierto es que de nada sirve al futbol mexicano que esos deportistas estén allá si no dan resultados al jugar en el contexto de la selección. Los únicos beneficiados son los mismos futbolistas por recibir ingresos en euros y porque de ahí se lanzan al escaparate publicitario de los contratos con las grandes marcas – como el antipático de Rafael Márquez y su permanente pleito con la regadera, ajt… –.

Retomo esto de la selección luego de pensar que esto va más allá de lo deportivo, de los directores técnicos que se forran de dólares sin comprometerse realmente con la causa, de la mafia de las televisoras que son propietarias de varios equipos: es simplemente cuestión de actitud.

Una cara positiva frente a cualquier situación hace la diferencia. Y lo positivo va acompañado de dinamismo, auto confianza, planeación, responsabilidad, tesón y trabajo en equipo.

La selección nacional presenta justamente el lado opuesto: lo negativo, lo mediocre, la falta de compromiso, el ‘ahí se va’, lo improvisado y todos los vicios que caracterizan la faceta más oscura del mexicano. Y es que podremos tener varias estrellitas mexicanas jugando en Europa, pero su individualismo no aporta nada a la selección como un conjunto.

Y abusan todos esos infelices vinculados a la selección porque saben que la gente siempre apoya. No estoy diciendo que debamos irle al equipo contrario, pero sí que seamos más exigentes, que hagamos una especie de ‘ley del hielo’ no viendo los partidos, no apoyando incondicionalmente a la selección, para que finalmente toque fondo y tome conciencia de que los aficionados merecen respeto y un buen nivel futbolístico. Porque más allá de ganar o perder, sus partidos se han vuelto simplemente patéticos. Ni más, ni menos.

viernes, 14 de noviembre de 2008

¿Por qué nunca hay explicaciones?

En serio que México es el país donde nunca hay explicaciones. Y no sólo se trata de magnicidios, decomisos millonarios, tráfico de especies animales o desapariciones. Caí en cuenta de esto el miércoles pasado, cuando César y yo íbamos en el metro de regreso a casa, como todos los días.

Aunque no es raro, de repente se quedó parado el tren en una estación. Uno, dos, tres minutos. Las puertas abiertas, la gente comenzando a desesperarse. Y el sonido local mudo, no decía nada. ¿Por qué se para el metro, sucedió algo adelante, por qué no siempre se detiene el mismo tiempo en cada estación si no depende del tránsito vehicular? Nunca hay explicación.

Llegando a la penúltima estación, Copilco, mi mamá nos habló para decirnos que estaba cerrada con patrullas la avenida que lleva a Ciudad Universitaria, por lo que teníamos que tomar el autobús para vernos cerca de casa.

Ya en el paradero, no había un solo camión, nada, sólo gente desorientada y decenas y decenas de personas caminando más de un kilómetro para llegar a donde hubiera transporte – por Iman y Aztecas –.

¿Qué pasaba, porqué tantas patrullas en las cercanías: acaso un operativo anti-piratería, un plantón de los vecinos de esa colonia, un accidente, huelga de microbuseros?... Todo podía estar sucediendo, y los patrulleros bien metidos en sus destartaladas patrullas, orgullosos de su ineptitud. O como diría mi querido primo Luisín, ‘evitando la fatiga’, jaja.

Nadie sabe nada, nunca hay explicación y eso se presta a ligerezas. Algunos transeúntes decían ‘es una falla eléctrica general en esa colonia y por eso impiden la entrada a la zona’ – mentira absoluta, todo estaba completamente iluminado –. Otros hablaban de caminar en esos rumbos desconocidos para buscar taxis u otros camiones – para qué meterse a la boca del lobo… –.

¿Por qué no avisar a la gente que llegaba en el metro el por qué de la falta de transporte, por qué no hablar de rutas o vehículos alternativos, cuánto tardaría la contingencia, era peligroso estar ahí?

Y uno porque puede caminar, pero había personas mayores y mujeres con niños pequeños que definitivamente no podían trasladarse a pie a su destino debido al cierre general de la avenida.
Este es sólo un caso, porque lo mismo sucede cuando uno va en su automóvil y repentinamente hay un tráfico terrible, o cuando cierran una ventanilla y hay una fila enorme de personas esperando su turno, etc... Sencillamente, nunca hay explicaciones.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Falsos remedios

La semana pasada, mientras mi mamá y yo veíamos tele, extrañamente dejamos el segmento comercial. De repente que anuncian algo así como ‘Si el reflujo no te deja en paz, toma melox plus, el único que te hará olvidar la acidez’.

¿Se dan cuenta de la gran tontería implícita en ese tipo de medicamento? El ácido gástrico persistentemente convertido en agruras o malestar no sólo significa indigestión o gastritis: en grado sumo es síntoma de padecimientos más graves como la hernia hiatal que tenía mi mamá y que abandonados a su suerte pueden derivar en cáncer, de acuerdo al Dr. José Luis Ibarrola, gastroenterólogo a cargo.

Y no es el único caso con que me he topado de sustancias o aditamentos que ejemplifican cuan malo puede resultar el remedio por encima de la enfermedad.

Otro es el de los cotonetes. Sí, esos palitos de plástico con una pequeña borla de algodón en cada extremo que suponen limpiar los oídos. Mi querida prima Lolis, máster en esos menesteres de las vías respiratorias, un día nos revisó y dijo ‘Usan cotonetes, ¿verdad?’. La respuesta fue simplemente afirmativa, a lo cual agregó que eso se nota porque los conductos están extremadamente limpios, sin la cera natural que evita que agentes externos los contaminen. Es decir, ‘gracias a’ los cotonetes uno es más vulnerable ante los agentes negativos del medio ambiente.

Y uno más: el mertiolate. Hace 9 años, luego de una carambola en la que nos vimos envueltos mi mamá, Lita, César y yo, mi mamá resultó con una herida-raspón en la espinilla. Pasaban los días y el aspecto de la piel no presentaba mayor mejora. Fuimos con el Dr. Fernández Diez, dermatólogo, y preguntó ‘¿Qué se ha puesto?’. Ella contestó ‘Mertiolate’. El Dr. Fernández Diez dijo ‘Gracias al mertiolate y a la vitacilina mis hijas han ido a la escuela’, aludiendo a que esas sustancias impiden una buena cicatrización de la zona afectada, empeorando la lesión.

Para terminar, el caso de la depilación láser. En cada esquina – literalmente – ve uno negocios donde ofrecen eliminar el vello en varias sesiones. Pero, ¿quién garantiza que el uso constante de láser no tenga consecuencias negativas en la piel en el mediano o largo plazo? A mi me quitaron la miopía con láser en tan sólo 12 segundos por cada ojo, ¡tan sólo 12 segundos! ¿Se imaginan lo que le hace a la piel expuesta al rayo en varias sesiones de más tiempo?

De esos tratamientos depilatorios no tengo testimonio médico del daño que puedan provocar, pero apuesto a que ninguna de las personas que han acudido a ellos ha consultado previamente con los especialistas de diversas ramas médicas si eso tiene consecuencias a nivel capilar, reproductivo o circulatorio, por ejemplo.

¿Qué tal? Es por eso que nunca debemos automedicarnos ni dar por sentado que si existen las cosas es porque tienen alguna utilidad – ojo con la publicidad y su ‘canto de sirena’ –, cuanto más si se trata de nuestra salud. Lo mejor es y será siempre acudir con el médico experto desde un principio.

viernes, 31 de octubre de 2008

La ‘vuelta a casa’ del Día de Muertos

Año con año, llegando las últimas semanas de octubre, los mexicanos entramos en fase de alboroto cuando pasamos por alguna panadería y nos percatamos que el pan de muerto ha llegado. Eso anuncia que la celebración del Día de Muertos está en puerta.

Y hablo de un festejo porque así lo vemos, lo vivimos y disfrutamos desde que nacemos. En otras culturas, la muerte lleva implícitos temor, pesar, oscuridad y vacío. Pero para nosotros, el culto a la muerte es chusco, chispeante, irreverente y sin medida.

Apoco no: nos gusta ver las calaveras de azúcar con nuestro nombre en ellas, vamos a las plazas públicas a ver las ofrendas donde se rinde culto a ‘los que se nos adelantaron’ ,y en general, para la gente son días de fiesta porque la creencia dicta que en esas fechas regresan los difuntos con sus familiares.

Para los extranjeros, hablar del ‘pan de muerto’ ya implica algo macabro desde el nombre. Ni qué decir cuando escuchan a alguien decir ‘A mi denme un pedazo con huesitos’, jaja, que para uno es la cosa más natural.

En serio que qué bonitas son nuestras tradiciones, cuántos significados se encierran en todo eso: las veladoras para iluminar el trayecto que recorrerá el muerto para llegar a casa, el agua para calmar la sed del viajero, el incienso y la sal para purificar su camino, las cosas que le gustaban en vida para que vuelva a disfrutarlas y las flores y el escenario multicolor para darle la bienvenida.

No en vano, la UNESCO reconoció en 2003 al Día de Muertos que celebran las comunidades mexicanas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Algunos dicen que es una pena que el Halloween le esté ganando terreno, pero yo no estaría tan segura de ello. Lo que se da es un sincretismo, una fusión de tiempos y espacios, cuyo resultado es bastante divertido.

Por ejemplo, algunos dirán que la costumbre de pedir dulces de puerta en puerta es meramente anglosajona. Sin embargo, la adaptación local es imperativa y ahora existen disfraces de Catrina, ese mexicanísimo personaje inmortalizado por José Guadalupe Posadas. Y la petición para recibir golosinas no es alusiva al Halloween, sino que la consigna es ‘¿Me da mi calaverita?’.

Nosotros, como cada año, siguiendo la máxima de ‘Trata a los otros como quieres que te traten’, ya nos hicimos de una buena dotación de dulces para dar a los niños que toquen a nuestra puerta tanto esta noche como la de mañana – porque qué gusto da que te rellenen de golosinas la calabacita –.

Eso sí, también tenemos el pan de muerto que, acompañado de un rico chocolate caliente Mayordomo, que trajimos de Oaxaca, harán las delicias con las que esperaremos la venida de todos nuestros difuntos – aclarando que los más cercanos no regresan, sino que nunca se han ido –.

viernes, 24 de octubre de 2008

Estoy pagando, punto

No sé por qué extraña razón, pero siempre que uno está por pagar algo, ya sea en el supermercado, la librería, el restaurante, la papelería, el transporte público, el puesto de periódicos, el mercado, el salón de belleza, los helados o la tienda departamental, la persona que atiende siempre hace la absurda pregunta: ‘¿No tiene cambio?’.

Lo peor es que el cliente se pone a buscar frenéticamente entre sus pertenencias – cartera, bolsa, bolsillos del saco o pantalón, mochila y cualquier recoveco donde pudieran haberse alojado algunas monedas – y ¡con pena! (el colmo) le dice al de la caja ‘No, no tengo…’.

Cómo molesta eso, porque teniendo o no el importe exacto, se está pagando con ese dinero porque uno quiere, ya sea por tener cambio, porque es el único billete que uno trae consigo o porque simplemente es el primero que salió de la cartera. Se está pagando y punto, sin explicaciones del por qué esa forma de pago.

Si uno, mal acostumbrado con esas prácticas, va a Europa o Estados Unidos y al pagar dice ‘¿No quiere que le dé (la fracción de la cuenta total)?’, lo ven a uno raro, como diciendo ‘¿Por qué pensará esta persona que necesito que me dé más dinero del que ya me dio?’

Es obligación de cualquier establecimiento, localito, changarro o pulgui-puesto tener cambio porque a eso se dedican, ni más ni menos, a atender el consumo del cliente de quien pende su economía.

Y el cinismo no se hace esperar, cuando encima de solicitar cambio lo rechazan cuando se trata de monedas de centavito. Eso nos pasó un día al pagar los 3 pesos que cobran en el estacionamiento de algunos centros comerciales al salir, cuando uno lleva boleto sellado por haber realizado un consumo. Dimos las moneditas y la infeliz de la caseta dijo ‘No, esas no me las aceptan’, y yo dije ya medio furibunda ‘Pero es dinero’.

Tomé nota, y cuando los de otra casetita quisieron darme cambio con centavos me negué a recibirlos, jaja, para que aprendan que eso también es dinero aunque la gente ya no las recoge en la calle (confieso que yo sí las tomo porque son de la suerte, como una señal de abundancia).

Cabe señalar que también el caso contrario es ilógico. Si uno quiere cambio va al banco, pues dentro de sus funciones radica la de cambiar billetes por monedas o monedas grandes por otras de menor denominación. Justo esta semana hice el intento de cambiar un billete de 100 pesos por 100 monedas de un peso en Santander y la respuesta fue ‘Uy, no tenemos monedas de un peso, sólo de 5’. ¡Que el banco no tenga dinero sí que es el colmo!

Yo de plano ni finjo ni nada, simplemente extiendo el billete con el que quiero pagar y en el momento que me preguntan por el cambio, sin mover un dedo, afirmo ‘No traigo’, con amabilidad y firmeza, y que le hagan como quieran. Y si ellos no tienen, con la pena hay que darse la media vuelta e irse.

viernes, 17 de octubre de 2008

Por favor, lávese las manos

¿Se han dado cuenta que la gente no se lava las manos después de ir al baño? Ya sea en el trabajo, los cines, restaurantes, centros comerciales y lugares de entretenimiento, la gente sólo echa mano de agua y jabón cuando hay alguien más en la zona de lavabos. Es decir, únicamente se lava las manos si se siente observada, como por cumplir socialmente con el requisito, para ‘no verse mal’.

De lo contrario, sale a hurtadillas o en estampida, fingiendo demencia antes de que alguien abra la puerta del baño en el que estaba y se vea obligada a lavarse, supongo que para ahorrar los 2 minutos de tiempo que le llevaría hacerlo.

O tampoco se lavan las manos antes de comer: la gente va en el metro tomando los tubos, o se detiene de los pasamanos en las escaleras, o conduce los carritos del súper, y sin agobio alguno, si se le cruza en el camino, no duda en comer algún tentempié sin importar el contacto directo con las manos sucias.

Porque, ¿quién garantiza la higiene de esos tubos, pasamanos y carritos? Definitivamente nadie, y sus usuarios bien pudieron estar en contacto con algún enfermo, ser potenciales portadores de alguna virulencia (aunque sea una gripa) o haber ido al baño y no lavarse las manos, con sus respectivas consecuencias.

Y no tiene que ver con nivel socioeconómico o educativo, porque la omisión viene lo mismo de profesionistas que de personas sin preparación escolar – y es más grave en el primer caso, naturalmente, por la desvergüenza –.

Esto viene a colación porque con un hábito tan elemental, el mundo evitaría buena parte de las cinco mil muertes diarias de niños menores de cinco años –1.7 millones de fallecimientos al año – provocadas por diarrea u otras enfermedades gastrointestinales evitables, de acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

¡Imagínense lo precario que resulta en pleno siglo XXI morir de ‘chorro’! Triste, pero cierto, muy cierto.

Es por ello que dicha organización internacional lanzó el día de ayer la primera edición del Día Mundial del Lavado de Manos, que básicamente tendrá actividades en África y Asia, donde el problema es muy severo. De lo que se trata es crear conciencia entre la población para que adopte la práctica de lavarse las manos constantemente.

Lo que también veo es que en países africanos no necesariamente sucede que la gente no quiera lavarse las manos, sino que el servicio de agua no está disponible. Y no vayamos tan lejos: aquí mismo, en zonas rurales de México, el acceso al agua llega a ser limitado.

Es por ello que nosotros debemos aprovechar la fortuna de tener los recursos para lavarnos las manos, pues resulta increíble que, a pesar de que la humanidad parezca en constante avance, no seamos capaces de erradicar muertes por carecer o no utilizar herramientas tan básicas como el agua y el jabón. Si no hay jabón, al menos emplear el agua frotando bien una mano contra otra, y si de plano no hay agua, tener a la mano toallitas húmedas o gel antibacterial, seguro ayudan.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Sabores de antaño

Hace poco, aprovechando que andábamos por la colonia Condesa, fuimos a Roxxy, la nevería más tradicional que conozco en la Ciudad de México, ubicada en Avenida Mazatlán esquina Fernando Montes de Oca.

Desde que llega uno a esos rumbos se tiene una sensación distinta: se ve a perros y niños jugando en los parques, la gente va caminando a comprar sus víveres, otros andan en bicicleta y unos más platican en los camellones. Tal pareciera que aunque las cosas cambian por doquier, ahí hay algo que siempre permanece.

Y no sé si esa esencia la da Roxxy, que ha visto pasar al menos cuatro generaciones de mi familia, los Díaz. Es un lugar simplemente sensacional, decorado con los cuadros originales de las especialidades que datan de los años cincuenta y con una barra que espera que niños y no tan niños disfruten desde ahí su nieve, en las sillas giratorias, al tiempo que contemplan cómo se preparan los helados a los demás comensales.

El local también cuenta con mesas, sillas y una que otra banquita en la acera. O la gente puede ir ‘de entrada por salida’ por su helado pasando directamente al mostrador. Todas son recetas de la familia Gallardo, los fundadores, que de manera tradicional y 100% natural siguen sabiendo como hace 31 años – que son los que me constan de los 64 que lleva el negocio –.

Los sabores son únicos. Vale la pena probar el de chocolate, mandarina, café, mamey, cajeta y naranja de agua o leche, mmm. O las especialidades, que son una verdadera delicia: banana split, tres Marías, malteadas, flotantes o la más deliciosa de todas: Roxxy especial, servido en una copa, donde hasta el fondo lleva helado de coco, luego una capa de mermelada de piña – también de la casa, riquísima, con los trocitos de fruta diminutamente picados –, luego helado de fresa, mermelada de zarzamora, helado de vainilla con una capa de chocolate derretido, espolvoreado con nuez picada, y finalmente, a un lado, muy coqueto, aparece un barquillo Macma, mmm!!!

Los helados de Roxxy incluso me llevaron a un extremo inconcebible para una niña de 4 años, les voy a contar: cuando vivíamos en aquellos lares, yo tomaba clases de natación muy cerca de la nevería. Mi mamá pasaba por Lita y por mi a la hora de la comida y nos dejaba en la alberca. Pero entre el miedo que me daba el agua y mi antojo por un helado Roxxy, al poco rato de empezar la clase pedía permiso al profe para ir al baño y llegaba al vestidor diciendo a Lita, ‘dijo el profesor que ya me puedo bañar para irnos’, y después de eso pasábamos muy contentas por una nieve.

Qué tal, de lo que uno es capaz por un helado Roxxy, jajaja!!!!!!!!!!!!!

viernes, 3 de octubre de 2008

Memoria histórica, las fechas que ‘no se olvidan’

Ayer se conmemoraron 40 años de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, un acontecimiento aberrante en la vida de este país, lo mismo que el atentado del pasado 15 de septiembre en Morelia, donde el lanzamiento de una granada provocó la muerte de 8 personas y dejó más de cien heridos.

Son fechas que se suman tristemente a la memoria nacional como las más deplorables, las más dolorosas e infelices de las que se tiene registro. Son momentos en que la rabia y el pesar nos abruman permanentemente, en los cuales no hay salidas sino laberintos profundamente intrincados.

Son la luz y la sombra, la coyuntura en que se toman de la mano el amanecer y el ocaso: los Juegos Olímpicos del ’68 y la persecución en Tlatelolco, el festejo de Independencia y la alarma en la plaza en Michoacán.

¿Qué pasó esa noche? Algunos se deslindan, otros guardan silencio y la mayoría carece de respuestas. Pero en realidad, ¿qué queremos escuchar: el nombre de los culpables, sus motivos, su sentencia? Eso nunca lo sabremos. En primer lugar, porque debe haber muchos intereses de por medio; en segundo, porque a menos que alguien levante la mano – y eso suponiendo que no sea un ‘chivo expiatorio’ –, el gobierno no cuenta con la organización ni con los medios para realizar una investigación seria de esas dimensiones; y tercero, porque hace mucho que las autoridades perdieron el control de este país.

Y si bien no hay respuestas, lo que sobran son preguntas: ¿fue acaso un ajuste entre narcos que rebasó el límite, un reto al gobierno, o tal vez una advertencia para que éste no se acerque a “sus territorios”, o quizá la más macabra de las carcajadas de la delincuencia ante la marcha ciudadana por la paz?

Hay quienes han calificado los hechos como actos terroristas, y, sin exagerar, yo creo que no están errados, pues el terrorismo tiene por objetivo sembrar el miedo entre los inocentes, sobre quienes tiende sus garras de manera sorpresiva, entre las sombras, de la manera más vil y deleznable.

Y vaya que ese 15 de septiembre ha dejado desconfianza a su paso, porque después de Morelia, ¿quién asistirá a las plazas públicas para festejar el Bicentenario de Independencia? Definitivamente la población lo pensará dos, tres o mil veces antes de decidir. Y por qué ir tal lejos como al Bicentenario: simplemente un cine, un partido de futbol o un parque pueden ser blanco de dementes como los que provocaron el caos moreliano.

No se trata de entrar en pánico de manera gratuita, pero hay que tener bien presente que pudo pasarle a cualquiera de nosotros.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Derecho contra derecho. El disfrute del espacio público

¿Qué fue primero: el huevo o la gallina? Un dilema similar se me presentó el pasado fin de semana, luego de padecer por tercera vez consecutiva un cierre de avenidas principales en pleno domingo. No tiene que ver con las marchas y la libre circulación sino con el derecho a un sano entretenimiento. Me explico:

Resulta que el gobierno del Distrito Federal ha instituido que el último domingo de cada mes se cierren algunas calles al tránsito vehicular para que las personas puedan andar en bici o en patines. La idea me parece muy buena porque realmente existen pocos lugares para practicar esas actividades. De esa manera, grandes avenidas como Reforma o Juárez se convierten en magnas ciclopistas.

El hecho coincide con que buena parte de la gente que pretende ir a los museos, ya sea por gusto o por obligación, lo hace también los domingos por la conveniencia de aprovechar la gratuidad de la entrada – recordemos que para la mayoría de los mexicanos, pagar 48 pesos por persona para ingresar a un museo tiene fuertes implicaciones en la economía familiar –.

No parece haber problema. Sin embargo, ante el éxito del ‘bicitón’ y debido a que el populismo es madre de diversos vicios políticos, los funcionarios ya no se conforman con programar un cierre al mes, sino que prácticamente todos los domingos se ha vuelto prohibitivo pararse por la zona cultural de Chapultepec: competencias deportivas, nuevas rutas para ciclistas y el “perrotón”, entre otros, hacen inminente el cierre de toda el área.

Sería fácil dejar el auto en las cercanías y llegar caminando, pero ni todos tienen un vehículo propio ni todos los que lo tienen están en condiciones de arribar a pie. En el primer caso, no es lo mismo que el transporte público deje a la gente a unos metros del lugar de interés, a caminar kilómetros con un niño en brazos, más su pañalera, la bolsa de víveres, etc… En el segundo caso, hay personas con alguna discapacidad física a quienes se les dificulta visitar los museos si no los dejan prácticamente en la entrada.

Y no sólo se trata de ir a los museos – que ni a todo mundo gustan ni a todo mundo interesan –, sino porque dentro del entretenimiento y los ratos de ocio también entran los días de campo, la visita al zoológico, remar en el lago y conocer el jardín botánico.

Alguna vez leí que la entrada libre a los recintos culturales obedece a que el descanso dominical es una conquista de los trabajadores. Ese día pueden dedicarse a otros menesteres ajenos al ámbito laboral, como son la cultura y las artes. Para tener acceso a éstas, poniéndolas al alcance de todos, fue que se generalizó a nivel mundial la práctica de no cobrar la entrada a los museos cuando fuera domingo.

Por lo tanto, ¿dónde queda el derecho a disfrutar de una exposición en domingo, en las condiciones que tradicionalmente se crearon para privilegiar dicha actividad? En ningún lado, definitivamente se anula por dar paso al derecho de los otros a circular en sus bicis.

¿Cómo solucionar la controversia? Al ser una práctica recurrente, lo mejor sería regular ambas prácticas para que no se contrapongan, porque no saben qué coraje da llegar a Reforma, tempranito, con la ilusión de ver tal o cual exposición, a buena hora para encontrar el mejor lugar de estacionamiento y poca gente a la redonda, y encontrarse con las patrullas atravesadas desviando a los autos hacia otro camino.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Balance deportivo: la mediocridad olímpica vs el mérito paralímpico

Dos de oro, una de bronce, lugar 36 del medallero, un total de 85 atletas. Ese fue el resultado obtenido por la delegación mexicana que participó en los pasados Juegos Olímpicos de Beijing. ¿Satisfactorio? De acuerdo a las declaraciones de Felipe “El Tibio” Muñoz, nadador y medallista olímpico transformado en burócrata del deporte, ‘se cumplió con los objetivos’. Entonces, ¿cuáles serían esos objetivos: llevar decenas de deportistas para que sólo 3 sean de excelencia, conformarse con ser mediocres?

Muchos dirán, ‘no hay que criticar tan severamente el desempeño de los mexicanos, o a ver, hazlo tú’, pero francamente pienso que quien va a esas competencias es porque tiene en la mente metas muy concretas: ganar o al menos quedar entre los 5 mejores del mundo.

No sé bien cuáles sean los criterios para seleccionar a las personas que competirán en Juegos Olímpicos, pero definitivamente yo sólo llevaría a aquellos que den los mejores tiempos de cada categoría. Porque no sólo es ‘dar la marca’, que al parecer es un estándar bastante pobre, sino prepararse para ser los mejores.

Tampoco se trata de cubrir todas las disciplinas, sino sólo participar en aquellas donde se pueda hacer un papel digno. Por ejemplo, si sólo estamos picudillos en tae kwon do, clavados y caminata, sólo mandar 3 o 5 personas, pero con la seguridad de que su desempeño será de primerísima. En cambio, van los de remo, salto de altura, judo, lanzamiento de disco, basket, volley, lucha y hasta natación– imagínense: para qué demonios mandamos nadadores cuando hay alguien como Phelps como contrincante… –.

No culpo del todo a los deportistas, porque apostar a dedicarse profesionalmente a eso en México es muy arriesgado, con apoyos mínimos, un presupuesto ínfimo, la manipulación de los medios y la grilla de los pseudo funcionarios para quienes la máxima ‘lo importante no es ganar, sino competir’ se ha transformado en ‘lo importante no es competir, sino pasear’, y eso no puede ser válido a esos niveles.

Diez de oro, tres de plata, siete de bronce, lugar 14 del medallero, un total de 115 atletas. Ese fue el resultado obtenido por la delegación mexicana que participó en los pasados Juegos Paralímpicos de Beijing. Esto es definitivamente la otra cara de una misma moneda. Qué trascendente me parece que esos deportistas tengan ese nivel, que realicen proezas deportivas a pesar de tener capacidades diferentes.

Prácticamente nadie transmite sus competencias y ninguno de ellos aparece en campañas publicitarias de las grandes empresas deportivas, pero eso no es impedimento cuando se quiere hacer bien las cosas, cuando se tiene un reto en la mira, cuando la discapacidad física se convierte en una oportunidad para probarse a sí mismo que todo es posible.

Además, con eso se demuestra que los mexicanos no tenemos ninguna ‘maldición deportiva’, conjuro bizarro o mala suerte generalizada como quieren hacernos creer la Selección de Futbol o los otros atletas que compiten a nivel olímpico: de que se puede, se puede, siempre y cuando se tenga voluntad.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Buenos hábitos de infancia (III)

Los tiempos cambian. Con ellos hay cosas que se van, otras que se quedan. Sin embargo, hay dos hábitos que deben cultivarse desde la infancia y deben permanecer siempre: el establecimiento de horarios y tomar el desayuno.

Muchas familias entran en una dinámica poco sana donde la falta de horarios establecidos lleva a que la gente se duerma muy tarde, en la mañana salga corriendo y no desayune. Dicen que prefieren dormir un poco más, pero eso les desquicia el día entero. Se bañan de volada, se visten como pueden y salen como chiflido, olvidando el desayuno, que varios estudios señalan como el alimento más importante del día.

Si en el camino se acuerdan que hay que desayunar, ‘malcomen’ lo que caiga. Por ejemplo, frecuentemente vemos que del Oxxo cercano a la casa sale un señor con sus dos hijos – edad kinder – con hot dogs y refresco ¡a las 8.15 de la mañana! porque seguramente no desayunaron en casa. Y la misma escena se repite en un puesto de tamales rumbo al metro C.U., donde los pequeñines se recetan su tamal con atole antes de ir a la escuela.

¿Y la lavada de dientes? Bien gracias, porque no sólo se queda el mal hábito de salir sin desayunar, sino también el de no lavarse los dientes después de cada comida, trayendo consigo problemas de caries o el debilitamiento de las piezas dentales ocasionado por bacterias.

Actualmente se promueven ‘desayunos de camino’ más nutritivos, como los jugos de naranja naturales en el ‘alto’ del semáforo, la venta de frutas en tiendas como Seven Eleven o la ingesta de yogurts bebibles con alto contenido de calcio. Sin embargo, no sólo influye la parte alimenticia, sino que en el desayuno la familia se reúne a la mesa y platica un rato, se ríen, oyen noticias, comparten puntos de vista e inician el día todos juntos.

En cuanto a los horarios, es terrible ver que a la gente lo mismo le da llegar a las 9.15 que a las 9.35 cuando la cita era a las 8.30 (lo veo toooodos los días en el trabajo). Así, todas las mañanas nos cruzamos en el camino con algunos niños – siempre los mismos – que van a la escuela corriendo, 10 minutos después de que cierran la puerta – se supone que entran a las 8 y corren a las 8.10, 8.15. Además ¡viven a 5 minutos caminando de la primaria! –. Y ‘tiro por viaje’, ya en la noche, nos volvemos a topar con esos mismos niños a las 22 hrs., cuando se supondría que están descansando para ir a la escuela temprano al día siguiente (¿qué hace un niño de entre 6 y 12 años a esa hora en la calle?...).

Esos pequeños son los que de grandes no llegan a la hora indicada, su trabajo está desfasado y simplemente no se les confían responsabilidades mayores porque no tienen hechura, como dijera Lita. Ah, y, naturalmente, llegan a desayunar diario a la oficina.

Aunque el día a día sea a veces complicado, no lo revolvamos más: organicémonos y procuremos inculcar estos hábitos de infancia que rinden buenos frutos en todos los ámbitos de la edad adulta.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Las cajas del tiempo: el hombre y su memoria

Desde su origen, el hombre se ha empeñado en ser memoria. Tiempos van, tiempos vienen, y él precisa dejar huella de lo que es y lo que ha sido, de su momento y sus aspiraciones, de su espacio y su deseo de trascender.

Así fueron creadas las ‘cajas del tiempo’, que en México, desde la época colonial, reúnen objetos de una época para conmemorar el inicio o término de la construcción de grandes edificaciones. Recientemente fue encontrada una de ellas en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, que consiste en un arca de plomo con monedas, medallas, grabados, cruces, un relicario, un dibujo y un pergamino, fechado el 14 de mayo de 1791.

Meses más tarde, hace apenas unas semanas, Felipe Calderón y otras personalidades colocaron su propia caja del tiempo en la misma torre de Catedral. El contenido, el cual fue introducido en una caja de acero inoxidable, incluyó una bandera mexicana, una Constitución, textos de Octavio Paz, la película ‘Los olvidados’ de Luis Buñuel, una foto satelital del país y el genoma decodificado del maíz, entre otras cosas.

Me parece una iniciativa interesante, quizá subjetiva por la selección del material, pero muy emocionante cuando uno piensa en quién abrirá esa caja, en qué fecha, qué pensará de los que vivimos en esta época…

También reflexioné en lo individual: ¿cómo sería la caja del tiempo de cada uno de nosotros, cómo nos gusta que nos piensen, qué nos caracteriza, qué es ‘lo nuestro’? Muy probablemente esas cajas siempre han existido, pero las tenemos de manera intangible en la mente, en el corazón, al recordar a los seres queridos que están con nosotros de manera distinta. Nos acordamos de sus anécdotas, sus gustos, sus frases, y en medio de todo eso están su tiempo y su espacio.

Pero si hiciéramos nuestra propia cápsula, ¿qué pondríamos en ella?

La mía seguramente incluiría muchas mariposas en distintos colores y materiales, envolturas de chocolate (para no introducir elementos orgánicos, pero sí dejar testimonio de mi gusto por ese manjar), los libros de César, mis tarjetas de felicitación de cumpleaños, discos de Mecano, los ochenta y Miguel Bosé, las fotos especiales, boletos de avión, museos y cinito, mi recetario electrónico, mi tapete para hacer ejercicio, un cartel de Snoopy y los Peanuts y, por supuesto, un USB con todos y cada uno de mis blogs Tutti Frutti (para que quien los lea conozca mi pensar y mi contexto).

¿Y dónde se colocaría el acervo? Definitivamente en una gran caja rosa, cerca de un lugar donde dé el sol!!

viernes, 29 de agosto de 2008

Comparativo olímpico

Coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y a 40 años de haberse celebrado la justa deportiva en México, fuimos a ver la exposición de diseño gráfico del ’68 en el Museo de Arte Moderno. Ahí se muestran artículos promocionales, videos, ediciones filatélicas, folletos, uniformes y boletos para el evento, y se incluye el testimonio actual del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, artífice de la estrategia que logró que la olimpiada en México fuera todo un éxito.

Como parte esencial de la organización se retomó el ideal griego de la tregua olímpica, es decir, dejar a un lado las rencillas, los rencores y los enfrentamientos para dar paso al deporte en sí mismo durante el periodo en que se desarrollaran los Juegos. De esa manera, en la Villa Olímpica mexicana convivieron pacíficamente soviéticos con checoslovacos, israelíes con árabes y sudafricanos con otros nacionales de países de su continente contrarios al apartheid.

Posteriormente, se procedió a diseñar la campaña que posicionaría los Juegos Olímpicos de México en cada rincón del planeta, a pesar de que decían que por la altura no era viable que aquí se realizaran y que no se tenía la experiencia requerida. Así, se designó un color y un logotipo por cada disciplina, se contó con instalaciones de primer nivel, se señalizó perfectamente toda la ciudad, se utilizaron motivos olímpicos para el mobiliario urbano, había globos enormes por todas partes señalando los lugares de competencia, etc… etc… etc…

Bien se podría decir que Ramírez Vázquez fue pionero en el marketing de las naciones, porque sin manuales de por medio y echando mano únicamente del sentido común, logró hacer de México ’68 un evento deportivo de primer orden.

¿Y nos sorprendemos con Beijing 2008? Admirados debemos estar de lo que se hizo en aquellos años, en plena Guerra Fría, cuando se consiguió más con menos, cuando se dudaba de la capacidad organizacional y logística de un país en desarrollo, cuando la creatividad bastaba para hacer cosas grandes. La tecnología para el evento era prácticamente inexistente, pero no hizo falta para que la emotividad estuviera presente en cada competencia y en cada ceremonia celebrada.

Que Beijing tuvo lo suyo, indudablemente: no en balde debieron pagar millones de dólares al director de cine chino Zhang Yimou para organizar las impresionantes ceremonias de inauguración y clausura que vimos, que incluyeron la movilización simultánea de miles de personas con sus respectivos cambios de vestuario y escenografía. Asombroso en verdad.

Lo anterior sin contar los montos que debieron desembolsar para comprar a los padres de la niña que grabó uno de los temas principales del evento para que otra pequeña usara la pista el día de la apertura, o los que correspondieron a la distribución de un video con imágenes de fuegos artificiales espectaculares a todas las televisoras que habían contratado la transmisión de Beijing 2008 porque la fantasía debía superar a la contaminada realidad de la ciudad sede, o los que compraron el silencio de la familia de una cantante que participaría en los Juegos pero que quedó inmovilizada luego de un accidente durante los ensayos.

Esperen, lo olvidaba: ese dinero se lo ahorraron, porque todo se puede en un régimen autoritario como el de China.

viernes, 22 de agosto de 2008

Andanzas oaxaqueñas

Qué riquezas las de Oaxaca, qué lugar tan maravilloso, tan puro. Tierra de grandes hombres y grandes culturas, de una cocina mágica y paisajes de ensoñación, de artes y artesanos, de grandes edificaciones y valles espectaculares. Sí, eso y mucho más encontramos en nuestras vacaciones por aquellos lares hace dos semanas.

Por dónde empezar… quizá por la majestuosidad de Monte Albán, la perfección estética de Mitla, la creatividad surrealista de los alebrijes de Arrazola o los trazos vegetales de los tapetes de Teotitlán del Valle. O quizá la belleza de Hierve el Agua, el emblemático árbol del Tule o el brillo del barro negro de San Bartolo Coyotepec.

Visitamos innumerables museos: el de la colección prehispánica de Rufino Tamayo (que lejos de criticarse el que pertenezca a una persona se aplaude el hecho, porque así se ha preservado el material), el de la Filatelia (único en su tipo en el país, un lugar increíble por sus instalaciones y acervo), el de Arte Contemporáneo de Oaxaca (mejor conocido como MACO, un concepto muy original, fundado por Francisco Toledo) y el de sitio en Monte Albán.

También estuvimos en el Centro Cultural Santo Domingo (con la historia de Oaxaca, tiene buena museografía y excelentes materiales, y el lugar uff, restaurado de lujo), la Casa de Benito Juárez (una tomada de pelo de 35 pesos y no más de 150 metros cuadrados) y el Centro Fotográfico Álvarez Bravo (que tiene una biblioteca sensacional vinculada al mundo de la foto).

Además nos tocó la suerte de visitar Oaxaca en el marco del festival de música Instrumenta. Así pudimos acudir a un buen concierto de improvisación en el MACO y otro de tango en el Teatro Macedonio Alcalá (un inmueble de la época de Don Porfirio, de corte clásico), aparte de otro de alientos en la plaza central (un rollo muy estadounidense de los años cincuenta, muy padre) y uno más de bandas tradicionales oaxaqueñas (con lo emotivo que fue escuchar las percusiones y la tuba en las calles empedradas de la ciudad).

El plano religioso también hay que destacarlo, porque pudimos conocer lugares tan bellos como la pequeña iglesia de Santa María del Tule (pintadísima, muy mona), la de Mitla, el Carmen Alto, San Agustín, Nuestra Señora de la Soledad, la Catedral (qué bien la tienen, con su cantera verde bien cuidadita a pesar de las revueltas sociales del estado) y, monumental, hermoso, espléndido, el Templo de Santo Domingo (me confieso ferviente admiradora del barroco, y ese monumento es simplemente colosal, me encanta!!).

Y qué decir de la comida, con la variedad de ingredientes, sabores e inspiraciones que desprenden el mole negro (que de los moles es mi favorito, qué delicia!!), el quesillo, los tamales, el acullo, el pan dulce y el tasajo (por cierto, el mejor está en el mercado, que acertadamente nos recomendó mi querido tío Gil, qué carne más suavecita, y con su salsa recién hecha, de rechupete!!).

Qué bordados, cuántos collares y accesorios de piedras y qué alegría la del zocalito a lo largo del día, punto de reunión por excelencia de todo el que pasa por ahí (y qué agua de cítricos la que venden para disfrutar el paseo y la charla, nos volvimos sus fervientes consumidores!!).

Y dejando a un lado todo lo establecido, puedo afirmar que ese lugar es ideal para estar contento: basta con sentarse a la sombra de un árbol en la plaza, aderezada por un airecito fresco en día soleado y disfrutar de una tradicional nieve de leche quemada, mmm!!

viernes, 15 de agosto de 2008

Un mal cate

El domingo regresamos César y yo de Oaxaca, experiencia que compartiré con ustedes próximamente. Todo pintaba para ser una tranquila tarde de domingo que cerrara con broche de oro la vacación. Tal vez veríamos tele, o una peli, o disfrutaríamos de nuestras compras del viaje. Poco antes de recostarnos, César acomodó las maletas en la parte superior del closet. Yo me disponía a alcanzarlo cuando me acordé que no había subido mi bolsa viajera al portaequipaje.

Tomé una de nuestras sillas blancas de PVC, como ya lo he hecho otras veces, subí para dejar todo en su lugar y así quedar libre de pendientes. Ya casi bajaba cuando de repente oí un crujidero espantoso y en un dos por tres me encontré en el piso en medio de una infinidad de añicos de plástico blanco. César corrió hacia mí para auxiliarme, y yo, toda atolondrada, no sabía si llorar por el susto de la caída o qué hacer. Pero de que me dolía, me dolía, tanto que ni siquiera podía moverme.

¿Qué había pasado, porqué había terminado ahí? Lo que sucedió fue que el asiento de la silla se venció cuando yo estaba encima y se rompió en pedazos. En serio nos impresionamos muchísimo del estado en el que quedó: astillas y más astillas plásticas por toda la recámara. Y lo peor era que muchas de ellas se me estaban clavando.

Seguía sin poder levantarme por el dolor. Eso sí, me hubiera ido peor si la caída no hubiera sido amortiguada por mi espalda, que quedó atorada en la pared. En otras palabras, mi descenso fue raspando todo el muro, pero más vale haber quedado con la espalda rallada que con un mal golpe en la cabeza o un sentón en seco.

César inspeccionó cómo estaba todo y vino la peor parte: mi pierna izquierda estaba atorada en lo que había sido una pata de la silla. Con mucho cuidado la sacó de ahí y me cargó para dejarme reposando en la cama en lo que hacíamos revisión para evaluar los daños.

Al rato llegó mi mamá y entre los dos me ayudaron a ir a la regadera, lavaron todas mis heridas – un puñado de arañazos en las pantorrillas que para qué les cuento… –, cortaron el pellejo desprendido (esa herida era la más impresionante y la que más dolió, ouch…), me pusieron pomada y me dejaron lista para descansar, esperando que mi estado no fuera más lamentable al día siguiente.

¿Porqué pasó todo eso? Porque se me hizo fácil utilizar esa silla en lugar de ir a la cocina por la escalerita que fue creada ex profeso para subirse. Así que POR NINGÚN MOTIVO se suban a esas sillas para cambiar focos, bajar libros, colocar cortinas, etc… porque no fueron creadas para ello. Hay que ahorrarnos los accidentes.

Definitivamente las consecuencias de la caída continuaron, pues casi no pude dar paso los dos días siguientes, los moretones no se hicieron esperar – aunque seguramente los atenuó el árnica que tomé – y el dolor en las partes golpeadas fue permanente, pero por fortuna, el incidente no pasó de un susto y un muy mal cate.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Ideas verdes

¿Han visto la campaña medioambiental de Canal Once? La verdad está muy buena. Consiste en breves cápsulas temáticas donde se dan sencillos consejos para cuidar el agua, disminuir el uso de la electricidad y hacer un consumo eficiente en el supermercado, entre otros.

Señalan cosas tan elementales como hacer una lista para ir al súper y no comprar más de lo que uno necesita (de manera que ni se gasta de más ni se desperdicia lo que no se utiliza), cerrar la llave del agua en la regadera mientras uno se enjabona, accionar la lavadora de ropa cuando se tengan suficientes prendas (se gasta la misma luz para lavar 5 camisas que para 10, así que más vale aprovechar una misma carga) y rotular los vasos desechables en las fiestas para evitar la generación excesiva de basura (todos conocemos la comodidad de lo desechable, pero todo debe tener un límite).

Y aquí no se acepta ‘hacer la finta’ y usar un vaso con agua para lavarnos los dientes en casa cuando en las vacaciones dejamos correr el agua del grifo despiadadamente, o apagar la luz de la recámara que no estamos utilizando cuando en la oficina dejamos encendido el equipo de cómputo que sabemos que se utilizará de nuevo hasta el día siguiente, con esa mentalidad de ‘al fin que no me cuesta’.

En lo monetario probablemente eso sea cierto porque el pago no se hace con dinero de nuestro bolsillo. Sin embargo, es un hecho que el gran costo sí lo pagamos todos, porque de todos son el agua y la luz que se desperdician sin importar dónde o cómo. Y la irresponsabilidad de malgastar nuestros recursos naturales tiene implicaciones a futuro, porque serán las generaciones por venir las que pagarán una cuantiosa factura si no cambiamos de actitud.

No seamos apáticos, hay que ponernos en marcha: si vemos una fuga de agua en la calle hay que reportarla, si vemos a alguien tirando basura que no nos dé pena hacérselo notar (y todavía se indignan cuando uno les dice a los muy infelices…), si no estamos ocupando un aparato en casa hay que desconectarlo (con excepción del refrigerador, claro), si podemos preservar un documento en archivo electrónico evitemos imprimirlo para ahorrar papel.

Realmente creo que es una buena iniciativa del Once porque es en el nivel micro donde se puede crear conciencia para el cuidado de nuestro planeta. Recordemos una reflexión de la Madre Teresa de Calcuta: el esfuerzo de una persona parece apenas un granito de arena, pero las playas están formadas por millones de esos granitos.

Como bien dicen al finalizar las cápsulas televisivas, ‘pequeñas acciones, grandes cambios’.

viernes, 1 de agosto de 2008

Radovan Karadzic y el genocidio yugoslavo

La sección internacional de periódicos y noticiarios se vio alterada por una misma imagen: un hombre barbado, canoso y con lentes había sido capturado y sería remitido al Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia (TPIEY) de La Haya, en Holanda, acusado de genocidio y otros crímenes contra la humanidad. Ese hombre es Radovan Karadzic, quien fuera líder de los serbios en Bosnia Herzegovina a principios de los noventa, uno de los responsables de la cruenta guerra que vivieron los Balcanes en aquellos años.

Para comprender mejor la magnitud de su reciente detención, aquí van algunos datos que nos ayudarán a comprender el contexto:

Históricamente, la Península Balcánica ha congregado una diversidad muy particular, tanto en orígenes étnicos como en lenguas y credos. Sin embargo, se ha tendido a agruparlos en un mismo conglomerado, en un principio el Reino de Yugoslavia y posteriormente la República Socialista de Yugoslavia.

Esta surgió de una guerra interna en los años cuarenta, cuando Josip Broz, mejor conocido como el mariscal Tito, resultó ganador de la contienda y unificó a las seis mayores provincias: Bosnia Herzegovina, Serbia, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Montenegro. Así permanecieron hasta la muerte de Tito en 1980, momento en que el único elemento de cohesión desapareció y las tensiones resurgieron.

En los años noventa, ante la caída de la Unión Soviética y la separación de sus repúblicas, cada región yugoslava realizó elecciones para determinar si continuaba o no bajo la misma organización. Como era de esperarse, todas fueron declarando su independencia, excepto Serbia y Montenegro, que se declararon herederas de la antigua Yugoslavia, cuyo gobierno fue presidido por otro asesino: Slobodan Milosevic–.

Ante los hechos, el antiguo ejército yugoslavo tomó partido por los serbios, atacando a las recién independizadas repúblicas y provocando el caos bélico en la región. Ya envalentonados, los serbios de todas las provincias establecieron sus propios gobiernos alternos.

Bosnia Herzegovina no fue la excepción, y es ahí donde aparece Karadzic al frente de los serbios en Bosnia. En 1992 se autoproclamó presidente y jefe militar de esa provincia con la idea de gobernar una república serbia independiente en Bosnia Herzegovina, en un afán enfermizo de lograr un nacionalismo puro, respaldado por su compatriota Milosevic.

A pesar del apoyo local, nunca pudo legitimarse en el poder por la vía electoral, por lo que se inclinó por el exterminio de todo aquel que no fuera serbio, es decir, un 50% de la población bosnia, matando principalmente a musulmanes y croatas. De forma sistemática, Karadzic ordenó que miles de personas fueran desalojadas de sus hogares, que fueran torturadas física y psicológicamente, que fueran enviadas a los más de 20 campos de concentración que creó, que fueran asesinadas por su origen étnico o que las mujeres sufrieran vejaciones, todo por el insalvable hecho de no haber nacido serbios.

Entre los episodios más atroces se menciona el del poblado musulmán de Srebrenica, que, a petición de la ONU, fue convertido en zona de seguridad para quienes huían del conflicto. Al saber que ahí se encontraban las minorías que querían exterminar, las legiones de Karadzic fingieron que iban a hacer un interrogatorio, separaron a mujeres y niños de los hombres y así masacraron a 8 o 10 mil varones de entre 12 y 77 años.

Las atrocidades continuaron hasta 1995, cuando la firma de los Acuerdos de Dayton puso fin a la guerra formal. Ese mismo año se creó el TPIEY, que no pudo hacer nada en contra del asesino Karadzic, que continuó cínicamente en el poder hasta 1996.

¿Porqué se habla tan poco de todo esto: será acaso porque no había intereses económicos de por medio, porque no tenían petróleo? Prácticamente nadie sabe los detalles de esa guerra que cobró miles y miles de vidas y que ha dejado sobrevivientes con heridas aun sangrantes.

A pesar de todo, la detención de ese demente es un gran logro, porque muestra que no importaron los 13 años que estuvo prófugo, sino la perseverancia en la búsqueda de la justicia.

viernes, 25 de julio de 2008

Realidades y guías turísticas

Ayer fue el cumpleaños de César y, seducidos por la magnífica vista, fuimos a comer a La Terraza del Hotel Majestic, que da al corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Para llegar ahí tomé un autobús que lleva al Zócalo, pasando por Paseo de la Reforma, doblando en Juárez, circulando frente al Hemiciclo a Juárez, Bellas Artes y las nuevas oficinas de Cancillería, cruzando Eje Central y tomando Madero para desembocar en la plaza principal.

En el camino, al ver varios grupos de extranjeros por la zona, pensé: ¿cómo hablarán de México en las guías turísticas, qué recomendarán, cómo nos ven desde afuera?

Por lo pronto, seguro las guías incluyen el lugar donde fuimos, con platillos bien presentados, el servicio súper y la ciudad, hermosa, diáfana y bulliciosa (nos hizo buen día, el cielo estaba completamente despejado a esa hora), acompañando nuestro festejo (y recordé cuando íbamos el 16 de septiembre a un edificio aledaño al Majestic para presenciar el desfile de Independencia, cortesía de mi tío Héctor. Era increíble, justo frente a Palacio Nacional!!).

La comida estuvo acompañada por algo que nunca habíamos presenciado: llegó a nuestra mesa un señor con sus casitas de canarios que sacan un papelito con un mensaje (naturalmente los habíamos visto en la calle o algún parque, pero nunca habíamos pasado por esa experiencia, fue muy chispa). Pero no sólo eso, sino que esos pajaritos estaban entrenados para tomar una tacita con el pico y hacían como que bebían el contenido, y al final, también con el piquito, ponían el sombrero a un charrito de juguete. Muy simpático (esos señores pajareros seguro también son comentados en las guías de turistas).

Luego decidimos bajar por las escaleras, que, al igual que las paredes de todo el inmueble, están decoradas con partes de talavera. Los pisos igual, todo muy mexicano, pero no por ello fuera del contexto contemporáneo del diseño. Muy lindo todo, vale la pena darse una vuelta por ahí.

Y si se sigue pensando en términos turísticos, también hay que ver qué más dicen en otros apartados. Porque es fácil pensar en que el correspondiente a Museos en la zona centro de la Ciudad de México debe recomendar al Nacional de Arte (MUNAL), San Ildefonso, el de la Caricatura o el de las Culturas, pero no sé qué pondrán en la parte de Transporte local. ¿Hablarán de los bicitaxis, de los microbuses?

No es que esté traumada u obsesionada con estos últimos, sino que pensé todo esto justo cuando iba de camino, sentada en la tapa que oculta el motor del vehículo. Y es que algunos conductores, los que son decentes y muy amables, consideran una cortesía ofrecer esa parte del autobús como asiento (aunque a veces, como ayer, siento decirles que el calor casi me rostiza el pantalón, jaja).

Y es que en una de las ocasiones en que se abrieron las puertas para que algunos pasajeros descendieran, había dos taxis de sitio llenos de turistas, que al voltear y verme en la tapa del motor, seguro pensaron algo bien cierto: esta ciudad es surrealista por naturaleza, y es curioso que cosas como esa las tome uno por algo dado, cuando en realidad es un hecho atípico para la otredad.

viernes, 18 de julio de 2008

¿Ciudad ‘integral’?...

Hace unas semanas, en el marco de una reunión con funcionarios brasileños del Ministerio de las Ciudades – que se encarga del ordenamiento territorial y la urbanización en ese país –, tuve la oportunidad de conocer algunos proyectos que realiza la denominada Autoridad del Centro Histórico (ACH), creada apenas en esta administración local y dirigida por la reconocida historiadora Alejandra Moreno Toscano.

La presentación que hicieron habló de un proyecto integral para la Ciudad de México, que incluye el transporte público y la sustentabilidad. En pocas palabras, pretende mejorar la calidad de vida de los habitantes de esta ciudad. Se contempla la implementación de medidas como las que a continuación se mencionan:

- Transporte público integral: previendo que recursos naturales como el petróleo se vuelven cada día más escasos, se propone un nuevo modelo de gestión a largo plazo (al menos 30 años), que incluye una red planeada y bien articulada de transporte público que conecte al metro con el metrobús y a este con el tren suburbano, por mencionar algunos. También se incorporará un tranvía de nueva generación al Distrito Federal, cuya ruta principal correrá por Eje Central, que, de acuerdo a estudios realizados, es la avenida más contaminante de la entidad.

- Zonas verdes: a falta de espacios urbanos donde se puedan sembrar árboles (el Centro Histórico, por ejemplo), se han puesto en marcha jardines verticales o en azoteas, los cuales se riegan por goteo o con el sistema de fieltro en lugar de tierra. Ya hay uno en el callejón de 5 de Mayo y Palma y se ve sensacional, con plantas tradicionales mexicanas que no requieren mayor mantenimiento, formando figuras de serpiente emplumada y que además de dar al entorno una cara amable purifican el ambiente.

- Corredores peatonales: hace décadas las ciudades se caminaban. Con esa idea se quieren rescatar los espacios públicos de encuentro, donde la gente pueda disfrutar de una buena caminata o un paseo familiar sin el peligro de los transportes motorizados.

Todo sonaba de primer mundo, planeado, armónico, fenomenal. Hasta se podían vislumbrar los espacios planteados. La integralidad de la ciudad como un potencial a desarrollar aquí y ahora. Y sonaba aun mejor dicho en un espacio tan bello como la casona colonial que alberga las oficinas de la ACH, con la mejor vista del Templo Mayor de toda la redonda.

De ahí recorrimos las calles del Centro Histórico donde se ha puesto en marcha el programa de rescate de fachadas, nos invitaron a conocer el palacio donde está la sede del gobierno del D.F. (qué lugar, vaya que es majestuoso nuestro patrimonio!!) y terminamos la jornada comiendo exquisito en el ya clásico El Cardenal de la calle de Palma.

Llegó el momento de regresar a la oficina y no pude más que presenciar la realidad que vive el espacio público urbano del que se habló todo ese rato, al subirme a un desvencijado e inmundo peserucho que tuve que abordar en Reforma.

De apariencia miserable, distribución interna absurda (que en ocasiones ni siquiera le permite a uno estar cómodo en los asientos tamaño ‘muñequitos de pastel’ que tienen) y con un trato indigno para el pasajero por parte del conductor (desde su manera de conducir, la música que llevan a todo volumen, un aspecto de miedo y una actitud de pocos amigos, aunque hay sus contadas y decentes excepciones), no pude evitar pensar que no podemos hablar de proyectos integrales para la ciudad, de tecnología de nueva generación ni nada de eso mientras existan ‘tercermundismos’ como esos peseros (y todavía les autorizan a esos miserables peseretes aumento a la tarifa, premiando su gañanez y falta de calidad…).
Pensar en integralidad en estas condiciones es casi una ficción.

viernes, 11 de julio de 2008

Todo es relativo

¿Qué significa que algo sea costoso? La respuesta sería que todo es relativo. Veamos las siguientes comparaciones y ustedes dirán:

- Mucha gente piensa que es mucho invertir entre 90 y 250 pesos en un concierto sinfónico, pero está dispuesta a pagar entre 500 y 2000 pesos por uno del artista del momento.

- Mucha gente piensa que es mucho invertir 200 pesos en consumo bimestral de agua, pero está dispuesta a pagar 400 pesos por una botella de vino.

- Mucha gente piensa que es mucho invertir 35 o 45 pesos por ingresar a un museo o sitio arqueológico, pero está dispuesta a pagar entre 120 y 300 pesos por entrar a un centro de entretenimiento tipo Six Flags.

- Mucha gente piensa que es mucho invertir 500 o 700 pesos por persona en un viaje de fin de semana a una ciudad cercana, pero está dispuesta a pagar más de 1,000 pesos per cápita en una ida al bar o al antro.

- Mucha gente piensa que es mucho invertir 300 mil pesos por el enganche de un inmueble, pero está dispuesta a pagar la misma cantidad por un auto que se deprecia rápidamente en contraposición a tener un patrimonio.

- Mucha gente piensa que es mucho invertir 14 pesos por un kilo de fruta, pero está dispuesta a pagar 40 pesos por una taza de café del restaurante de moda.

- Mucha gente piensa que es mucho invertir 500 pesos en una consulta médica, pero está dispuesta a pagar más de 600 pesos por unos pantalones de mezclilla.

- Mucha gente piensa que es mucho invertir 120 pesos en un libro, pero está dispuesta a pagar 300 pesos por un corte de pelo.

- Mucha gente dice que no tiene tiempo para hacer ejercicio, pero está dispuesta a pasar una hora diaria frente al televisor viendo las famosas series.

A propósito de comparaciones, en 1998, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó algunas estadísticas que pusieron a temblar al mundo por la inequidad e ironía que llevaban consigo:

- Con 6 mil millones de dólares anuales se podría dar educación a todos los niños del mundo… pero simplemente en cosméticos, los estadounidenses gastan 8 mil millones de dólares al año.

- Con 9 mil millones de dólares anuales se podría dar agua a todas las localidades del mundo… pero simplemente en helados, los europeos gastan 11 mil millones de dólares al año.

- Con 12 mil millones de dólares anuales se podría dar atención ginecológica a todas las mujeres del mundo… pero simplemente en alimento para animales, los estadounidenses y europeos gastan 17 mil millones de dólares al año.

- Con 13 mil millones de dólares anuales se podría alimentar a toda la población mundial… pero simplemente en cigarros, los europeos gastan 50 mil millones de dólares al año.

¿Qué tal, qué piensan? Condición humana o no, lo cierto es que cada uno tiene una lista de prioridades, gustos y presupuesto muy personales, pero nunca se deben olvidar 3 puntos esenciales: la familia, la salud y todo aquello que nos enriquece como seres humanos.

viernes, 4 de julio de 2008

Una oportunidad para la paz: la liberación de Ingrid Betancourt

De un momento a otro, sin anuncio previo, sin fecha ni hora convenida, Ingrid Betancourt, ex candidata a la Presidencia de Colombia, recuperó su libertad luego de 6 años de cautiverio en manos de las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC). Júbilo colectivo, vítores mundiales, reencuentros familiares y la esperanza de paz más presente que nunca en esa región del continente americano.

¿Cómo se originó el conflicto? Al igual que muchos países – al menos de América Latina –, la historia colombiana ha presenciado el conflicto bipartidista entre liberales y conservadores. En la década de los 50 del siglo XX, ambos desataron una lucha a muerte que en 5 años dejó un saldo de 300,000 muertos y diversos focos insurrectos de uno y otro bando. Llegada la situación al límite, liberales y conservadores lograron un acuerdo: alternarían en el poder por 16 años bajo el nombre de Frente Nacional. En pocas palabras, se anuló la oposición en forma.

A raíz de eso empezaron a formarse diversos grupos inconformes, entre ellos las FARC, que originalmente, en 1964, fue formada por campesinos que clamaban por la reforma agraria. Paulatinamente, sus postulados se fueron radicalizando hasta constituirse en un grupo guerrillero de corte marxista-leninista cuyo objetivo principal es derrocar al gobierno opresor.

Sus técnicas terroristas abarcan una gama de ilícitos que incluye el secuestro, los asesinatos, extorsiones, atentados, narcotráfico, robo de ganado y una violencia que, aunada a los choques con grupos paramilitares de los terratenientes inicialmente agraviados por los campesinos fundadores de las FARC, y el despliegue de soldados por todo Colombia, han llevado a la militarización y al miedo generalizados.

Los secuestros se enfocan principalmente a personajes públicos, con la finalidad de tener mejores ‘cartas’ para negociar con el gobierno y presionar para que se cumplan sus demandas. Así fue como Ingrid Betancourt cayó en sus garras durante una gira de campaña por la selva colombiana, una pesadilla que duró más de 6 años y sabrá Dios cuántas vejaciones.

Todos, creo que sin excepción, nos hemos regocijado ante la liberación de esa pobre mujer. Sin embargo, debemos preguntarnos, ¿cuántos ‘Betancourt’ no siguen padeciendo la prisión de las FARC o de cualquier grupúsculo demente? Ella es una persona reconocida que tuvo los reflectores y los medios internacionales bien puestos sobre su causa. Mas ¿quién abogará por los otros, por las más de 700 personas que siguen prisioneras de los guerrilleros en Colombia?, ¿cuánto tiempo más?

Muchos pueden ser los factores que llevaron a la exitosa operación mediante la cual rescataron en esta semana a 15 rehenes – el debilitamiento de los guerrilleros a partir de la muerte de su líder, mejor conocido como Manuel Marulanda o Tirofijo (que seguramente el ignorantazo Fox diría 'esa señora de las FARC, Maru Landa', como con Borges, jajaja), el soborno a quien resguardaba la entrada del lugar de cautiverio, el apoyo de Estados Unidos, negociaciones secretas –. Lo cierto es que las FARC deberán replantear su estrategia si es que pretenden seguir en la escena pública.

Pero por nosotros, que no replanteen nada, que se tiendan la mano los involucrados y que abran paso a la tan anhelada paz en tierra colombiana.

viernes, 27 de junio de 2008

Todo un año Tutti Frutti

Chicos y chicas, amigos todos:

Parece un suspiro, unas semanas apenas, pero Tutti Frutti cumple su primer año en la red, en el cual ha tenido realmente de todo un poco:

- Cubitos de manzana, procurando la salud y los buenos hábitos.

- Gajitos de naranja, para refrescar y sacar jugo a la vida.

- Trocitos de piña, por su toque ácido.

- Rodajas de kiwi, para que no falte el elemento exótico.

- Un racimo de uvas, por su versatilidad, que va del jugo al vino.

- Perlas de sandía, haciendo patente el Viva México.

- Y, por qué no, también perlas de melón, por aquello del no te entumas, jajaja.

Como siempre, gracias por su atenta lectura, por crear un ciber lazo tan especial. Que empiece la fiesta y que haya Tutti Frutti para rato, YIPIYEI!!!!!!!!!!!!!!

viernes, 20 de junio de 2008

Buenos hábitos de infancia (II)

Es una lástima pero hay que reconocerlo: la gente no lee ni sabe leer. ¿Cuál es el origen de esto? Que no se tomó el buen hábito de la lectura desde la infancia.

La lectura nos pone en contexto y en vanguardia: despierta la imaginación, aporta conocimientos generales, desarrolla la capacidad de comprensión, enseña ortografía, permite estructurar las ideas y genera una buena redacción. En pocas palabras, es una verdadera maravilla que sólo requiere voluntad para ejercerla y tiempo para disfrutarla.

El problema es que en el esquema light que estamos viviendo, aunado al auge de las tecnologías y los medios electrónicos, lo que menos quiere la gente es molestarse o invertir sus ratos libres en leer. Así se están formando – o deformando – millones de individuos que por mayor grado académico o cargo profesional que tengan, ni entienden lo que leen a pesar de que sus ojos transiten por cada palabra de un texto, ni saben leer cuando deben dar un discurso, o carecen de los conocimientos más básicos o de actualidad simplemente porque no se acercan a las letras.

Y hablo de letras porque la lectura no se limita a los libros, sino que abarca periódicos, revistas y otros documentos escritos.

Fomenten la lectura en casa, tomándola como una diversión e incorporándola a la vida de la persona. No como una obligación, sino como parte del ser mismo. Propicien que los menores lean artículos o capítulos de libros en voz alta: de esa manera se logra desarrollar esa habilidad al tiempo que se comparten contenidos. Adicionalmente, en una acción tan sencilla como esa, crece la curiosidad por ahondar en ciertos temas y se pone sobre la mesa algún argumento de conversación, debate o análisis.

Los padres o abuelos que leen cuentos a sus pequeños de casa, seguro están formando a los lectores del mañana. No saben cuánto se van a divertir y el lazo tan especial que van a tender. Por eso, yo los invito a que lean, relean y nunca dejen de leer.

viernes, 13 de junio de 2008

‘Vivalillos’ hasta en los museillos

La ida al museo es toda una experiencia sensorial, cognitiva, de entretenimiento y de vida. Es el contacto con otros mundos, con otros tiempos. Son otras atmósferas, otros paisajes; aquellos materiales, símbolos y esencias que trascienden hasta formar lo que ahora somos en cada rincón de la historia.

El fin de semana pasado fuimos a ver Isis y la Serpiente Emplumada al Museo Nacional de Antropología y, como era de esperarse, salimos con un excelente sabor de boca (aunque cabe señalar que es extremadamente larga, que el espacio fue insuficiente para tan ambicioso proyecto y que fue forzado incluir tanto a Isis como a Quetzalcóatl en una misma muestra). Sin embargo, exposiciones masivas van y exposiciones masivas vienen y la gente sigue sin tener educación para los museos. Con esto me refiero a las mínimas normas que se deben acatar para completar la experiencia museística antes descrita.

Primeramente NO TOCAR. Una regla fundamental en cualquier museo es la de mantener distancia del material expuesto. No sólo para apreciar mejor las obras, en el caso de lo artístico, sino porque el contacto puede deteriorar los materiales. En Antropología, no entrábamos todavía a la exposición y dos chavitos desbocados ya estaban tocando una escultura de piedra monumental a la entrada del recinto… y en las narices de un pseudo elemento de seguridad que daba las instrucciones. Todas, excepto el no tocar (y por supuesto que le recordé que la dijera…).

Luego viene el respeto al orden. Si la gente está haciendo fila para ver algo, o te formas o te conformas con ver desde gayola. Ah no, pues la gente se mete a empujones y todo, sin importar que los de la fila tienen preferencia. O si están en segundo plano, se indignan porque la gente de la línea les ‘tapa’ lo expuesto…

Y lo que nunca puede faltar: no atravesarse. Es típico que uno está leyendo las fichas museográficas o viendo alguna pieza con la distancia adecuada y algún infeliz se cruza justo en frente, así, sin más, sin pena alguna. En esos casos, no puedo evitar decir de manera sarcástica ‘¿No te estorbo?...’ Y lo peor es que ni se dan por aludidos…

Esas por mencionar las más elementales, porque también están los que toman fotos aun cuando la indicación es ‘no fotos’, o los que introducen alimentos cuando la indicación es ‘no alimentos’, o la nueva de utilizar una audioguía, con la cual van haciendo mosca por todo el museo porque se desconectan del entorno y van dando tumbos entre las vitrinas (y eso que, afortunadamente, ahí no dejaban entrar niños con cuaderno para copiar con puntos y comas lo que ahí se dice: esos también hacen mucha mosca y no les aporta nada…).

Definitivamente, debería haber una antesala donde gente capacitada impartiera, en una brevísima sesión de entre 5 y 10 minutos, el A, B, C de lo expuesto para evitar que la gente se quiera pasar de lista o que de plano atropellen el derecho que tienen los demás a disfrutar de una visita al museo.

De lo que no queda duda es que el mexicano es vivalillo hasta en el museillo, porque ni quiere hacer filas, ni quiere respetar, ni dejar de hacer lo que le dé la gana. Qué gente…

viernes, 6 de junio de 2008

Deportes urbanos extremos

Existe una modalidad deportiva que se ha puesto de moda desde hace algunos años: me refiero a los deportes extremos. Cualquiera pensaría que hay que trasladarse a los rápidos para cruzarlos en una frágil embarcación, o lanzarse en parapente desde un acantilado, o escalar una empinada peña.

Si eso es atractivo para ustedes, les invito a experimentar cualquiera de los múltiples deportes extremos que tenemos, al menos, en la Ciudad de México. Son accesibles, algunos son gratuitos y se pueden considerar temerarios al practicarlos. A continuación enumero algunos de los más intensos, jaja:

- Tomar el metro en la estación Hidalgo cualquier día 28 del mes. El 28 de octubre se celebra a San Judas Tadeo, pero también se le conmemora todos los días 28. Dicen que después de la Virgen de Guadalupe es el santo con mayor número de devotos en México. Es por ello que mes con mes miles de personas lo veneran en el Templo de San Hipólito, llegando la mayoría por la estación Hidalgo del metro. Entre familias enteras, procesiones, niños en brazos, estatuas de tamaño natural que llevan a bendecir, algún perrillo colado y los vendedores de escapularios, imágenes, flores y demás golosinas, los usuarios del transporte deben abrirse paso a como dé lugar para llegar al andén, cuidando siempre de quedar del lado de la pared para no sentir que la multitud los arrojará a la vía.

- Viajar en microbús. Se le ve venir, se detiene al momento de ver un potencial pasajero (o víctima) y la aventura inicia al poner un pie en el estribo. El conductor prácticamente no espera a que uno se suba para arrancarse y a los pocos segundos todos los que van a bordo rebotan al son del cambio de velocidad. ¿Carriles confinados? Nada, incluso ingresan a las vías rápidas y bajan a los pasajeros donde no está permitido, prolongando la ‘experiencia extrema’ del usuario.

- Tomar carriles centrales de Periférico a las 8 de la mañana entre semana. Ahí va la persona en su auto, por la lateral, poniendo civilizadamente la direccional para manifestar su intención de tomar carriles centrales. Entre que la vía rápida se convierte en un estacionamiento gigante y que un falso protagonismo toma posesión de los demás conductores, la táctica ‘defensa con defensa’ no deja espacio alguno para incorporarse a la parte central. Aquí, lo rudo viene cuando la desesperación llega y la contra táctica ‘aventar lámina’ aparece en escena.

- Maquillarse en el metro (sólo para las féminas). Lo siento, chicos, este deporte no es para ustedes, pero hay que ver lo que hacen algunas mujeres. Primeramente, a codo y empujones se suben al vagón seleccionado para garantizar un asiento. De lo contrario, acosan a alguien hasta que consiguen sentarse (el acoso va del encaje de bolsa de mano en la cabeza de la persona sentada hasta la colocación estratégica de la lonchera en la cara del afortunado con asiento).

Posteriormente sacan su estuche de pinturas. No crean que el procedimiento es sencillo, pues no se conforman con pintarse las pestañas y los labios: inician con un corrector, siguen con base de maquillaje, maquillaje, rubor, una especie de sombra base en los ojos, luego las sombras (hasta de 3 tonos…), delineador de ojo arriba, delineador abajo, rizado de pestañas (básicamente con una cuchara que incluso calientan con encendedor), delineador de labios, lápiz labial y ya estuvo, todo en medio del movimiento natural del metro y de mujeres que también buscan intimidar para conseguir un asiento y maquillarse.

Como consejo para la práctica de estos ‘deportes’: si no es lo suyo, evítenlos; si pueden sustituirlos por algo menos rudo, háganlo; y si no queda de otra, disfruten el folklor!!

viernes, 30 de mayo de 2008

A la sombra del hambre

Durante la década de los ochenta, grandes regiones de África fueron víctimas del hambre. Eran frecuentes y desgarradoras las imágenes de niños prácticamente en los huesos, sin carne ya bajo la piel, con el estómago inflado por los parásitos y la mirada perdida por la fatiga y la anemia.

Era la incipiente época de la cooperación internacional para combatir el hambre y de los conciertos masivos para recabar fondos y luchar contra el problema – se recuerda el famoso USA for Africa, que reunió a artistas como Stevie Wonder, Lionel Richie, Bob Dylan, Ray Charles, Michael Jackson, Billy Joel, Cindy Lauper, Kenny Rogers, Bruce Springsten, Diana Ross y Paul Simon, entre otros, que grabaron la canción We are the world para los fines mencionados.

Actualmente, la misma sombra mortífera de entonces pretende extenderse sobre el mundo entero: los buitres alistan sus garras, la guadaña apresta su inclemencia. El problema es que, a pesar de que en todos lados se habla de eso, nadie menciona las causas que provocan esta situación. Aquí van algunos puntos que explican el porqué de la escasez de alimentos y su consecuente alza de precios.

Primeramente, el crecimiento de China e India. Esos países son los más poblados del mundo – 1, 330, 044 ,605 chinos y 1, 147, 995, 898 indios – y también los que presentan mayor crecimiento, con tasas del 11.4% para China y 8.5% para India – recordemos que la estimación de crecimiento para México en 2008 es de 2.9% –. Esto hace que, a pesar de que algunos de sus millones de millones de habitantes ya existían hace diez o quince años, a últimas fechas han mejorado su nivel de vida, provocando que aumente la demanda por ciertos bienes y servicios, entre ellos los alimentos.

La segunda causa es que se ha contraído la oferta alimentaria en todo el mundo. Eso se debe a que las economías tienden a enfocarse cada vez más al sector terciario o de servicios, en contraposición al secundario o industrial y con mucho menor frecuencia al primario o agrícola. Es decir, el campo se ha descuidado – y ni se diga en países como el nuestro, donde no se ha invertido un quinto para transformarlo y darle un uso eficiente –.

Aunado a esto, los altos precios del petróleo y su carácter no renovable han provocado que se busquen nuevas fuentes de energía. Pero en lugar de enfocarse a la eólica o la solar, se han afanado en algunos lugares – principalmente en EU, primer productor de maíz en el mundo – en producir etanol a base del maíz, disminuyendo en mayor proporción la de por sí insuficiente oferta de alimentos.

Si sumamos las dos causas, llegamos a la primera y más básica de las lecciones de economía: a mayor demanda y menor oferta, el precio se va al cielo, proceso de incremento que inició hace unas semanas.

Ahora, ¿qué sigue? La escasez de alimentos y su consecuente aumento en precios se estima que continuará durante los próximos años – apenas ayer, la OCDE habló del año 2017 –, y si antes un problema permanecía en su propia incubadora, ahora, con la globalización, todo afecta a todos.

Lo que nos queda por hacer es maximizar en casa nuestra inversión en alimentos, donar en la medida de nuestras posibilidades – ahí están programas como 1 Kilo de Ayuda o Banco de Alimentos, en los cuales podemos aportar literalmente nuestro granito, aunque no sea de arena sino de arroz, maíz o frijol – y no desperdiciar ni un gramo de comida; no queremos volver a ver imágenes como las de los niños africanos.

viernes, 23 de mayo de 2008

Un acercamiento apocalíptico

El Apocalipsis, de acuerdo a su interpretación profética, alude al momento en que la Tierra y la humanidad serán azotadas por catástrofes y desolación antes del establecimiento definitivo de la fe. Habrá muerte, destrucción, obscuridad. Y con lo que está pasando desde hace unos meses por todos lados, pienso que tal vez estemos teniendo un acercamiento apocalíptico.

Entre los fenómenos naturales tenemos los casos inmediatos de Myanmar y China. El primero azotado por el ciclón Nargis y el segundo con un terremoto de más de 7 grados y una réplica de 6. En Myanmar, la junta miliar dictatorial que los gobierna no permite entrar la ayuda humanitaria, que va desde alimentos y agua hasta atención médica para los sobrevivientes. En China, la tragedia se ha extendido porque las montañas siguen desgajándose y hasta los rescatistas han quedado sepultados. Miles de muertos. Soledad. Desesperanza.

Otro asunto verdaderamente grave es la escasez de granos. Hasta hace poco se decía que vivíamos en un mundo profundamente desigual porque habiendo alimentos para cubrir al 100% las necesidades mundiales, se registraba hambre en ciertas regiones. Sin embargo, el problema de hoy es que no hay suficiente alimento para todos, principalmente granos; recordemos que éstos forman parte del origen y la identidad de cada pueblo: el maíz para los mesoamericanos, el arroz para los asiáticos y el trigo para Europa y Medio Oriente, aunque en todos lados comemos de todo y por eso nos pega más (recordemos el world wide sushi bluff, lo que va a costar un rollito con algas… jiji).

Por otra parte, en lo económico, vemos al dólar desplomándose frente al euro, la presión inflacionaria como en olla express – reflejo también del problema de los alimentos –y la recesión estadounidense pendiendo sobre la economía mundial. Un período económico recesivo genera una disminución en la producción y en las inversiones, por lo que las empresas no requieren tantos recursos humanos, vienen los despidos, el desempleo y con él un menor consumo, cayendo en un círculo vicioso realmente perverso. Y como sabemos, en nuestro mundo global, lo que pase a uno tiene efecto sobre los otros.

Finalmente, los precios del petróleo siguen su vertiginoso ascenso, teniendo afectaciones en prácticamente todo, porque todo transporte requiere combustible: las mercancías para llegar a su lugar de distribución y las personas para trasladarse al trabajo o por recreación. O sea, se incrementan los precios, aumenta la inflación y sigue el ciclo arriba descrito (y lo peor es que el gobierno mexicano le sigue apostando al petróleo…).

Y si a todo lo anterior sumamos la población que padece sida, el problema del calentamiento global, las violaciones a los derechos humanos, la plaga de las actividades ilícitas, la extinción de especies y el abismo al que nos llevan los partidos políticos de nuestro México, pareciera que verdaderamente nos encontramos en la antesala del inframundo.

Sé que sueno un poco catastrofista, pero la realidad es esa y debemos enfrentarla. ¿Cómo, qué podemos hacer? Para prevenir quizá no mucho, porque las causas sobrepasan nuestro alcance. Sin embargo, no debemos caer en pánico. Tenemos que ser racionales implementando planes de austeridad y supervivencia extrema, maximizando los recursos que habitualmente destinamos a cada rubro y dando gracias a Dios por tener un trabajo, un techo y abundante comida en la alacena y el refrigerador.

El mundo siempre ha visto un sinfín de problemas y ha salido adelante. Esta no será la excepción.

viernes, 16 de mayo de 2008

El otrora colosal Estadio Azteca

¿En qué momento fue abandonado el Estadio Azteca, ese magno proyecto del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez que en tan sólo 4 años se concretó para ser inaugurado en 1966, donde se consolidaron grandes del balompié como Pelé y Maradona, donde el Papa Juan Pablo II ofició una emotiva misa ante decenas de miles de fieles?

No lo sé, pero es una pena ver en lo que se ha convertido. Su estructura sigue siendo el mismo gigante de concreto que se hizo acreedor a la denominación ‘coloso de Santa Úrsula’, pero no tiene más el brillo de antaño ni se levanta supremo en el firmamento urbano del sur de la Ciudad de México.

Reflexioné sobre esto cuando circulábamos a vuelta de rueda en su periferia rumbo a Calzada de Tlalpan, mientras observaba los graffiti que premeditadamente se pintaron en los muros que lo circundan (recordemos que hace unos meses hubo una convocatoria del gobierno del D.F., en colaboración con la empresa de pinturas COMEX, para dar un espacio a los jóvenes que se dedican a ese tipo de manifestaciones. La idea tiene su mérito; sin embargo, el resultado estético no es muy satisfactorio…).

Cuando no hay partido, sus estacionamientos presencian la venta truculenta de autos de segunda mano, aderezada por un espantoso sonsonete a todo volumen a la usanza de algunos microbuseros. La explanada principal no es más que un triste mercado casi establecido, donde lo mismo da vender artículos deportivos que calzado, helados o artículos de piel. Cuando no hay feria, simplemente es un patio anegado de basura.

Y qué decir de la magna escultura que engalana la entrada principal, El sol, del estadounidense Alexander Calder: está hecha una verdadera tristeza, con pintas callejeras y un aspecto sombrío que volverían a llevar a la tumba al propio Calder.

Partes de malla ciclónica rotas, abandono, olvido. Esa fue la impresión que me dejó el pobre Estadio Azteca, tan venido a menos el pobrecito, esperando un poco de atención a lo que representa: el estadio más monumental de todo el país, uno de los más grandes del mundo.

Pero también vi señales que no todo está perdido: entre la decadencia de los graffiti y la ruina de Calder, se encuentra la entrada de proveedores y trabajadores del estadio, donde se congregan decenas o incluso cientos de personas que esperan gustosas el momento de entrar para vender cervezas, refrescos, papas, cacahuates y toda clase de productos siempre que hay partido.

A un costado, las taquillas son ansiosa antesala de familias enteras que se reúnen con la playera y el banderín de su equipo, generando un ambiente festivo horas antes de que inicie el espectáculo deportivo.

En esos momentos, la gloria siempre regresa.

viernes, 9 de mayo de 2008

Pequeños grandes placeres

Hay artículos de revistas, mails e incluso libros enteros que hablan de cómo consentirse en la vida. Eso no necesariamente se trata de grandes hazañas como viajes, estrenar coche o ir al súper lugar a comer. No. En este caso haré referencia a esos detalles que nos toman por sorpresa, que hacen deliciosa la cotidianidad.

Pensando en cuáles son mis pequeños grandes placeres, comparto con ustedes algunos de ellos:

- Comer chocolate en todas y cada una de sus presentaciones: helado, pastel, galletas, con leche, con café, en barra, relleno, como cobertura, en betún, Nutella, líquido, con bombones, etc… etc…

- Encontrar algunas monedillas o billetes en la bolsa de un saco recién sacado del closet.

- Despertar en la madrugada, saber que quedan varias horas de sueño y acurrucarse de nuevo.

- Escuchar la campana del carrito de nieves artesanales que pasa por la casa al mediodía y bajar por un delicioso helado doble.

- Terminar una buena sesión de ejercicio, ir al sauna, luego al vapor y terminar con una buena ducha de agua templada.

- Ver que una planta de casa ha dado una flor o que tiene hojas nuevas.

- Ir al súper y encontrar ‘pruebas’ de queso o pan dulce.

- Localizar en la tele un programa o película que nos gusta o queríamos ver y no sabíamos que pasaría ese día.

- Comprar algo que llevábamos viendo por meses en una tienda cuando está ya muy muy rebajado.

- Ver volar una mariposa en un lindo día soleado.

- Escuchar una canción en la radio y recordar un momento especial.

- Dar dulces a los niños en el Día de Muertos y Halloween.

- Llegar a casa calientita viniendo del frío de la calle.

- Salir temprano de la oficina y ver la luz del mediodía al llegar al metro C.U., YUPI!!!!

Ahora reflexionen, piensen en sus pequeños grandes placeres y seguro les pasará lo que a mi al compartirlos con ustedes: sonreí y disfruté cada uno de ellos!!

viernes, 2 de mayo de 2008

Aquellas fiestas de niños

Antier que fue Día del Niño y vi a los pequeñines por la calle rumbo a la escuela, recordé cómo lo celebrábamos hace unos 20 años (qué tal, ahora sí suena a mucho tiempo, jajaja) y creo que la esencia se conserva: no llevábamos uniforme (se decía ‘podemos ir con ropa normal’ ¿¿??, jajaja), nos regalaban el lunch – que consistía en un pastelito Marinela, frituras Sabritas, una paleta helada y un tradicionalísimo boing – y las teach nos daban algún regalito, que podía ser una gomita para borrar de diferentes formas, un estuche o un folder decorado – que eran wow en los ochenta –.

Y se dedicaba uno a jugar, a cantar, a bailar en pleno patio o auditorio escolar la coreografía preparada para la ocasión. En casa, el chocolatín, los dulces o la ida al cinito hacían la delicia de esa tarde.

Digo que la esencia seguro permanece porque antier pude ver que los niños iban sin uniforme, sin mochila, con una gran sonrisa y la ilusión de pasar un día especial.

Todo eso también me hizo recordar las fiestas de ese entonces, que se hacían en salones como El Principito – celebérrimo entre mis contemporáneos, en la Colonia Del Valle –. En esos lugares la sensación era la alberca de hule espuma – con un olor a pies, que bueno… jajaja –, los carruseles, la resbaladilla y los columpios – todo en metal, con rebabas de hierro muy poco seguras para los estándares de hoy, pero divertidísimas!! –.

A media fiesta llegaba el payaso o el mago – las fiestas más ‘cucas’ a las que fui invitaron a Ari Sandy y al mismísimo mago Frank con su conejo Blas –, hacían jueguillos y te regalaban una nariz roja, un set de bordado o una lotería de cartón –.

La comida consistía en unas microgelatinas en recipiente desechable de plástico – en los cuales, debido al diseño ‘en barritas’, tristemente se quedaba buena parte de la gelatina –, ensalada rusa y sandwichitos en triángulos. Y por supuesto, no podía faltar el pastel – que luego iba a parar a la alberca de hule espuma de la que ya hablé… jajaja –.

El evento era amenizado por las rolas de Cri Cri, Parchis, Cepillín, Enrique y Ana, Los Pitufos, Las Ardillitas y hasta Yuri con el ‘osito panda’, y al finalizar lo más emocionante era la bolsa de dulces que incluía aciditas, selz soda, pelotas de goma, chicles flecha y polvitos de chile tico tico.

Y las piñatas eran cosa precaria, hechas con ‘flequitos’ de papel de colores, con una forma básica que bien podía ser un perro, un oso o un tigre. Todos haciendo fila y cantando – eso sí, sin el ‘ya le diste uno, ya le diste dos…’, eso es nuevo – para ponerse buzos y no dejar que la mamá del niño de al lado te volara los caramelos – esa modalidad no es nueva –.

Qué buenas fiestas aquellas, y qué buenas también las de ahora, sólo que estas últimas presentan variantes como las de los juegos de plástico – la cosa más lúdica, dirían algunos –, el pastel hecho con panquecitos para que los chiquitines los coman más fácil y se desperdicie menos, las piñatas son elaboradísimas y tan reales que muchos se niegan a ‘destruir’ a palos a su personaje favorito.

Eso sí: antes, ahora y siempre, las fiestas infantiles van a tener el encanto de la gran celebración que representan, lo mismo que el Día del Niño. Por todo lo anterior, nunca debemos olvidar la máxima que afirma que todos tenemos algo de niños: vaya que sí, YIPIYEI!!