viernes, 14 de diciembre de 2012

Catorce catorces


Nacimos juntos, como lo hacen las almas gemelas, aunque fue años más tarde que volvimos a encontrarnos. Bastó su poesía como invitación para acudir a la cita con el destino, en la cual, desde el principio, compartimos el intelecto, los gustos, las letras y las miradas.

Entre anécdotas, opiniones personales y una buena conversación, descubrí un alma transparente, pura, sensible, y en ese preciso instante supimos que estábamos en el mejor lugar que existe: nuestro mundo, ese que empezamos a construir desde entonces.

Así fue como César y yo empezamos a escribir nuestra historia, un día como hoy pero hace catorce años, y desde entonces me encanta construir la vida con una persona como él; su risa es genial, con tremendas carcajadas que te hacen reír por sí solas.

Le gustan las conchas y el café con leche. Los fines de semana le encanta desayunar huevos con jamón y acompañarlos con jugo de naranja (aunque mis jugos compuestos ya se han posicionado en ese terreno, jaja). Su helado favorito es el de limón, mismo sabor que escoge siempre para la gelatina.

Tiene algunas alergias y nunca ha respirado bien del todo, pero estamos haciendo todo lo posible para que vaya mejor. Por eso tampoco practica deporte alguno; eso sí, camina muchísimo y ese es el mejor ejercicio que existe.

Es un apasionado del rock, de las buenas novelas, de la fotografía y de todo lo relacionado con la arquitectura. También le gustan las revistas de autos y todas las publicaciones que hablen de empresas y negocios globales.

Disfruta de estar en casa, de la sensación de frescura al lavarse los dientes y de secarse con la toalla recién lavada. Es algo despistado, pero ese despiste le da un dejo de niño que lo hace único. Tiene muy buen gusto para vestir y camina con gran gallardía y estilo; qué bien combina todos los elementos de sus atuendos.

Y cada vez que hablo con él por teléfono, recuerdo la primera vez que llamó a casa para felicitarme por haber quedado inscrita en el curso de italiano del CELE; ¡¡pero qué voz, qué voz, al día de hoy la escucho y siento un vuelco!!

Así, doy gracias a Dios por haberme dado la dicha de compartir el resto de mi vida con César, ese hombre íntegro y maravilloso con el que quiero seguir creciendo e inventando nuestro camino al lado de nuestr@s hij@s. ¡¡¡¡Feliz 14, justamente el que es más catorce de todos!!!!

viernes, 7 de diciembre de 2012

La didáctica fantástica de Plaza Sésamo


Durante las campañas por la presidencia de Estados Unidos, el candidato republicano Mitt Romney señaló que entre los recortes que aplicaría serían a la televisión pública e incluso desaparecería el programa Plaza Sésamo. Medio mundo se indignó y de ahí en adelante pareció como si esa afirmación le hubiera restado simpatizantes.

¿A qué se debió eso, por qué la consternación? Probablemente porque Plaza Sésamo puede considerarse como el primer programa pensado exclusivamente para el aprendizaje de los niños en una época en la que eso no sucedía, a finales de la década de los sesenta, cuando la carrera espacial y la Guerra Fría concentraban toda la atención. 

Plaza Sésamo fue creado en Estados Unidos por Joan Ganz Cooney y Lloyd Morrissett, siendo un programa en el que una mezcla de títeres, dulces monstruos –por extraño que parezca el término– y personas de carne y hueso conviven en un mismo barrio, al tiempo que enseñan a los niños las letras, los números, la ubicación de las cosas y otros tantos básicos, además de transmitirles valores como la amistad, la solidaridad y la hermandad.

En otras palabras, fue semilla de la televisión educativa. Además, tiene la particularidad de haber sido adaptado a los distintos países o regiones del mundo. Por ejemplo, la versión estadounidense incluye personajes negros, asiáticos y latinoamericanos que promueven el respeto a la diversidad, la versión israelí contempla vecinos palestinos con quienes conviven de manera normal y la versión sudafricana muestra la tolerancia entre blancos y negros.

Yo veía la versión latinoamericana (que era la que correspondía a México) durante las vacaciones (porque pasaba como a la una de la tarde, cuando yo salía de la primaria hasta las dos y media), y era buena: en lugar de tener a Big Bird, que es el pajarraco amarillo de la serie original, aquí se tropicalizó el personaje y fue transformado a un enorme perico verde de nombre Montoya (ahora llamado Abelardo), y en lugar de tener un monstruo gruñón llamado Óscar, saliendo de un bote de basura, aquí había un malhumoradillo denominado Bodoque que vivía en un huacal de madera.

Por su innovador concepto y porque sigue vigente, vale la pena celebrar que Plaza Sésamo existe y se sigue difundiendo, porque ha dejado huella en varias generaciones alrededor del mundo y al parecer lo seguirán haciendo –y lo sé porque a Lety le encantan los Plaza Sésamo, incluso ‘Eme’, que es el personaje rojo de nombre Elmo, fue una de sus diez primeras palabras. Y conoce a Lucas Comegalletas, a Beto y Enrique, a Zoe, Abby Cadabby, Archibaldo y a tantos otros que ve en sus libros, de los que ha aprendido muchísimo vocabulario a través de las imágenes, y que un día podría conocer en persona en el Parque Plaza Sésamo de Monterrey: estaría súper!!–.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Nuevos espacios para la ‘amistad’


Una de las grandes innovaciones de los Juegos Olímpicos de México ’68 fue la llamada Olimpiada Cultural, que incluía eventos artísticos de teatro, danza, música y poesía, aunque quizá el proyecto más tangible y duradero fue la llamada ‘Ruta de la Amistad’, concebido por el artista Mathias Goeritz que contó con el apoyo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez (quien creara magistralmente toda la imagen gráfica del evento), que consistía en la exposición de esculturas monumentales a lo largo de las vías que llevaban a los recintos deportivos.  

Al día de hoy, uno podía circular en un tramo de 17 kilómetros de Periférico Sur y encontrarse cada 1,500 metros con esas maravillas provenientes de la creatividad de diversos artistas de todo el mundo, sumando un total de 19 esculturas además de otras tres de artistas invitados, que fueron Alexander Calder con ‘Sol rojo’ que viste de gala la explanada principal del Estadio Azteca; Germán Cueto con ‘Hombre corriendo’, muy cercana al Estadio Olímpico Universitario, en CU; y el propio Goeritz con ‘La osa mayor’, ubicada en el Palacio de los Deportes y que sinceramente no he visto.

Eso sí, algunas de ellas se encontraban en un creciente estado de deterioro; ya fuera porque construyeron edificios más altos a un costado de ellas, por la siembra y crecimiento de árboles aledaños, porque nadie volvió a pasarles una brocha, por el graffiti o por el olvido al que se les había condenado, lo cierto es que la mayoría de ellas ya ni siquiera contaba con las emblemáticas placas de piedra donde se leían el autor y su nacionalidad con la tipografía del ’68.

Afortunadamente, no sé si por la coyuntura de la construcción de la Autopista Urbana Sur o porque al fin se dieron cuenta que se debía rescatar esa parte de nuestro patrimonio artístico, pero de unos meses a la fecha se han venido acondicionando las zonas circundantes a las gasas ubicadas entre Periférico e Insurgentes para reubicar unas 8 o 9 de ellas.

Y qué bien se ven, monumentales, brillantes, erguidas, orgullosas de ser admiradas de nuevo y agradecidas con los patrocinadores que a partir de hoy se harán cargo de su mantenimiento. Entre ellos Pirelli, Perisur, Adidas e incluso los vecinos de Villa Olímpica, todos conjuntando esfuerzos para restaurar tan valiosas obras –recordemos que el arte es legado cultural para nosotros y para las generaciones por venir–.

Si bien es cierto ahora no será propiamente una Ruta, sí será un espacio donde las obras lucirán en todo su esplendor, como hace 43 años que fueron concebidas por sus autores, como en el momento en que propios y extraños se deleitaron al verlas rumbo a las competencias olímpicas –incluso Lety ya las busca cuando pasamos por ahí en el auto–.

Epílogo: la única obra que no entra en todo este rescate es la llamada Estación 12, del australiano Clement Meadmore. ¿Por qué, cuál es? Sencillo: si uno circula por Periférico de sur a norte, antes de la salida a Insurgentes, podrá observar el Colegio Olinca, y en un punto de la construcción medio se ve la magna escultura, secuestrada por los dueños de ese lugarsucho donde con esos malos ejemplos de hurto pretenden educar a las generaciones venideras. Incluso utilizaron la obra como logotipo de la institución.

Ojalá pronto se recupere la pieza, pues no se vale sustraerla así como así; y no dudo que eso se haya dado en el marco de alguna amistad o compadrazgo con el regente en turno… pero ya se les acabará el veinte a esos miserables y hasta tendrán que pagar por el uso de derechos de autor que no han sido autorizados por décadas.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Gracias


Luego de un viaje a Chile, César me regaló un cuadrito muy mono con una cita del francés Marcel Proust que dice ‘Las cosas más lindas suceden cuando sin darnos cuenta compartimos lo más simple’, y cuánta razón tienen esas palabras.

Caí en cuenta de eso justo ayer, que en Estados Unidos celebraron el Día de Acción de Gracias, y es que esas aparentes simplezas son lo que hace que la vida sea vida y que podamos alcanzar la plenitud como seres humanos, cada uno en su propio contexto.

Así, a pesar de que aquí no significa gran cosa esa fecha –aunque allá igual es hasta más importante que la mismísima Navidad–, aprovecho para dar gracias a Dios por todas y cada una de las bendiciones que me concede a diario, esos pequeños grandes detalles que la cotidianidad me regala.

A continuación, y sin pretensión de caer en lugares comunes, aquí van algunas de ellas:

- Gracias por la fortuna de contar con un techo, pues no importa cómo transcurrió el día, cómo se presentó el tránsito o qué pendientes se tengan; nuestro hogar es el remanso de paz por excelencia.

-  Gracias por contar de lleno con los sentidos; 500 millones de personas en el mundo tienen alguna discapacidad (bendito sea Dios que uno puede ver, oír, saborear, tocar, caminar, oler, etc…).
                                                                                                                                      
- Gracias por la hora en que cada noche César y yo nos acurrucamos en nuestra camita para cenar, ver tele y platicar de nuestro día; es una verdadera delicia que esperamos a diario, es el instante en que nos centramos en nuestro propio mundo.

- Gracias por la posibilidad de abrir la llave y utilizar el agua de manera inmediata; más de 800 millones de personas no tienen esa suerte y tienen que caminar kilómetros para llenar un recipiente (o conformarse con tomar agua sucia y morir de gastroenteritis, tifoidea, amibiasis u otros padecimientos gástricos).

- Gracias por la dicha de disfrutar a mi mamá a diario, de forma ilimitada; nunca imaginé salir del circuito laboral y tener todo el tiempo para nosotras, para pasear, cocinar, reír largo y tendido y generar momentos grandiosos a cada momento.

- Gracias por la fortuna de abrir la alacena o el refrigerador cuando uno quiere comer algo; 870 millones de personas padecen hambre en nuestro planeta.

- Gracias por el hecho de contar con un automóvil para trasladarse por todas partes; da mucha tristeza ver cómo las personas llevan a los bebés en el transporte público a primera hora de la mañana, o cómo la gente espera el camión bajo la lluvia con el temor de que pasen los autos y los bañen con el agua de los charcos.

- Y gracias, gracias desde lo más profundo de mi ser, por la dicha de oír a la pequeña Lety despertar llamándome con su dulce voz diciendo Mamá; por la felicidad que me da el estar con ella, jugar juntas, preparar su comida, cantarle, peinarla, cuidar que no se caiga cuando corre del estudio a su recámara, y una infinidad de bendiciones a su lado, tan sólo con año siete meses de existencia!!

viernes, 16 de noviembre de 2012

Mi música


Hacía 6 años que la cantante española Ana Torroja no venía a México, hasta que el pasado sábado ofreció un concierto en el Teatro Metropolitan. Y qué digo concierto, conciertazo, en el que cantó lo mejor de su repertorio, incluyendo el que generó durante 10 años en Mecano y del que ha sabido hacer en otros 14 como solista.

César y yo llegamos con buen tiempo para contemplar el recinto, un lugar espléndido con exterior art decó e interior neoclásico, sobreviviente de los grandes cines de mediados del siglo XX al saberse renovar como sala de conciertos.

El público extrañamente mezclado, con personas de todas las edades, condiciones sociales diversas y preferencias sexuales varias (y hablo de una mezcla porque generalmente los asistentes a cada espectáculo comparten ciertas características dependiendo el artista; por ejemplo, cuando vimos a Magneto la mayor parte de las asistentes tenía mi edad, o cuando ve uno a Il Divo la mayoría son mujeres), todos expectantes a la salida de la Torroja.

Así, a las 8.15 hrs., las luces se apagaron y aquello comenzó. Ana Torroja lucía espléndida, no pasan años por ella ni en su condición física ni en su forma de conducirse en el escenario; en serio que cuando se tienen experiencia y talento el resultado es arrasador.

Ahí, sin mayor compañía que la de tres músicos y un austero escenario con una enorme pantalla de fondo, la Torroja abrió con una canción de su más reciente disco, llamada ‘Soy’, que acompañó de un video de sus vacaciones familiares de infancia. Siguió con ‘Como sueñan las sirenas’ –rolón de su primer trabajo como solista, que debió ser del ’98– y después ‘Ay qué pesado’ –de esas que te mueven los pies, con la que todo el público nos pusimos de pie–.

Interpretó ‘Mujer contra mujer’, ‘A contratiempo’ (con la presencia de Beny Ibarra), ‘Los amantes’, ‘Quédate en Madrid’, ‘El siete de septiembre’ y ‘Duele el amor’ (con Alex Syntek, que también llegó para cantar con Ana; pobre diablo, después de la vergüenza del bicentenario por fin dio la cara, y apuesto a que nadie le dijo ‘Usted disculpe’ cuando le echaron a perder la carrera. Definitivamente eso no era lo suyo, sino generar trabajos excelentes como los del disco ‘La fuerza del destino’, de la misma Torroja, de 2006).

También ‘Hijo de la luna’ (sin duda un rolononón, tanto por la historia que cuenta como por la música), ‘Naturaleza muerta’ (del disco ‘Ay Dalai’, también una gran composición), ‘Veinte mariposas’ (con la que recuerdo mi tránsito de Monitor a SEDESOL), ‘Partir’, ‘Aire’ (las versiones que surgieron después de la original, del primer disco de Mecano, son cada vez mejores, qué canción, qué bárbaro), ‘Sonrisa’ y ‘Cruz de navajas’ (impecable, también de las que pegaron con todo en su momento).

El concierto llegó a su clímax con ‘Maquillaje’ en una versión de charleston, y cerró súper fuerte con ‘Barco a Venus’, con mucha energía, muchísima, todos saltando al ritmmo del estribillo ‘hey, hey, hey, hey’. Ahí quedaba bien el cierre, aunque después de tanto barullo la Torroja tuvo que salir de nuevo y cerrar, no por ello desmereciendo, sino con otra emblemática como ‘Me cuesta tanto olvidarte’, uf…

Total que luego de dos horas de disfrutar de todas y cada una de esas canciones que conforman lo que considero mi música – en las que canté a todo pulmón, baile y brinqué animadísimamente– se cumplió lo que dijo Ana Torroja: salimos más contentos de lo que entramos (o como quien dice, desquitamos sobradamente el boleto, jaja).

César también disfrutó mucho de la velada y afirmó que en realidad haber visto a la Torroja así es como estar en un concierto de Mecano porque es la voz original con las mismas canciones… Aun así, mantengo la esperanza de ver un día a los Mecano (como dijera el buen Gárgamel, ‘Aunque sea lo último que haga, lo último que haga’, jajaja. Y no se crean: este año estaban en negociaciones para hacer una gira; ya llegará, ya llegará, y yo seguiré esperando gustosa).

jueves, 8 de noviembre de 2012

Nuevas necesidades


Un día de la semana pasada llegaba la hora de la comida. Lety tenía listos sopa de brócoli, pechuga de pollo y chícharos que sólo requerían calentarse, así que, como ocurre con cierta frecuencia, nos dispusimos a ponerla en recipientes para microondas y proceder.

¿Cuánto será bueno? Mmm 30 segundos, que viene del refri. Programado, listo, inicio, y de repente que empezamos a oír una especie de turbina destartalada acompañada por una luz anaranjada en el interior del horno. Ups!! Detuvimos el proceso e intentamos de nuevo por si acaso hubiera sido sólo imaginación. Pero nada de eso, de nuevo la luz a medio encender y ahora el acompañamiento de un olorcillo a quemado que nos llevó a apartar para el reciclaje la provisión (quién sabe qué pudo haber despedido el aparato ese…).

De entonces a la fecha, en espera de una buena promoción para renovar nuestro microondas (tipo meses sin intereses, buen fin o cupones de descuento), nos hemos visto en la necesidad de prescindir del citado adminículo, y es increíble percatarse de cuánta falta hace; las tres mamilas del día de Lety (y la esterilización de sus respectivas chupetas), el café de César en la mañana, nuestra leche de la noche, el queso de los molletes, mi agua en ayunas en la madrugada (si no la tomo tibiecita corro el riesgo de irritarme la garganta)…

Y me pregunto, ¿en qué momento nos hicimos tan dependientes del horno de microondas? Porque es evidente que la humanidad ha pasado siglos y siglos calentando en leña, carbón y recientemente en estufa los alimentos, pero en un lapso de 20 años el mentado hornito se ha vuelto un ‘must’ en las cocinas de todas las casas, al grado que me atrevería a decir que muchas personas sobreviven con cama, tele, refrigerador y microondas.

Y no sólo ese caso, sino también el del teléfono celular, que si se le acaba la batería o se olvida en casa o alguna otra parte se siente uno como desnudo, desvalido, y piensa ‘Chispas, no tengo teléfono, ¿qué hago si pasa algo en el camino, cómo avisar, o cómo me avisan de algo importante que pase en este preciso momento?’, cuando antes andaba uno así como así por la vida, con lo puesto más lo de la bolsa y no pasaba absolutamente nada. ¿Y las emergencias? Desde un teléfono fijo o utilizando monedas en los de carácter público.

Sin embargo, es de suponerse que el avance tecnológico y la posibilidad de simplificar las labores cotidianas son las que generan estas nuevas necesidades –que se convierten en necesidades reales–, porque en el caso del microondas sí hay una gran diferencia entre poner 5 segundos el yogurt de Lety al hornito para que no lo tome tan frío o esperar unas tres o cuatro horas para que el mismo lácteo alcance la temperatura ambiente. 

viernes, 26 de octubre de 2012

Sin pudores


Este mes el color rosa se apodera de todos los rincones existentes, ya sea en la ropa, los monumentos de la ciudad, los artículos de uso diario, de belleza y los productos de limpieza: claro, es octubre y se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer. Pero particularmente se enfatiza en el de mama, que en México es la primera causa de muerte entre las mujeres.

Esto último me da mucho coraje; no sólo porque ese terrible padecimiento –en cualquiera de sus vertientes– nos ha robado a uno o más seres queridos, sino porque alrededor del 90% de los casos bastaba con una autorevisión para saber que algo no estaba bien.

Y eso no es más que verificar manualmente si hay alguna bolita en los pechos o las axilas, y verificar frente al espejo que la piel de esa zona no presente hundimientos ni cambios de textura (que se puede tornar como cáscara de naranja) o de coloración, o que el pezón supure algún líquido (claro, cuando no se tiene relación alguna con el periodo de embarazo o lactancia).

¿Tiene eso alguna dificultad?...

¡No! Sin embargo, las mujeres no lo hacen por motivos culturales, o porque les da pena, o porque hablar de las partes que implican sexualidad les es incómodo y prefieren ignorar el tema por completo.

Y qué decir de las mastografías o los ultrasonidos que se deben practicar a partir de los cuarenta años (o antes si se tienen antecedentes familiares de riesgo)… Cómo alguien más las va a ver desnudas, cómo lo van a tomar sus compañeros de vida (en caso de haber novio, esposo o anexos)… y así por el estilo, pero en muchos, muchísimos casos el pudor es el enemigo uno de las mujeres.

Por eso, hagamos lo que pregonaba una excelente campaña contra el cáncer de mama que fue lanzada hace unos años: por favor tocar, conozcan sus cuerpos, hagan caso a cualquier anomalía y dejen a un lado los tapujos, que en nada ayudan a nuestra salud.

(Y adicionalmente súmense a la causa adquiriendo esos productos rosas que están por todas partes y que un porcentaje de sus ventas se destina a los –adicionalmente– costosos tratamientos para aquellas que no se han librado del cáncer).

viernes, 19 de octubre de 2012

La otra ‘slow food’


Hace unos años surgió un movimiento denominado ‘slow food’, el cual defiende la forma clásica de preparar alimentos, es decir, tomándose su tiempo, disfrutando cada parte del proceso, llenándose los sentidos de aromas y texturas y emplatando a placer, en contraposición a la ‘fast food’ o comida rápida del tipo hamburguesas, pizzas y toda clase de alimentos elaborados de manera casi inmediata, en serie, servidos en recipientes desechables de cartón o plástico, que suponen atender la prisa que tienen por comer los consumidores.

Esto viene a colación porque recientemente, luego de pasar horas y horas jugando en el parque, Lety se quedó dormidísima de regreso a casa. Mi mamá y yo estábamos en un dilema: esperar en el coche a que despertara, con un calorón bárbaro y añorando saciar nuestra hambre, o comprar algo en el camino y comerlo en el coche. Decidimos esto último, así que nos pusimos en marcha rumbo al McDonalds que está por la casa, así nos daría buen tiempo de comer mientras Lety descansaba.

Llegamos al lugar a las dos de la tarde y nos enfilamos al AutoMac. Delante de nosotros había dos vehículos más. Bueno, a esperar nuestro turno que no podía ser largo por la naturaleza del negocio. Avanzamos un poco, luego otro poco y llegamos a la parte donde se encuentra el menú. Pasaron otros minutos y finalmente una voz surgió a todo volumen de la bocina: ‘Buenas tardes, bienvenido a Mc.Donalds, qué le podemos ofrecer’, o alguna letanía similar. Respondí ‘Buenas tardes. Van a ser dos menúes del día con café en lugar de refresco’, la voz de nuevo ‘Son 88 pesos, le cobran en la siguiente ventanilla’. Muy bien, vayamos allá entonces.

Doblamos a la izquierda como el camino indicaba, rodeando el establecimiento, y en frente seguían parados los dos vehículos que nos antecedían. ‘Bueno, ya les darán sus órdenes en lo que pagamos’, pensamos. Pero pasaban los minutos, uno, dos, cinco, y ya para entonces eran las dos y cuarto y seguíamos en el mentado Mac, sin señal alguna de poder comer aun.

Qué barbaridad, qué lentitud, ¿sí sabrán que estamos aquí, nos tomarían bien la orden? Pero si no tenía ciencia… Mmm, dedujimos algo: probablemente la tipa que toma la orden es la misma que cobra y que entrega la comida, pero sería un exceso. Al menos que hubiera muchísima gente en el restaurante…

El tiempo continuaba su curso y las obras del segundo piso del Periférico estaban a todo lo que daban; ‘Tas, tas, tas, tas’, el martilleo durísimo y nosotras deseando que no despertaran a Lety para que nos diera tiempo.

Luego de 20 minutos en espera nos cobraron, sellaron nuestro boleto de estacionamiento y de ahí nos pidieron dirigirnos a la última ventanilla. Qué bueno, ya estábamos cerca, poquito más y nos íbamos. De ahí se podía ver lo que pasaba en el interior del local: sólo había una cajera que, como supusimos, era la misma de las órdenes, del cobro y de la distribución adentro y afuera, pero el colmo fue que adentro no había ni una sola persona en la fila y los otros dos que estaban trabajando con ella en la cocina tampoco daban una para atender un triste pedido…

Ahí tuvimos que esperar otros cinco o siete minutos para que nos dieran la bolsa de papel estraza con las cosas. Todo para que, al revisar, tuviéramos que pedir servilletas, crema líquida, splenda y mostaza, qué tal con el atarantamiento y la falta de capacitación…

Y luego de media hora, entre el sofocamiento del coche, el ruidero del segundo piso y la tardanza de esos torpes, Lety terminó despertando antes de que comiéramos, comprobando con todo lo anterior que el Mac está instaurando otro tipo de ‘slow food’; no la de los comensales ávidos de recetas que impliquen picar, macerar o cocer a fuego lento los ingredientes, sino la de la lentitud y la ineficiencia absoluta.

jueves, 11 de octubre de 2012

Traumas coloniales


Una vez más llega el 12 de octubre. Como cada año, seguramente el Monumento a Cristóbal Colón será rodeado de vallas metálicas y las aceras circundantes se llenarán de policías para evitar cualquier acto vandálico. Y por si esas medidas fueran insuficientes, la escultura misma es cubierta con un plástico fluorescente, como si tuviera un impermeable, para evitar pedradas, huevazos, colocación de mantas y grafiteros.

Todo eso me parece ridículo, pues a estas alturas de la vida ¿por qué seguirse lamentando de la conquista? Quienes lo hacen no son más que un puñado de acomplejados que vienen arrastrando traumas coloniales, son resentidos que siempre buscan la ocasión para culpar al prójimo de su desgracia: ‘malditos españoles por habernos conquistado’, dicen. Y pobres, porque si bien reniegan de la parte española, tampoco son indígenas ni necesariamente les gustaría serlo.

Esos que van al monumento en esta fecha son unos amargados que parecen vivir en el ‘hubiera’: qué hubiera pasado si Colón no hubiera llegado a América, qué hubiera pasado si Cortés hubiera perdido la guerra, qué hubiera pasado si… Pero Colón llegó, Cortés ganó y todo eso sí pasó.

El hubiera no existe, y si existiera no estaríamos aquí. Y a pesar de que ninguna invasión es agradable por las consecuencias fatales que tiene para la población local –pérdidas humanas, enfermedades, vicios, corruptelas y dominación, entre otras linduras–, de eso se ha tratado la historia de la humanidad: de choques y alianzas, de conquistas y fusiones, las cuales, culturalmente, han llegado a producir cosas tan grandes como nuestra propia identidad.

Porque si estamos orgullosos de lo que somos ahora y por lo que nos consideramos un país rico, es por la aculturación, por esa mezcla de la cual surgió el mestizaje, enalteciendo la raíz indígena, el tronco ibérico y las flores y frutos que han resultado en la mexicanidad.

Sin esa fusión no existiría la llamada cocina mexicana, en la que se combinan elementos americanos como el maíz, el chile o el chocolate con otros de origen europeo, entre ellos el trigo, la uva y los lácteos (pienso por ejemplo en un delicioso pozole, en sopes, enchiladas, pollo con mole, arroz con leche, jamoncillos y chongos zamoranos, mmm).

Tampoco tendríamos bailes folklóricos, ni arte barroco hispanoamericano (que es de mis corrientes favoritas, todo cargadito cargadito pero hermoso), ni las ciudades coloniales (porque, quién no ha disfrutado de las calles de San Miguel de Allende, Oaxaca o Taxco, con su iglesia y kiosko en la plaza principal), ni la música tradicional (apoco no son increíbles el Cielito Lindo y el Huapango, este último de José Pablo Moncayo, que enchinan la piel dondequiera que uno las escuche). Es más: ni siquiera se registraría la fe por la Virgen de Guadalupe, sólo por mencionar algunas de las manifestaciones mestizas más arraigadas.

Por lo anterior, más que hablar del 12 de octubre como ‘Descubrimiento de América’, pienso que lo correcto sería denominarlo ‘Encuentro de Dos Mundos’, porque allende la dominación, lo que se debe destacar es la herencia cultural, que es el resultado más relevante de todo el proceso colonizador.

(Y pienso que este tipo de reflexión es la que se debió gestar con motivo del Bicentenario: quiénes somos los mexicanos, de qué manera nos percibimos, cómo nos ven desde afuera y cuáles son nuestros retos a futuro).

lunes, 8 de octubre de 2012

Criaturas mustias


Comúnmente se dicen dos cosas: que perro que ladra no muerde y que un animal no te hará daño mientras no provoques su coraje. Pero dadas algunas experiencias cercanas yo no estoy tan segura de que eso sea verdad, pues ¿qué hay de esas criaturas silentes que sin decir ‘agua va’ hacen de las suyas?

Esta reflexión surge a partir de que hace unas semanas, mis queridos tíos Gil y Car, acompañados de la Güera, Val y Tan, fueron de vacaciones a Quintana Roo. Entre sus paseos estuvo la visita al sitio arqueológico de Tulum, cuyo museo local tiene por mascota un tejón. El animal permanecía muy horondo tomando café del Oxxo (sí del Oxxo, así como se lee, qué loco!!) mientras los visitantes transitaban por el lugar.

En un momento, cuando mi tío caminaba por ahí, la criatureta esa corrió enloquecida, se avalanzó sobre él y lo arañó, lo mordió varias veces en las piernas y le hizo pasar un mal rato, así, como si nada, de buenas a primeras.

Otra experiencia cercana se dio cuando hace algunos veranos César y yo estábamos en San Antonio, Texas. Al sentarnos en una banca a las afueras del Álamo, de repente llegó una abeja, se paró en la frente de César y zaz, que le pica, sin que él hubiera manoteado un ‘fuera bicho’ o alguna manifestación de rechazo.

En el primer caso, afortunadamente no tuvieron que vacunar a mi tío contra la rabia porque el personal del INAH que laboraba en el sitio contaba con el certificado de vacunación del tejón, y en el segundo, ni tarda ni perezosa saqué el aguijón de la piel de César para que no generara el dolor que sigue a la picadura de esos insectos. Pero en ambos, el susto nadie lo quita.

De cualquier forma, la pregunta obligada sería ¿qué generó el ataque de esos animales, por qué actuaron de esa forma cuando no se les había hecho nada? Es difícil saberlo; quizá fue instinto confundido o que en todas las especies hay elementos que enloquecen y así actúan, dando puñalada trapera (y conste que estoy dejando fuera de este Tutti Frutti a las criaturas mustias de dos patas, esas que no sabemos qué piensan, que nunca opinan nada, pero a la hora de la hora son de peligro porque avientan la piedra y esconden la mano, qué mello…).

Las lecciones aprendidas de ese tipo de acercamiento con ciertas criaturas, para futuras ocasiones (que esperamos no ocurran), son:

1. Evitar la presencia de animales silvestres como mascotas en lugares con gran concurrencia de personas (más vale prevenir que lamentar).
2. En caso de que un ataque ocurra, lavar muy bien el área afectada y acudir a un centro de salud (en caso de mordeduras o picaduras).
3. No dar a los animales cafés del Oxxo (ni de ningún otro, hasta dónde hemos llegado, jaja…).

jueves, 27 de septiembre de 2012

El otro centenario


Dos mil diez no fue el único año de centenario; en mi calendario también lo es 2012, siendo el próximo domingo la fecha cumbre, pues se cumplen cien años del nacimiento de Lita, esa mujer maravillosa, vital, ocurrente, antojadiza, llena de energía, que hizo de nuestra convivencia con ella una verdadera delicia.

Con ella compartí una infinidad de cosas, el día a día. En una palabra, todo. Cuando yo estaba en el kínder ella formaba parte del contingente en los paseos escolares, ¡no fallaba!, toda la primaria y secundaria me recibía al regresar a casa en el camioncito escolar, y ya en la universidad me acompañó a dejar los documentos necesarios para formalizar mi inscripción. 

Recuerdo con ella las idas al cine, al mercado (en la Condesa y en nuestros rumbos actuales, que tardaba horas, e íbamos hasta tres veces…) y a los centros comerciales. Y, por qué no decirlo, hasta a los velorios, que le gustaban porque veía a muchos conocidos.

Ella siempre me procuraba atenciones y antojo y medio; he ahí uno de los orígenes de mi gusto supremo por la comida, seguro, jaja!!. Su amiga Piedad, ella y yo paseábamos por Chapultepec y al final del trayecto tomábamos root beer. O cuando llegaba de la primaria me recibía con un licuado de mamey y leche evaporada (o clavel, como ella le llamaba). Y por supuesto, no nos perdíamos los programas de cocina que pasaban en televisión (Chepina Peralta era nuestro hit!!).

Lita me indujo a las ofertas de las tiendas (cómo esperaba la gran venta de verano y la de fin de año en Palacio de Hierro y Liverpool!!), a ver telenovelas (en aquel tiempo sí había buenos guiones y actuaciones que valían la pena, lo cual ahora seguramente no sucede) y a pasear durante horas, y horas, y horas, y horas (qué pila, qué bárbara!!).

Ella me enseñó el arte/oficio de obtener información y de conocer los detalles mediante la observación. Lita siempre dijo que hay que arreglarse e hizo de la unión familiar una de sus principales banderas (no había cumpleaños, aniversario o santo que no pusiera en marcha su estrategia recordatoria para que a nadie se le olvidara el acontecimiento).

Su color favorito era el café, su helado preferido era el de guanábana y siempre me ‘heredaba’ un huevo estrellado cuando pedía unos ‘divorciados’ en el Vips. Fuimos juntas al concierto de Locomía, su inglés era genial (quién no recuerda el celebérrimo ‘alivinis nais’, jaja) y le gustaba preguntar el precio de todos los artículos que vendían en la playa para al final no comprar nada o de plano llevarle regalo hasta al perico. El pozole que hacía era buenísimo, en serio buenisisísimo, y se lamentaba de no tener en la cara la piel lisita lisita que tenía en la panza.

Tenía comal y metate con todo mundo, al grado que una vez invitó a desayunar a los ñores de la delegación que estaban fumigando el jardín. También le gustaba pedir autógrafos o cruzar alguna frase con algún personaje público que encontraba en la tienda (como cuando vimos a Guillermo Murray en el Sam’s, se acercó a su carrito y le preguntó ‘Disculpe, ¿dónde tomó esa ensalada?’, como si a Lita le hubieran apurado las verduras, jaja!!)

Cómo le hubiera gustado estar todas juntas, abrazando fuerte fuerte a la pequeña Lety (lo mismo que a mi Abuelín!!), cuántas horas hubiera pasado en la ventana de nuestra recámara practicando el espionaje que le encantaba, y cómo hubiera disfrutado del Asturiano (me imagino perfecto su carita al ver a las ñoras ‘bichis’ pasearse por los vestidores, jaja)…

Si bien es cierto que no los vemos, estoy segura que ambos permanecen a nuestro lado, sólo que de una manera distinta a la convencional. Por eso y mucho más, este domingo habrá que celebrar tan grande acontecimiento, dándole a Dios las gracias por la dicha de habernos dado a Lita, un ser humano simple y sencillamente excepcional!!

viernes, 21 de septiembre de 2012

Nuestra influencia cultural


Desde hace años, académicos, analistas y ‘opinólogos reflexivos’ (como yo, jaja) hemos señalado que este pobre país no tiene rumbo y que prácticamente no existen políticas sectoriales serias, sino que todo marcha gracias a la inercia que el tiempo ha generado.

Uno de esos ámbitos es la política exterior, que de una década a la fecha se ha vuelto pasiva, carente de compromiso, absurdamente cautelosa y gris, gris hasta la saciedad, un gris apático que ha ignorado su histórico liderazgo en foros regionales e internacionales.

Sin embargo no todo está perdido, pues hay señales inequívocas que indican que nuestra presencia sigue ahí, de la manera más sutil y entrañable; me refiero a la influencia cultural, el también llamado soft power. Ya sea en el plano formal o mediante las industrias culturales (entiéndanse por estas últimas los productos musicales, televisivos o cinematográficos, entre otros), muchas personas de otros países tienen presente a México en su cotidianidad o en su memoria.

Esto viene a colación porque en su más reciente comisión de trabajo, César estuvo platicando con funcionarios y ciudadanos de América Latina, en el marco de una inauguración fotográfica alusiva al mundo maya. Las voces se levantaban: ‘‘México es inagotable’, ‘Qué lugares, qué diversidad tiene México’, y así por el estilo.

Y no sólo eso, sino que un ñor de Costa Rica dijo nostálgico ‘A mi mamá le encantaban las películas de Joaquín Pardavé’, y un chileno habló emocionado de Cepillín como uno de sus referentes de infancia, qué loco!! Incluso buena parte de las delegaciones a las que me tocó recibir como parte de mi trabajo en el gobierno federal hacían hincapié en que Chespirito era y sigue siendo lo máximo en sus respectivos países.

El caso más emblemático que me ha tocado atestiguar fue cuando conocí al Embajador de Angola en México (que debe estar por terminar su encargo), quien amablemente me saludó y lo primero que dijo fue ‘¡Oh, México! Ustedes han dado al mundo al más grande embajador de todos los tiempos (y yo hacía mentalmente un recuento apresurado de personajes como Alfonso García Robles o Genaro Estrada, anticipándome al rumbo que podía tomar la conversación): Cantinflas. Todos íbamos siempre al cine a ver sus películas, fabulosas.’ ¡Qué tal el impacto, hasta el África más profunda llegamos!

Por todo lo anterior, el hecho de que Enrique Peña Nieto esté realizando una gira por América Latina no es casual y habla de una excelente asesoría en materia de relaciones internacionales, pues sólo falta despertar y abandonar el letargo para que reavivemos lo que fuimos y, por lo visto, lo que seguimos siendo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Las letras para niños (y no tan niños) de Roald Dahl


En serio que qué buenos son los libros de Roald Dahl y qué poco se les conoce. La primera vez que oí hablar de él fue luego del lanzamiento de la película Charlie y la fábrica de chocolate, un filme magistral de Tim Burton, uno de mis favoritos, con una composición visual impresionante (también vi la versión de Willy Wonka de los años setenta, con el actor Gene Wilder, y también me gustó).

Tiempo después compramos el libro en su versión original, con ilustraciones de Quentin Blake (quien gráficamente se ha vuelto el maestro de los libros de Dahl), y la historia me encantó por su trama bizarra, sus personajes tan particulares que parten de la realidad y la caricaturizan, y una imaginación bárbara que plasma la identidad del autor.

Posteriormente leí James and the giant peach, que cuenta las aventuras del pequeño Jim y un grupo de insectos enormes que viajan al interior de un melocotón; Matilda, una niña que amaba los libros y que tenía una inteligencia desbordada; The missing golden ticket, con datos inéditos del autor y sus libros; y The witches, donde se enseña que las brujas pueden ser cualquier mujer que esté al lado fingiendo normalidad cuando en realidad quieren aniquilar a los niños (en eso soy experta: yo identifico brujas fácilmente pues en el trabajo abundaban, jajaja!!).

Todos los libros de Dahl parecen partir del mismo punto, que es la adversidad, para después conducirse a situaciones sublimes que llevan a encontrar el camino hacia el vuelo definitivo, hacia la plenitud, la libertad o la felicidad, y aunque los personajes principales padecen la mala actitud de algún villano, siempre hay amigos o seres positivos que contribuyen al buen logro del relato.

Algunos títulos han sido llevados al cine, pero desafortunadamente no han tenido el éxito que merecen, no sé si por la dirección, por los actores o por qué, pero no dan su lugar a los textos. Por ejemplo, James and the giant peach fue un filme animado de los Estudios Disney en 1996, bajo la dirección del mismo Burton, pero dudo mucho que a alguien le suene. O Matilda, del mismo año, protagonizada por Mara Wilson y Danny De Vitto, que no pegó nada –incluso nosotros la vimos hace apenas unos 6 años en tele, porque en cine pasó de noche–. O The witches, de 1990, con Angelica Houston, que no llamó tanto la atención.

La fama de ese autor, fallecido hace 20 años, que empezó escribiendo relatos para sus hijos y terminó siendo la delicia literaria de generaciones enteras alrededor del mundo, ha derivado en la celebración del Día de Roald Dahl cada 13 de septiembre, fecha de su natalicio pero de 1916. Por ello, sus libros están disponibles en decenas de idiomas, incluyendo el español, así que la lengua no es obstáculo para conocer las letras de Dahl.
                                                                                                                                  
(Volviendo a Charlie y la fábrica de chocolate, su simple título me lleva a imaginar el río de chocolate y la cascada donde éste se mezcla, casi lo puedo saborear, mmm!! Definitivamente es el tipo de relato fantástico que transporta!! Les recomiendo ampliamente el libro, y en lo que se animan tienen que ver la película, cada parte es única, las intervenciones de los abuelitos son geniales!! Con decirles que vimos el estreno en cine y a Lita le encantó!!).

sábado, 8 de septiembre de 2012

Exportando sabores


En algunos sistemas de televisión por cable existe un canal llamado El gourmet, el cual, como su nombre lo indica, se especializa en la producción de programas relacionados con la gastronomía; cocina mediterránea, vinos del mundo, resuelven dudas sobre las técnicas para elaborar una receta, etc… También hay programas de cocina regional o por país como Colombia, Argentina o Perú.

Entre estas resalta la presencia que tiene nuestra gastronomía, que se lleva por mucho en tiempo y recursos al resto de la programación. Particularmente, me he volcado en dos de ellos por la aportación que hacen al mundo de nuestros sabores y por la forma en que muestran nuestros lugares y nuestros paisajes al resto de América Latina. Me refiero a La historia se sienta a la mesa y a Tulum: cocina de playa.

El primero tiene tintes bastante cultos, pues se centra en vincular la cocina con los grandes momentos de la historia de México, algo muy interesante tanto en contenido histórico como gastronómico. Lo conduce al escritor Benito Taibo y semanalmente es acompañado por un historiador y un chef, de acuerdo a la temática a tratar.

Por ejemplo, van al Castillo de Chapultepec y hablan del período en que Maximiliano y Carlota vivieron ahí, comentan la cena que ofrecieron al llegar a nuestro país y reproducen algunos de los platillos. O mencionan el centenario de la Independencia de México y elaboran el menú que Don Porfirio eligió para celebrar aquel acontecimiento.

El segundo se podría decir que es el lado opuesto, pues lejos del formalismo y la seriedad, el chef a cargo, Alfonso Cadena, es coloquial y espontáneo, literalmente un fresco, y la cocina que maneja es del corte ‘fusión’, es decir, utiliza algunas bases e ingredientes tradicionales, pero les da un toque experimental (eso sí, con los pescados y mariscos como base).

Cocina de playa, como su nombre lo indica, se transmite desde un rincón en Quintana Roo, con el Mar Caribe de fondo y a la sombra de una palmera, echando mano de utensilios tan mexicanos y diversos como los canastos tejidos de palma del Centro del país, las jarras y vasos de vidrio soplado de Occidente, las palas de madera de Oaxaca y los textiles deshilados de Aguascalientes.

Cada vez que hacen una pausa en la transmisión o para dar un giro al programa, introducen música popular correspondiente al periodo de auge de la radio y el cine en México, aquella que es ampliamente reconocida por propios y extraños como uno de los elementos identitarios que nos caracterizan (como el bolero, los tríos, etc…).

O si el chef Cadena tiene que esperar a que un pulpo u otro ingrediente esté listo, de plano se tiende sobre una hamaca, qué loco!!

Si se tiene la oportunidad hay que ver los dos programas, que son una auténtica delicia para el paladar y para la vista, tanto por su originalidad como por la exportación gastronómica que llevan consigo. 

viernes, 31 de agosto de 2012

Londres alternativo


Hace un mes el mundo presenciaba la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres, y dos semanas más tarde la totalidad de las competencias llegaba a su fin. Todo parecía indicar que no habría más medallas, ni espectadores llenando los escenarios deportivos, ni más banderas izándose con motivo de una victoria, ni más registros superados hasta Río de Janeiro 2016.

Sin embargo no todo estaba escrito: faltaban los Juegos Paralímpicos, que se han celebrado año con año desde Roma 1960 y que son tan importantes como los Juegos convencionales y los de invierno, aunque con una indiscutible variante: como sus participantes no dejan millones en ganancias a las federaciones, ni a las empresas, ni a los medios de comunicación internacionales, ni a los países, pocos les ponen la debida atención (a pesar de que muchas veces ganan más medallas que los 'buenisanos').

Lo bueno es que al menos un canal deportivo en la televisión privada mexicana le apostó a estas competencias (que casualmente encontramos, porque ni siquiera en los noticiarios mencionaban el acontecimiento) y así pudimos presenciar la ceremonia inaugural.

Todo inició con el gran Stephen Hawking en medio del escenario principal, siendo la persona con discapacidad más conocida del mundo; ese pobre hombre cuya lucidez se encuentra atrapada en un cuerpo estático, atado a una silla de ruedas. Si bien es cierto la ceremonia se centró en la creación del universo partiendo del big bang (sin una clara relación con los deportes), nos pareció una muy buena apertura, incluso mejor que la que vimos en la parte convencional.

Fue un evento pleno de luces, con un hilo conductor más claro, no tan largo y con una carga emocional más fuerte por obvias razones (eso sí, les faltó Rowan Atkinson y les volvió a sobrar la Reina Isabel II, jajaja). Al igual que en los Juegos Olímpicos, fue muy emocionante el desfile de las delegaciones, quienes hacen posible la magia del olimpismo, luciendo sus uniformes, todos muy animados al momento de circular por la pista de tartán.

Por parte de México todos los deportistas iban con chamarras y jorongos con diversos motivos, texturas, colores y tejidos propios de la mexicanidad, lo cual me gustó mucho porque muestra nuestra diversidad, nuestra pluralidad. Y en el caso de los británicos, fue muy original ver la bandera del Reino Unido girando en las ruedas de las sillas especiales.

Y ahí iban las decenas y decenas de nuestros atletas, seguro con todas las ganas de dar lo mejor de sí, de poner su nombre y el de nuestro país en el medallero, de mostrar que todo es posible cuando se tienen ganas de hacer las cosas, qué emocionante se ve que va a estar esto!! (y la gloria paralímpica no tardó en llegar, pues al momento de escribir este Tutti Frutti ya teníamos la primera plata en natación, súper!!).

viernes, 17 de agosto de 2012

Formas de dar el ‘changazo’


Qué feo se siente ver caer a alguien. Por ejemplo, hace dos fines de semana íbamos en el coche y de repente, al voltear hacia la izquierda, fui testigo de cómo una señora perdió pisada en el último escalón de un puente peatonal e irremediablemente fue a dar al piso. Ouch, pobre ñora, qué manera  de dar el changazo…

Eso sí, cuando le pasa a uno, quizá de nervios, la risa no se hace esperar. Como en el otoño de 2010, cuando mi mamá y yo fuimos a hacer unos trámites a las oficinas centrales del Registro Civil. Fue antes de entrar a trabajar, así que llevaba unos pantalones más formales y unos zapatos que le combinaban, aunque eran algo lisos de la suela para mi entonces condición de embarazo (dijeran los obsoletos ‘de gravidez’, jajaja).

A esa hora los ambulantes lavaban las banquetas y el piso estaba mojado, así que mi mamá me ofreció sus zapatos, que tenían goma en la parte inferior. Yo le agradecí el gesto, pero argumenté que eran negros y no combinaban con mi atuendo, así que mejor me quedaba con los que llevaba.

Fue en ese momento que me resbalé un poquitín, hacia atrás, uf!!, no pasó de ahí afortunadamente. Pero di el paso y volví a resbalar, ahora hacia adelante, y otro paso y un nuevo resbalón hacia atrás, ¡qué ridiculez, jajaja! Y en ese momento mi mamá me habló con voz firme y dijo ‘Por Dios, cámbiate esos zapatos’, y para evitar el changazo le hice caso (pero cómo nos reímos, qué cosa más chusca, aunque qué peligroso para la pequeña Lety que iba a bordo).

Sin embargo, hay de changazos a changazos, porque ayer César fue testigo de la muerte de un señor en plena vía pública: salía a comer en horario de oficina y al caminar por la banqueta vio cómo un joven intentaba reanimar al ñor, quien se encontraba tirado, pálido, quizá víctima de un infarto o de un mal golpe al caer al suelo (y se sabe que murió porque cuando César regresó ya estaba en el lugar el camioncito del Servicio Médico Forense…).

Pobre hombre, quién sabe si llevaría algún tipo de identificación, cómo saber si estaba enfermo o si fue un accidente que se pudo evitar. Qué triste terminar así…

Pero para changazos el de una ñora de SEDESOL hace como año y medio; fue muy comentado que alguien había fallecido en su lugar de trabajo en el otro edificio sede, ahí sentada, frente a su computadora, dando el changazo en plena oficina. Y como no tenía la mejor relación con su jefa, la muy tipa mandó sacar a la calle el cuerpo con tal de que no le fincaran responsabilidades.

Así, se diría que simplemente murió en la avenida, como el pobre ñor al que vio César, y la recogerían sin tanto cuestionamiento (para que vean en qué clase de cloaca estaba yo metida… Como bien dice César, más que Desarrollo Social lo que hay ahí es Subdesarrollo Social, qué bajeza…).

viernes, 10 de agosto de 2012

Gabo se va a Macondo


Sinceramente me había abstenido de escribir este Tutti Frutti porque aun me niego a creer lo que le da sustancia –quizá porque la negación sea la actitud inmediata ante algo que no queremos que suceda–. Sin embargo, también siento la imperiosa necesidad de contarlo, y es que hace uno o dos meses íbamos las tres circulando en el auto, cuando el conductor del noticiario radiofónico dijo que el hermano del escritor Gabriel García Márquez afirmaba que Gabo padece demencia senil, como ha sido la constante en su familia.

Señalaba que su padecimiento ha derivado en que no dé más entrevistas porque la memoria le está fallando, que en ocasiones ya no reconoce a sus interlocutores y que muy probablemente ya no sea capaz de escribir otro libro.

Ay Gabo, admirado Gabo, ¿será que ya estás en Macondo, esperando que los Buendía den la vuelta a la esquina para saludarte y agradecerte la fama infinita que les diste; será que el otoño no sólo le llegó al patriarca sino también a tu inmensa pluma; o será que te has unido a escribir las cartas que por encargo redactaba Florentino Ariza antes que el cólera llegara?

No me digas que nos vas a dejar con las ganas de conocer la segunda parte de tus memorias –que en la primera, ‘Vivir para contarla’, me encanta el vestido, sí, vestido, con que sales en una foto de tu más tierna infancia, con una galleta en la mano–.

Todo esto me hace recordar que en la primavera de este año estábamos en Perisur cuando vimos pasar a un señor muy parecido a García Márquez, que iba acompañado de un chofer y una enfermera. Ante la interrogante de si se trataba o no del escritor colombiano, preferimos seguir nuestro paso –o probablemente también negamos la posibilidad de que el personaje al que vimos, con el semblante algo demacrado, acompañado de empleados en lugar de algún ser querido y en el anonimato absoluto, fuera él–.

Me niego a creer que Gabriel García Márquez no siga siendo el hombre lúcido que ha legado las magnas letras que le hicieran acreedor al Premio Nobel de Literatura hace justamente 30 años; me niego a pensar que esa mente brillante, imaginativa, audaz y desafiante se haya fugado –o será que la suya estaba destinada a formar parte del realismo mágico de su obra y que sólo así se explique su partida–.

Hay quienes señalan que esas declaraciones obedecen a conflictos familiares, pero sea como sea, prefiero pensar en el Gabo de los libros, imaginarlo escribiendo en alguna casa de San Ángel –donde radica hace décadas– y saberlo contento y de buen humor como también su hermano afirmó que se encuentra al día de hoy.

(Y nunca olvidaré la ocasión en que César, mi mamá y yo lo vimos en la Sala Nezahualcóyotl antes de iniciar un concierto especial de fiestas patrias, hace unos 5 años: en el palco principal estaban Juan Ramón de la Fuente, entonces rector de la UNAM, el periodista Jacobo Zabludovsky y el mismísimo Gabo. Entre semejantes personalidades, el recinto que es bellísimo y con el Himno Nacional de fondo, con el público de pie, no pudimos evitar las lágrimas –ni quisimos hacerlo tampoco–).

viernes, 3 de agosto de 2012

¡Qué atascados!


El pasado fin de semana César, Lety y yo regresábamos del centro comercial cuando la pequeñita se quedó bien dormida en el coche. Para no despertarla decidimos quedarnos en el estacionamiento de la casa. Frente a nosotros estaba uno de esos pobres diablos que desperdician el sábado fingiendo que dan mantenimiento a su auto, en este caso dándole una supuesta ‘lavada a conciencia’ por dentro y por fuera.

(Y lo critico porque no puede ser serio alguien que se pone a lavar un coche a la una de la tarde –hora en que el sol cae a plomo–, con calcetines y chancletas, que tiene el pelo pintado y encima le pone playeras a los asientos…).

El tipo tenía dos cubetas de Coca Cola, rojas, viejas, que dejaban ver el agua con la que hacía –o fingía hacer– sus labores, que debieron ser unos dos litros de agua chocolatosa, ya súper sucia de enjuagar en ella el trapo.

Su otro utensilio era precisamente el pedazo de tela, también cochinísimo, que luego de introducirlo al lodo, digo, agua de la cubeta lo tallaba en la guarnición de la banqueta –desconocemos el propósito o la lógica de esa acción, pues si lo que pretendía era lavarlo lo único que conseguía era agregarle más tierra–.

Después pasaba el mísero trapo por la carrocería del vehículo, luego por algunas esquinas que comparten interior y exterior y repetía lo de la cubeta y la guarnición, así unas dos o tres veces desde que lo observábamos.

Y de repente, en cuanto menos pensamos, el tipo tomó el trapo después de añadirle el lodo de la cubeta, la tierra del suelo y el pulguero de la lámina, y muy horondo se lo pasó por toda la cara, suponemos que ‘para refrescarse’…

Ajt, qué atascado!!...

Y ese mismo fin, al hablar de eso, un cuate nos contó que en el Estadio Luis ‘Pirata’ Fuente, del puerto de Veracruz, pasa un ñor vendiendo congeladas –que en sí mismas ya son un asco, pues no se sabe ni de qué agua las hacen ni qué había en las bolsitas donde vierten el líquido azucarado–. Antes de entregarlas al consumidor, las limpia con un trapo húmedo para quitarles el polvo que se les hubiera pegado. Pero cuál es la sorpresa de la gente cuando un rato más tarde, el mismo trapo va a dar a la sudorosa cabeza y a la frente del individuo.

O cómo dejar a un lado las historias de meseros que mezclan en un mismo vaso lo que van dejando algunas personas al final, ‘para que no se desperdicie’; o los vendedores en la vía pública que con las manos negras de intemperie, suciedad y falta de higiene llenan bolsitas de dulces, pistaches, morelianas o alegrías; o qué decir de los ‘barmen’ que le toman a las bebidas antes de entregarlas para ‘cerciorarse de la calidad de la bebida’… En pocas palabras, por asquerosidades no paramos…

Por todo lo anterior, ¡cuidadito con los atascados, ajt!

viernes, 27 de julio de 2012

Nuestro contexto olímpico


César y yo paseábamos por Madrid cuando la capital española se encontraba entre las cinco ciudades finalistas para acoger los Juegos Olímpicos de 2012; todo estaba impecable y prácticamente todos los postes de las avenidas principales ostentaban el logo oficial de la candidatura. ‘¡Qué bien si lo logran, es una linda ciudad’!, pensamos. Semanas más tarde el fallo favoreció a Londres, la capital británica, que no conocíamos entonces.

Poco tiempo después tuvimos la fortuna de estar allá, experiencia que nos dejó un gran sabor de boca (ver el Tutti Frutti del 14 de mayo de 2010). Ahhh, Londres, con todos sus museos, sus calles, autobuses y detalles en rojo, sus gigantescos parques y todo lo ‘british’ que lo hace tan pero tan especial, como los uniformes de los guardias reales, Sherlock Holmes y un etcétera tan extenso como lo son mis recuerdos de aquel viaje.

Los años pasaron y finalmente llegamos a la cita olímpica (lugar común en los medios de comunicación). Confieso que los meses precedentes, incluso las semanas anteriores, no había sabido ningún detalle de los Juegos Olímpicos por venir; ni conocía a las mascotas, ni las fechas en que se desarrollarían, ni la ubicación de la villa olímpica, ni los atletas destacados que competirían, ni nada. Sin embargo, tenía bien presente que sería en esa magnífica ciudad.

Y mientras más cerca estábamos del evento y más imágenes pasaban de la capital británica, mi mente se trasladaba al London Eye (con escenas espectaculares de la ciudad, a un lado y otro del Támesis), la Torre de Londres, el Palacio de Buckingham, Paddington (donde estaba nuestro hotel), las calles aledañas a Oxford Street (donde abundan las comunidades musulmanas), las estaciones del metro (las más antiguas del mundo, con pasillos estrechos, estrechos, estrechos y cientos de escalones), los teatros en Picadilly Circus… ufff, cuántos momentos increíbles pasamos allá!!

El día de hoy, 27 de julio de 2012, tuvimos la oportunidad de ver en vivo y en directo, en casita, la inauguración de Londres 2012, y pienso que estuvo, mmm, bien, sí, bien, quizás algo lenta y, como dice mi mamá, un poco conservadora, pero vale la pena destacar a Rowan Atkinson (o Mr. Bean, que tiene un humor que me encanta, jajaja, parodiando con video pegote la película ‘Charriots of fire’, jajaja, y haciendo de las suyas con un teclado, jajaja), la interpretación de Sir Paul Mc.Cartney de ‘Hey Jude’ (cuando hay talento…) y, por supuesto, el desfile de las 204 delegaciones, que son quienes hacen los Juegos Olímpicos.

(Nota: y mil veces una inauguración como la de hoy a la ostentación y el absurdo de los chinos hace 4 años en Beijing 2008…).

Y de lo prescindible estuvieron el antipático de Beckham llegando en una embarcación con la antorcha olímpica a las afueras del estadio donde fue la inauguración, y la Reina Isabel II (pobre ñora, qué rancia es… y no sé qué estuvo peor: si su atuendo fuera de lugar o el hecho de que se estuviera jugando las uñas mientras pasaba el contingente de atletas británicos…).

Finalmente, cuando llegó el momento de encender el pebetero (muy original, detalle que también vale la pena destacar), abrazamos fuerte fuerte a la pequeña Lety (que, muy ad hoc estrenaba calcetines que ostentaban la bandera británica), con una emoción muy grande al verla presenciar sus primeros Juegos Olímpicos (y que esperamos vengan muchos pero muchos más para compartir con ella!!). 

viernes, 20 de julio de 2012

La tropicalización económica de Europa


Europa, sinónimo de Occidente; semillero de ideas, territorio de raíces, espacio para la creación artística. Europa, cuna de mentes brillantes, pionera en el reconocimiento de los derechos del hombre, madre de la modernidad.

Europa, así de civilizada, abierta y flexible como se concebía en los últimos tiempos, con la Unión Europea (UE) dando cabida a naciones tan diversas como Holanda, Polonia o Reino Unido, ahora ve caer estrepitosamente sus economías, y cual países latinoamericanos de los años ochenta, se ven en la penosa necesidad de tocar la puerta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y estirar la mano a sus socios europeos para conseguir recursos que los saquen del fango.

Pero no sólo eso: aplican medidas de estrangulamiento social que no hacen más que fomentar el descontento de sus pueblos, los cuales tienen que pagar los platos rotos de malas administraciones gubernamentales, despilfarros varios y, en ocasiones, de los errores de los banqueros.

Primero le sucedió a Italia, luego a Grecia y el turno es ahora para España, con una crisis que día a día aumenta de intensidad. Lo más reciente fue el anuncio que hicieran las autoridades del Partido Popular español (o Impopular, juzguen ustedes) de las medidas que habrán de tomar para subsanar el déficit en las finanzas públicas.

Entre ellas destaca la de aumentar el IVA al 21% (si aquí ya es un abuso que nos cobren el 16%, el colmo fueron 5 puntos porcentuales más para los españoles…) y gravar artículos y sectores que anteriormente no pagaban ese impuesto.

Por ejemplo, ahora se pagará IVA por ir al cine, a un concierto o a un espectáculo de danza. También por cortarse o pintarse el pelo en un salón de belleza o peluquería, por comprar flores o por adquirir un libro (y las industrias culturales dicen ‘No me ayudes, compadre’). De los más extremos me parece el de gravar a las ópticas (maldita la hora en que la gente tiene miopía, astigmatismo o necesita anteojos para vista cansada…) y los servicios funerarios (cuidadito y te mueres porque ya se atoraron a tus deudos…).

No contentos con eso, a los servidores públicos les están jugando la peor de las pasadas, pues se anunció que no tendrán vacaciones y tampoco les darán aguinaldo (como si no se lo hubieran ganado con más de medio año trabajado. Y es que me pongo en sus zapatos por haber estado en gobierno y la verdad es que no se vale…).

Además, se recortaron recursos para el sector social (entiéndanse servicios de salud y educación), ir a la farmacia con receta en mano ya supone pagar un euro por el servicio (como en restaurante, como si el consumo per se no fuera suficiente) y a ver qué otras monadas se les ocurren.

Y como siempre, la salida fácil es aumentar o inventar impuestos para que los ciudadanos ‘hagan el sacrificio’ y ‘todos juntos’ saquen adelante a su país. Sí, como no… Y todavía el cínico de Mariano Rajoy, presidente del gobierno español, dijo ‘Sé que hace unos años afirmé que mayores impuestos no eran la solución, pero no queda más que hacerlo, y en cuanto se pueda todo regresará a la normalidad’. ¿Sí? Aquí Zedillo subió el IVA de 10 a 15% en 1995 y lejos de volver al inicio, hace unos 3 años nos lo subieron a 16%...