viernes, 27 de marzo de 2009

La magia de Chapultepec

En fechas recientes, César y yo hemos ido a Chapultepec y no cabe duda que es un lugar sensacional, de tradición, donde chicos y grandes la pasan fenomenal, con una oferta cultural, deportiva y de entretenimiento única.

En febrero fuimos al mariposario y al insectario, ambos en el interior del Zoológico Alfonso L. Herrera – de quien hay que saber que fue el fundador del lugar, interesado en que los mexicanos conocieran animales de México y el mundo –. En el mariposario, con una buena ambientación, nivel de humedad controlado y jardineras por doquier, es posible ver mariposas por todos lados, acompasando su vuelo con el agua de una cascada y una relajante música instrumental.

Lo mejor es que los biólogos del lugar – porque eso sí, toda la gente que trabaja ahí es especialista en flora y fauna – te dan un recipiente especial con un lepidóptero – que es el nombre científico de mis queridas farfalle – para que la liberes ahí mismo. Y te recomiendan que pidas un deseo, se lo cuentes a la mariposa antes de su vuelo y que ella se encargará de divulgarla para que se cumpla.

En el caso del insectario, cómo me acordé de mi Abuelín y sus colecciones: había toda clase de bichos ponzoñosos con sus buenas descripciones de ubicación geográfica, grado de peligrosidad, información de cada especie y, dado el caso, aviso de su riesgo de extinción.

A medio día un biólogo da una plática donde se habla de los mitos y realidades de insectos, arácnidos y otros bichos, con la posibilidad de poder tenerlos en la mano. Y lo más loco fue que me animé y me caminaron por el brazo una cucaracha de Madagascar, un escorpión (casi era del tamaño de mi brazo, impresionante!!) y una tarántula, uffffffffff!!!!!!!!!!!!!!

Y hace ocho días fuimos a los triciclos acuáticos del Lago Mayor. Qué grato fue ver que especies locales como garzas, patos y tortugas han regresado gracias a las tareas de rescate de Chapultepec. Además, todo está muy organizado: la renta de equipo, el otorgamiento de chalecos salvavidas, el personal está uniformado y capacitado y todo tiene señalamientos bien hechos.

De ahí fuimos a echar un vistazo a las actividades de la Casa del Lago, que incluyen talleres, exposiciones, un buen rato en las hamacas que están en los jardines (que se antojan para leer) y un paseo alrededor de la estatua de León Felipe, sobre un montículo lleno de flores.

Y así se pueden citar innumerables actividades que puede uno realizar en ese bosque que encierra un encanto tan particular: visitar museos, hacer ejercicio, organizar un día de campo, andar en bici, pasear a las mascotas, comer chicharrones con limón y salsa, andar en bici, recetarse unos buenos algodones de azúcar y festejar los cumpleaños, porque cuántas fiestas no vivió uno ahí!! En mis fotos de infancia figuran dos que fueron particularmente memorables por los pasteles: uno de Blanca Nieves y los Siete Enanos, y otro de Tortuga con todo y su sombrerito.

Por esto y más, Chapultepec ha sido, es y será parte del imaginario colectivo de los defeños: nuestro gran pulmón citadino, nuestro lugar de esparcimiento, la memoria viva de la ciudad.

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