Los documentos de oficina denominados oficios son ‘pan de todos los días’ en el gobierno federal, pues prácticamente no hay asunto que proceda sin el vaivén de ese tipo de comunicaciones. Se elaboran, básicamente, para dejar constancia escrita de las acciones realizadas por cada una de las partes involucradas en llevar un asunto a buen término, y aunque el correo electrónico también se utiliza, el oficio sigue siendo el comunicado gubernamental por excelencia.
Pero más allá del contenido, los oficios utilizan expresiones y formas obsoletas y hasta ridículas, que no aportan nada al texto y sí complican la redacción hasta hacerla, en ocasiones, incomprensible. Incluso me atrevería a decir que las formas son caravaneras y hasta serviles, donde quien suscribe (eso también es muy de ‘oficio’) le hace reverencias y se pone de alfombra para la otra persona.
Aquí les van algunas, para que vean que no exagero:
- Me permito informar a usted / me permito hacer de su conocimiento. ¡¿Cómo que ‘me permito’?! Nada de eso: ‘le informo’ o ‘hago de su conocimiento’, pero no ‘me permito’, como si fuera un atrevimiento dirigirse a determinado individuo.
- Sin otro particular, le envío un cordial saludo. Es evidente que, de haber otro asunto a tratar, este se hubiera manifestado en el texto, así que el mentado ‘particular’ está de más.
- Mucho agradeceré sus amables gestiones. ¡¿Cómo que ‘amables gestiones’?! Ese adjetivo no aplica en absoluto a una función que debe hacer alguien y para lo cual le pagan. Simplemente, lo de amable, sobra porque gestionar es parte de la chamba del funcionario en cuestión.
- Saludos cordiales. No hay necesidad de adjetivar las acciones: una simple salutación basta para dirigirse a quien no se conoce o a quien se trata únicamente por motivos laborales. ‘Saludos’, punto.
- Le reitero las seguridades de mi más alta y distinguida consideración. Esta sí se vuela la barda por mucho y se utiliza como despedida. Afortunadamente en mi oficina no aplica, pero en la Cancillería les encanta. ¿Que cuál es su significado? Sinceramente no lo sé, jajaja (y si alguno le encuentra sentido, por favor explíquemelo porque me parece una de dos: o cantinfleo o un auténtico galimatías).
Lo peor es que todo mundo escribe y firma esta sarta de absurdos sin cuestionarse lo que está diciendo, sin preguntarse realmente si vale la pena dejar esas frases rimbombantes para decir ‘seguimos en contacto’, o ‘ya se envío la información’, o tan sencillo como ‘gracias’.
En suma, los oficios muestran que, tanto en el fondo como en la forma, todavía hay mucho por cambiar en la administración pública para desburocratizar el sector.
Pero más allá del contenido, los oficios utilizan expresiones y formas obsoletas y hasta ridículas, que no aportan nada al texto y sí complican la redacción hasta hacerla, en ocasiones, incomprensible. Incluso me atrevería a decir que las formas son caravaneras y hasta serviles, donde quien suscribe (eso también es muy de ‘oficio’) le hace reverencias y se pone de alfombra para la otra persona.
Aquí les van algunas, para que vean que no exagero:
- Me permito informar a usted / me permito hacer de su conocimiento. ¡¿Cómo que ‘me permito’?! Nada de eso: ‘le informo’ o ‘hago de su conocimiento’, pero no ‘me permito’, como si fuera un atrevimiento dirigirse a determinado individuo.
- Sin otro particular, le envío un cordial saludo. Es evidente que, de haber otro asunto a tratar, este se hubiera manifestado en el texto, así que el mentado ‘particular’ está de más.
- Mucho agradeceré sus amables gestiones. ¡¿Cómo que ‘amables gestiones’?! Ese adjetivo no aplica en absoluto a una función que debe hacer alguien y para lo cual le pagan. Simplemente, lo de amable, sobra porque gestionar es parte de la chamba del funcionario en cuestión.
- Saludos cordiales. No hay necesidad de adjetivar las acciones: una simple salutación basta para dirigirse a quien no se conoce o a quien se trata únicamente por motivos laborales. ‘Saludos’, punto.
- Le reitero las seguridades de mi más alta y distinguida consideración. Esta sí se vuela la barda por mucho y se utiliza como despedida. Afortunadamente en mi oficina no aplica, pero en la Cancillería les encanta. ¿Que cuál es su significado? Sinceramente no lo sé, jajaja (y si alguno le encuentra sentido, por favor explíquemelo porque me parece una de dos: o cantinfleo o un auténtico galimatías).
Lo peor es que todo mundo escribe y firma esta sarta de absurdos sin cuestionarse lo que está diciendo, sin preguntarse realmente si vale la pena dejar esas frases rimbombantes para decir ‘seguimos en contacto’, o ‘ya se envío la información’, o tan sencillo como ‘gracias’.
En suma, los oficios muestran que, tanto en el fondo como en la forma, todavía hay mucho por cambiar en la administración pública para desburocratizar el sector.