viernes, 27 de julio de 2012

Nuestro contexto olímpico


César y yo paseábamos por Madrid cuando la capital española se encontraba entre las cinco ciudades finalistas para acoger los Juegos Olímpicos de 2012; todo estaba impecable y prácticamente todos los postes de las avenidas principales ostentaban el logo oficial de la candidatura. ‘¡Qué bien si lo logran, es una linda ciudad’!, pensamos. Semanas más tarde el fallo favoreció a Londres, la capital británica, que no conocíamos entonces.

Poco tiempo después tuvimos la fortuna de estar allá, experiencia que nos dejó un gran sabor de boca (ver el Tutti Frutti del 14 de mayo de 2010). Ahhh, Londres, con todos sus museos, sus calles, autobuses y detalles en rojo, sus gigantescos parques y todo lo ‘british’ que lo hace tan pero tan especial, como los uniformes de los guardias reales, Sherlock Holmes y un etcétera tan extenso como lo son mis recuerdos de aquel viaje.

Los años pasaron y finalmente llegamos a la cita olímpica (lugar común en los medios de comunicación). Confieso que los meses precedentes, incluso las semanas anteriores, no había sabido ningún detalle de los Juegos Olímpicos por venir; ni conocía a las mascotas, ni las fechas en que se desarrollarían, ni la ubicación de la villa olímpica, ni los atletas destacados que competirían, ni nada. Sin embargo, tenía bien presente que sería en esa magnífica ciudad.

Y mientras más cerca estábamos del evento y más imágenes pasaban de la capital británica, mi mente se trasladaba al London Eye (con escenas espectaculares de la ciudad, a un lado y otro del Támesis), la Torre de Londres, el Palacio de Buckingham, Paddington (donde estaba nuestro hotel), las calles aledañas a Oxford Street (donde abundan las comunidades musulmanas), las estaciones del metro (las más antiguas del mundo, con pasillos estrechos, estrechos, estrechos y cientos de escalones), los teatros en Picadilly Circus… ufff, cuántos momentos increíbles pasamos allá!!

El día de hoy, 27 de julio de 2012, tuvimos la oportunidad de ver en vivo y en directo, en casita, la inauguración de Londres 2012, y pienso que estuvo, mmm, bien, sí, bien, quizás algo lenta y, como dice mi mamá, un poco conservadora, pero vale la pena destacar a Rowan Atkinson (o Mr. Bean, que tiene un humor que me encanta, jajaja, parodiando con video pegote la película ‘Charriots of fire’, jajaja, y haciendo de las suyas con un teclado, jajaja), la interpretación de Sir Paul Mc.Cartney de ‘Hey Jude’ (cuando hay talento…) y, por supuesto, el desfile de las 204 delegaciones, que son quienes hacen los Juegos Olímpicos.

(Nota: y mil veces una inauguración como la de hoy a la ostentación y el absurdo de los chinos hace 4 años en Beijing 2008…).

Y de lo prescindible estuvieron el antipático de Beckham llegando en una embarcación con la antorcha olímpica a las afueras del estadio donde fue la inauguración, y la Reina Isabel II (pobre ñora, qué rancia es… y no sé qué estuvo peor: si su atuendo fuera de lugar o el hecho de que se estuviera jugando las uñas mientras pasaba el contingente de atletas británicos…).

Finalmente, cuando llegó el momento de encender el pebetero (muy original, detalle que también vale la pena destacar), abrazamos fuerte fuerte a la pequeña Lety (que, muy ad hoc estrenaba calcetines que ostentaban la bandera británica), con una emoción muy grande al verla presenciar sus primeros Juegos Olímpicos (y que esperamos vengan muchos pero muchos más para compartir con ella!!). 

viernes, 20 de julio de 2012

La tropicalización económica de Europa


Europa, sinónimo de Occidente; semillero de ideas, territorio de raíces, espacio para la creación artística. Europa, cuna de mentes brillantes, pionera en el reconocimiento de los derechos del hombre, madre de la modernidad.

Europa, así de civilizada, abierta y flexible como se concebía en los últimos tiempos, con la Unión Europea (UE) dando cabida a naciones tan diversas como Holanda, Polonia o Reino Unido, ahora ve caer estrepitosamente sus economías, y cual países latinoamericanos de los años ochenta, se ven en la penosa necesidad de tocar la puerta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y estirar la mano a sus socios europeos para conseguir recursos que los saquen del fango.

Pero no sólo eso: aplican medidas de estrangulamiento social que no hacen más que fomentar el descontento de sus pueblos, los cuales tienen que pagar los platos rotos de malas administraciones gubernamentales, despilfarros varios y, en ocasiones, de los errores de los banqueros.

Primero le sucedió a Italia, luego a Grecia y el turno es ahora para España, con una crisis que día a día aumenta de intensidad. Lo más reciente fue el anuncio que hicieran las autoridades del Partido Popular español (o Impopular, juzguen ustedes) de las medidas que habrán de tomar para subsanar el déficit en las finanzas públicas.

Entre ellas destaca la de aumentar el IVA al 21% (si aquí ya es un abuso que nos cobren el 16%, el colmo fueron 5 puntos porcentuales más para los españoles…) y gravar artículos y sectores que anteriormente no pagaban ese impuesto.

Por ejemplo, ahora se pagará IVA por ir al cine, a un concierto o a un espectáculo de danza. También por cortarse o pintarse el pelo en un salón de belleza o peluquería, por comprar flores o por adquirir un libro (y las industrias culturales dicen ‘No me ayudes, compadre’). De los más extremos me parece el de gravar a las ópticas (maldita la hora en que la gente tiene miopía, astigmatismo o necesita anteojos para vista cansada…) y los servicios funerarios (cuidadito y te mueres porque ya se atoraron a tus deudos…).

No contentos con eso, a los servidores públicos les están jugando la peor de las pasadas, pues se anunció que no tendrán vacaciones y tampoco les darán aguinaldo (como si no se lo hubieran ganado con más de medio año trabajado. Y es que me pongo en sus zapatos por haber estado en gobierno y la verdad es que no se vale…).

Además, se recortaron recursos para el sector social (entiéndanse servicios de salud y educación), ir a la farmacia con receta en mano ya supone pagar un euro por el servicio (como en restaurante, como si el consumo per se no fuera suficiente) y a ver qué otras monadas se les ocurren.

Y como siempre, la salida fácil es aumentar o inventar impuestos para que los ciudadanos ‘hagan el sacrificio’ y ‘todos juntos’ saquen adelante a su país. Sí, como no… Y todavía el cínico de Mariano Rajoy, presidente del gobierno español, dijo ‘Sé que hace unos años afirmé que mayores impuestos no eran la solución, pero no queda más que hacerlo, y en cuanto se pueda todo regresará a la normalidad’. ¿Sí? Aquí Zedillo subió el IVA de 10 a 15% en 1995 y lejos de volver al inicio, hace unos 3 años nos lo subieron a 16%...  

viernes, 13 de julio de 2012

Microcosmos (II)


Como cada ocho o diez días, la semana pasada fuimos al supermercado, esta vez a Mega Comercial Mexicana. La pequeña Lety se durmió en el camino, así que ella y mi mamá se quedaron en el coche. Por lo mismo me dispuse a ir rápido, con lista y pluma en mano, y a la velocidad del rayo comprar lo que hiciera falta en casa.

Cuatro jabones Palmolive 26 pesos, barrita de mantequilla 11 pesos, seis litros de leche 73 pesos, aceite de oliva 27 pesos, y así hasta llegar a frutas y verduras. Entre la selección de productos estaban el kilo de manzanas en 29 pesos y el de jitomate saladet (o bule, como dijera Lita) en 19. Rumbo a la caja se me atravesaron los calcetines de bebé al 2x1 y compré a la Nena cuatro pares, 50 pesos por todos.

Pagué, salí de la tienda, llegué al auto, subí las cosas y mientras platicaba con mi mamá y revisaba la cuenta me percaté que me habían cobrado de más; las manzanas en 35 pesos el kilo, los jitomates en 23 y el aceite de oliva en 57. Lo siento mucho, y así regresé con todo y mercancía a hacer las aclaraciones pertinentes a la sección de servicios al cliente.

Ahí, una tipa apática dijo ‘En qué le puedo ayudar’ (pero de dientes para afuera, porque para ayudar no tenía ni la más mínima intención), yo ‘Buenos días, lo que pasa es que hace un momento me cobraron indebidamente; de acuerdo al cartel que tenían en el departamento de Frutas y Verduras, estas manzanas estaban en 29 y no en 35 pesos, los jitomates en 19 y no en 23 pesos y el precio de este aceite no corresponde con el que tenía en el estante, así que lo quiero devolver’.

La tipita preguntó las claves, las marcó en la computadora y dijo ‘Es que en el sistema no se han actualizado los precios’ (¡y era la una de la tarde!), yo ‘Pues ahí está el cartel con los precios que le comento’. La tipa sin hacer nada, y ante la falta de opciones señalé contundente ‘Entonces devuelvo las tres cosas’. Llegó otra fulana, no tan apática pero sí con peor talante, y dijo ‘Permítame su nota’, y después de teclear algo extendió la mano con billetes y monedas y me los dio concluyendo ‘122 pesos con cincuenta centavos’, se dio la media vuelta y se fue.

Qué tal… ¿dónde quedó la tan llevada y traída ‘cultura de servicio al cliente’, por qué no les interesó enviar a alguien para que verificara lo que yo decía, por qué no llamar al gerente (que valientes gerentes de pacotilla tienen ahora en cualquier negocio) y pedirle que, aunque no estuviera en sistema, se pudieran hacer los cargos conforme a los precios anunciados?...

Nuevamente es triste ver que, en ese microcosmos, se reflejan actitudes que en nada benefician a nuestro país para procurar su avance. De esta manera veo que:

1. Una vez más, a nadie le interesa resolver los problemas porque nadie se hace responsable de nada;
2. La apatía del personal que ahí labora es tal que prefieren perder una compra (o todas las que a futuro hubiera realizado el mismo cliente) que verificar la información in situ (y ni siquiera yendo ellos, sino pidiendo a la gente del departamento indicado que lo haga);
3. A los establecimientos no les interesa que el consumidor se quede insatisfecho con las compras y por lo mismo no regrese o les haga publicidad negativa entre otros compradores;
4. Ojo con los precios: por más que en los carteles diga determinada cantidad, siempre verifiquen que haya sido lo que les cobraron, que es lo que uno estaba dispuesto a pagar (y si los muy mañosos lo hicieron mal no conformarse con ‘Bueno, pues ya ni modo’, porque a cuántas personas no se habrán hecho topillo con esas prácticas…).

viernes, 6 de julio de 2012

Resaca electoral


Henos aquí, cinco días después del 1° de julio, congratulándonos de haber sobrevivido al proceso electoral; por fin dejamos atrás la propaganda en medios electrónicos (no así la que está pegada en todos los postes, bardas y paredes del país y que, al parecer, se caerá hasta que la intemperie haga lo propio), las declaraciones de los actores involucrados (o al menos las relacionadas con esa parte del juego político) y tanto derroche absurdo con nuestro dinero recaudado vía impuestos (que ahí es donde deberían aplicar sus mentadas consultas ciudadanas para preguntarnos si estamos de acuerdo en que se usen tantos millones en campañas inútiles).

Y es que luego de tantos meses (si no es que más, con el Peje haciendo campaña desde hace doce años, el Engominado hace unos 6 o 7 y la del Planeta de los Simios que nunca supo a qué hora arrancó, si es que arrancó alguna vez) soplándonos a los suspirantes, digo aspirantes, a los cargos de elección popular, ahora al menos existe certeza de quién encabezará el Ejecutivo federal, de cómo estará compuesto el Congreso y quién nos gobernará a nivel local de aquí al 2018 (en otras palabras, a quien habremos de padecer los próximos seis años).

Así es como llegamos a este punto de nuestra historia nacional para verificar que, parafraseando a los físicos, la materia política no cambia sino que sólo se transforma. O cómo justificar el despilfarro en toda clase de artículos propagandísticos; y no me digan que sólo lo hicieron unos porque en realidad fue práctica común de todos.

No hubo partido político que no repartiera toda clase de parafernalia propagandística, con la diferencia que ahora no sólo lo hacen en zonas marginadas o rurales, sino que se dirigieron a toda la pirámide socioeconómica. Así, no faltaron las playeras, bolsas de las denominadas ecológicas, tortilleros, gorras e incluso hubo quienes ofrecieron fertilizante para los jardines (de acuerdo al testimonio de mi querido tío Gil). Por eso afirmo que a ningún partido le interesa cambiar el sistema, sino sólo beneficiarse de él.

Y hay un fenómeno perverso que no hay que minimizar; por experiencia propia, he constatado que los beneficiarios de programas sociales están conscientes de que seguirán recibiendo los apoyos sin importar quién llegue al gobierno dada la institucionalidad que se ha conseguido. Por lo tanto, si alguien les dice ‘Toma, te doy una tarjeta con mil pesos para que compres lo que quieras en determinado supermercado, a cambio de que votes por tal candidato’, la gente lo recibe muy a gusto y obedece, dado que lo mismo les da que esté uno u otro porque su dinerito seguirá fluyendo.

Habrá quien diga ‘De qué se extrañan si todos han coaccionado el voto’, lo cual es muy cierto y debería sancionarse, pero la forma como lo hicieron esta vez los priístas es vergonzante (y no sólo el hecho de haber repartido los monederos Soriana, sino la procedencia de esos millones de pesos que, naturalmente, no requieren comprobación por lo ilícito de la situación).

Uf, qué barbaridad, con este recuento me estoy percatando de que en realidad esto no se ha terminado del todo, pues siguen muchos, pero muchos vestigios de tan mediocre contienda electoral…