viernes, 29 de junio de 2012

No hay quinto malo


Un día como hoy, hace cinco años, nacía Tutti Frutti, este ciber espacio en el que he compartido, expuesto, analizado, criticado, desmenuzado y reflexionado toda clase de temas. En ese entonces yo tenía dos años de haber ingresado como funcionaria de carrera a la Administración Pública Federal (efímera carrera que duró 7 años), César y yo cumplíamos poco más de dos meses de casados y mi mamá seguía trabajando en Kodak.

Yo esperaba ansiosa los libros –y sus correspondientes películas– de Harry Potter, estaba al pendiente de los conciertos por venir –por si había alguno de nuestro interés, como fueron el caso de Soda Stereo, Sting y Rod Stewart– y teníamos una buena lista de los viajes que queríamos hacer antes de que llegaran los Pollitos.

Dedicaba algunos ratos libres en el trabajo a pasar recetas de cocina a mi recetario electrónico y entre oficios, delegaciones internacionales y reuniones en Cancillería me daba tiempo para escribir Tutti Frutti.

El mundo vivía tiempos de estabilidad económica, George W. Bush seguía siendo el presidente de Estados Unidos obsesionado con Osama Bim Laden y en el plano nacional se esperaba que Felipe Calderón, a seis meses de estrenado en el cargo, dejara de hablar de seguridad para ampliar la agenda de su administración (cosa que nunca ocurrió).

Un lustro más tarde, en 2012, soy una orgullosa madre de tiempo completo, dedicada en cuerpo, alma y corazón a mi pequeña Lety, enseñándole y aprendiendo una infinidad de cosas día a día. Mi mamá está con nosotras y César ha ido escalando por mérito propio en la jerarquía gubernamental, además de que ya cuenta en su haber una primera novela (documentándose ahora para la segunda).

Las ‘tres mosquetereras’ dedicamos el día entero a planear nuestras actividades de los días por venir, aprovechamos para hacer lo que anteriormente no se podía por las obligaciones laborales y disfrutamos de la vida al aire libre como nunca antes.  

Ahora hago más ejercicio, busco con mayor ahínco las ofertas y promociones (porque en la vida hay que ahorrarse todo lo que se pueda!!) y puedo usar la ropa que amerite de acuerdo al clima del día (y no al aire acondicionado de una oficina, que me obligaba a llevar chamarra y cuello de tortuga los últimos 9 años).

La economía de los países desarrollados se convulsiona debido a la inestabilidad financiera, el presidente de Estados Unidos es Barack Obama (que eliminó de la faz de la Tierra a la cabeza de Al-Qaeda) y en México ya no vemos la puerta para que se termine el sexenio del infortunado panista.

Y en las noches, en el transcurso de la semana, me hago un hueco para seguir con Tutti Frutti, y así llegar a este quinto aniversario en el que han pasado innumerables cambios a nivel personal, nacional e internacional.

No es posible saber cuánto dure este blog por la dinámica que se vaya suscitando en los próximos años, pero llueva, truene o relampaguee parece que habrá Tutti Frutti para rato, ¡¡gracias como siempre por su atenta lectura!!

viernes, 22 de junio de 2012

Encaje al ciudadano en tiempos electorales


¡Cierren puertas y ventanas, que nadie diga que me conoce, sálvese quien pueda, todos a correr! Tal parece que eso era lo que pasaba por la mente de buena parte de los ciudadanos cuando veían a ciertos personajes de chaleco beige y libreta en mano merodeando por sus rumbos: claro, me refiero al personal del IFE y de los institutos electorales estatales que recorrieron todos los rincones del país para ‘invitar’ a los ciudadanos a participar como funcionarios de casilla en los comicios que se llevarán a cabo el próximo 1° de julio.

¿Por qué sucede eso, por qué nadie quiere participar cuando pasaron décadas para que finalmente se consiguiera que los ciudadanos lleven la voz cantante al momento de las elecciones?

Para mí la respuesta tiene tres ángulos: el primero de ellos tiene que ver con la apatía y la falta de cultura de participación inherentes al mexicano. Si bien es cierto se queja y en las conversaciones diarias manifiesta rechazo y hartazgo de la situación del país, no están dispuestos a cambiar siquiera sus hábitos para mejorar su entorno inmediato.

En segundo lugar se encuentra la decepción derivada del pobre desempeño de la clase política y el hecho de que la alternancia no refleja transformación alguna. Por lo tanto, la gente dice ‘Para qué, mejor que otros se encarguen de esos asuntos, siempre es lo mismo’.

La última parte tiene que ver con el encaje al que se ven sometidos ciertos ciudadanos y  es con la que nos identificamos César y yo; se supone que cada elección hay un sorteo para establecer quiénes serán los ‘afortunados’ para estar de lleno en las casillas. Ahí dicen que buscarán a los ciudadanos nacidos en este y aquel mes y cuyo apellido inicie con tal letra.

Pero, casualmente, de tooooodos los millones que conforman el padrón, se convoca a las mismas personas de una elección a otra. ¿Por qué siempre buscan a los cumpleañeros de julio y agosto, por qué los mismos?

César fue funcionario de casilla en 1997, año en que también votó por primera vez –fue una elección intermedia–, y ahora, dos elecciones federales y dos intermedias después, vuelve a recibir una carta con la mentada invitación –yo temí que también me pasara lo mismo, siendo que en aquel célebre año 2000 estuve al frente de la casilla que nos corresponde–.

Si bien es cierto es una obligación ciudadana, no se vale que la misma minoría se responsabilice por la totalidad del electorado. Algunos, so pretexto de darle coba al ‘elegido’, dicen que se escoge a los de mayor nivel de escolaridad, argumento completamente falaz siendo que el IFE no cuenta con esa información –ni creo que teniendo acceso a ella detallaran a ese grado–.

Es como la administración de un edificio de departamentos; en el nuestro, casi desde que llegamos, nos dijeron que estaban interesados en que nosotros la lleváramos. Aceptamos hacerlo y al año convocamos a una junta para decir ‘Señores, ahora tiene que venir una nueva administración porque a todos nos toca como parte de los derechos y obligaciones que tenemos como condóminos’. Y típico, hay gente que lleva viviendo en el mismo edificio 32 años y nunca se ha hecho cargo. ¡Basta de encajes!

Ahora, habrá que esperar el día de la elección para ver a quiénes se atoraron, jaja!!

viernes, 8 de junio de 2012

Vandalismo magisterial


Una vez más, los pseudo profesores de diversos estados del país han venido al Distrito Federal a hacer sus desfiguros, ahora so pretexto de no ser evaluados por su desempeño, y, naturalmente, los educandos se han quedado varados a sólo unas semanas de concluir el ciclo escolar.

Esa gente llega, invade los lugares públicos, se manifiesta entorpeciendo vialidades y ninguna autoridad hace nada. Lo peor es que son personajes tan violentos que arrasan con lo que esté a su paso –como ejemplo el de tuvimos cerca esta semana, cuando al jefe de César le rayaron el coche y le poncharon las llantas los muy infelices–.

Calderón, cual si estuviera en un palco como mero observador, sale diciendo ‘No se vale que paguen los niños; ya basta de hacer lo que quieren’, y yo le pregunto ¿por qué no hizo esas declaraciones cuando empezó su sexenio, por qué no aplicó la ley de manera imparcial a todo aquel que violentara el orden público, por qué a todos les tiembla la mano para poner un hasta aquí?

Porque lo que deberían hacer es ‘¿Ah, sí, que no quieres evaluación, que en protesta dejas tu puesto de trabajo por semanas o incluso meses, que vas a otros lugares a hacer desmanes? Pues a la calle, que sobra quien quiera un trabajo y seguro hay más personas con capacidad, vocación y compromiso para desempeñarse como profesor’.

Sin embargo, basta con verlos para decir ‘Qué miedo que esos sean los supuestos profes de un buen número de infantes en nuestro país’. Son unos vándalos, a mi no me vengan que esos contribuirán a formar a los ciudadanos de mañana. Incluso una vez marchaban hacia la SEP, y como sobre la Avenida Paseo de la Reforma les quedó de paso SEDESOL, pues también pararon. Tenían un aspecto tan temerario que un ñor de la oficina dijo ‘Si esos son los maestros, probablemente es mejor que los niños no tengan clases…’.

En cualquier empleo, ya sea en el sector público o en la iniciativa privada, no se puede faltar más de dos días injustificadamente pues de lo contrario se pierde el trabajo. Además, todo mundo tiene que ser evaluado, desde la cabeza de la organización hasta el personal de menor rango, así que con mayor razón deberían aplicarse esas evaluaciones a quienes se encargan de la educación. Pero ¿por qué no quieren, por qué temen ser evaluados? Porque en realidad ni profes son y ahí es donde quedaría al descubierto el fraude que constituye esa parte del gremio magisterial.


Y es que, como entiendo la situación, con que alguien salga de una escuela normal prácticamente tiene asegurada una plaza de maestro de por vida, sin importar su falta de vocación –o qué tal que se venden o heredan los puestos–, y hasta que eso cambie seguiremos viendo escenas como las de estos días, donde la plebe destruye impunemente, a la vista de todos.

viernes, 1 de junio de 2012

Bofetones electorales


De hoy en un mes será el día de la votación para elegir a quien gobernará nuestro país durante los próximos seis años (¡sí, seis años!...); la encuestitis (porque vaya que se han enriquecido los que se dedican en cierta medida a manipular las preferencias basándose en decir lo obvio) señala que las tendencias no se mueven y que llueva, truene o relampaguee los resultados están definidos desde ahora.

Por eso –entre otras cosas– me pregunto si tiene alguna utilidad que le den millones de millones de pesos a los partidos políticos para que hagan campañas cuando éstas difícilmente influyen en el electorado –¿o ustedes eligen basándose en la cara de alguno de esos pobres-diablos cuya fotografía cuelga de los postes de toda su demarcación electoral?–.

Francamente la mayoría sabe a priori cuál es su gallo –o al menos cuál o cuáles no lo son, como es mi caso–, sin necesidad de conocer sus propuestas –si es que las hay–, porque tiempo atrás se saben vida y obra de esos personajes por las noticias y todo chisme vinculado que se torna vox populi.

Un poco en ese sentido, el lunes de esta semana, el poeta Javier Sicilia se reunió con los cuatro candidatos a presidente en el Castillo de Chapultepec, con objeto de manifestarles algunas inquietudes de la sociedad civil.

Sicilia, casi convertido en una especie de líder moral de la ciudadanía, les dijo sus frescas, muy cortésmente, sin faltarles al respeto, empuñando argumentos que todos tenemos en mente frente a cada uno de ellos.

A la ‘missis’, que si su partido está dejando el país como un camposanto y ni siquiera se dignan en pedir perdón a las víctimas civiles; al ‘puntero’, que no representa ningún cambio sino la imagen de la corrupción y la impunidad, sin olvidar que su discurso se percibe frío y distante frente a la población; a ‘mister Tabascus’, que es la personificación de la intolerancia y que carece de sentido autocrítico; y al cuarto individuo –que se ha ido de gorra con todo esto–, que ha usurpado la causa ciudadana y encima se ha aliado con uno de los sindicatos más nefastos de la región.

Tenían una cara los mentados candidatos… y sin poderle decir nada porque es una persona respetable –y porque saben que tiene razón–. Lo cierto es que como Sicilia pensamos muchos, y al igual que él tampoco vamos a regalarles el voto; aunque no sea útil ni práctico a la vista de muchos, queda uno tranquilo con su propia conciencia al votar en blanco.