Mucha razón tiene César al afirmar que una de las características que diferencia al ser humano del resto de los animales es que comparte sus conocimientos con sus congéneres. Así, al compartir en diversos círculos la noticia de que seremos papás el próximo año, muchas féminas nos han dado consejos, observaciones y sugerencias de acuerdo a su propia experiencia.
Sin embargo, no han faltado los sinsentidos, al grado que apenas se puede dar crédito a que aun se conserven ciertas creencias, mitos y chifladuras en torno al embarazo, principalmente si se refiere al sexo del bebé.
Como bien dijera también César, en lo material la gente puede vivir con teléfonos celulares, internet, televisión por cable y un sinfín de aditamentos que han facilitado los quehaceres cotidianos. Sin embargo, a nivel cultural muchas personas siguen viviendo en la Edad Media a pesar de tantos siglos de avance del conocimiento.
A continuación, comparto con ustedes parte de esa mitología de la que les hablo, habiendo elegido los argumentos más ‘asombrosos’:
- Si en el embarazo se tienen náuseas, seguro el bebé tiene mucho pelo. Si el bebé tiene una buena melena, eso se debe única y exclusivamente a la genética, en tanto que las náuseas tienden a ser una reacción natural del cuerpo de la madre durante el primer trimestre del embarazo; ni modo que los fluidos gástricos de la madre y sus malestares vayan a dar a la cabeza del crío como elíxir para estimular los folículos pilosos… ahora sí que esa es una idea ‘descabellada’.
- Si a la mamá le sale una raya vertical obscura a media panza, seguro es niña y no niño. La hiperpigmentación de la piel es resultado natural del embarazo y puede manifestarse en las axilas, la parte interna de los muslos, el rostro (conocido como paño) o en esa raya a media panza, pero ninguna de esas manchas guarda relación con el sexo del bebé.
- Se deben tomar muchos caldos durante el embarazo para estimular la producción de leche materna. Está comprobado que el único factor que incide en la producción de leche es la succión del bebé. Es decir, en la medida que el pequeñín succione para alimentarse, mayor será la leche que produzcan las glándulas mamarias de su progenitora. Como no todos los bebés son tan hábiles para eso de la succión, no todas las mamás pueden ‘dar pecho’ a sus hijos, pero no porque no hayan tomado suficientes caldos.
- Si se antojan alimentos salados seguro es niño y si son dulces, niña. ¿Qué lógica puede tener eso, por qué relacionar ciertos alimentos con el género masculino o femenino? Eso no es más que gusto personal por un sabor o por otro. He sabido de mujeres a las que se les antojan zanahorias con sal, limón y chilito y tuvieron una niña y otras que se la pasaban a puras galletas y tuvieron un niño, así que no tiene naaaada que ver.
- El primer trimestre hay que comer alimentos amarillos, en tanto que el segundo hay que consumir los de color verde. Lo ideal en cualquier etapa de la vida, y con mayor razón durante el embarazo, es comer balanceadamente, incluyendo alimentos de todos los grupos. Y si a colores vamos, ¿que no ha quedado clara la máxima ‘comer de colores’, en clara alusión a que la diversidad alimenticia dará el equilibrio y los nutrientes que el cuerpo necesita? Además, ¿de qué sirve comer muchos mangos los tres primeros meses y dejar hasta el cuarto mes las espinacas y el brócoli?
- Si se mueve mucho el bebé durante el embarazo, seguro es niño y no niña. Siempre me ha parecido absurdo que se piense que un hombre es más activo que una mujer, y ahora es el colmo que aplique el mismo argumento incluso en la etapa prenatal. He conocido mujeres mucho más inquietas que un hombre o niñas más intrépidas que los niños y no tuvo nada que ver si se movían mucho o no en el vientre materno. Cada mamá es más o menos consciente de los movimientos de su bebé y no por eso se determinará el sexo del pequeñín.
Y ya que estamos en el sexo del bebé, he de compartirles que recientemente fuimos a que nos realizaran un ultrasonido de segundo nivel para segundo trimestre, el cual, gracias al avance tecnológico del ultrasonido, lejos de los mitos y de supuestos bizarros como los que les acabo de enunciar, pudimos saber, a partir de ahora, a quién estamos esperando: ¡¡bienvenida seas, Leticita, nuestra nena, aquí te estamos esperando!!
Sin embargo, no han faltado los sinsentidos, al grado que apenas se puede dar crédito a que aun se conserven ciertas creencias, mitos y chifladuras en torno al embarazo, principalmente si se refiere al sexo del bebé.
Como bien dijera también César, en lo material la gente puede vivir con teléfonos celulares, internet, televisión por cable y un sinfín de aditamentos que han facilitado los quehaceres cotidianos. Sin embargo, a nivel cultural muchas personas siguen viviendo en la Edad Media a pesar de tantos siglos de avance del conocimiento.
A continuación, comparto con ustedes parte de esa mitología de la que les hablo, habiendo elegido los argumentos más ‘asombrosos’:
- Si en el embarazo se tienen náuseas, seguro el bebé tiene mucho pelo. Si el bebé tiene una buena melena, eso se debe única y exclusivamente a la genética, en tanto que las náuseas tienden a ser una reacción natural del cuerpo de la madre durante el primer trimestre del embarazo; ni modo que los fluidos gástricos de la madre y sus malestares vayan a dar a la cabeza del crío como elíxir para estimular los folículos pilosos… ahora sí que esa es una idea ‘descabellada’.
- Si a la mamá le sale una raya vertical obscura a media panza, seguro es niña y no niño. La hiperpigmentación de la piel es resultado natural del embarazo y puede manifestarse en las axilas, la parte interna de los muslos, el rostro (conocido como paño) o en esa raya a media panza, pero ninguna de esas manchas guarda relación con el sexo del bebé.
- Se deben tomar muchos caldos durante el embarazo para estimular la producción de leche materna. Está comprobado que el único factor que incide en la producción de leche es la succión del bebé. Es decir, en la medida que el pequeñín succione para alimentarse, mayor será la leche que produzcan las glándulas mamarias de su progenitora. Como no todos los bebés son tan hábiles para eso de la succión, no todas las mamás pueden ‘dar pecho’ a sus hijos, pero no porque no hayan tomado suficientes caldos.
- Si se antojan alimentos salados seguro es niño y si son dulces, niña. ¿Qué lógica puede tener eso, por qué relacionar ciertos alimentos con el género masculino o femenino? Eso no es más que gusto personal por un sabor o por otro. He sabido de mujeres a las que se les antojan zanahorias con sal, limón y chilito y tuvieron una niña y otras que se la pasaban a puras galletas y tuvieron un niño, así que no tiene naaaada que ver.
- El primer trimestre hay que comer alimentos amarillos, en tanto que el segundo hay que consumir los de color verde. Lo ideal en cualquier etapa de la vida, y con mayor razón durante el embarazo, es comer balanceadamente, incluyendo alimentos de todos los grupos. Y si a colores vamos, ¿que no ha quedado clara la máxima ‘comer de colores’, en clara alusión a que la diversidad alimenticia dará el equilibrio y los nutrientes que el cuerpo necesita? Además, ¿de qué sirve comer muchos mangos los tres primeros meses y dejar hasta el cuarto mes las espinacas y el brócoli?
- Si se mueve mucho el bebé durante el embarazo, seguro es niño y no niña. Siempre me ha parecido absurdo que se piense que un hombre es más activo que una mujer, y ahora es el colmo que aplique el mismo argumento incluso en la etapa prenatal. He conocido mujeres mucho más inquietas que un hombre o niñas más intrépidas que los niños y no tuvo nada que ver si se movían mucho o no en el vientre materno. Cada mamá es más o menos consciente de los movimientos de su bebé y no por eso se determinará el sexo del pequeñín.
Y ya que estamos en el sexo del bebé, he de compartirles que recientemente fuimos a que nos realizaran un ultrasonido de segundo nivel para segundo trimestre, el cual, gracias al avance tecnológico del ultrasonido, lejos de los mitos y de supuestos bizarros como los que les acabo de enunciar, pudimos saber, a partir de ahora, a quién estamos esperando: ¡¡bienvenida seas, Leticita, nuestra nena, aquí te estamos esperando!!