viernes, 29 de octubre de 2010

De calaveritas de dulce y calaveras literarias

Se acerca el Día de Muertos y con él un cúmulo de tradiciones que hacen de la ocasión una delicia a la vista, al paladar y a la memoria; a la vista porque el papel picado, las flores de cempasúchil y las catrinas de vestido largo y elegante sombrero lucen espléndidas en las ofrendas; al paladar porque el pan de muerto y la calabaza de Castilla (cocida con piloncillo y canela y sumergida en un buen vaso de leche, mmm) visten de manteles largos las mesas donde se disfrutan; y a la memoria, porque es difícil que alguien deje pasar la fecha sin pensar en sus seres queridos ‘que se han adelantado’.

Mención aparte merecen todas las alusiones que se hacen en estos días a las calaveras en todas y cada una de sus presentaciones. Entre las más clásicas se encuentran las de azúcar, consideradas artesanías por su técnica y por su significado en el imaginario colectivo, las cuales aseguran que se encuentran en peligro de extinción debido a los altos precios registrados por todos los derivados de la caña y porque el control de peso ha provocado que se convierta en el terror de más de uno.

Confieso que yo he comido innumerables calaveritas de azúcar en mi vida, pues si tengo una no la dejo de ornato, y con mayor razón si tiene mi nombre: con unas mordiditas uno va dando cuenta de la mandíbula, las órbitas de los ojos y termina con la colorida decoración que se ostenta a lo ancho del hueso frontal, mmm (y por el azúcar no se preocupen: el secreto está en quemar toda la energía aportada por ese ingrediente y comer sin remordimiento, que al día siguiente se compensa con más fruta, verdura y otros nutrientes).

Y tampoco le digo que no a las modalidades de golosinas de calaverita que de unos años para acá se dan lugar en toda clase de comercios: las de amaranto son buenísimas, endulzadas con miel y/o piloncillo, y qué tal las de chocolate, que también son una delicia, mmm (la primera vez que comí una de esas pensé que sería puro chocolate macizo; cuál fue mi sorpresa cuando al morderla estaba hueca… pero bueno, así es un cráneo real, la pura orillita de hueso, ¿en qué estaba pensando? jaja).

Otro clásico son las calaveras literarias, que a manera de rima relatan algún pasaje chusco vivido imaginariamente entre un personaje y la muerte. Por lo general se escriben en torno a un político o artista y son bastante divertidas.

Este año me inspiré, y dados sus rasgos característicos y la personalidad de cada uno de ellos, escribí unas ‘calaveras’ para mis queridísimos Abuelines (que siempre han permanecido a nuestro lado, aunque en otro plano). A continuación las comparto con ustedes:

Una noche la Huesuda llegó por Lita
Para ofrecerle un pozole tradicional
Cuál fue su sorpresa al no encontrarla en la camita
Porque andaba de ‘pata de perro’ en el centro comercial

* * * *
Abuelín atrapaba una araña
Cuando la Catrina apareció
Como él no le vio tanta maña
Hasta un tequilita con botana le ofreció

viernes, 22 de octubre de 2010

Top 3 de pelis 'sui generis'

De un tiempo para acá se han puesto de moda los conteos ‘top’ de cualquier cantidad de cosas: las 1000 obras maestras de todos los tiempos, las 100 canciones pop que marcaron los años ochenta, las 10 ciudades que debes visitar antes de morir… e incluso hay guías de viaje ‘top ten’, libros, sitios electrónicos y hasta una película con Morgan Freeman y Jack Nicholson que alude a esa temática.

Lo anterior viene a colación porque en el diario español El País mencionaban recientemente algo de las mejores pelis de los últimos tiempos, y me quedé pensando en cuáles son los filmes que más me han gustado por cada género.

Es así como comparto con ustedes mis pelis favoritas en un ‘top 3’ de pelis sui generis (y hablo de sui generis porque no pienso repetir las típicas clasificaciones de romance, suspenso y acción, sino aquellos que son un género per se por la importancia que han adquirido en fechas recientes y que me gustan cantidad!!).

De bodas:
La mejor de mis bodas (de recreación ochentera, muy buena!!)
El padre de la novia (tanto la versión de los cincuenta como la de los noventa)
American pie, la boda (pura vulgaridad, pero muy graciosa, jaja)

Comedia freak:
La familia de mi novia y su continuación Los Fuckers (con ambas te ríes mucho)
Little Miss Sunshine (el conjunto de disfuncionales que aparece es simpatiquísimo)
El quinteto de la muerte (de los hermanos Coen, muuuy buena)

De personajes famosos:
Goya y la Inquisición (no propiamente biográfica, pero esboza bien esa época)
Frida (con un buen toque de movimiento cuando presentan los cuadros de la pintora)
Gandhi (una joya cinematográfica de más de 3 horas que bien vale el desarrollo fílmico)

Trilogías y sagas:
El señor de los anillos (una auténtica historia épica de las grandes!!)
La guerra de las galaxias (siempre vigentes; qué música, qué personajes!!)
Harry Potter (cada peli un encuentro visual con los relatos de J.K.Rowling, sensacionales!!)

Musicales (ese género, aunque más convencional, no podía faltar entre mis favoritas):
Mamma mia (simplemente excelente!!)
Vaselina (siempre será la peli, con todo y baile y canciones!!)
Dónde estás hermano (también de los Coen, una versión atípica de La Odisea)

Buen cine de arte:
Las pelis de Doris Dörrie (‘Nadie me quiere’ o ‘Iluminación garantizada’)
Las pelis de Almodóvar (‘Volver’ y ‘Todo sobre mi madre’. Lo siento, soy fan, incluso en su etapa de transexuales!!)
Y las pelis de los Coen, por supuesto, que como podrán darse cuenta figuran entre mis favoritas (prácticamente la que vean es una joya).

Y después de leer este blog, apuesto que ya lo están pensando: ¿cuáles son sus pelis favoritas y de qué géneros para formar su ‘top 3’ cinematográfico?

viernes, 15 de octubre de 2010

Hay de minas a minas

El mundo entero sigue celebrando el rescate de los 33 mineros chilenos atrapados en un refugio subterráneo desde hacía más de dos meses. Fue increíble ver en vivo y en directo, a través de la televisión, cómo uno a uno iban emergiendo esos hombres que prácticamente estaban sepultados en vida.

Qué incertidumbre la que debieron tener, qué horas más largas las que transcurrían al interior de la mina, qué desesperante no ver la luz del día por tanto tiempo. Pero afortunadamente el gobierno de ese país y la cooperación internacional en materia tecnológica –especialmente la Agencia Estadounidense del Espacio y la Aeronáutica, la NASA– hicieron posible la proeza de rescatarlos vivos.

(Lo que sí es bastante criticable es que más de uno quiera ‘sacar raja’ de la situación: que si escribirán un libro, que si filmarán la peli, que si no sé quién les abrió una cuenta de ahorros… y el típico caudal de oportunismo que surge por igual de las desgracias que de las situaciones milagrosas).

En México se empezó a comparar el caso con la tragedia de Pasta de Conchos, Coahuila, donde 65 mineros quedaron sepultados luego de una explosión hace apenas unos años. Sin embargo, no son hechos comparables por varias razones, siendo la más importante que la mina de Chile era de cobre, un material que no corre los riesgos del carbón, que era lo que había en los túneles coahuilenses.

La presencia de carbón convierte una mina en un auténtico polvorín por el gas metano que genera, situación que impide tomar medidas preventivas como la de crear un refugio para utilizarse ante una emergencia; si hay una chispa, todo estalla y punto.

En estos días decían: ¿por qué en México ni siquiera hicieron el intento de sacar a los mineros? Sencillo: porque desde el principio verificaron que no había oxígeno al interior de la mina y sin él no hay posibilidades de encontrar vida. Y si se trataba ya de cuerpos, seguramente estaban calcinados, irreconocibles, y por devastador que fuera para las familias de los deudos no había que arriesgar la vida de otros tantos, como rescatistas y expertos en minas, ante otra eventual explosión.

Es duro, sí, pero lo cierto es que a pesar de que pudieron haber malas condiciones laborales –que esas mismas se denunciaron también en la mina de Chile– o que pudo haber negligencia de alguna índole por parte de los administradores de Pasta de Conchos, las minas de carbón son una especie de ‘ruleta rusa’ donde los que entran no tienen las seguridades de otras profesiones.

(Lo que sí es un hecho es que en México, ante una situación idéntica a la de la mina chilena, se hubiera armado un falso debate en el que se cuestionarían tonterías como ‘no debemos aceptar ayuda de nadie porque eso implicaría injerencia en nuestros asuntos internos, respeto a nuestra soberanía!!’… Y en lo que terminaran sus discusiones quién sabe qué habría pasado con los mineros.)

viernes, 8 de octubre de 2010

Nuevos aires para el Nobel

En los últimos años, los anuncios de los Premios Nobel de Literatura y de la Paz habían sido un completo limbo para buena parte de la gente, ya fuera por el desconocimiento de los personajes o por lo cuestionables que eran. Ahí están los casos de Al Gore en 2007 y Barak Obama el año pasado, y las dos décadas transcurridas desde la última vez que un escritor hispanoparlante se hiciera acreedor al reconocimiento.

Pero esta ocasión es diferente, pues ayer anunciaron que el peruano Mario Vargas Llosa había ganado el Nobel de Literatura y hoy en la mañana señalaron al activista chino Liu Xiaobo como el nuevo Nobel de la Paz.

Mario Vargas Llosa forma parte del llamado boom latinoamericano de la década de los sesenta del siglo XX, al que también pertenecen el argentino Julio Cortázar, el chileno José Donoso y el gran Gabriel García Márquez, Gabo (con quien terminó peleadísimo hace más de 30 años).

Se dice que han sido controversiales sus posiciones políticas, que van de la crítica de la dictadura de Pinochet hasta el repudio al régimen de Fidel Castro, y que fue una vergüenza su efímera carrera política que terminó al perder por la Presidencia de Perú contra Alberto Fujimori en los años noventa.

Pero como bien dice César, lo que deben premiar es la calidad literaria y no la filiación política, así que es una excelente noticia que el autor de ‘La ciudad y los perros’, ‘La casa verde’ y ‘La fiesta del chivo’ pase a la posteridad de esta manera (eso sí, toda buena obra trasciende a pesar de no recibir un solo premio, aunque la medalla y el milloncito y medio de dólares no le caen mal a nadie, jaja).

Adicionalmente, el galardón de Vargas Llosa no sólo es un reconocimiento para su obra, sino para las letras españolas en su conjunto, que desde 1990 que le dieron el Nobel a Octavio Paz habían caído en el olvido para la Fundación que los otorga.

En el caso de Liu Xiaobo, su activismo en contra de las décadas de represión del gobierno chino es razón suficiente para darle el Premio Nobel de la Paz, aunado a que fue uno de los ideólogos de las protestas estudiantiles en Tiananmen en 1989 y que ha promovido en sus cátedras alrededor del mundo el respeto a los derechos humanos.

Y miren que no es nada fácil ser una persona pensante y crítica, además de disidente, en un entorno autoritario como el que viven miles de millones de chinos, donde la libertad de expresión no existe y en el que toda mención a la reforma política pacífica es peor que una blasfemia (por eso el Dr. Liu –porque la primera palabra de un nombre en lenguas asiáticas manifiesta el apellido– está purgando una sentencia de 11 años de cárcel).

Además, es destacable que la Fundación Nobel reconozca la lucha no violenta de la disidencia china en un momento histórico en que ese país ha cobrado gran importancia a nivel mundial al erigirse como un gigante económico.

En suma, gracias a esos Nobel 2010, el premio adquiere nuevos aires y recobra la dimensión de algo grande, dando esperanza al futuro de la humanidad basada en valores universales como la búsqueda de la paz y el enaltecimiento espiritual a través de las letras. Enhorabuena!!

viernes, 1 de octubre de 2010

Una más de celebraciones patrióticas

Hace ocho días, finalizando la jornada laboral, notificaron que habría un evento conmemorativo de las fiestas patrias en el Colegio Militar y que la asistencia (por no decir ‘cuota’) por nuestra Subsecretaría tenía que ser de al menos 35 funcionarios. Si bien es cierto esas prácticas corporativas no son buenas, porque lo verdaderamente democrático sería hacer extensiva la invitación y que vaya quien guste, no sonaba mal conocer las instalaciones militares, pues no debe ser fácil entrar ahí.

Así, el lunes pasado llegué a la oficina a las 7 de la mañana, pues ahí esperaban los cinco autobuses que nos condujeron (por no decir ‘acarrearon’) al lugar de la cita.

El Colegio está enclavado en un área boscosa del sur de la Ciudad de México y posee grandes dimensiones; entra uno y hay avenidas, edificios e innumerables áreas verdes, y así seguimos hasta que finalmente llegamos a una explanada enorme donde se desarrollaría la actividad cívico militar a la que nos invitaron.

Estaba lloviendo, tupidito, pero con la pena nos bajaron de los autobuses y procedimos a colocarnos en las gradas, siendo los primeros en ocuparlas a pesar de que estaban mojadísimas y heladas por ser de metal. Lo bueno fue que, conociendo mis rumbos, llevé una blusa ‘de punto’ con cuello alto y manga larga, además de una gabardina con capucha, así que la lluvia me hizo ‘lo que el viento a Juárez’. Adicionalmente repartieron lunch, el cual procedimos a consumir con presteza para utilizar el contenedor de unicel como asiento.

Eran las 9 de la mañana, así que no debía tardar en empezar, aunque el lugar seguía prácticamente vacío… Sin embargo, como la rola de Joaquín Sabina, nos dieron las 10 y las 11, y fueron pasadas las 12 horas que empezó el evento, luego de que una chaviza escolar, familias enteras de los militares y funcionarios de otras dos Secretarías de Estado se instalaron.

No había ninguna alta autoridad, ni tampoco sabíamos a ciencia cierta cuál sería el programa de actividades, pero las siguientes dos horas pudimos presenciar un excelente espectáculo organizado por los militares: todo empezó con el lanzamiento de salvas distribuidas en cuatro bloques, lanzadas al pie de una bandera monumental y con el toque acompasado de tambores y cornetas.

Posteriormente, cientos de personas caracterizadas representaban los principales acontecimientos históricos de nuestro país, pasando por la lucha por la Independencia, la firma de los Tratados de la Soledad, la invasión estadounidense y el desempeño de los Niños Héroes, la invasión francesa con la Batalla de Puebla, la captura de Maximiliano de Habsburgo y la Presidencia itinerante de Benito Juárez, el porfiriato, la Revolución Mexicana acompañada de las facciones maderista, villista, zapatista y carrancista, la participación del Escuadrón 201 en la Segunda Guerra Mundial y finalmente el ejército mexicano de la actualidad.

Cada escena estaba acompañada de escenarios cambiantes de acuerdo a la ocasión, vestuario impecable, música alusiva, caballos y la narración de un maestro de ceremonias. Mención aparte merecen un ‘mural humano’ formado por cientos de militares que levantaban cartones de colores mientras estaban apostados en gradas al fondo de la escenificación; el carruaje de Benito Juárez; la escena en que Juan Escutia se envuelve en la bandera nacional y se arroja desde el Castillo de Chapultepec; y un verdadero tren de vapor que lució espectacular a lo largo de la explanada llevando sombrerudos y adelitas, todo un espectáculo.

Para cerrar, presenciamos algunas maniobras de helicópteros, aviones acrobáticos y el vuelo de cinco naves que pintaron el cielo de verde, blanco y rojo bajo los asombrados ojos de los espectadores.

Ya cuando vendrían a la explanada los estudiantes del Colegio, la lluvia regresó, esta vez con mayor intensidad, lo que nos obligó a más de uno a salir en estampida. Como no dejaban salir, nos colocamos bajo las gradas, muchos con la lonchera-asiento de unicel ahora en la cabeza para evitar la caída de agua tan directa.

El hombre del micrófono ya importaba un cuerno, pero se alcanzó a escuchar que anunciaba el lanzamiento de las últimas salvas de la ocasión. Para finalizar, se tocaron cuatro estrofas del Himno Nacional (las que se interpretan en los concursos de coros escolares, que son buenísimas), que no cantamos por estar más preocupados porque de las gradas caían botellas de agua, dulces y el lodo de los zapatos provocado por el aguacerito…

Pero todo fue parte de la diversión, no tengo una sola queja, pues realmente valió la pena haber presenciado ese evento en conmemoración de las fiestas patrias (y con la ventaja adicional de que al llegar a la oficina, cerca de las 5 de la tarde, a falta de alimento y debido a que la mayoría seguía hasta con los calcetines mojados, nos dieron el resto de la jornada libre, YUPI!!!!).

Lo único que me pregunto es: ¿por qué no se presentó ese mismo acto como festejo oficial del Bicentenario en el Zócalo para beneplácito de todos los mexicanos, por qué si de todas formas se iba a montar el espectáculo militar –con los gastos y la logística que eso implica– no se aprovechó la erogación de recursos, por qué fue necesario pagarle a un extranjero para que nos organizara una celebración de medio pelo que en buena medida fue ajena a nuestra idiosincrasia?...