viernes, 28 de agosto de 2009

Bullying o la pesadilla escolar

Llegó el regreso a clases, y con él, para algunos, también vuelve a aparecer el temido bullying. El término parece no decirnos nada. Sin embargo, sí conocemos lo que hay detrás de él y no es más que maltrato e intimidación escolar. Seguramente todos vimos en nuestros años de escuela al típico niño (porque curiosamente tiende a ser del género masculino) que se aferraba a los defectos físicos de los demás para molestar hasta grados sanguinarios.

Que si es gordo, mantecas; que si tiene piernas flacas, popotitos; que si tiene lentes, cuatro-ojos; que si es moreno, negro cambujo; que si es chaparrito, tapón… y así por el estilo, siempre procurando denigrar al prójimo.

Podría verse como una niñería, pero lo cierto es que el bullying puede afectar para siempre la personalidad de las personas por llevarse a cabo a tan temprana edad; los niños están en formación y conductas agresivas de otros pueden repercutir en su autoestima.

Ya en retrospectiva, uno se da cuenta que los niños que molestaban a otros en la escuela tienden a ser los típicos que tienen la vida ‘patas-arriba’: su familia no les hace caso, los agreden física o verbalmente en su casa, sus papás tienen una mala relación o cualquier situación parecida que los lleva a exigir atención de una manera equivocada.

Así, se convierten en niños insoportables, el azote de su salón, a quienes muchos temen y a quienes todos huyen. Y hacen de ‘los molestados’ unos pobres miserables que pueden quedar marcados de por vida (a mi me constaron varios casos entre la primaria y la secundaria).

¿Qué se puede hacer en esos casos? Yo creo que los padres no deben confrontar al bully, a menos que la situación pase a mayores. Lo que pueden hacer, y no sólo frente a esos casos de acoso escolar, es fomentar la autoestima de los niños; en la medida que los pequeños estén seguros de sí, que sepan que su valor radica en ellos mismos como seres únicos y especiales sin importar sus características físicas, podrán hacer frente al acomplejadillo ese que les hace la vida pesada ‘de gratis’.

El bullying es un fenómeno que siempre ha existido y probablemente siempre existirá, pero definitivamente hay que inculcar a los niños que no tengan miedo ni huyan de quien los molesta, sino que lo enfrenten con argumentos, que no se dejen amedrentar, porque queramos o no, desde ahí nacen prácticas discriminatorias que difícilmente se pueden erradicar en la edad adulta.

viernes, 21 de agosto de 2009

Afrentas institucionales

Como comentaba hace poco, no cabe duda que vivimos en un país paradójico: contamos con avances de primer mundo en ciertos ámbitos, pero no terminamos de dejar el subdesarrollo en otros. Mi experiencia más reciente fue en el sector médico, cuando tuve que solicitar mi incapacidad en el ISSSTE debido a la operación de vesícula.

Todo empezó con la cita médica, que me pareció un gran cambio al hacerse vía telefónica. Quien atendió mi llamada sabía por el sistema que era la primera vez que iba a la clínica de medicina familiar que me corresponde y en ese momento me asignó número de consultorio, me dio el nombre del médico que me atendería y una clave de confirmación. ‘Qué moderno’, pensé.

Tal como fue indicado, mi mamá y yo nos presentamos 15 minutos antes de la cita (bueno, de hecho 30 para sacar el carnet, un cartón obsoleto que todavía rotulan con máquina de escribir mecánica…). Con carnet en mano nos dirigimos al archivo clínico para que me abrieran un expediente, para lo cual no había que hacer fila, pero tampoco había quien atendiera, a pesar de que faltaban 5 minutos para que iniciaran las consultas.

Una típica burócrata de ventanilla llegó, me tomó el nombre y me dijo que era la primera cita del consultorio 8 (y la clave de confirmación que me dieron en el teléfono y el carnet, bien gracias…), sin margen a preguntas, con nula vocación para atender al público.

Y vino una gran anomalía: los consultorios se encuentran en el primer piso, así que adultos mayores, discapacitados, mujeres embarazadas y personas recién operadas importan un cacahuate, porque no hay elevador y forzosamente hay que tomar la escalera.

El siguiente paso fue pasar al módulo donde toman la presión, peso y estatura. Ahí tienen a dos fulanitos con bata médica (sabrá Dios si realmente sean enfermeros o algo por el estilo), haciéndole un poco al tonto porque peso y estatura salen automáticamente en un papelito, y lo único que tiene que hacer uno de ellos es cortarlo y dárselo al paciente en turno.

Ya era la hora de la consulta más cinco minutos, y a pesar de la lentitud en el archivo, de la subida de escalera y el registro personal, aun no me llamaban… ni me llamarían en los próximos 40 minutos, pues el médico llegó a las quinientas.

No es que uno juzgue por las apariencias, pero basta ver a esos personajes para darse cuenta que no tienen un ápice de compromiso ni con la institución ni con los pacientes. Y al tratarlos sólo se corrobora el diagnóstico…

Pasé cuando me llamó el doctor, y al explicarle que me habían operado y que necesitaba una licencia médica, ni tardo ni perezoso llenó el formato, fue por una firma y me la dio, sin siquiera decirme ‘¿Me permite ver si sus heridas están en orden, está tomando algún medicamento, qué alimentos está consumiendo?’… Nada.

A los ocho días volvimos por la segunda incapacidad, porque cada una sólo cubre una semana. Se repitió el numerito de la ventanilla, de la escalinata y del registro en el módulo. También estaba la típica gente que da instrucciones a los demás en el supuesto que ‘dominan’ el funcionamiento de la clínica.

Lo que cambió fue el médico, pues el primero que me atendió no daría consulta ese día. Qué tipo más terrible, qué consultorio más deprimente, al grado que no sé qué era peor: si el médico, con cara de loco, la camisa abierta a medio pecho y una súper cadena de oro, o el lugar en sí, carente de ventanas, con muebles de metal que tienen las orillas oxidadas y al menos tres etiquetas de inventario (como si a alguien le interesara llevar a su casa un mobiliario tan bello y funcional…).

Y cuando por cortesía y para hacer más llevadero el rato en que llenaba la hoja para darme la incapacidad mi mamá le preguntó ‘¿Cuánto tiempo tarda el cuerpo en recuperarse de esa operación?’, el fulano respondió de forma absurda ‘Es que lo hicieron en hospital privado, lo hicieron en hospital privado…’.

¿Y eso qué tiene que ver? Un verdadero médico sabe perfectamente las generalidades de su profesión, y estas no cambian de una institución pública a una privada. Hasta me hizo pensar en cuántos de ellos realmente estudiarían medicina...

Afortunadamente concluyeron las visitas a la clínica y con ello la afrenta de ver que hay instituciones que se están cayendo a pedazos…

viernes, 14 de agosto de 2009

Concursos de primer mundo

En países como el nuestro, los concursos de televisión, radio u otro tipo de convocante consisten por lo general en llegar corriendo a alguna esquina de la ciudad para decir la frase ganadora, mandar un mensaje con tales características y, ahora con menor frecuencia, mostrar resistencia física.

Ya ni siquiera organizan concursos de conocimientos, al menos no muy serios, en los que el participante demostraba su sapiencia al tiempo que el público se quedaba con ‘algo más’ de la competencia.

Tal parece que la gente no tiene tiempo para cultivar algún talento o para realizar hazañas más laboriosas, y que la educación y la cultura generales son tan precarias que ‘no dan’ para ponerse a prueba. Menos aun para desarrollar otro tipo de aptitudes.

Sin embargo, en el primer mundo, con mayor dedicación al ocio y otras monerías, se preparan para actividades como las que a continuación les voy a describir:

- La mayor duración en el sauna: este se celebra cada año desde 1999 en Finlandia. El ganador es aquel que resista mayor tiempo adentro de un sauna a 110° C. Hay categoría masculina y femenina y el tiempo promedio que duran en el interior de la cabina es de 11 minutos.

- El silbido más melódico: es un concurso que organizan en Japón, donde unos 70 silbantes vestidos de gala asisten para entonar el más armonioso de los sonidos. Hasta parecen pájaros los infelices, pero entonando rolitas completas!!... El ganador 2007, de nacionalidad japonesa, confesó silbar 3 horas diarias para no perder práctica (y de qué vivirá el muy tipo?...).

- El ‘come-jochos’: en Estados Unidos hay una competencia anual donde triunfa quien coma el mayor número de hot dogs en 10 minutos. La condición es no vomitar y engullir, aunque sea por separado, los panes que acompañan a las salchichas (y aquí, millones de personas no tienen más que un pan duro para comer…).

Lo más bizarro es que no sólo son ociosos los concursantes, sino los espectadores que asisten para presenciar esas competencias, las cuales incluso tienen patrocinadores que otorgan miles de dólares en premios.

Y mientras al mundo en desarrollo nos llegan los patrocinios y un excedente mayor de tiempo libre, tendremos que seguir preocupándonos por conservar la chamba, mantener la salud y pagar cuentas con nuestro propio dinero. Pero eso también ‘sabe’, apoco no!!

viernes, 7 de agosto de 2009

Zelaya y el ‘bananerismo’ centroamericano

Qué tal todo el rollo este del golpe de Estado en Honduras: no cabe duda que es una de las situaciones más bizarras, atípicas y retrógradas que se han registrado en lo poco que va de este siglo, pues el término ‘golpe de Estado’ remite a las dictaduras militares que azotaron Centro y Sudamérica de los años cincuenta hasta los años noventa del siglo pasado, regímenes prepotentes y bananeros que hicieron historia.

Pero ahora, en la llevada y traída era de las democracias y con el civismo y el diálogo como banderas mundiales, no sólo suena raro sino absurdo un golpe de Estado a estas alturas, y más absurda es la forma como han sucedido los eventos en el caso hondureño. Hagamos el recuento para ver la tragicómica situación:

Todo empezó cuando las fuerzas militares de Honduras, apoyadas por los poderes legislativo y judicial así como la derecha y los empresarios, tomaron la casa presidencial para capturar al presidente Manuel Zelaya y conducirlo a Costa Rica, con el argumento de que había violado la Constitución, motivo por el cual sería sustituido por Roberto Micheletti (y de eso hay que tomar nota adicional para dormir siempre con buena piyama, como dijera Lita, porque uno nunca sabe un temblor, incendio o contingencia… todos fuimos testigo del lamentable estado en que Zelaya fue sacado de su cama, con una triste camiseta usada, todo desarrapado…).

Indignación absoluta, repudio total: por unanimidad, la comunidad internacional se manifestó en contra del gobierno de facto, del régimen golpista que no tenía motivo alguno para remover a quien fuera electo por voto popular. No importa si es un remedo de Fox, si pretendía consultar a la población para reelegirse o si era un mal bicho (sólo los hondureños lo saben); lo cierto es que hasta que terminara su mandato, como lo dicta su Carta Magna, no podían removerlo de la presidencia.

En foros y reuniones multilaterales, tanto organizaciones financieras como países de la magnitud económica de Estados Unidos y los que forman la Unión Europea, amenazaron a Honduras con cortarle el flujo económico y comercial por atentar contra el estado de derecho. La protesta internacional a favor del orden y el respeto a la ley, siempre como pronunciamiento y nunca atentando contra la soberanía del Estado hondureño, fue la constante. Todo bien hasta entonces…

Sin embargo, quien no supo estar a la altura fue el propio Zelaya, pues en lugar de hacer una campaña digna desde el exterior, con declaraciones inteligentes y actuando como el presidente que sigue siendo – aunque sea en el exilio –, se envalentonó y tomó una actitud tan patética como pretender entrar a Honduras a como diera lugar: primero con el incivil de Hugo Chávez y la mafiosa argentina Cristina Kirchner, luego por la frontera nicaragüense, con el respaldo de Daniel Ortega, otro resabio del pasado guerrillero de la región centroamericana.

También se dice que está azuzando a la población para que lo apoye ‘desde adentro’ enfrentándose a los militares hondureños (y yo me pregunto, ¿y quién los va a apoyar a ellos, acaso pagando con su vida van a lograr algo? Yo creo que no, y si bien es plausible que la gente ‘ya no se deje’ y exija sus derechos, lo cierto es que el pueblo tiende a ser usado para fines personales de los políticos de esas contiendas).

Lo más reciente fue la visita oficial de Zelaya a nuestro país, la cual era importantísima para él porque México es para Centroamérica lo que EU es para nosotros, es decir, un gigante del que dependen económica, social y hasta políticamente, así que el espaldarazo que diera el Estado mexicano a la causa zelayense era fundamental.

Pero ni eso supo manejar, pues lejos de conformarse con tener foro federal (Calderón lo recibió con los honores de su investidura) y local (Ebrard hasta le dio las llaves de la ciudad) para exponer su causa, Zelaya se vio convenenciero y habló de unos con otros para quedar bien según el caso (y por eso salió ‘por patas’, con la ley mordaza aplicándosele en pleno aeropuerto).

Que Zelaya dé gracias a Dios de que los golpistas no lo mataron y que deje de hacer el ridículo, dejando a su país en el más bananero y tercermundista de los papeles.