viernes, 29 de agosto de 2008

Comparativo olímpico

Coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y a 40 años de haberse celebrado la justa deportiva en México, fuimos a ver la exposición de diseño gráfico del ’68 en el Museo de Arte Moderno. Ahí se muestran artículos promocionales, videos, ediciones filatélicas, folletos, uniformes y boletos para el evento, y se incluye el testimonio actual del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, artífice de la estrategia que logró que la olimpiada en México fuera todo un éxito.

Como parte esencial de la organización se retomó el ideal griego de la tregua olímpica, es decir, dejar a un lado las rencillas, los rencores y los enfrentamientos para dar paso al deporte en sí mismo durante el periodo en que se desarrollaran los Juegos. De esa manera, en la Villa Olímpica mexicana convivieron pacíficamente soviéticos con checoslovacos, israelíes con árabes y sudafricanos con otros nacionales de países de su continente contrarios al apartheid.

Posteriormente, se procedió a diseñar la campaña que posicionaría los Juegos Olímpicos de México en cada rincón del planeta, a pesar de que decían que por la altura no era viable que aquí se realizaran y que no se tenía la experiencia requerida. Así, se designó un color y un logotipo por cada disciplina, se contó con instalaciones de primer nivel, se señalizó perfectamente toda la ciudad, se utilizaron motivos olímpicos para el mobiliario urbano, había globos enormes por todas partes señalando los lugares de competencia, etc… etc… etc…

Bien se podría decir que Ramírez Vázquez fue pionero en el marketing de las naciones, porque sin manuales de por medio y echando mano únicamente del sentido común, logró hacer de México ’68 un evento deportivo de primer orden.

¿Y nos sorprendemos con Beijing 2008? Admirados debemos estar de lo que se hizo en aquellos años, en plena Guerra Fría, cuando se consiguió más con menos, cuando se dudaba de la capacidad organizacional y logística de un país en desarrollo, cuando la creatividad bastaba para hacer cosas grandes. La tecnología para el evento era prácticamente inexistente, pero no hizo falta para que la emotividad estuviera presente en cada competencia y en cada ceremonia celebrada.

Que Beijing tuvo lo suyo, indudablemente: no en balde debieron pagar millones de dólares al director de cine chino Zhang Yimou para organizar las impresionantes ceremonias de inauguración y clausura que vimos, que incluyeron la movilización simultánea de miles de personas con sus respectivos cambios de vestuario y escenografía. Asombroso en verdad.

Lo anterior sin contar los montos que debieron desembolsar para comprar a los padres de la niña que grabó uno de los temas principales del evento para que otra pequeña usara la pista el día de la apertura, o los que correspondieron a la distribución de un video con imágenes de fuegos artificiales espectaculares a todas las televisoras que habían contratado la transmisión de Beijing 2008 porque la fantasía debía superar a la contaminada realidad de la ciudad sede, o los que compraron el silencio de la familia de una cantante que participaría en los Juegos pero que quedó inmovilizada luego de un accidente durante los ensayos.

Esperen, lo olvidaba: ese dinero se lo ahorraron, porque todo se puede en un régimen autoritario como el de China.

viernes, 22 de agosto de 2008

Andanzas oaxaqueñas

Qué riquezas las de Oaxaca, qué lugar tan maravilloso, tan puro. Tierra de grandes hombres y grandes culturas, de una cocina mágica y paisajes de ensoñación, de artes y artesanos, de grandes edificaciones y valles espectaculares. Sí, eso y mucho más encontramos en nuestras vacaciones por aquellos lares hace dos semanas.

Por dónde empezar… quizá por la majestuosidad de Monte Albán, la perfección estética de Mitla, la creatividad surrealista de los alebrijes de Arrazola o los trazos vegetales de los tapetes de Teotitlán del Valle. O quizá la belleza de Hierve el Agua, el emblemático árbol del Tule o el brillo del barro negro de San Bartolo Coyotepec.

Visitamos innumerables museos: el de la colección prehispánica de Rufino Tamayo (que lejos de criticarse el que pertenezca a una persona se aplaude el hecho, porque así se ha preservado el material), el de la Filatelia (único en su tipo en el país, un lugar increíble por sus instalaciones y acervo), el de Arte Contemporáneo de Oaxaca (mejor conocido como MACO, un concepto muy original, fundado por Francisco Toledo) y el de sitio en Monte Albán.

También estuvimos en el Centro Cultural Santo Domingo (con la historia de Oaxaca, tiene buena museografía y excelentes materiales, y el lugar uff, restaurado de lujo), la Casa de Benito Juárez (una tomada de pelo de 35 pesos y no más de 150 metros cuadrados) y el Centro Fotográfico Álvarez Bravo (que tiene una biblioteca sensacional vinculada al mundo de la foto).

Además nos tocó la suerte de visitar Oaxaca en el marco del festival de música Instrumenta. Así pudimos acudir a un buen concierto de improvisación en el MACO y otro de tango en el Teatro Macedonio Alcalá (un inmueble de la época de Don Porfirio, de corte clásico), aparte de otro de alientos en la plaza central (un rollo muy estadounidense de los años cincuenta, muy padre) y uno más de bandas tradicionales oaxaqueñas (con lo emotivo que fue escuchar las percusiones y la tuba en las calles empedradas de la ciudad).

El plano religioso también hay que destacarlo, porque pudimos conocer lugares tan bellos como la pequeña iglesia de Santa María del Tule (pintadísima, muy mona), la de Mitla, el Carmen Alto, San Agustín, Nuestra Señora de la Soledad, la Catedral (qué bien la tienen, con su cantera verde bien cuidadita a pesar de las revueltas sociales del estado) y, monumental, hermoso, espléndido, el Templo de Santo Domingo (me confieso ferviente admiradora del barroco, y ese monumento es simplemente colosal, me encanta!!).

Y qué decir de la comida, con la variedad de ingredientes, sabores e inspiraciones que desprenden el mole negro (que de los moles es mi favorito, qué delicia!!), el quesillo, los tamales, el acullo, el pan dulce y el tasajo (por cierto, el mejor está en el mercado, que acertadamente nos recomendó mi querido tío Gil, qué carne más suavecita, y con su salsa recién hecha, de rechupete!!).

Qué bordados, cuántos collares y accesorios de piedras y qué alegría la del zocalito a lo largo del día, punto de reunión por excelencia de todo el que pasa por ahí (y qué agua de cítricos la que venden para disfrutar el paseo y la charla, nos volvimos sus fervientes consumidores!!).

Y dejando a un lado todo lo establecido, puedo afirmar que ese lugar es ideal para estar contento: basta con sentarse a la sombra de un árbol en la plaza, aderezada por un airecito fresco en día soleado y disfrutar de una tradicional nieve de leche quemada, mmm!!

viernes, 15 de agosto de 2008

Un mal cate

El domingo regresamos César y yo de Oaxaca, experiencia que compartiré con ustedes próximamente. Todo pintaba para ser una tranquila tarde de domingo que cerrara con broche de oro la vacación. Tal vez veríamos tele, o una peli, o disfrutaríamos de nuestras compras del viaje. Poco antes de recostarnos, César acomodó las maletas en la parte superior del closet. Yo me disponía a alcanzarlo cuando me acordé que no había subido mi bolsa viajera al portaequipaje.

Tomé una de nuestras sillas blancas de PVC, como ya lo he hecho otras veces, subí para dejar todo en su lugar y así quedar libre de pendientes. Ya casi bajaba cuando de repente oí un crujidero espantoso y en un dos por tres me encontré en el piso en medio de una infinidad de añicos de plástico blanco. César corrió hacia mí para auxiliarme, y yo, toda atolondrada, no sabía si llorar por el susto de la caída o qué hacer. Pero de que me dolía, me dolía, tanto que ni siquiera podía moverme.

¿Qué había pasado, porqué había terminado ahí? Lo que sucedió fue que el asiento de la silla se venció cuando yo estaba encima y se rompió en pedazos. En serio nos impresionamos muchísimo del estado en el que quedó: astillas y más astillas plásticas por toda la recámara. Y lo peor era que muchas de ellas se me estaban clavando.

Seguía sin poder levantarme por el dolor. Eso sí, me hubiera ido peor si la caída no hubiera sido amortiguada por mi espalda, que quedó atorada en la pared. En otras palabras, mi descenso fue raspando todo el muro, pero más vale haber quedado con la espalda rallada que con un mal golpe en la cabeza o un sentón en seco.

César inspeccionó cómo estaba todo y vino la peor parte: mi pierna izquierda estaba atorada en lo que había sido una pata de la silla. Con mucho cuidado la sacó de ahí y me cargó para dejarme reposando en la cama en lo que hacíamos revisión para evaluar los daños.

Al rato llegó mi mamá y entre los dos me ayudaron a ir a la regadera, lavaron todas mis heridas – un puñado de arañazos en las pantorrillas que para qué les cuento… –, cortaron el pellejo desprendido (esa herida era la más impresionante y la que más dolió, ouch…), me pusieron pomada y me dejaron lista para descansar, esperando que mi estado no fuera más lamentable al día siguiente.

¿Porqué pasó todo eso? Porque se me hizo fácil utilizar esa silla en lugar de ir a la cocina por la escalerita que fue creada ex profeso para subirse. Así que POR NINGÚN MOTIVO se suban a esas sillas para cambiar focos, bajar libros, colocar cortinas, etc… porque no fueron creadas para ello. Hay que ahorrarnos los accidentes.

Definitivamente las consecuencias de la caída continuaron, pues casi no pude dar paso los dos días siguientes, los moretones no se hicieron esperar – aunque seguramente los atenuó el árnica que tomé – y el dolor en las partes golpeadas fue permanente, pero por fortuna, el incidente no pasó de un susto y un muy mal cate.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Ideas verdes

¿Han visto la campaña medioambiental de Canal Once? La verdad está muy buena. Consiste en breves cápsulas temáticas donde se dan sencillos consejos para cuidar el agua, disminuir el uso de la electricidad y hacer un consumo eficiente en el supermercado, entre otros.

Señalan cosas tan elementales como hacer una lista para ir al súper y no comprar más de lo que uno necesita (de manera que ni se gasta de más ni se desperdicia lo que no se utiliza), cerrar la llave del agua en la regadera mientras uno se enjabona, accionar la lavadora de ropa cuando se tengan suficientes prendas (se gasta la misma luz para lavar 5 camisas que para 10, así que más vale aprovechar una misma carga) y rotular los vasos desechables en las fiestas para evitar la generación excesiva de basura (todos conocemos la comodidad de lo desechable, pero todo debe tener un límite).

Y aquí no se acepta ‘hacer la finta’ y usar un vaso con agua para lavarnos los dientes en casa cuando en las vacaciones dejamos correr el agua del grifo despiadadamente, o apagar la luz de la recámara que no estamos utilizando cuando en la oficina dejamos encendido el equipo de cómputo que sabemos que se utilizará de nuevo hasta el día siguiente, con esa mentalidad de ‘al fin que no me cuesta’.

En lo monetario probablemente eso sea cierto porque el pago no se hace con dinero de nuestro bolsillo. Sin embargo, es un hecho que el gran costo sí lo pagamos todos, porque de todos son el agua y la luz que se desperdician sin importar dónde o cómo. Y la irresponsabilidad de malgastar nuestros recursos naturales tiene implicaciones a futuro, porque serán las generaciones por venir las que pagarán una cuantiosa factura si no cambiamos de actitud.

No seamos apáticos, hay que ponernos en marcha: si vemos una fuga de agua en la calle hay que reportarla, si vemos a alguien tirando basura que no nos dé pena hacérselo notar (y todavía se indignan cuando uno les dice a los muy infelices…), si no estamos ocupando un aparato en casa hay que desconectarlo (con excepción del refrigerador, claro), si podemos preservar un documento en archivo electrónico evitemos imprimirlo para ahorrar papel.

Realmente creo que es una buena iniciativa del Once porque es en el nivel micro donde se puede crear conciencia para el cuidado de nuestro planeta. Recordemos una reflexión de la Madre Teresa de Calcuta: el esfuerzo de una persona parece apenas un granito de arena, pero las playas están formadas por millones de esos granitos.

Como bien dicen al finalizar las cápsulas televisivas, ‘pequeñas acciones, grandes cambios’.

viernes, 1 de agosto de 2008

Radovan Karadzic y el genocidio yugoslavo

La sección internacional de periódicos y noticiarios se vio alterada por una misma imagen: un hombre barbado, canoso y con lentes había sido capturado y sería remitido al Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia (TPIEY) de La Haya, en Holanda, acusado de genocidio y otros crímenes contra la humanidad. Ese hombre es Radovan Karadzic, quien fuera líder de los serbios en Bosnia Herzegovina a principios de los noventa, uno de los responsables de la cruenta guerra que vivieron los Balcanes en aquellos años.

Para comprender mejor la magnitud de su reciente detención, aquí van algunos datos que nos ayudarán a comprender el contexto:

Históricamente, la Península Balcánica ha congregado una diversidad muy particular, tanto en orígenes étnicos como en lenguas y credos. Sin embargo, se ha tendido a agruparlos en un mismo conglomerado, en un principio el Reino de Yugoslavia y posteriormente la República Socialista de Yugoslavia.

Esta surgió de una guerra interna en los años cuarenta, cuando Josip Broz, mejor conocido como el mariscal Tito, resultó ganador de la contienda y unificó a las seis mayores provincias: Bosnia Herzegovina, Serbia, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Montenegro. Así permanecieron hasta la muerte de Tito en 1980, momento en que el único elemento de cohesión desapareció y las tensiones resurgieron.

En los años noventa, ante la caída de la Unión Soviética y la separación de sus repúblicas, cada región yugoslava realizó elecciones para determinar si continuaba o no bajo la misma organización. Como era de esperarse, todas fueron declarando su independencia, excepto Serbia y Montenegro, que se declararon herederas de la antigua Yugoslavia, cuyo gobierno fue presidido por otro asesino: Slobodan Milosevic–.

Ante los hechos, el antiguo ejército yugoslavo tomó partido por los serbios, atacando a las recién independizadas repúblicas y provocando el caos bélico en la región. Ya envalentonados, los serbios de todas las provincias establecieron sus propios gobiernos alternos.

Bosnia Herzegovina no fue la excepción, y es ahí donde aparece Karadzic al frente de los serbios en Bosnia. En 1992 se autoproclamó presidente y jefe militar de esa provincia con la idea de gobernar una república serbia independiente en Bosnia Herzegovina, en un afán enfermizo de lograr un nacionalismo puro, respaldado por su compatriota Milosevic.

A pesar del apoyo local, nunca pudo legitimarse en el poder por la vía electoral, por lo que se inclinó por el exterminio de todo aquel que no fuera serbio, es decir, un 50% de la población bosnia, matando principalmente a musulmanes y croatas. De forma sistemática, Karadzic ordenó que miles de personas fueran desalojadas de sus hogares, que fueran torturadas física y psicológicamente, que fueran enviadas a los más de 20 campos de concentración que creó, que fueran asesinadas por su origen étnico o que las mujeres sufrieran vejaciones, todo por el insalvable hecho de no haber nacido serbios.

Entre los episodios más atroces se menciona el del poblado musulmán de Srebrenica, que, a petición de la ONU, fue convertido en zona de seguridad para quienes huían del conflicto. Al saber que ahí se encontraban las minorías que querían exterminar, las legiones de Karadzic fingieron que iban a hacer un interrogatorio, separaron a mujeres y niños de los hombres y así masacraron a 8 o 10 mil varones de entre 12 y 77 años.

Las atrocidades continuaron hasta 1995, cuando la firma de los Acuerdos de Dayton puso fin a la guerra formal. Ese mismo año se creó el TPIEY, que no pudo hacer nada en contra del asesino Karadzic, que continuó cínicamente en el poder hasta 1996.

¿Porqué se habla tan poco de todo esto: será acaso porque no había intereses económicos de por medio, porque no tenían petróleo? Prácticamente nadie sabe los detalles de esa guerra que cobró miles y miles de vidas y que ha dejado sobrevivientes con heridas aun sangrantes.

A pesar de todo, la detención de ese demente es un gran logro, porque muestra que no importaron los 13 años que estuvo prófugo, sino la perseverancia en la búsqueda de la justicia.