Durante la década de los ochenta, grandes regiones de África fueron víctimas del hambre. Eran frecuentes y desgarradoras las imágenes de niños prácticamente en los huesos, sin carne ya bajo la piel, con el estómago inflado por los parásitos y la mirada perdida por la fatiga y la anemia.
Era la incipiente época de la cooperación internacional para combatir el hambre y de los conciertos masivos para recabar fondos y luchar contra el problema – se recuerda el famoso USA for Africa, que reunió a artistas como Stevie Wonder, Lionel Richie, Bob Dylan, Ray Charles, Michael Jackson, Billy Joel, Cindy Lauper, Kenny Rogers, Bruce Springsten, Diana Ross y Paul Simon, entre otros, que grabaron la canción We are the world para los fines mencionados.
Actualmente, la misma sombra mortífera de entonces pretende extenderse sobre el mundo entero: los buitres alistan sus garras, la guadaña apresta su inclemencia. El problema es que, a pesar de que en todos lados se habla de eso, nadie menciona las causas que provocan esta situación. Aquí van algunos puntos que explican el porqué de la escasez de alimentos y su consecuente alza de precios.
Primeramente, el crecimiento de China e India. Esos países son los más poblados del mundo – 1, 330, 044 ,605 chinos y 1, 147, 995, 898 indios – y también los que presentan mayor crecimiento, con tasas del 11.4% para China y 8.5% para India – recordemos que la estimación de crecimiento para México en 2008 es de 2.9% –. Esto hace que, a pesar de que algunos de sus millones de millones de habitantes ya existían hace diez o quince años, a últimas fechas han mejorado su nivel de vida, provocando que aumente la demanda por ciertos bienes y servicios, entre ellos los alimentos.
La segunda causa es que se ha contraído la oferta alimentaria en todo el mundo. Eso se debe a que las economías tienden a enfocarse cada vez más al sector terciario o de servicios, en contraposición al secundario o industrial y con mucho menor frecuencia al primario o agrícola. Es decir, el campo se ha descuidado – y ni se diga en países como el nuestro, donde no se ha invertido un quinto para transformarlo y darle un uso eficiente –.
Aunado a esto, los altos precios del petróleo y su carácter no renovable han provocado que se busquen nuevas fuentes de energía. Pero en lugar de enfocarse a la eólica o la solar, se han afanado en algunos lugares – principalmente en EU, primer productor de maíz en el mundo – en producir etanol a base del maíz, disminuyendo en mayor proporción la de por sí insuficiente oferta de alimentos.
Si sumamos las dos causas, llegamos a la primera y más básica de las lecciones de economía: a mayor demanda y menor oferta, el precio se va al cielo, proceso de incremento que inició hace unas semanas.
Ahora, ¿qué sigue? La escasez de alimentos y su consecuente aumento en precios se estima que continuará durante los próximos años – apenas ayer, la OCDE habló del año 2017 –, y si antes un problema permanecía en su propia incubadora, ahora, con la globalización, todo afecta a todos.
Lo que nos queda por hacer es maximizar en casa nuestra inversión en alimentos, donar en la medida de nuestras posibilidades – ahí están programas como 1 Kilo de Ayuda o Banco de Alimentos, en los cuales podemos aportar literalmente nuestro granito, aunque no sea de arena sino de arroz, maíz o frijol – y no desperdiciar ni un gramo de comida; no queremos volver a ver imágenes como las de los niños africanos.
Era la incipiente época de la cooperación internacional para combatir el hambre y de los conciertos masivos para recabar fondos y luchar contra el problema – se recuerda el famoso USA for Africa, que reunió a artistas como Stevie Wonder, Lionel Richie, Bob Dylan, Ray Charles, Michael Jackson, Billy Joel, Cindy Lauper, Kenny Rogers, Bruce Springsten, Diana Ross y Paul Simon, entre otros, que grabaron la canción We are the world para los fines mencionados.
Actualmente, la misma sombra mortífera de entonces pretende extenderse sobre el mundo entero: los buitres alistan sus garras, la guadaña apresta su inclemencia. El problema es que, a pesar de que en todos lados se habla de eso, nadie menciona las causas que provocan esta situación. Aquí van algunos puntos que explican el porqué de la escasez de alimentos y su consecuente alza de precios.
Primeramente, el crecimiento de China e India. Esos países son los más poblados del mundo – 1, 330, 044 ,605 chinos y 1, 147, 995, 898 indios – y también los que presentan mayor crecimiento, con tasas del 11.4% para China y 8.5% para India – recordemos que la estimación de crecimiento para México en 2008 es de 2.9% –. Esto hace que, a pesar de que algunos de sus millones de millones de habitantes ya existían hace diez o quince años, a últimas fechas han mejorado su nivel de vida, provocando que aumente la demanda por ciertos bienes y servicios, entre ellos los alimentos.
La segunda causa es que se ha contraído la oferta alimentaria en todo el mundo. Eso se debe a que las economías tienden a enfocarse cada vez más al sector terciario o de servicios, en contraposición al secundario o industrial y con mucho menor frecuencia al primario o agrícola. Es decir, el campo se ha descuidado – y ni se diga en países como el nuestro, donde no se ha invertido un quinto para transformarlo y darle un uso eficiente –.
Aunado a esto, los altos precios del petróleo y su carácter no renovable han provocado que se busquen nuevas fuentes de energía. Pero en lugar de enfocarse a la eólica o la solar, se han afanado en algunos lugares – principalmente en EU, primer productor de maíz en el mundo – en producir etanol a base del maíz, disminuyendo en mayor proporción la de por sí insuficiente oferta de alimentos.
Si sumamos las dos causas, llegamos a la primera y más básica de las lecciones de economía: a mayor demanda y menor oferta, el precio se va al cielo, proceso de incremento que inició hace unas semanas.
Ahora, ¿qué sigue? La escasez de alimentos y su consecuente aumento en precios se estima que continuará durante los próximos años – apenas ayer, la OCDE habló del año 2017 –, y si antes un problema permanecía en su propia incubadora, ahora, con la globalización, todo afecta a todos.
Lo que nos queda por hacer es maximizar en casa nuestra inversión en alimentos, donar en la medida de nuestras posibilidades – ahí están programas como 1 Kilo de Ayuda o Banco de Alimentos, en los cuales podemos aportar literalmente nuestro granito, aunque no sea de arena sino de arroz, maíz o frijol – y no desperdiciar ni un gramo de comida; no queremos volver a ver imágenes como las de los niños africanos.