viernes, 26 de octubre de 2007

¡Respeto, por favor! El caso Xochicalco

En el marco de la celebración de nuestros primeros 6 meses de casados, César y yo tuvimos la fortuna de conocer Xochicalco, sitio arqueológico que en diciembre de 1999 fue declarado Patrimonio Común de la Humanidad por la UNESCO por su excelente estado de conservación, por ser vivo ejemplo de las ciudades fortificadas del Período Epiclásico y porque su arquitectura muestra la fusión de distintos estilos mesoamericanos.

En medio de cerros cubiertos de un verdor singular, bajo un cielo pletórico de azul y con el delicioso calor morelense acompañado de un ligero viento fresco a nuestro favor, recorrimos la zona, la cual comprende la tradicional plaza con monumentos que emulan la cosmogonía prehispánica, un monumento a Quetzalcóatl, basamentos civiles, estelas, una gruta donde se estableció el observatorio y tres juegos de pelota, entre otras construcciones.

Nos deleitamos con los grillos, las mariposas, los pájaros y hasta una iguana que apareció tan milenaria como el lugar mismo. Adicionalmente, las vistas son espectaculares y los tabachines dan la mano al visitante a lo largo del recorrido. Es verdaderamente impresionante el estado en que se conserva Xochicalco, tanto por los trabajos de restauración que en algún momento se realizaron, como por el mantenimiento que el INAH da al sitio (recolección de basura, recorte del pasto, señalización, establecimiento de paneles solares, etc…).

Como es natural, hay secciones donde el paso está prohibido con la finalidad de que futuras generaciones puedan disfrutar de un patrimonio que desde ahora les pertenece tanto como a nosotros y como les perteneció a otros en el pasado.

Sin embargo, cuál fue nuestra sorpresa cuando al estar en la etapa final de la visita, sentados sobre el pasto que cubre un basamento de la pirámide principal, escuchamos que una persona de vigilancia le pedía a alguien que bajara de la parte más alta de esa misma construcción, donde está estrictamente prohibido subir. La amable solicitud a descender fue repetida en tres ocasiones, a lo que retadoramente respondió una voz ‘échame a la policía’.

Fue en ese momento cuando nos dimos cuenta que la acción no la realizaba un estudiante inconsciente, sino una persona con la madurez suficiente para comprender y acatar una norma. Mayor fue nuestra sorpresa cuando lo vimos y nos dimos cuenta que era un hombre que rondaba los treinta y tantos, con vestimenta que denotaba su buena posición socioeconómica y que seguramente por capricho permanecía en la zona prohibida. En pocas palabras, se trataba del prototipo de una bestia peluda.

La situación era intolerable, así que lo increpamos, exigiendo que bajara en ese momento. La gente que pasaba por la plaza principal se fue uniendo desde su lugar a nuestra causa hasta que, luego de que el fulano nos propinara una serie de insultos, señas obscenas y con una prepotencia de aquellas – que incluye intimidación con binoculares y con una cámara digital –, el personaje salió corriendo. Al poco tiempo nos dimos cuenta que gracias a que lo entretuvimos, el personal de seguridad hizo lo propio y en unos minutos llegó la policía estatal para consignarlo.

¿En qué paró la historia? Lo desconocemos, pero lo que sí nos quedó claro fue que el tipo ha de ver pasado un mal rato a salto de mata. Suponemos que probablemente sí lo atraparon, ya que por su ubicación geográfica sobre un cerro, Xochicalco cuenta únicamente con dos vías de acceso.

Sin embargo, la situación nos lleva al mismo tema: respeto. ¿Por qué gente como esa no acata que no debe subir a un monumento para que sus hijos, nietos y los que están por venir también lo disfruten, porqué la agresión contra los demás, porqué el abuso?

Lo ideal es que impere la actitud respetuosa, pero mientras eso sucede, reside en nosotros la obligación de acatar lo que debe ser. No es cuestión de ‘echar pleito’, sino de ‘hacer respetar’, porque las consecuencias de todo acto repercuten en todos.

P.D.: Y si tienen oportunidad, no dejen de visitar Xochicalco, un lugar excepcional a hora y media de la Ciudad de México (y tampoco pierdan las nieves de mamey que venden en las cercanías, mmm!!).

viernes, 19 de octubre de 2007

El lado cuestionable de los Premios Nobel

Alexander Fleming, Henri Bergson, Ivan Pavlov, Alexandr Solzhenitsyn, Ernest Rutherford, Rabindranath Tagore, Pierre y Marie Curie, Ernest Hemingway, Albert Einstein, José Saramago, Niels Bohr, George Bernard Shaw y Amartya Sen. Todos ellos comparten algo: el hecho de haber sido acreedores a un Premio Nobel.

Y si nos vamos a la categoría de las vidas consagradas a la paz, tendremos figuras como Martin Luther King Jr., el Dalai Lama, la Madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela y organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, UNICEF y Amnistía Internacional. Todos ellos han tenido firmes convicciones y han sido íntegros, congruentes con el discurso y la acción.

Desconozco los criterios, las nominaciones y a buena parte de los laureados del ámbito científico. No obstante, en lo relacionado con el pacifismo y las buenas causas, es bien sabido que de un tiempo a la fecha el Nobel de la Paz se ha politizado y la mano estadounidense es cada vez más evidente.

- En 2000, Kim Dae-jung, surcoreano, recibió el premio en reconocimiento a sus esfuerzos por la reconciliación con Corea del Norte. Hay que recordar que ese país es una amenaza real para EU por la posesión de armas nucleares y por tener un desequilibrado al frente del gobierno.

- En 2001, la ONU y Kofi Annan fueron los elegidos. Justo en mayo de ese año, Bush y sus tropas invadieron unilateralmente Irak, sin aval de dicha organización, dejando en claro que la estructura de ésta es caduca y su autoridad nula. El hecho de que le dieran el Nobel no fue más que una especie de premio de consolación, ‘por no dejar’, ‘de perdida’.

- En 2003, Shirin Evadi, una mujer de nacionalidad iraní, fue galardonada por su lucha por los derechos humanos, principalmente de mujeres y niños, en la región. El reconocimiento es opacado por el hecho de que por encima de Corea del Norte, Irán es probablemente el enemigo real más grande que tiene EU por su poderoso armamento y un líder aun más desquiciado que el norcoreano en el poder.

Este año, el Premio Nobel de la Paz se otorgó conjuntamente al Panel Intergubernamental para el Cambio Global y para el ex vicepresidente de EU, Albert Arnold ‘Al’ Gore. El primero tiene por trasfondo una preocupación real por las causas y efectos del cambio global en el presente y cómo prevenir los daños para que las futuras generaciones tengan las mejores condiciones para vivir.

Sin embargo, Al Gore aparece como un ecologista light, pues a pesar de que lleva más de dos décadas en la causa ambiental, lo cierto es que han salido a la luz detalles de su vida cotidiana donde se demuestra su falta de congruencia.

Veamos: no puede recomendar la sustitución de focos tradicionales por lámparas compactas fluorescentes, menor uso de la secadora de ropa y la utilización de menos agua caliente, cuando en su casa, ubicada en el estado de Tennessee, tiene faroles de gas en el jardín, una alberca con calefacción permanente y una puerta eléctrica de uso constante, lo cual genera un pago anual de energía por 30 mil dólares, que dividido en mensualidades equivale a la anualidad por el mismo concepto de una familia estadounidense promedio.

No dudo que su documental The inconvenient truth esté bien realizado y aporte información relevante en torno al calentamiento global. Pero de ahí a consagrarse como ecologista… eso hace que la validez del premio sea bastante cuestionable. Parafraseando el título del mismo documental, esa es la ‘verdad incómoda’ de todo esto.

Si la Fundación Nobel no encuentra a la persona u organización apropiada, con el peso suficiente, la trayectoria, los méritos y el esfuerzo necesario en la lucha por una causa universal para recibir el premio, lo mejor sería declararlo desierto, tal como sucedió durante la Primera Guerra Mundial, algunas veces en la década de los 20, la Segunda Guerra Mundial y en los años 70. Si eso envía una señal negativa, lo cierto es que no importaría tanto como el desprestigio que han adquirido recientemente los premios al otorgarlos por mera coyuntura como ya se hizo notar.

El tiempo dirá quién tiene la razón: si es que Gore es una persona comprometida con el planeta y quiere seguir sembrando conciencias en materia ambiental, o si sólo quería reflector en una actividad alternativa a la política que le permitiera brillar en contraposición a la opacidad que vive George W. Bush, el hombre que lo derrotó cuestionablemente en las urnas en el año 2000.

viernes, 12 de octubre de 2007

De creencias culinarias y otros mitos

Nacemos con ellas y casi las hacemos dogmas. Entre niños dicen ‘si te pasas una semilla de naranja te crece un árbol en el estómago’ o ‘si se te cae un alimento al piso lo chupa el diablo’. Esta clase de afirmaciones son enteramente falsas y en ocasiones también completamente absurdas.

Lo cierto es que existen creencias y mitos relacionados con la comida y los estados de ánimo que a pesar de la escuela, los libros, el paso del tiempo y el avance científico de la humanidad, permanecen en la cotidianidad. Veamos algunas de ellas:

- No comer aguacate después de un coraje.

- Comer pan blanco después de un susto.

- No comer huevo después de una discusión.

- No comer sandía en la noche.

- Tomar leche tibia con miel para dormir mejor.

A diferencia de los mitos de infancia, seguro algunos de estos resultarán ciertos por las propiedades características de cada alimento, aunque no tengamos una explicación científica para confirmarlos o descartarlos.

Y aquí va otra creencia: el resultado de los platillos que uno cocina depende de la ocasión a la cual obedecen. Con sus excepciones, si es por compromiso, la comida se queda pegada al platón; si es para un ser querido, la pasta queda deliciosamente al dente; si es por encargo, la salsa resulta más picante; si es para una gran celebración, el postre deja huella en el paladar de todos los comensales.

Quién no recuerda los momentos cumbre de Como agua para chocolate, donde el realismo mágico lleva al extremo ese vínculo entre lo que comemos y lo que sentimos. Cómo olvidar cuando todos los invitados a la fiesta lloraban porque Tita, la protagonista, preparó el pastel de bodas de Pedro, su novio, y Rosaura, su hermana, en medio de las más sentidas lágrimas.

O en la genial historia de Roald Dahl, Charlie y la fábrica de chocolate, la sensación de plenitud que produce en el pequeño Charlie y su abuelito Joe la cucharada de chocolate proveniente del río que les ofrece Willy Wonka. O el caso de las ardillas que hay en la fábrica inspeccionando las semillas que ahí se emplean, que identifican la frivolidad de otra de las niñas, Veruca Salt, y la clasifican como una semilla no apta para convertirse en golosina, enviándola directo al vertedero.

No sé hasta qué grado inciden en el ámbito culinario risas y abrazos, gritos y llanto, y es difícil pensar en estudios de corte científico que respalden estas hipótesis. Lo cierto es que mientras investigamos y sabemos si las creencias, mitos y demás minucias de la cocina son ciertas o no, yo les pregunto: ¿alguno de ustedes se arriesgaría a comer aguacate después de un coraje?... Yo no!!!!!!!!

viernes, 5 de octubre de 2007

Un grillito centenario

Mañana se cumplirá el primer centenario del natalicio de Don Francisco Gabilondo Soler, creador del famoso Cri Cri, el grillito cantor, ese pequeño ser que se entona al caer el sol, invitándonos a soñar las más curiosas historias con su característica interpretación.

Así como el dicho popular reza que ‘no hay sábado sin sol’, se puede afirmar que no hay infancia sin Cri Cri. ¿Quién no conoce a Los Tres Cochinitos, La Patita o El Negrito Bailarín?, ¿cuántos no lloraron con La Muñeca Fea, se iniciaron en la lectura con La Marcha de las Letras o descubrieron el tango gracias a Che Araña?

Y hay que saber que Gabilondo Soler fue músico autodidacta. Su genio creativo fue tal que, inicialmente, no hicieron falta solfeo, armonías, ni acordes para dejarse llevar por lo que el paisaje de Orizaba – su tierra natal – y los relatos de su abuelita dejaron en su mente y en su vida, evocando imágenes tan mágicas como la de un chorrito que tenía calor, o un rey que en lugar de pelo tenía miel en la cabeza, o un trenecito que arrojaba humo de algodón.

En la actualidad, la fama de sus creaciones es tal que intérpretes como Plácido Domingo las han hecho suyas y orquestas como la Filarmónica Nacional y la de la UNAM tocan sus notas. Pero la cúspide más grande es la que le han dado las generaciones de ayer y hoy al formar parte de un mismo imaginario infantil fresco, espontáneo, mágico, lleno de chispa y caramelo.

A partir de este fin de semana habrá celebraciones en plazas públicas, se tocarán sus canciones y se recordará a sus memorables personajes mediante presentaciones teatrales. Pero aun cuando no se organizara evento alguno, hay que rendirle el más grande de los homenajes manteniéndolo vivo escuchando su música.

Cri Cri sigue vigente al tiempo que algunas de sus canciones nos hablan de otra época: ya no hay ropavejeros, ni carretelas, ni roperos, ni enaguas. Pero sigue habiendo niños ávidos de escuchar los cuentos más originales. Y es que su vigencia radica en algo tan universal como la imaginación, las historias de animales, los mundos fantásticos y los seres inanimados que cobran vida gracias a la inspiración de quien los crea.

Por todas y cada una de sus aportaciones musicales, bien se puede considerar a Francisco Gabilondo Soler un gran músico que deja huella en quienes nos hemos deleitado con su obra.