viernes, 27 de julio de 2007

¿Porqué la dificultad de obedecer? La normatividad vial de la Ciudad de México

¿Porqué le cuesta tanto obedecer al mexicano? O mejor dicho, ¿porqué le cuesta tanto obedecer al capitalino? Esta interrogante se reaviva a partir de la puesta en marcha de la nueva versión del Reglamento de Tránsito. Como bien se ha señalado, el texto no presenta mayores novedades que el sistema de sanciones por puntaje. Sin embargo, es precisamente en ese rubro de infracciones donde se suscita mayor polémica.

Por parte de la autoridad (o al menos de quienes en el papel suponen serlo), a pesar de la campaña anti corrupción paralela, se podría esperar la reactivación del esquema de extorsiones. Los policías, en lugar de levantar la infracción ante una falta real a la normatividad, podrían ‘ofrecer una alternativa’ a pagar la boleta, y eso no es más que la tristemente célebre ‘mordida’.

Pero ojo, aquí la culpa también es del ciudadano, que incumple por partida doble el reglamento al cometer una falta y encima no ingresar los recursos al erario público local.

Asimismo, existe una extensa laguna en el reglamento: no indica cómo se puede comprobar que realmente uno haya cometido la falta. Frecuentemente, cuando la gente intenta vender un automóvil o acude a verificar su vehículo, en el sistema aparecen multas que no han sido pagadas, cuando éstas ni siquiera existieron, sino que son inventadas por los funcionarios administrativos de las dependencias correspondientes y/o los agentes de tránsito.

Siendo así, cualquier policía puede anotar las placas de los vehículos que ve pasar y señalar que han cometido esta o aquella falta al reglamento.

Por parte de los conductores, el problema es de conciencia, pues tal parece que en lugar de interesarse por conocer el reglamento para seguirlo al pie de la letra, la preocupación del ciudadano es cómo continuar usando el celular mientras se conduce, cómo sacar provecho a la capacidad del automóvil para aumentar la velocidad y cómo llevar a los niños incluso al volante sin ser multados.

Pienso que esto último es donde radica la gravedad del asunto, porque más allá del aumento en los ingresos para el gobierno vía multas, lo que se pretende con cualquier ley es el establecimiento de condiciones óptimas para la vida en sociedad. Por más ‘segundos pisos’, pasos a desnivel, puentes, semáforos y otras medidas que se implementen para mejorar el tránsito, todo será insuficiente mientras las personas no pongan de su parte.

¿A qué me refiero con esto último? A algo tan sencillo como es el respeto: respeto por el otro, respeto por uno mismo, por el entorno, por el medio ambiente, por dar el mejor ejemplo, por tener una ciudad de la que nos sintamos orgullosos. Y ese respeto es lo que hay detrás del llamado Nuevo Reglamento de Tránsito, que aplica tanto para conductores como para peatones, ciclistas, etc…

Lo más recomendable es que cada persona haga conciencia de lo que implica cumplir o no con el reglamento, acordarse de lo molesto que es cuando a pesar de tener ‘el verde’ del semáforo no puedes circular porque los del otro sentido pasaron ‘su alto’, cuando los demás no ceden el paso, cuando el tiempo de un recorrido se duplica porque un carril está obstruido con autos estacionados…

No es ‘que me vea o no el agente de tránsito’ o ‘simulo que cumplo mientras se les pasa’, sino sentirme tranquilo habiendo cumplido un deber cívico. ¿Se oye como algo simple? Lo es, tanto que por eso me cuesta trabajo encontrar respuesta a la pregunta ¿porqué la dificultad de obedecer?

viernes, 20 de julio de 2007

La magia de Harry Potter

Cuando el reloj marque el primer minuto del sábado 21 de julio de 2007, el séptimo y último libro de las aventuras de Harry Potter saldrá a la venta simultáneamente en todo el mundo. La historia se puede leer en 64 idiomas y a la fecha, los seis libros anteriores suman 325 millones de copias vendidas.

Críticos literarios, sociólogos y economistas, entre otros, se preguntan: ¿a qué se debe el éxito de Harry Potter? Yo creo que existen dos respuestas posibles. La primera tiene que ver con el boom de las industrias culturales y su proceso global de producción, distribución y consumo, y la segunda por su estructura y los elementos que lo componen.

Como industria cultural, Harry Potter ejemplifica magistralmente lo que pueden hacer las nuevas tecnologías aplicadas al ámbito del entretenimiento. Gracias a internet, a los medios impresos y electrónicos es posible crear, difundir y distribuir lo que se desee.

Los primeros libros tuvieron una ‘vida normal’, como cualquier libro. Sin embargo, conforme fue creciendo la popularidad del personaje, la publicidad hizo de las suyas y aprovechando los medios a su alcance, las preventas en librerías y en la red así como la generación de expectativas entre el público se volvieron la constante. Todos quieren ser los primeros en leer los libros, en saber si Voldemort triunfará, qué pasará con Harry cuando cumpla la mayoría de edad, cuál es el bando de Snape, etc…

También gracias a la publicidad, Harry Potter se convirtió en toda una marca que vende, y vende bien, en todo el orbe. Aprovechando su posicionamiento –en términos de mercadotecnia–, algunas empresas pagan por utilizar la imagen del mago para comercializar sus propios bienes o servicios. Tal es el caso de los cuadernos con los personajes en portada, o la ropa, o el cereal edición limitada, los juguetes, ropa para mascotas, disfraces, el vaso especial en la compra de hamburguesas, etc…. etc… etc…

Incluso, con inversiones millonarias que se recuperan durante el primer fin de semana en taquilla, se han filmado las películas y próximamente se empezará la construcción de un parque temático en Estados Unidos, donde seguro el visitante podrá comprar caramelos en el pueblo de Hogsmeade, beber cerveza de mantequilla, abordar el Expreso a Hogwarts y muy probablemente volar sobre una escoba en algún juego mecánico.

Como creación literaria, el valor de Harry Potter radica en que es una historia que bien se puede contar hoy, mañana o pasado mañana sin que pase de moda, pues no tiene elementos de coyuntura, sino aquellos presentes en los grandes relatos.

La escuela de magia puede estar en cualquier parte y las criaturas mágicas son completamente fantásticas. Además, se cuenta con brujas, gatos, varitas mágicas, hechizos, pócimas, seres mitológicos y la eterna lucha entre el bien y el mal. Cada personaje juega un papel importante en la historia, pues alguno del segundo libro reaparece en el quinto, o los del tercero en el sexto, sin dejar un solo cabo suelto, con un dominio de la trama que sólo una mente poderosamente creativa podría inventar.

Me atrevo a afirmar que Harry Potter es mucho más que una marca porque el objetivo de Rowling al crearlo no era tanto el vender, sino contar una historia, la historia que concibió su imaginación. Que después se convirtiera en fenómeno y surgiera la pottermanía fue cosa aparte, pero de que es un gran relato, lo es.

Yo me confieso ferviente seguidora de los libros de Harry Potter y su mundo mágico, y es por eso que me quedo con esta última explicación, porque a pesar de la comercialización de la marca y del negocio que pueda generar, para mi siempre será una buena historia que puede ya formar parte de los relatos de todos los tiempos.

viernes, 13 de julio de 2007

Las Nuevas 7 Maravillas del Mundo

Hace algunos ayeres, el mundo fue testigo de la existencia de siete sitios en los que se manifestaba la grandeza humana. Ellos fueron el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas, el Faro de Alejandría, los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de Artemisa en Efeso, la Estatua de Zeus en Olimpia y las Pirámides de Egipto, siendo estas últimas las únicas que se conservan hasta nuestros días.

El pasado 7 de julio –es decir, 7 del 7 del 7, con una clara premeditación mística, cabalística o incluso mítica– fuimos testigos de la declaración de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo. Haciendo uso del avance tecnológico a nuestro alcance, tuvimos la oportunidad de formar parte del acontecimiento, ya que uno podía seleccionar a los siete lugares o monumentos que considerara emblemáticos para la humanidad.

No fue sencilla la elección, pues algunos tienen el mérito de la prueba del tiempo, mientras otros se han convertido en iconos del mundo moderno.

Y después de años –no meses, pues alrededor del año 2001 ya existía la página electrónica que esbozaba el proyecto– de sondeos, visitas, campañas nacionales y el ‘pasa la voz’ de la votación, las Nuevas Siete Maravillas del Mundo son el Coliseo Romano, el Taj Mahal, Machu Pichu, Petra, la Muralla China, la estatua de Cristo Redentor y por supuesto Chichén Itzá, gran orgullo mexicano.

La UNESCO se deslindó de la votación, señalando que lo que ellos otorgan es una Declaratoria de Patrimonio Común de la Humanidad, la cual lleva consigo un proceso que inicia cuando un Estado miembro elabora una lista con los sitios excepcionales –ya sean culturales, naturales o mixtos– que yacen en su territorio.

Posteriormente, la organización realiza estudios especializados en torno a si dichos lugares cumplen con ciertos criterios establecidos para ser considerados algo trascendental. Si se otorga la Declaratoria, el Estado que lo alberga se compromete a velar por su preservación para disfrute de futuras generaciones.

Pero en realidad, las Declaratorias no se contraponen con las Nuevas Siete Maravillas, sino que simplemente el reconocimiento que otorgan es distinto. La una no descalifica a la otra, simplemente la selección y los criterios cambian. En el primero, los Estados, los especialistas y la organización deciden conjuntamente; en el último fue la voluntad de alrededor de 100 millones de personas, en una manifestación global en torno a una iniciativa que se sintió como parte de la colectividad mundial, ya sea por motivos emocionales o reconociendo lo que encierra culturalmente cada una de esas obras.

A partir de este reconocimiento, el pronóstico es que el número de turistas que visiten esos sitios aumente en los próximos años. Lo anterior no está nada mal, tomando en cuenta que el turismo es una de las actividades más nobles y sustentables que se ha venido perfeccionando en los últimos años, siempre y cuando se realice de manera planificada, pues tampoco hay que perder de vista que el turismo masivo, corrupto e improvisado puede provocar estragos en la localidad donde se lleve a cabo.

Con esto ya tienen para trabajar un buen rato nuestros funcionarios a nivel federal, estatal y municipal, que tendrán la obligación de sentarse a la misma mesa de diálogo con empresarios y comunidades para formular un plan integral que contribuya a preservar Chichén Itzá, ese singular sitio que carece de vigilancia, que se ve perturbado por algunos pseudo guías de turistas, que tiene un considerable comercio informal, que se siente peligrar por los asentamientos irregulares adyacentes y que a pesar de la apatía de las autoridades es y seguirá siendo nuestra eterna maravilla.

Sea como sea, considero que la convocatoria de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo nos hizo reflexionar, aunque sea brevemente, acerca de la belleza, la monumentalidad y la originalidad de los sitios candidatos. Y eso nos enaltece como humanidad al reconocernos grandes, únicos y diversos. En pocas palabras: unidos, festejando nuestra condición humana.

viernes, 6 de julio de 2007

Primer centenario de Frida Kahlo, o el nuevo desacierto cultural

Este día, 6 de julio de 2007, se cumple el primer centenario del nacimiento de Frida Kahlo, pintora mexicana cuyo trabajo se enmarca en el surrealismo, que nace al lado del muralismo nacionalista de los años treinta y que tiene por contexto la vida misma de la artista.

Si se tratara de otro país, desde el año pasado se hubiera anunciado el acontecimiento y se hubieran programado actividades a lo largo de todo un año. Basta ver lo que hicieron en España con el Año Gaudí en 2002 o el Año Dalí en 2004. Las celebraciones abarcaron los 12 meses y las campañas no se limitaron al territorio español.

Volviendo al caso de Kahlo, con enfado corroboro la miopía gubernamental en materia de cultura. Siendo Frida una de las figuras más conocidas y reconocidas del arte mexicano en el mundo, era para que se hubiera planeado un 2007 de ‘fridomanía’: catálogos, libros, timbres conmemorativos, exposiciones, conferencias, programas de radio y televisión, eventos en las representaciones de México en el extranjero y un sinnúmero de artículos como tazas, playeras, gorras, corbatas, mochilas y separadores de libros con el logotipo o tipografía que ex profeso se hubiera diseñado para la ocasión.

Más allá de que nos guste o no la vida y obra de Frida Kahlo, hay que reconocer que es un tema que da para mucho, tanto en lo artístico –su técnica, motivos, colores, etc– como en lo político –debido a su filiación comunista–, lo psicológico –hay quienes no encuentran explicación y hasta consideran patológica su relación con Diego Rivera– y ahora hasta lo económico –por todos los recursos que pudieran generarse gracias a la parafernalia que produce, por lo que incluí los artículos promocionales en el caso hipotético de la ‘fridomanía del 2007’–.

Pero al gobierno ‘se le llena la boca’ hablando de una ‘magna exposición’ en Bellas Artes, como si 2 tristes meses fueran suficientes para celebrar la complejidad y la originalidad de la obra de Frida Kahlo, como si prolongar las jornadas laborales de 9 a 9 en el museo bastara para dar una justa dimensión a la artista.

Los medios también hacen su parte: tanto los impresos como los electrónicos se muestran efusivos al señalar que en una semana o dos han visitado la exposición más de x miles de personas, como si entrar al recinto y pasar frente a los objetos u obras expuestas fuera suficiente. Eso es conformarse: trasladarse, pagar la entrada y recorrer los pasillos del lugar sólo para decir ‘Yo estuve ahí’ –lo mismo pasó recientemente con Faraón, el culto al sol en el antiguo Egipto en el Museo Nacional de Antropología e Historia–, porque en esa circunstancia cabría preguntarse, ¿qué dejó la exposición al visitante?

Y es que la importancia de un autor o una obra actualmente se reduce a números: tantos visitantes en tanto tiempo, tantos miles de tal moneda recaudados, etc… cuando lo mejor es ir más allá, poner lo cualitativo por encima de lo cuantitativo. En eso consiste la educación artística y estética, y es que el centenario de Frida también trae a colación la mediocridad de la que de ésta última se imparte en México: si en la casa no se tiene el gusto por el arte, los museos y el patrimonio cultural, olvidado está que los hijos se interesen por ello.

Recaería en los programas educativos la obligación de llenar esas lagunas. Y con ‘educación artística’ no se debe entender el mandato de que los alumnos asistan a las exposiciones para copiar las fichas museográficas, o que acudan a conciertos u obras de teatro para presentar el boleto a la semana siguiente. Eso no deja nada, más que la idea de que cultura es igual a aburrido, tedioso.

No. Educación artística es la que debe desarrollar el sentido estético en las personas: fijarse en las texturas, las líneas, las notas; interesarse por lo que esconde cada obra, dejarse llevar por los sentidos, despertar la imaginación… Por lo anterior, les invito a que nosotros mismos hagamos nuestro ‘2007 de Fridomanía’, en el cual no sólo nos acerquemos al arte de esa singular pintora, sino que permitamos que sea ella quien nos lleve de la mano al inagotable y maravilloso mundo del arte universal.