viernes, 27 de abril de 2012

El tiempo de “no pasa nada”


Ante la proximidad del 30 de abril, caí en cuenta que cuando uno es niño realmente no se preocupa por nada: ni de pagos, ni de cambios en el entorno, ni del riesgo que pueden tener ciertas actividades. Pero va pasando el tiempo y las cosas cambian, ustedes me darán la razón:

En ese entonces uno podía:

- Comer helado y no preocuparse porque podía doler la garganta.

- Realizar una actividad física como saltar la cuerda sin pensar en el impacto que eso pudiera tener en articulaciones y espalda.

- Nadar sin gorra, con el pelo suelto, sin importar que el cloro de la alberca lo reseca.

- Salir de casa sin preocuparse porque la puerta quedara cerrada con llave y la estufa apagada.

- Comer sin pensar en las calorías, los carbohidratos, el azúcar y el colesterol que se están ingiriendo.

- Caminar descalzo por la casa sin pensar que la planta de los pies se maltrata.

- Mojarse bajo la lluvia sin el pendiente de que se esponjara el pelo.

- Querer una mascota sin contemplar los gastos de veterinario y alimentación, ni la tarea de pasearla o mantener limpio su espacio (ahora, mascotas ni de chiste…).

Etcétera, etcétera, etcétera.

¿Por qué cambiamos, por qué nos hacemos como nos hacemos? Quizá porque en eso consiste una parte del proceso de madurar y porque en esa medida podremos conservarnos en buenas condiciones, tanto en lo físico como en lo económico y lo anímico.

Debemos disfrutar y cumplir a la letra los pendientes, revisiones y hábitos que se van sumando a la cotidianidad, sintiendo que estamos cumpliendo con nosotros mismos, pero sin dejar a un lado la diversión y los buenos ratos. Seamos responsables, pero también flexibles. En pocas palabras, seamos siempre niños de corazón!!

viernes, 20 de abril de 2012

El león no es como lo opintan

Como amantes declarados de la planeación que somos, hemos iniciado el sondeo de escuelas para que el día indicado la pequeña Lety asista a una de ellas.

Lo primero fue hacer una lista de aquellas escuelas en la zona sur de las que tuviéramos conocimiento que fueran buenas. Posteriormente buscamos sus páginas de internet y tomamos el dato para hacer la cita correspondiente y así conocerlas en vivo y en directo. Pero cuál ha sido nuestra sorpresa al percatarnos que, a pesar del presumido prestigio, de que parecieran tener una curricula muy completa y que en la red se ven súper, lo cierto es que el león no es como lo pintan.

La primera a la que fuimos, por el rumbo de Las Águilas, aprovechó el fallecimiento de su fundadora para pretender hacerla ridículamente moderna, con la inclusión del Ipad desde preprimaria y la eliminación del uso del libro –nunca hay que olvidar que la tecnología es una excelente herramienta, pero en ningún momento debe ser un todo–. Además, incluían el ajedrez como materia obligatoria –con lo mucho que lo detesto, ¿y que lo califiquen? Qué horror–, además de clases de ‘chino mandarín’ – peor aún, como si de veras hablar chino te diera un plus en la vida. Como que los niños ya tienen suficiente como para encima complicarles la vida con ideogramas inútiles–.

De precios parecía no estar tan mal, excepto que a las colegiaturas se debe agregar el costo de las mentadas Ipad (renta y anualidad) y el transporte escolar, porque está bastante lejos de casa (que eso tampoco es bueno para los pobres críos…). Descartada en automático.

La segunda que visitamos fue la que nos queda más cerca de casa. Siempre ha tenido fama de tener mal ambiente y de ser costosa, pero no imaginamos cuánto. Llegamos a la dirección y una tipa súper déspota nos atendió. Habíamos hecho la cita por correo electrónico hacía semanas y que nos van saliendo con que el recorrido había sido el día anterior porque habían cambiado la fecha, cosa que nunca avisaron. Mientras yo hablaba con ella en el mostrador, mi mamá detenía a Lety, a la vista de un viejo y sus hijos adolescentes que ni por equivocación les cedieron el asiento (no cabe duda que la educación viene de casa y no por los miles que pagues…).

Adicionalmente, las instalaciones no son más que edificios y el kínder tiene tantísimas escaleras que los niños dependen permanentemente de alguien que les conduzca, con el peligro adicional de lo que eso implica para un potencial accidente. Además, lo que venden son hábitos que vienen de casa, como enseñar a los niños a regar las plantas y separar la basura. Descartada, por supuesto.

La siguiente escuela fue por Tlalpan, tampoco muy lejos de nuestros lares. Por fuera se veía muy bien, pintadita de blanco, con unas ventanas monas. Pasamos a primaria a que nos dieran la información y de ahí remiten a la gente al preescolar. Si bien es cierto hemos dicho que podríamos sacrificar magnas instalaciones por contar con el club, lo que encontramos fue un lugar lóbrego y deprimente, que consiste en una casa vieja y destartalada, con una barda bajísima (por la que cualquier maloso se brinca) y cuartuchos que suponen ser salones de clase –y de lo peorcito fue lo que la mujer, digo, la pseudo directora del kínder, llamó ‘biblioteca’, que consistía en una caja de cartón con algunos folletos, fatal–. Naturalmente descartada.

Otra fue por la zona de Villa Coapa, un lugar que suponía tener un buen nivel de inglés de acuerdo a lo que la misma gente dice. Pero cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos que el lugar es como un reclusorio, con todas las ventanas enrejadas y con vidrios de espejo para que nadie vea hacia adentro. Y si uno está adentro los salones son tan obscuros que no dan ganas de estudiar (ni de nada…).

Además, no tienen separado al preescolar de la primaria ni de la secundaria, un revoltijo espantoso, y no por ser elitista ni mucho menos, pero la gente que va ahí es la típica que ahora tiene más dinero pero no educación y la verdad uno no quiere convivir con ellos. Ah, y por poco se me va mencionar que ni siquiera tienen un patio decente, ni siquiera eso… Y el papel que nos dieron, que sólo contenía los montos de colegiatura por nivel de escolaridad, era una vil tercera parte de una hoja carta, una porquería como la propia escuela… Descartadisisisísima.

Como se puede ver el panorama es desolador, y de tantas escuelas que ve uno de pasada en realidad no se hace una. Pero por eso es bueno hacer las cosas con tiempo, para evitar posibles eventualidades. De esta manera seguiremos en la búsqueda, algo bueno hemos de encontrar…

viernes, 13 de abril de 2012

Semanas de 'temblorina'

En menos de un mes, la Ciudad de México ha sido sacudida –pero sacudida en serio– por una serie de sismos, los cuales han sido réplica del de mayor intensidad que se registró el pasado 20 de marzo, que fue de 7.6 grados Richter.

Gracias a Dios nosotras no lo sentimos porque estábamos ‘pataperreando’, como es nuestra sana costumbre, jaja. Nos dirigíamos al centro comercial y nos enteramos de lo que sucedía porque había gente que salía corriendo por el estacionamiento y varios de ellos decían ‘está temblando’. Nosotras procedimos a permanecer en el exterior del lugar, al aire libre, para inmediatamente regresar a casa.

El segundo temblor fuerte, ocurrido la semana pasada, estábamos saliendo de la clínica luego de la aplicación de vacunas a Lety. Encendimos el radio y el locutor dijo ‘está temblando’, al tiempo que sentimos una sacudida. Mi mamá arrancó para alejarnos de los árboles y nos fuimos del lugar.

Después de ver las noticias para dar seguimiento a lo acontecido, me di cuenta que a la población, en general, ya no le son ajenos los movimientos telúricos y medianamente tiene mayor cultura de protección civil. Sin embargo, hay puntos que no debemos olvidar en medio de la ‘temblorina’:

- Estando bajo techo, alejarse de muebles que puedan caerse, tales como vitrinas o estantes, y hacer lo mismo con las ventanas ante el peligro de que estallen los cristales como consecuencia del movimiento. Si se puede, salir de inmediato. De lo contrario, ubicarse de rodillas bajo una estructura resistente como mesa o escritorio y cubrirse la cabeza con las manos, o colocarse bajo una columna o el marco de una puerta.

Estando en casa, dejar a un lado aquello del ‘triángulo vital’ que se manejó en internet hace unos años porque de acuerdo al Servicio Sismológico Nacional (SSN) eso funciona para viviendas de materiales ligeros como las de Estados Unidos, pero no para nuestro país.

- En lugares concurridos como cines, supermercados o salas de concierto, permanecer en su lugar, ponerse en cuclillas y cubrir la cabeza con ambas manos. En cuanto sea posible desalojar el lugar.

- En el automóvil, detenerse en un lugar abierto y permanecer en el interior del vehículo alejado de postes, edificios, puentes u otros elementos de riesgo.

- Caminando en la calle, dirigirse a un área abierta, alejándose de edificios, muros, postes, cables u objetos que puedan caer. También evitar transitar o pararse sobre coladeras o registros.

A estas recomendaciones del SSN yo agregaría escanear documentos importantes y tenerlos en el correo electrónico por cualquier eventualidad, y acordar con la familia un punto de reunión en caso de desastre extremo. Pero ante todo conservar la calma y tener bien presentes las máximas que enseñan a los niños de edad escolar: no gritar, no correr y no empujar, porque el pánico es el que provoca las verdaderas tragedias.