Este día es muy especial: es cumpleaños de mi mamá. ¿Saben quién es ella? Nada más y nada menos que la persona más extraordinaria del universo, la que me enseñó el gusto por la cocina, me dio un ramo enorme de rosas rojas cuando terminé mi tesis, me llevó siempre con sus amigas a los desayunos que organizaban algunos fines de semana, me acompañaba todas las mañanas a esperar el autobús escolar, me regaló un viaje a Orlando cuando cumplí 15 años (que fue increíble!!) y me acompañó a pedir dulces en Halloween (con la ventaja adicional de que me daban más porque no iba con más niños, jaja!!).
Ella nos invitó a cenar pizzas cuando presentamos el último examen de la carrera, me preparaba leche tibia con chocolate antes de ir a la escuela (era Choco Kiwi y lo acompañaba con concha para ‘sopear’, mmm), me enseñó a cuidar las plantas, me apoyó cuando trabajaba en Monitor los domingos de 16 a 21 hrs. (eso hacía mi vida miserable), me llevaba de paseo al Parque España, me llamó siempre antes de salir del trabajo (y yo la esperaba en la ventana para bajar corriendo a recibirla) y me despertó a diario con besos y palabras dulces.
Cuando yo era niña, mi mamá me leía cuentos en la noche (y me daba un libro u otras sorpresas para hacerme sentir mejor cuando me enfermaba), me llevaba cada año de vacaciones, me enseñó a manejar, me tuvo paciencia cuando me dio varicela (fue a los 16 años y entre el malestar y que tenía que presentar un examen final de física estaba yo como león enjaulado), me creó la necesidad de estar informada y me enseñó a llamar por teléfono a los demás en sus ocasiones importantes.
También me ha enseñado a escoger las mejores frutas y verduras, me ha dicho que nunca se debe llegar con las manos vacías a un lugar, que primero está la salud, que hay que limpiar una lata antes de abrirla, que una buena administración es fundamental y que ‘más vale paso que dure y no trote que canse’.
Ella me llevó decenas de veces al dentista, me dibujó el Snoopy más simpático que ha existido (panzón y con sombrero, simplemente genial!!), me ilusionaba con los ‘domingos de cosquillas’ (y me decía ‘poquitas, porque si no te quedas nerviosa’), me preparaba los disfraces escolares, me regaló una cadena de oro hecha a mano, me ha enseñado a ahorrar y me ha comprado esos deliciosos algodones de azúcar de color pastel que venden en Chapultepec.
Mi mamá ha llenado mis días de buena música, me ha dado los más espectaculares pasteles de cumpleaños (con el merengue de Sanborns que es buenísimo!!), me ha enseñado a tejer y a subir un dobladillo, ha sido solidaria en todos mis malos ratos laborales (que no han sido pocos…) y me ha acercado a distintos tipos de comida.
Juntas nos operamos los ojos para dejar de usar lentes, juntas nos vamos al amanecer a hacer ejercicio o de escapada a las tiendas a ver qué hay de nuevo, juntas disfrutamos del periódico en su edición de viernes, juntas nos acabábamos las cajas de Carlos V estilo suizo, juntas leemos los horóscopos de la revista Vanidades, juntas preparamos la lasagna de Navidad y juntas vamos por un helado o un buen esquite luego de la jornada diaria.
Mi mamá es quien no ha escatimado en amor, tiempo y esfuerzo para darme lo mejor de lo mejor en lo emocional y en lo material. Cada detalle, cada instante y cada día juntas ha sido la bendición más grande que Dios me ha dado.
¿Saben algo más? Ahora que Leticita está por llegar, espero ser al menos la mitad de lo maravillosa que ella es.
* * * *
Bichi: te deseo el más maravilloso de los cumpleaños, te quiero con todo mi ser, gracias por hacerme hoy y siempre la persona más feliz del mundo!!
Ella nos invitó a cenar pizzas cuando presentamos el último examen de la carrera, me preparaba leche tibia con chocolate antes de ir a la escuela (era Choco Kiwi y lo acompañaba con concha para ‘sopear’, mmm), me enseñó a cuidar las plantas, me apoyó cuando trabajaba en Monitor los domingos de 16 a 21 hrs. (eso hacía mi vida miserable), me llevaba de paseo al Parque España, me llamó siempre antes de salir del trabajo (y yo la esperaba en la ventana para bajar corriendo a recibirla) y me despertó a diario con besos y palabras dulces.
Cuando yo era niña, mi mamá me leía cuentos en la noche (y me daba un libro u otras sorpresas para hacerme sentir mejor cuando me enfermaba), me llevaba cada año de vacaciones, me enseñó a manejar, me tuvo paciencia cuando me dio varicela (fue a los 16 años y entre el malestar y que tenía que presentar un examen final de física estaba yo como león enjaulado), me creó la necesidad de estar informada y me enseñó a llamar por teléfono a los demás en sus ocasiones importantes.
También me ha enseñado a escoger las mejores frutas y verduras, me ha dicho que nunca se debe llegar con las manos vacías a un lugar, que primero está la salud, que hay que limpiar una lata antes de abrirla, que una buena administración es fundamental y que ‘más vale paso que dure y no trote que canse’.
Ella me llevó decenas de veces al dentista, me dibujó el Snoopy más simpático que ha existido (panzón y con sombrero, simplemente genial!!), me ilusionaba con los ‘domingos de cosquillas’ (y me decía ‘poquitas, porque si no te quedas nerviosa’), me preparaba los disfraces escolares, me regaló una cadena de oro hecha a mano, me ha enseñado a ahorrar y me ha comprado esos deliciosos algodones de azúcar de color pastel que venden en Chapultepec.
Mi mamá ha llenado mis días de buena música, me ha dado los más espectaculares pasteles de cumpleaños (con el merengue de Sanborns que es buenísimo!!), me ha enseñado a tejer y a subir un dobladillo, ha sido solidaria en todos mis malos ratos laborales (que no han sido pocos…) y me ha acercado a distintos tipos de comida.
Juntas nos operamos los ojos para dejar de usar lentes, juntas nos vamos al amanecer a hacer ejercicio o de escapada a las tiendas a ver qué hay de nuevo, juntas disfrutamos del periódico en su edición de viernes, juntas nos acabábamos las cajas de Carlos V estilo suizo, juntas leemos los horóscopos de la revista Vanidades, juntas preparamos la lasagna de Navidad y juntas vamos por un helado o un buen esquite luego de la jornada diaria.
Mi mamá es quien no ha escatimado en amor, tiempo y esfuerzo para darme lo mejor de lo mejor en lo emocional y en lo material. Cada detalle, cada instante y cada día juntas ha sido la bendición más grande que Dios me ha dado.
¿Saben algo más? Ahora que Leticita está por llegar, espero ser al menos la mitad de lo maravillosa que ella es.
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Bichi: te deseo el más maravilloso de los cumpleaños, te quiero con todo mi ser, gracias por hacerme hoy y siempre la persona más feliz del mundo!!