viernes, 29 de mayo de 2009

Voto de confianza

No crean que voy a promover la votación del próximo verano o hablar de politiquerías; ya traté el punto hace dos semanas y con eso es más que suficiente, pues no pienso invertir más tiempo en seguirme indignando con esos infelices que creen que por poner su cara, retocada con photoshop, en cada poste, contaminando toda la ciudad, uno sufragará por ellos (y si no vean a Ana Guevara, hasta le quitaron lo machín, jaja).

Lo que efectivamente quiero es lanzar una campaña, pero a favor de nuestro país, para que hagamos lo que esté a nuestro alcance para salir pronto de esta crisis de perros que está dando al traste con todo: primero por el embate financiero mundial y luego por la llevada y traída influenza, porque en serio que qué daño ha hecho ese ingrato virus.

Si bien es algo real, de lo que hay que cuidarse y contra lo cual hay que tomar medidas preventivas, lo cierto es que los medios de comunicación y la alarma popular no ayudaron gran cosa para calmar la situación.

Se ha informado que son decenas de vuelos internacionales los que diariamente se han cancelado porque los turistas extranjeros no quieren volar a destinos mexicanos para no contagiarse. En Cancún, por ejemplo, esa ha sido la constante y ni siquiera han registrado un solo caso de gripe porcina… Pero los daños son reales, la gente está perdiendo sus empleos y como consecuencia peligran su futuro y el de su familia.

Qué impotencia, en serio que qué impotencia… Pero, ¿qué podemos hacer? Dar nuestro voto de confianza. ¿Cómo? Acelerando el regreso a la normalidad, saliendo de nuevo a la calle, demostrando al mundo que la influenza y cualquier virus son cosa de todos los días – se dice que cada temporada, la influenza estacional, la neumonía y otros males respiratorios cobran la vida de decenas de miles de personas tan solo en México, y de eso no se habla –.

Que los hombres vuelvan a usar corbata, que quienes tenían actividades fuera de casa no tarden en retomarlas, que los tapabocas se reserven para una nueva contingencia (eso sí, reforzando buenos hábitos como el uso de gel bactericida) y que quienes comían en restaurantes o cocinas económicas vuelvan a hacerlo.

Que si se antoja un tamal de los que hace añísimos hemos comido y dejamos de consumir por miedo, hay que comerlo; que si teníamos planeada una ida al cine pero la pospusimos por el temorcillo a la virulencia, vayamos al cinito; que si se tenían planeadas las vacaciones con anticipación pero quién sabe cómo esté todo para ese entonces, hay que viajar y ya está.

En la medida que demos nuestro voto de confianza al consumo de bienes y servicios todo se irá normalizando, las ventas no se irán a pique y las cosas podrán mejorar. Es ahí donde radica la importancia de los ‘granitos de arena’, porque como diría la Madre Teresa, aislados parecen diminutos, pero sumados forman una playa.

Claro está, si lo anterior tampoco merma nuestra propia economía, es decir, si el consumo se trataba de un hábito, un hecho planeado o simplemente un gustito a nuestro alcance. De lo que se trata es de mandar el mensaje: esto está vivo y nada lo va a detener.

viernes, 22 de mayo de 2009

AH1N1: fases ‘coloquiales’ de la epidemia

Etapa 1: el diagnóstico formal

Primero se reportó un caso, luego otro y al poco rato uno más. En menos de lo que canta un gallo la nota daba la vuelta al mundo: un nuevo virus se cernía sobre la humanidad, empezando el azote desde México y expandiéndose a todos los rincones del orbe a través de la gente que estuvo en el Distrito Federal.

La Secretaría de Salud lanzó las primeras alertas sanitarias: se trataba de una nueva variedad de virus de influenza, el cual se diferencia de una gripe común por generar mayor grado de fiebre, dolor muscular, de cabeza y debilidad.

Se transmite mediante saliva expulsada al hablar, toser o estornudar, o al tocar superficies y telas contaminadas, incluyendo manijas de puertas y barandales. El virus sobrevive entre 48 y 72 horas, por lo que se recomienda a la población lavarse frecuentemente las manos, no saludar de mano ni de beso, cubrirse la boca al estornudar, evitar aglomeraciones y utilizar tapabocas.

Etapa 2: el pánico

¡¡¡¡Horror, parálisis, hecatombe absoluta!!!! La gente se desbordó en busca de gel antibacterial, cloro, toallas con desinfectante, guantes desechables y por supuesto cubrebocas. En poco tiempo ni la farmacia más ‘piojito’ contaba con alguno de estos artículos.

Se suspendieron clases y poco a poco las actividades cotidianas se fueron diluyendo: no había cines, ni jornada laboral, ni museos, ni restaurantes, ni espacios públicos que parecieran libres de sospecha. Todos a su casa, a guardarse se ha dicho, enciérrense por si las ‘flies’.

Ya en casa la suspicacia se desataba: ¿y si la contingencia se extiende, qué tal si pasan las semanas y no es posible salir por comida? La multitud se volcó a vaciar congeladores y estanterías de supermercados en busca de alimentos que pudieran hacer llevadero un potencial encierro. Así se terminaron el pollo, las verduras, el atún enlatado y hasta el helado (en serio, a mi mamá le consta!!).

Etapa 3: la desconfianza

Las escuelas reiniciaron sus actividades, los decesos comenzaron a espaciarse, lo mismo que los casos reportados. El letargo empezó a sacudírsele a la ciudad. Pero, ¿no se estaría ocultando la gravedad de la situación? No ha faltado quien diga que todo es un invento de año electoral, ‘business’ de alguien o una artimaña para vender Pemex (¿¿¿¿????).

Había que regresar al trabajo, de nuevo tomar el metro y andar en la calle. Muchos todavía con el tapabocas bien puesto (más vale prevenir), observándose unos a otros con cierta sospecha: cualquiera podría ser portador del virus. En medio del silencio del trayecto o de la espera que ahora impera en la oficina por aquello de que estamos en área internacional y nadie vendrá en un buen rato, un estornudo y ¡¡el diablo en bicicleta, todos a correr!! ¿Y si el infeliz no se tapó la boca, y si el germen se mete por un costado del cubrebocas o me cae en un ojo?

Y la misma preocupación al momento de abrir una puerta, cortar una toalla de papel para secarse las manos en el baño, apretar los botones en el elevador, usar el teléfono en las oficinas, pagar en el autobús, etc… Algunos describirían la situación como ‘enrarecida’.

Etapa 4: la ‘pena chusca’

La población, en general, ha procurado aplicar las medidas sugeridas por la autoridad sanitaria para prevenir el contagio de influenza, principalmente lavarse las manos constantemente, aplicarse gel desinfectante y utilizar cubrebocas.

Este último ha sido la variedad de los últimos días, porque más que por prevención, se tiende a simular su uso ‘para que no se diga que no se cumple’. Por ejemplo, para muchos, el tapabocas sirve de corbata de moño o mascada para traerlo sudando en el cuello, generando un microclima propio (con todo y sus bacterias…), no para tapar nariz y boca con la finalidad de evitar contagios.

También es absurdo que la gente, habiéndose subido a un vagón saturado del metro, apenas ahí se ponga el cubrebocas entre la multitud, o lo haga luego de terminar el helado que venían comiendo desde la calle (doblemente equivocado porque en este contexto está contraindicado comer en el transporte público).

Y qué decir de los ‘polis’ que reparten tapabocas en la calle o en oficinas públicas: algunos ni siquiera traen guantes, sino que los dan con la mano pelona, contaminando con antelación el utensilio. O la medida aplicada en las panaderías donde se exige que pongan cortinillas para que los productos no se contaminen, pero al llegar al mostrador para que lo pongan en bolsa, la persona que atiende lo envuelve en hojas de plástico que toca directamente con las manos, no dejando exento al pan de microbios.

Y qué tal aquellos que toman un tapabocas, este cae al piso, luego lo recogen y se lo ponen, sin importar qué lado estuvo en contacto con el suelo; como darle un sorbo a las aguas negras, ajt…

También es curiosa la aplicación de gel desinfectante, porque en la mañana ve uno muchos módulos que con ese fin se colocan en el metro, pero a las 2 de la tarde, hora súper pico en el transporte público con el agravante de las altas temperaturas y que la gente no está recién bañada, no hay un solo fulano con botecito de gel en la mano.

Etapa 5: la moraleja en curso


Todo esto de la influenza ha desatado la locura colectiva al tiempo que ha puesto al descubierto severas deficiencias, tanto del plano privado como del público. Por una parte los hábitos de higiene, pues tal parece que la gente no necesariamente se lava las manos cuando debiera, tampoco acostumbra taparse la boca para toser o estornudar y la mayoría no utiliza correctamente el tapabocas.

Por otro lado, en los planteles educativos públicos han surgido anomalías inaceptables, como aquello de aumentar de forma emergente los recursos para garantizar que todas las escuelas tengan agua y jabón; ¿Cómo que una medida extraordinaria? Agua y jabón deben ser pan de cada día en esos lugares!!!!

Pero mientras se decide si son peras o manzanas, sigamos aplicando medidas preventivas y ocupémonos en lugar de preocuparnos para no caer en paranoia, porque eso sí, esto aun no se acaba.

viernes, 15 de mayo de 2009

Que dice mi mamá que siempre no…

Qué revuelo ha ocasionado la entrevista que concedió el ex presidente Miguel de la Madrid a Carmen Aristegui: que si los Salinas de Gortari se enriquecieron ilícitamente, que si Raúl tenía negocios ilícitos vinculados al narcotráfico, que si Carlos fue un corrupto, que si se abusó de la partida secreta durante el salinato…

Todo lo que se diga de los Salinas no es nuevo, pero sí lo es viniendo de quien vino la declaración: ni más ni menos que quien designó a Carlos como su sucesor, de lo que dijo haberse arrepentido.

No pasaron ni 24 horas de difundida la entrevista cuando apareció en los medios una carta del mismo De la Madrid, donde afirmaba que por razones de convalecencia no se encontraba en condiciones para procesar diálogos o cuestionamientos, por lo que las respuestas dadas a Aristegui carecían de validez.

¿¿Quéeee, cómoooo?? En pocas palabras, ‘que dice mi mamá que siempre no’, ¿Arrepentido de adelantar su ‘testamento político’, como dijeron Camacho Solís y Lydia Cacho?, ¿presionado por el PRI para no desprestigiar al partido en año electoral?, ¿senil, demente?

Al menos no esto último, porque aunque esté fregado y tenga voz de que está en las últimas, De la Madrid supo diferenciar los tiempos y personajes de los que estaba hablando, señal de que estaba consciente de lo que decía.

Además absurdo: ¿cómo es posible que en la carta De la Madrid pretenda que la opinión pública haga caso omiso a la entrevista si se dice poco apto? Es decir, ¿está cuerdo o no para ser confiable de hacer declaraciones?, ¿por qué habríamos de creer en la misiva y no en la entrevista?

No cabe duda que la clase política de nuestro país es de dar pena (aludiendo a clase como en biología, como la fauna exótica que representan, no como una distinción). Lo peor es que no son mejores en otros partidos, pues a lo que apuestan no es a cambiar el sistema, sino a gozar de los privilegios que este ofrece.

Todo esto remite a las próximas elecciones de julio, cuando se renovarán la Cámara de Diputados, el Senado y la Asamblea local, y casos como el de los ex presidentes no hacen más que reforzar mi decisión al sufragar: anular la boleta, porque definitivamente voy a ejercer mi derecho al voto pero sin hacerle el favor a ninguno de estos infelices para que ganen una millonada por no trabajar para lo que se les contrata, que es crear leyes que beneficien a la población.

Analicen con detenimiento la intención de su voto; mi propuesta es la del voto en blanco o voto anulado, y aunque parezca un poco descabellado les puedo decir contundentemente que es una medida efectiva para hacer notar a los gobernantes que no estamos de acuerdo con lo que se está haciendo ni cómo se está haciendo. En las elecciones de Argentina de 1957 ganó el voto en blanco con dos millones ciento quince mil votos (25% del total) frente al partido más cercano que obtuvo dos millones ciento seis mil votos.

Sin ahondar en las circunstancias argentinas y el peronismo, el voto en blanco o anulado del próximo 5 de julio en México puede ser una clara manifestación a favor de la mejor de las opciones vigentes: NINGUNA DE LAS ANTERIORES.