No sé por qué, pero en todo intercambio de escuela o de oficina siempre hay una persona indeseable a quien nadie quiere dar regalo, otra a la que se le olvida el evento y una más que da una porquería.
En el primer caso, es típico que si alguien saca el papelito con el nombre del excluido dice ‘Me toqué yo, denme otro papel’. Si la estrategia falla al no poder comprobar la afirmación, la persona intentará a toda costa cambiar o donar el papelito a algún incauto. Por ejemplo, dárselo ‘cachirul’ a aquel que no estuvo en la rifa de nombres y le encarga a alguien que saque el papel en su lugar (así que cuidadito con esos encargos en futuros intercambios, jaja).
En el segundo caso, no falla el infeliz que antes de salir de su casa o ya estando en el trabajo dice ‘Ups, ¿es hoy el intercambio?...’ y obviamente no compró nada, así que deja sin regalo al prójimo, que siente hacer un papelazo al ser el único que queda con las manos vacías, fingiendo que no hay problema con la negligencia del olvidadizo. O peor aún: da un objeto usado.
Un día, en quinto de primaria, hubo un intercambio de discos (de acetato, por supuesto) y casetes. Yo quedé muy feliz con mi Descanso dominical de Mecano, y así buena parte de los niños del salón. Sin embargo, hubo a quien le dieron una lotería usada y un yoyo ya raspadón, convirtiendo el evento en la tragicomedia de la temporada – tragedia para la niña que padeció la afrenta y comedia para el resto, porque la verdad, a la fecha me da risa al acordarme, jajaja –.
Esto último también viene a colación con el tercer caso, cuando por olvido o por molestar se obsequia una cuchada. Así le pasó a mi amiga Marianiux, a quien le dieron unas naranjas y unos chicles – sin envolver, naturalmente, para hacer patente la mala leche – al finalizar una dinámica escolar de ‘amigo secreto’ – pero recuerden, como dice el dicho ‘a cada cerdo le llega su San Martín’, así que la vida le ha de ver cobrado cara la naranjiza al muy tipo –.
Pero existe una cuarta opción: cuando de plano ni te contemplaron en el intercambio, y lo peor es que me pasó a mí. Verán: a ese intercambio entraron varias personas, incluidas mi mamá y yo. Al parecer, los organizadores, sin hacer distinción, pusieron ‘Lety’ y ‘Lety’, así que mi mamá tuvo dos regalos y yo me quedé chiflando en la loma, buh… y ni perdón dijeron…
Este año, en la chamba se organizó un intercambio de tazas y termos, idea que me pareció original y simbólica. Afortunadamente a mi me tocó una linda taza de fondo blanco y motivos ‘chocolateros’ de colores, con su linda caja que tenía el mismo estampado – no sé si Nelly, del área de Prospectiva, me sabe algo o me la dio al tanteo, jajaja –.
Eso sí, no faltaron las categorías antes mencionadas a las que se sumaron las compras de última hora, los regalos sin envolver, el que compró lo primero que encontró con tal de salir del paso, el codito, el que se avergüenza del pulguero que va a obsequiar y la ‘pena ajena’, entre los más notorios, jajaja.
Pero la verdad fue un buen ejercicio de convivencia, al tiempo que cada vez nos acercamos más a la Navidad, muchas felicidades!!!!!!!!!!!!!!
En el primer caso, es típico que si alguien saca el papelito con el nombre del excluido dice ‘Me toqué yo, denme otro papel’. Si la estrategia falla al no poder comprobar la afirmación, la persona intentará a toda costa cambiar o donar el papelito a algún incauto. Por ejemplo, dárselo ‘cachirul’ a aquel que no estuvo en la rifa de nombres y le encarga a alguien que saque el papel en su lugar (así que cuidadito con esos encargos en futuros intercambios, jaja).
En el segundo caso, no falla el infeliz que antes de salir de su casa o ya estando en el trabajo dice ‘Ups, ¿es hoy el intercambio?...’ y obviamente no compró nada, así que deja sin regalo al prójimo, que siente hacer un papelazo al ser el único que queda con las manos vacías, fingiendo que no hay problema con la negligencia del olvidadizo. O peor aún: da un objeto usado.
Un día, en quinto de primaria, hubo un intercambio de discos (de acetato, por supuesto) y casetes. Yo quedé muy feliz con mi Descanso dominical de Mecano, y así buena parte de los niños del salón. Sin embargo, hubo a quien le dieron una lotería usada y un yoyo ya raspadón, convirtiendo el evento en la tragicomedia de la temporada – tragedia para la niña que padeció la afrenta y comedia para el resto, porque la verdad, a la fecha me da risa al acordarme, jajaja –.
Esto último también viene a colación con el tercer caso, cuando por olvido o por molestar se obsequia una cuchada. Así le pasó a mi amiga Marianiux, a quien le dieron unas naranjas y unos chicles – sin envolver, naturalmente, para hacer patente la mala leche – al finalizar una dinámica escolar de ‘amigo secreto’ – pero recuerden, como dice el dicho ‘a cada cerdo le llega su San Martín’, así que la vida le ha de ver cobrado cara la naranjiza al muy tipo –.
Pero existe una cuarta opción: cuando de plano ni te contemplaron en el intercambio, y lo peor es que me pasó a mí. Verán: a ese intercambio entraron varias personas, incluidas mi mamá y yo. Al parecer, los organizadores, sin hacer distinción, pusieron ‘Lety’ y ‘Lety’, así que mi mamá tuvo dos regalos y yo me quedé chiflando en la loma, buh… y ni perdón dijeron…
Este año, en la chamba se organizó un intercambio de tazas y termos, idea que me pareció original y simbólica. Afortunadamente a mi me tocó una linda taza de fondo blanco y motivos ‘chocolateros’ de colores, con su linda caja que tenía el mismo estampado – no sé si Nelly, del área de Prospectiva, me sabe algo o me la dio al tanteo, jajaja –.
Eso sí, no faltaron las categorías antes mencionadas a las que se sumaron las compras de última hora, los regalos sin envolver, el que compró lo primero que encontró con tal de salir del paso, el codito, el que se avergüenza del pulguero que va a obsequiar y la ‘pena ajena’, entre los más notorios, jajaja.
Pero la verdad fue un buen ejercicio de convivencia, al tiempo que cada vez nos acercamos más a la Navidad, muchas felicidades!!!!!!!!!!!!!!