Viernes 4 de enero, 10:45 de la mañana. Ahí estábamos, al lado de otros que también esperaban el gran momento. Más por la experiencia del primer minuto que por otra cosa. En el aire la expectativa, cada minuto que pasaba significaba estar más cerca.
10:50. Va llegando más gente, mucha más gente, incluyendo menores a bordo de sus carriolas e individuos que prescindieron de la ducha con tal de llegar.
10:59. Las personas se agolpan a las puertas del lugar. Risas nerviosas en algunos, espíritu competitivo en otros.
11 en punto: se abren las puertas y el tumulto se arremolina. Hay quien corre, se abalanza, empuja o se emociona. Al interior, cámaras digitales y teléfonos celulares para fotografiar o grabar el instante.
Se trataba del primer día de ofertas de varias tiendas, particularmente del grupo español Inditex. Nosotros no íbamos a comprar, sino a ver lo que se ha convertido en todo un fenómeno de temporada – o incluso sociológico –, y francamente vale la pena vivirlo al menos una vez.
Es gracioso ver a la gente, principalmente mujeres, tomando prendas y accesorios a diestra y siniestra, como si realizaran una prueba contra el tiempo. Luego, fila para probarse las cosas, y otra larga y tendida para pagar. Pero en serio que parece que no tuvieran una sola blusa, pantalón o par de cacles en su guardarropa, son auténticos cerros de mercancía lo que lleva cada comprador; como si fuera la primera vez que fueran a vestir, o como si se les fuera a terminar el mundo.
¿A qué nos lleva esto? No al análisis del consumo, sino a los focos rojos del consumismo extremo. ¿Realmente necesitan toda esa ropa que compran? Seguramente no. ¿En verdad cuentan con recursos para pagar todo eso que compran? Lo más probable es que no. Entonces, ¿por qué lo compran? Porque la publicidad ejerce un efecto perverso sobre la población. Apenas ve uno los anuncios de ‘ofertas’ o ‘rebajas de hasta 50%’, entra la inquietud de ir a la tienda.
Pero siempre hay que tener un control, y más si se trata de nuestro propio presupuesto. Si sólo es ‘por no dejar’, está bien darse una vuelta en estos días, cuando ya ofrecen ‘rebaja sobre rebaja’, es decir, cuando la mercancía está más escogida y por lo mismo lo que uno compra es porque coincide con el estilo y gusto personal, pero no por simple impulso y por lo cual habrá posterior arrepentimiento.
Y luego de recorrer 3 tiendas nuestro historial parecía impoluto, hasta que dimos con un juego de sábanas a muy buen precio. Pero como se dice en estos casos, nunca están de más, jaja!!
10:50. Va llegando más gente, mucha más gente, incluyendo menores a bordo de sus carriolas e individuos que prescindieron de la ducha con tal de llegar.
10:59. Las personas se agolpan a las puertas del lugar. Risas nerviosas en algunos, espíritu competitivo en otros.
11 en punto: se abren las puertas y el tumulto se arremolina. Hay quien corre, se abalanza, empuja o se emociona. Al interior, cámaras digitales y teléfonos celulares para fotografiar o grabar el instante.
Se trataba del primer día de ofertas de varias tiendas, particularmente del grupo español Inditex. Nosotros no íbamos a comprar, sino a ver lo que se ha convertido en todo un fenómeno de temporada – o incluso sociológico –, y francamente vale la pena vivirlo al menos una vez.
Es gracioso ver a la gente, principalmente mujeres, tomando prendas y accesorios a diestra y siniestra, como si realizaran una prueba contra el tiempo. Luego, fila para probarse las cosas, y otra larga y tendida para pagar. Pero en serio que parece que no tuvieran una sola blusa, pantalón o par de cacles en su guardarropa, son auténticos cerros de mercancía lo que lleva cada comprador; como si fuera la primera vez que fueran a vestir, o como si se les fuera a terminar el mundo.
¿A qué nos lleva esto? No al análisis del consumo, sino a los focos rojos del consumismo extremo. ¿Realmente necesitan toda esa ropa que compran? Seguramente no. ¿En verdad cuentan con recursos para pagar todo eso que compran? Lo más probable es que no. Entonces, ¿por qué lo compran? Porque la publicidad ejerce un efecto perverso sobre la población. Apenas ve uno los anuncios de ‘ofertas’ o ‘rebajas de hasta 50%’, entra la inquietud de ir a la tienda.
Pero siempre hay que tener un control, y más si se trata de nuestro propio presupuesto. Si sólo es ‘por no dejar’, está bien darse una vuelta en estos días, cuando ya ofrecen ‘rebaja sobre rebaja’, es decir, cuando la mercancía está más escogida y por lo mismo lo que uno compra es porque coincide con el estilo y gusto personal, pero no por simple impulso y por lo cual habrá posterior arrepentimiento.
Y luego de recorrer 3 tiendas nuestro historial parecía impoluto, hasta que dimos con un juego de sábanas a muy buen precio. Pero como se dice en estos casos, nunca están de más, jaja!!