Porqué negarlo: me dolió. Y vaya que me dolió cuando Nanis me avisó a media mañana que Monitor llegaba a su fin luego de casi 33 años de transmisiones ininterrumpidas. Me dolió en primer lugar porque desde los noventa fuimos fieles radioescuchas de ese noticiario, en segundo porque trabajé ahí durante casi dos años, y en tercero porque pienso en las consecuencias que vendrán tanto para las personas que ahí conocí como por el rumbo que tomará el periodismo en México.
Las causas del final de Monitor son diversas. Hay que recordar que el problema inició cuando Radio Centro incumplió el contrato que tenía con Monitor y que terminó por sacar a este último del FM. Desde ahí empezó el ocaso, lento pero seguro. Luego siguió el peregrinar por las estaciones del cuadrante que no formaran parte de los grandes medios de comunicación para regresar al público masivo.
Cuando finalmente había logrado el reingreso a frecuencia modulada con MVS, incluyendo transmisiones a todo el país, EU y hasta por televisión, Monitor recibió un nuevo revés cuando la nueva administración gubernamental, aplicando una mordaza que prospera conforme avanza el sexenio, vinculando a Gutiérrez Vivó con la oposición y mostrando una intolerancia absoluta ante otras ideas, comenzó a cercarlo. Primero, haciendo que saliera de nuevo – y prácticamente para siempre – de FM, y posteriormente promoviendo –o amenazando– para que ninguna empresa, comercio o prestador de servicios se anunciara en Monitor.
De esa manera, sin recursos vía publicidad, sin acceso a las grandes audiencias y sin recibir un peso de lo que legalmente le corresponde por parte de Radio Centro, Monitor estaba desahuciado.
Sin embargo, las ‘culpas’ no sólo son externas. Si vemos al interior de la empresa no todo era miel sobre hojuelas, pues no es lo mismo ser periodista que empresario. José Gutiérrez Vivó es un profesional en su ramo: tiene una amplia cultura general, conduce magistralmente una entrevista, es acertado a pesar de esa línea dura, ácida y conservadora que a muchos enerva, y al paso de los años innovó en el periodismo mexicano: creó las mesas de debate y análisis político e implementó los reportes viales desde un helicóptero, entre otros.
Pero si vemos su lado empresarial, Gutiérrez Vivó es el monumento a la incongruencia. Las diferencias entre la palabra y la acción, entre el periodista y el empresario, eran francamente inaceptables: al aire hablaba de pagar salarios dignos y promover una educación de calidad, cuando a buena parte de su personal daban un pago de miseria por trabajar 6 días a la semana, días festivos e incluso por laborar hasta 16 horas en un mismo día cubriendo a un compañero en vacaciones; al aire pedía un apego absoluto a la ley, cuando hacía tiempo no se pagaban las cuotas del INFONAVIT de sus empleados, entre otras irregularidades.
Si bien es cierto muchas familias quedarán en total incertidumbre al ver perdido su ingreso, tampoco es explicable el hecho de que no buscaran otro rumbo cuando vieron que ese barco estaba condenado al naufragio. Se sabe que los trabajos no abundan, pero al menos había que hacer el intento, cosa que la mayoría no hizo.
Y una cosa más: la soberbia y la obstinación del personaje le hicieron aferrarse a la ficción de que todo estaba bien y que como otras grandes historias de negocios, él saldría adelante. Pero más que trabajando, por arte de una magia que nunca se produjo. En lugar de cuidar más su imagen para negociar un pronto regreso a FM, Gutiérrez se empeñó en no tener horario, ausentarse frecuentemente y seguir en plan de ‘divo’, y en lugar de vender el periódico para sacar a flote el producto estrella que era la emisión radiofónica, usaba los recursos de esta última para tirarlos al drenaje profundo de Diario Monitor, pues cómo iban a decir que había fracasado.
Lo único que logró fue que los buenos analistas se alejaran, que los anunciantes dieran la media vuelta y que sus empleados padecieran condiciones laborales cada vez más precarias.
En suma, la corrupción de Radio Centro, la censura a la libertad de expresión del gobierno y el propio Gutiérrez Vivó, rodeado de ‘cabezas’ inescrupulosas en quienes dejó su empresa (como Yéssica Miranda a cargo del área de Información, que provocaba la rotación de personal más acelerada que se haya visto), terminaron con lo que venía siendo ya todo un icono del periodismo en México.